lunes, 2 de octubre de 2017
7ª de Otoño: Gris final, triste despedida
Caía ya la tarde y la luz de atardecer otoñal cubría Las Ventas cuando estas a punto de doblar el sexto de la tarde, a eso de las ocho y dos minutos de la tarde, lo que da idea de lo "rápida" que ha sido la corrida que clausuraba la Feria de Otoño en la todavía capital de la todavía España. Mañana Dios sabe qué será, sobre todo tras escuchar la briosa, valiente y enérgica respuesta del Presidente del gobierno ante la barbarie que se ha vivido hoy en esa región española que es Cataluña. Una arenga legionaria previa a un combate jamás podrá igualar al tono empleado por el todavía Presidente del todavía gobierno de la todavía España. Tranquilos, mañana va a convocar a los partidos, ¿?, y el miércoles, sin prisas por favor, va a ir al Congreso. ¡Toma ya!. Me imagino que los independentistas, auténticos animales rayanos en terroristas, estarán escondidos temblando de miedo.
Una corrida de Adolfo Martín desigual de presentación y desigual de hechuras, aunque todos se reconocían como Albaserradas, entipados, serios, muy descarados de pitones, veletos, incluso algunos cornipasos, y que, salvando dos toros, ha resultado decepcionante en cuanto a juego y comportamiento. Tan solo los dos primeros de la tarde han permitido a Juan Bautista y Paco Ureña lucirse en la muleta, porque los cuatro restantes han sido toros complicados, de corto recorrido, que se revolvían buscando más allá de las telas, deslucidos y sin opciones para el lucimiento o el triunfo. Pero que nadie se engañe, que esta corrida la hemos visto ya muchas veces, que cuando uno va a ver Albaserradas ya sabe a lo que va y a estas alturas nadie se extraña de que salga como la de hoy, aunque a todos nos hubiera gustado haber visto seis como aquel Madroñito indultado en Santander por Manuel Escribano en julio de 2016.
Juan Bautista ha toreado al primero de la tarde con gusto y temple, relajado, con series en redondo ligadas, con empaque y la mano baja. Emoción y transmisión ante un toro que metía la cara y repetía pero que solo ha tenido un pitón, el derecho, porque por el izquierdo no tragaba ni un pase. Firme, seguro, muy solvente el galo, en línea con su magnífica temporada. Parecía que una oreja podía caer en manos de Juan Bautista pero el atasco con los aceros desterró cualquier opción de trofeo. Al tercero, un toro que no humillaba y que soltaba la cara a medio muletazo lo trató de someter Bautista en un par de series por el pitón derecho con algunos pases de calidad, muy por encima el francés de las condiciones del toro. Igual que el primero el pitón izquierdo era imposible por los tornillazos que soltaba y el resto de la faena resultó un intento por someter las brusquedades del Adolfo sin mayor lucimiento ni emoción. Tampoco anduvo fino con la espada, algo infrecuente en él. Peor aún fue el quinto, una alimaña que buscaba los tobillos, que se revolvía como una lagartija y buscaba constantemente los muslos del de Arles. Trató de someterlo por bajo, imposible, y abrevió, algo que no sé por qué disgustó a un sector que debió ver en este toro algo que yo desde luego no he visto, porque si no no me entra en la cabeza que se pitara como se pitó a Juan Bautista y se ovacionara al toro en el arrastre. Solo hay una explicación, fastidiar, molestar al torero, darle por saco como vulgarmente se dice. Pues para eso que monten un referéndum y se vayan a otro sitio a dar por ahí. Nunca lo he entendido ni lo entenderé, además no quiero siquiera intentarlo. Si no te gusta lo que ha hecho hay un momento reservado para mostrar tu opinión una vez que el toro ha sido arrastrado, pero aplaudir con mala leche a un mal toro para hacer daño a quien se ha jugado la vida ante él me parece de muy mal aficionado, además de mala persona. Vamos, que cualquiera de los del referéndum lo haría.
Paco Ureña no necesita descubrirse ni justificarse en Madrid, es de sobra conocida su valentía y su arte y hoy lo ha demostrado una vez más ante el segundo de la tarde, un toro que cumplió un excelente y vibrante tercio de varas arrancándose en largo, con galope ágil y alegre, metiendo los riñones y empujando con celo en el caballo que montaba Pedro Iturralde, quien lo toreó con el caballo como hacía tiempo no veíamos, lo citó de lejos y picó delantero ejecutando la suerte con absoluta pureza. Cuando este tercio se hace como lo ha hecho Iturralde en la tarde de hoy resulta de una belleza y emoción superlativa, además de ser fundamental para el posterior desarrollo de la lidia. Instantes antes había dejado el de Lorca un saludo capotero extraordinario andándole hacia atrás, llevándolo encelado en le capote muy por bajo, a ras del suelo para sacarlo a los medios entre los olés del público. Toreó con temple el murciano, con un inicio de faena torerísimo por bajo, con dos trincherazos bellísimos para continuar tratando llevar en largo al Adolfo que si bien se quedaba corto por el pitón derecho por el izquierdo permitió a Ureña sacar naturales hondos en series ligadas bajando la mano con el compás abierto, despatarrado, un Ureña dominador y poderoso que sometió al Adolfo con la zurda. Con el cuarto estuvo más que digno y entregado, quizás en exceso alegando una faena que no llevaba a ningún sitio más que a la enfermería puesto que se las estaba viendo con un toro que se revolvía nada más entrar en la muleta, un toro sin clase, sin recorrido y con un peligro tremendo, un toro que además presentaba unos pitones descomunales, para mi gusto exageradísimos, no acordes a su caja y su cara, para mi completamente desproporcionado. No se arrugó Ureña ante las acometidas, los arreones, los tornillazos constantes, y hay que tenerlos muy bien puestos para quedarse quieto viendo esos dos puñales, más bien lanzas, buscando herir en cualquier parte. Y con el que cerraba plaza más de lo mismo, corto recorrido y feísimas intenciones, pero Paco Ureña le plantó cara y llegó a robarle muletazos sueltos por ambos pitones de enorme mérito, sobre todo por el izquierdo, unos naturales bellísimos cargados de emoción exponiéndose una barbaridad, tanto que llegó a prenderle y echarle por los aires afortunadamente sin herirle. Muy por encima de sus toros, sobre todo en este último, jugándosela de verdad, sin tapujos. Más no se le puede pedir con lo que ha tenido enfrente.
Así se ha cerrado la Feria de Otoño que, a falta de una novillada el domingo y la corrida del 12 de octubre, supone el final de la temporada madrileña. Un cierre en un día triste en el que lo mejor ha sido ver los tendidos de Las Ventas llenos de banderas de España reclamando algo tan sencillo como la unidad de una nación de siglos de gloriosa historia frente a los desmanes y la barbarie de unos pocos, porque el mundo del toro y los aficionados no vivimos de espaldas a la realidad, al revés, siempre han sido los primeros en ponerse al frente de causas justas, ¿y qué hay más justo y necesario que defender a tu Patria y lucir con honor su bandera?
Antonio Vallejo
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