lunes, 11 de mayo de 2020

Por un San Isidro que no será, por el toreo. Y mi desprecio por la "cultura"


Mañana hubiera sido el día, martes, 12 de mayo. Mañana, sobre estas horas, estaría recorriendo mi cuerpo ese cosquilleo que cada año siento cuando me veo a las puertas de la que es la primera feria del mundo en la primera plaza del mundo y mis pensamientos embebidos en los vuelos de capotes y muletas soñando faenas con las que sentir ese algo único, mágico e inexplicable que es el pellizco del toreo eterno. Esos asientos, tan vacíos hoy, mañana estarían poblados de aficionados cargados de ilusión en un día de reencuentro con los abonados de siempre, con el personal de plaza que cada temporada nos hacen aún más agradables las tardes de toros que día a día desgranamos y disfrutamos con la pasión y el sentimiento que solo el toreo puede darnos. Ese es mi tendido, el 1, ahí están mis dos asientos, en ellos he vivido emociones intensas, he soñado el toreo, también he vivido decepciones, días de tedio, por qué no decirlo, e incluso enfados, pero siempre compartiendo lo más grande que tenemos, la afición. Mañana estarán vacíos de público, pero no solos, jamás abandonados u olvidados, ni por mi ni por ninguno de los cerca de 16.000 abonados que tiene Las Ventas porque sé que cada tarde van a estar en nuestros pensamientos y la melancolía nos invadirá más de un día, seguro. Vacíos de público pero llenos de cariño porque queremos a esa plaza, porque amamos el toreo y porque sabemos que llegará el momento del reencuentro más feliz que hayamos podido desear jamás.
Ese día llegará por mucho que a unos cuantos les pese a unos pocos que, durante esta situación tan anómala y atípica que estamos sufriendo en un estado de excepción impuesto de manera tiránica y encubierto en una falsa alarma o alerta, está aprovechando para intentar destruir un patrimonio cultural no solo de España sino de la humanidad como es la Tauromaquia. El desprecio de las instituciones socialcomunistas hacia el mundo del toro ha sido claro siempre, pero ahora aún más descarado y vomitivo. El toreo es algo que, les guste o no, está enraizado en nuestra tradición, un arte de siglos y un sector básico para la economía nacional, que representa unos 300.000 empleos, que ingresa en las arcas del Estado 140 millones de euros anualmente  y que mueve cada temporada entre 2.500 y 3.000 millones de euros. A ese patrimonio, a esa tradición y a ese Arte es a lo que un tal José Manuel Rodríguez Uribes - un tipo tan sectario y despreciable como todo el gobierno socialcomunista que nos lleva a la ruina - ha despreciado de la manera acorde a su aspecto, sucio y desaliñado, dejando a todo el sector taurino fuera de las ayudas económicas que su ministerio de incultura pregonó el pasado 5 de mayo. Y como este siniestro ministro de este siniestro gobierno todo ese batiburrillo vomitivo y asqueroso que conforman esos que se autodenominándose "mundo de la cultura", paniaguados y pesebreros del marxismo que viven del cuento y del dinero que a muchos nos cuesta enorme trabajo ganar, personajillos que si no hubiera habido una Guerra Civil ganada por el Generalísimo Franco no hubieran tenido tema para hacer películas más allá de las escabrosidades sexuales y zafiedades típicas de los Almodóvar, Amenábar o Bardem habituales alrededor de los que se reúne para mamar de las subvenciones públicas, cantantes de medio pelo y toda la tribu de titiriteros que inundan televisores y programas de ínfima calidad y peor gusto. Todos esos han mostrado desprecio al cine de verdad, a la música, a la literatura, especialmente la poesía, la fotografía, la pintura, porque todas esas variedades culturales son Tauromaquia, como también lo es la moda, sastres que crean auténticas joyas en los vestidos de torear. En fin, sería inmensa la lista de actividades culturales que desde siglos han girado en torno a los toros y no es cuestión de seguir enumerándolas porque nos llevaría horas, pero con ese desprecio  ese mundo de la incultura ha demostrado lo que es, una inmundicia frente a lo que en realidad representa el toreo, ahogado por esta severísima crisis, ninguneado, pero para nada vencido. Con la cabeza alta, mirando de frente, con verdad todo el mundo del toro ha seguido adelante, haciendo esfuerzos y sacrificios que jamás podremos agradecerles, trabajando en el campo, cuidando de esta especie, el toro bravo, que si por animalistas e incultos fuera se habría extinguido hace mucho tiempo, entrenándose y preparándose para estar a punto el día que se abra la puerta de chiqueros y salte a un ruedo de España el primer toro. 
Cuando sea, no habrá prisas, aunque eso cueste mucho, el toreo volverá como es, puro y con verdad. Volverá, no les quepa duda, porque es eterno y muy grande para esta pigmea clase gobernante que padecemos, porque la clase y la elegancia del toreo es mucha para esta banda progre y porque, como siempre he dicho, somos muchos más y mucho mejores, y saldremos de esta con grandeza, por la puerta grande, como en las grandes tardes.
Y les dejo como empecé. Mañana será un día difícil, mañana no podré sentarme en ese 1 alto cuna de mis sueños, mañana posiblemente la tristeza tienda a adueñarse de mi, pero estoy seguro que en algún momento, en algún rincón, el duende del toreo brotará no sé de donde pero me llenará de esperanzas para afrontar con paso firme todo lo que se nos viene encima. Y aunque suene raro quiero brindar con todos ustedes  por un San Isidro que no será pero que cuando volvamos a vivirlo jamás lo olvidaremos y quiero brindar, sobre todo, por el toreo, eterno e inmortal. Y para la "cultura", mi mayor desprecio, un pase de desdén y una estocada al volapié que los pasaporte lo antes posible.
¡Viva el toreo!, ¡Viva España!

Antonio Vallejo 

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