Se preguntarán los habituales lectores de este blog, acostumbrados a las fotos que habitualmente ilustran mis entradas, que es este adefesio que posiblemente haya dañado su ojos y por qué aparece en este blog. Este ser se llama Ana González, socialista, no podía ser de otra manera, y resulta ser alcaldesa de Gijón. Resulta que a este ser se le ha ocurrido la brillante idea de ¡prohibir! las corridas de toros en Gijón. ¿Motivo?. Agárrense bien a cualquier asidero que tiene a mano, que la cosa es de traca. Bueno, de traca no, de espanto, de horror, como es el socialismo y comunismo que engendros físicos como ese representan. A este ser le parece que puede prohibir un arte que es patrimonio cultural de todos los españoles porque el pasado domingo 15 de agosto, en la Feria de Begoña de Gijón, se lidiaron toros de Daniel Ruiz que tenían por nombre Feminista, lidiado por el maestro Morante de la Puebla como primero de la tarde y dos Nigeriano, lidiados como segundo por el maestro Juli y como cuarto de nuevo por Morante. En serio, ese es el "motivo", por eso les decía agárrense. A esta tal Ana González eso le parece algo terrorífico, algo dañino para la humanidad, algo que, por supuesto, jamás debe permitirse. Les juro que he buscado y rebuscado declaraciones de este ser que ocupa el cargo de alcaldes de Gijón en las cuales se pronuncie, por ejemplo, por Afganistán y lo que les viene encima a las mujeres de aquel país, pero no he encontrado nada, silencio, callada como una...para eso no tienen lo que hay que tener. Ya sabemos que los socialistas y comunistas, valga la redundancia, conectan muy bien con los terroristas, los islamistas y los talibanes, valga también la redundancia, y que lo que pase a las mujeres por esos lares les parece hasta bien - aún espero la reacción de la ministra Montero o la etarra Belarra, me ha salido rima, qué bien - pero que poner esos nombres a unos toros de lidia es algo que posiblemente acabe con la humanidad. Y ya no les digo si encima los mata Morante, ¡de VOX!, ¡fascista!, ahí seguramente se la pase por la cabeza resucitar las checas.
De verdad, este ser es rematadamente imbécil. Para empezar una inculta de tomo y lomo que desconoce que en las ganaderías, desde hace siglos, a los toros se les pone el nombre de la madre, que para más señas es una vaca, alcaldesa, y eso se mantiene durante generaciones aunque le cueste creerlo. Mire, según me he informado, hace 58 años nacieron unas vacas en la ganadería de Daniel Ruíz dos vacas a las que les pusieron por nombre Feminista y Nigeriana, sin más, y esas vacas engendraron toros que se llamaron Nigeriano y Feminista (porque Feministo no existe en español aunque no se lo crea), y seguramente más vacas que, siguiendo la tradición, adoptaron esos mismos nombres, así hasta llegar a los toros lidiados el domingo en Gijón. Si tuviera un mínimo de sustancia gris, leyera y se informara se daría cuenta que hay nombres de toros legendarios en distintos hierros (hierro es algo equivalente a ganadería, para su información, alcaldesa) que se repiten década tras década, y no pasa nada, es lo normal. Pero a usted, obsesionada como todo socialista o comunista, de nuevo la redundancia, en acabar con España y todo lo que suene a español se le ha encendido una lucecita - me imagino que será la de reserva neuronal, como la de gasolina en los coches - y ha buscado su minuto de gloria prohibiendo los toros en Gijón. A ver, una idiotez la puede decir cualquiera, usted también como ha demostrado, pero es que prohibir algo que es patrimonio cultural porque le sale de donde le sale, del odio puro, puede ser algo peor, porque usted debe saber que prohibir algo a sabiendas que no puede hacerlo creo que se llama prevaricar, y ahí está pisando terrenos cenagosos. Con todos los problemas que tendrá Gijón, con todo lo que habrá por resolver y gestionar, con la situación que estamos viviendo, con los dramas que muchas familias gijonesas han sufrido y sufren por la pandemia, a esta tipa solo se le ocurre esta tontería. En fin, sobran más palabras.
No sé en qué acabará todo esto pero lo que me queda claro, transparente, cristalino, es que la imbecilidad humana no tiene límites pero por lo menos tiene un nombre, Ana González, alcaldesa de Gijón.
Antonio Vallejo
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