lunes, 27 de septiembre de 2021

Feria de Otoño, lo importante es volver


 Así lo veo yo, lo importante era volver. Volver a los toros, volver a ver Las Ventas con este magnífico aspecto, volver a reencontrarnos con los abonados de siempre,  en definitiva, volver a lo que estábamos acostumbrados, volver a sentir la vida como siempre la hemos sentido. Cierto es que tuvimos el 2 de mayo - ¡que lejos queda aquel día de tantas emociones -, y que tuvimos dos corridas extraordinarias el 26 de junio y el 4 de julio con las que recuperamos sentimientos y emociones añoradas durante los meses de cruda pandemia. Fueron rayos de esperanza de cara a un futuro que gracias a Dios ya es presente y que nos anuncia un futuro en el que lo único que queremos es que vuelva a ser como el pasado. Durante muchos meses estuvimos huérfanos de lo que tanto nos  apasiona, el toreo, que para muchos es la vida. Se torea como se es, decía Juan Belmonte, y se es como se torea, podríamos añadir, porque el toreo es nuestra identidad y nuestra forma de ser y sentir, porque es la vida, nuestra vida, la que hemos conocido y la que queremos volver a disfrutar. Recuerdo los días en que, tras los meses de encierro absoluto, se comenzó a anunciar alguna corrida de toros, incluso alguna feria adaptada a las circunstancias, los días que se presentó la llamada gira de reconstrucción como tabla de salvación de una tauromaquia que agonizaba, recuerdo también la envidia sana que nos generaba Francia el pasado año cuando veíamos la cantidad de localidades del sur galo en los que se lidiaron toros, más tarde una nueva temporada que poco a poco iba tomando forma y un verano como este de 2021 en el que los festejos iban surgiendo a lo largo y ancho de nuestra España. Poco a poco volvíamos a lo de siempre, la normalidad, no nueva, como dijo cierto personaje al que espero pronto quitemos de en medio. Pero en todo momento echamos en falta los dos pilares fundamentales de nuestra Fiesta que, guste o no guste, son Madrid y Sevilla. Y están ya aquí, Sevilla con una feria de San Miguel espectacular en la que están todas las figuras y todas las ganaderías de primer orden y que estoy disfrutando como nunca a través de Canal Toros. ¡Ay lo de Morante en La Maestranza el pasado domingo 19!, solo eso vale toda una feria. Y desde este fin de semana es Madrid quien se suma a tirar del carro del toreo con su Feria de Otoño, un ciclo que arrancó el viernes con una corrida de Victoriano del Río y Jandilla para Diego Urdiales, José María Manzanares y Paco Ureña que tuvo que ser aplazada al próximo 8 de octubre por las inclemencias meteorológicas, una novillada de Fuente Ymbro para Manuel Diosleguarde, Isaac Fonseca y Manuel Perera, y la corrida de Victorino Martín este domingo para López Chaves, Alberto Lamelas y Jesús Enrique Colombo, a las que seguirán las programadas para los dos próximos fines de semana y que nos han vuelto a hacer sentir que la vida, el toreo, vuelve a ser como siempre. Para mi esto es lo más importante, volver, y después quedarse para siempre, que nada ni nadie nos robe ni prohiba lo que es nuestro, la afición, la emoción, la pasión, la Fiesta, porque somos como somos, somos lo que somos, españoles, con mucho honor.
De nuevo sentado en mi abono - como hemos debido hacer la mayoría de abonados venteños, elegir nuestra localidad de siempre para volver a nuestra plaza - he sentido que el tiempo pasado estará en el recuerdo, que no en el olvido, de aquí a nada. Pudo ser el viernes pero la fuerte tormenta que cayó en Madrid a primeras horas de la tarde dejó el ruedo de La Monumental completamente impracticable. No había otra opción, por mucho que nos doliera, echar para adelante esa corrida hubiera sido una temeridad y un fraude viendo el barrizal en que se había convertido la arena venteña. Solo un pero a la acertada decisión, que se tardó mucho en comunicar y que no puede ser que durante alg más de 45 minutos tuviéramos que estar los aficionados aguantando en nuestros asientos una determinación que a las seis de la tarde, hora del comienzo del festejo, era más que evidente. Tan solo con que los matadores, la presidencia y la empresa hubieran salido a inspeccionar el lamentable estado del ruedo a las seis y diez o y cuarto hubiera bastado, ahorrándonos una espera sin sentido. Pero al menos imperó la lógica y la cordura y el próximo 8 de octubre disfrutaremos del festejo en toda su integridad... si el tiempo no lo vuelve a impedir.
Ayer sábado fue una muy seria e interesante novillada de Fuente Ymbro - algunos eran auténticos toros - la que nos hizo olvidar todo lo pasado y no recordó que el toreo estará siempre presente. Tres jóvenes novilleros que representan el futuro de la Fiesta y que demostraron valor, entrega, compromiso y buenas maneras como toreros. Una valiosa oreja cortó Manuel Diosleguarde al cuarto, un fuenteymbro que hasta la muleta no se definió y al que el salmantino toreó con largura y profundidad por el pitón derecho, mano baja y ligazón, encajado, metiendo los riñones, si bien por el izquierdo se descompuso el trasteo por varios enganchones a las telas que deslucieron las tandas de naturales, para rematar la faena con preciosos ayudados por alto. Ya en el primero, un toro que se venía por dentro especialmente por el pitón izquierdo, demostró sus buenas maneras en el toreo en redondo, temple, poniéndole la muleta en la cara, llevándolo muy metido para remachar con unas bernadinas ajustadísmas, de infarto. A ambos novillos los mató a la primera por lo que me parece justa y merecida la oreja cobrada. El mexicano Isaac Fonseca demostró valor ante el segundo, un novillo con mucha movilidad y más peligro. Embestía a arreones, se echó a los lomos a Perera en un quite y volteó a Fonseca varias veces durante la faena de muleta, pero se repuso como si nada, nunca le perdió la cara, siempre estuvo en el sitio, poniéndole la muleta, bajándole la mano para tratar de someter la brusquedad de su embestida terminado por imponerse en un par de tandas portentosas en redondo, templadas, profundas y ligadas. Lo mató de un espadazo sensacional y recibió una fuerte ovación. El quinto le dio pocas opciones, parado, deslucido, sin emoción, pero Fonseca lo intentó todo, poniéndose, ofeciéndole la muleta planchada, tratando de llevarlo siempre toreado, pulcro, pero el novillo se vino abajo prácticamente desde el inicio del trasteo, completamente desfondado. Po su parte el extremeño Manuel Perera dejó claro lo que es, un torero al que nada le puede parar, ni siquiera la gravísima cornada que recibió en mayo en Vistalegre y que pudo costarle la vida. El valor y arrojo que ha mostrado este sábado en las Ventas lo atestigua. Da igual que el segundo le volteara en el turno de quites, da igual que el tercero le arrollara violentamente al inicio de la faena de muleta cuando toreaba con ambas rodillas en tierra, se repuso de la conmoción y poco a poco fue sometiendo al exigente y encastado fuenteymbro a base colocación, temple y poder acabando en una sensacional serie por el pitón derecho dejándole la muleta en la cara y un arrimón de verdad, sin trampas. Mató de una certera estocada y recibió una merecida ovación. Poco pudo hacer frente al sexto, al que recibió a portagayola, otra muestra más de  como debe venir un novillero a Las Ventas, a por todas, estando a punto de ser arrollado. Arrancó la faena con cambiados por la espalda y una serie de derechazos, buscando siempre la ligazón. Pero no sé por qué algunos le afearon la colocación y, claro, de esa manera el toreo ligado y con ritmo desapareció al tener que recurrir Perera a pases de uno en uno, eso sí, cruzándose, para no herir sensibilidades puristas. Una pena porque de haber continuado con los registros iniciales la cosa hubiera sido distinta, o eso me pareció a mi. 
Y hoy domingo se completó este primer fin de semana de Otoño con una corrida de Victorino que ha tenido dos toros buenos, segundo y quinto, el lote de Alberto Lamelas, pero que en el resto no ha cumplido con lo que esperábamos de este hierro. Seis cárdenos que salvo el tercero, terciado y lavado de cara aunque con dos pitones de aúpa, para mi han estado bien presentados, entipados, albaserradas de pitones a rabo, muy serios, abiertos de cara, vueltos los pitones, apuntando al cielo, especialmente los reseñados segundo y quinto, imponente presencia ambos, dos auténticos leños por delante. El primero se mueve de salida, mete bien la cara en el capote y repite aunque tiene poco recorrido y va justo de fuerzas. Bien llevado al caballo por López Chaves, andándole hacia atrás, echando el percal abajo, donde recibe dos puyazos en los que se deja pegar, sin emplearse, perdiendo las manos al salir del peto, lo que hace aumentar el nivel de las protestas. Llega a la muleta corto de recorrido, con la cara alta, a la defensiva, acusando su falta de fuerzas, aunque tuvo cierta nobleza y ganas de meter la cara en los engaños que con suavidad y buena técnica le puso en la cara el salmantino, buen trato, perdiendo pasos entre muletazo y muletazo para poder colocarse, todo bien, pero sin llegar a conectar con los tendidos. Un pinchazo arriba y una casi entera tendida feuron suficientes para hacer doblar al victorino. Otro de los que asustaba por presencia fue el cuarto, que desde que saltó dio muestras de blandura perdiendo los cuartos traseros y al que se le pegó mucho en el caballo. No sé cual habrá sido el motivo, si lo justo que iba de fuerzas, si el castigo en varas o ambas cosas a la vez, el caso es que a la muleta llegó parado, le costaba arrancarse y cuando lo hacía pasaba como si nada, soso y deslucido, sin ritmo, con la cara a media altura. Voluntarioso López Chaves, justificándose, pero sin conseguir nada, por lo que creo que debió haber cortado la faena mucho antes de cuando lo hizo. 
Alberto Lamelas se fue a recibir a los dos toros de su lote a portagayola, declaración de intenciones, ganas y disposición, es lo mínimo que se debe pedir. El resto hay que demostrarlo. Tuvo el jienense el mejor lote, dos victorinos que tuvieron movilidad, recorrido y raza, dos toros que metían la cara y repetían pero que llevaban la sangre que llevaban y a los que había que hacerles muy bien las cosas. Magnífico el saludo de capa a ambos toros, echando le capote abajo, lidiando, sometiéndolos, ganándoles terreno para rematar más allá de la segunda raya. Para mi tanto el segundo como el quinto fueron toros con serias opciones de trofeo, con recorrido y movilidad, pero con las dificultades propias del encaste, dos toros para hacerles todo bien, con mucho temple, fundamental,  porque a la mínima desarrollan sentido y se complican. Fue bueno el arranque de faena en los dos toros, pro el pitón derecho, series reunidas, compactas, con temple, profundidad, mano baja y ligazón, vibrantes, con emoción, a las que los tendidos respondieron con olés. Es posible que algunos toques a las telas en el segundo o que el tirar del toro en los muletazos  que creo que pedía el quinto fueran las causas de que ambas faenas no tomaran más vuelo y que perdieran algo de ritmo, especialmente por el pitón izquierdo de ambos donde el recorrido y la continuidad bajaron de nivel. Naturales sueltos, algunos de gran hondura y bellísimos, teniendo que perder pasos entre cada pase rebajaron el nivel de emoción que presagiaba el arranque de faena y retornaron el trasteo a los derechazos, pero por ahí ya se revolvían antes y sabían lo que se dejaban detrás. De lo que no hay duda es de la firmeza de Lamelas, que siempre estuvo en el sitio, plantándoles la muleta en la cara y tratando de llevarlos toreados, pero repito, creo que le faltó algo de temple y tirar más de la embestida. Mató de entera desprendida al segundo y entera caída al quinto y recibió ovación con saludos como premio en su primero. Por cierto, ambos toros fueron ovacionados en el arrastre, a mi entender con buen criterio y sigo pensando que llevaban más dentro y que se les podía haber sacado. 
Jesús Enrique Colombo nada pudo hacer ante el terciado y anovillado tercero, un toro de escaso recorrido que se revolvía y permitía poco. Lo mejor en este tercero, y quizás también del sexto, fue el manejo del capote, echándolo al suelo, muy bajo andándole hacia atrás para sacarlo a los medios, así como el tercio de banderillas, derroche de potencia y facultades físicas, reuniendo y clavando en la cara del toro, con pureza, especialmente el tercer par en ambos casos. Sin recorrido ni fuerzas llegó el tercero a la muleta, cara a media altura, defendiéndose, reponedor, sin acabar de pasar, por lo que el venezolano acortó con acierto y mató de un espectacular estoconazo que pasaportó al victorino  de manera fulminante. El sexto fue un toro que se dejó hacer, con cierta nobleza, que iba pero al que había que enganchar alante y tirar de él para sacar algo lucido. Tremendamente voluntarioso anduvo Colombo pero al victorino le faltaba un punto de calidad y alguno más de empuje para transmitir y generar algo de emoción. Bien el venezolano, disposición y querer a raudales, pero sin poder sacar más porque realmente no lo había. Se tiró a matar con decisión y colocó otra sensacional estocada para firmar el fin de esta primera entrega de la Feria de Otoño a la que aún le quedan siete episodios más que esperemos respondan a las ilusiones que tenemos todos los aficionados.


Antonio Vallejo

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