¡Cómo pasa el tiempo!, parece lejano el 28 de mayo, esa tarde que marcó el antes y el después en el toreo, el inicio de la nueva era, aquella faena histórica del genio que ni la mezquindad de un presidente de quien absolutamente nadie recuerda ni su nombre ni su cara pudo evitar que cambiara el rumbo de todo lo conocido hasta entonces. Setenta y tres días después he podido comprobar en vivo que es así de cierto, que en este toreo poco más que recién nacido está Morante y luego van los demás. Fue ayer, en la plaza de El Puerto de Santa María, aunque el maestro ya lo había dejado claro, por ejemplo, en Pamplona, o en Santander, este pasado viernes en Marbella. Morante está en otra dimensión, su toreo ha alcanzado un estado sobrenatural, de auténtica divinidad, inalcanzable para los mortales, te eleva a un nivel de felicidad suprema que parece inagotable, sabedores que aún nos quedan muchas tardes para salir de la plaza toreando al aire hechizados por el embrujo del de La Puebla del Río.
Tan solo las verónicas de recibo al que abría plaza ya valían por sí solas la entrada. Cadencia y compás, lentas, eternas, deteniendo el tiempo, el mentón hundido, pecho fuera, acompañadas con la cadera, exquisita suavidad, sencillamente sublimes, como los delantales que siguieron, de una belleza sin igual. Toro noble el primero, colocaba bien la cara, fondo de clase, pero creo que le faltó un punto de celo y empuje, pero lo que faltaba lo puso Morante. No hay toro que se le resista cuando hunde las zapatillas y sale el duende. Con las zapatillas hundidas el toreo del sevillano se elevó a los cielos en derechazos perfectamente acoplado, toreo reunido, de inmensa emoción, muy despacio, y con la torería y la gracia que le acompaña, molinetes y cambios de mano repletos de aroma y sabores de todas las épocas del toreo reunidas en su muleta. Y al natural, ¡que locura!, la expresión máxima, toreando como otros sueñan, componiendo la figura, acompañados con la cintura, más que temple, ni al ralentí o la cámara súperlenta, no existen para Morante las leyes del tiempo, está por encima de todo. Y entre medias su torería a la hora de andar en la cara, cada movimiento rebosa arte, basta un muletazo suelto a la hora de colocar al toro antes de iniciar una tanda para dejar volar la imaginación, todo fruto de la inspiración, del genio. Y de los remates por bajo, sobran las palabras, solo hay que abandonarse a la pasión de su toreo. La rúbrica fue la soñada, un estoconazo hundiendo el acero hasta la empuñadura y dos orejas sin discusión.
El cuarto marcó querencia desde salida y, para mi, tuvo comportamiento de manso durante toda la lidia. Suelto y sin fijeza, desentendido de todo. No pareció importarle a José Antonio que se fue a recibirlo con una suerte que solo ha podido salir de su imaginación, inclasificable, una especie de chicuelina pero con medio capote y arrebujadito alrededor de su cuerpo, junto a las tablas, y el manso apretando hacia dentro, no quedaba espacio, yo pensaba que lo mataba cuando le hizo perder el equilibrio. Gracias a Dios fue tan solo un susto sin consecuencias, pero fuerno segundos de angustia, como los del viernes en Marbella. En su condición de manso fue el de Nuñez del Cuvillo al caballo porque se lo encontró por el camino, recibiendo un primer puyazo. Muy desordenado tercio de varas, hasta dos veces más hubo que llevarlo al peto para domar su brusquedad, es decir, tres puyazos y cambio de tercio. Y en ese momento Roca Rey decide hacer algo que en el momento comenté con mis amigos, ni era el momento ni era el toro para hacerlo, y menos por caleserinas. Entiendo la rivalidad, entiendo las ganas de agradar al público, pero, primero, el quite le correspondía tras el segundo puyazo, y segundo, hacer un quite para "mostrar" o "enseñar" a Morante algo, es de muy poca categoría. Siento expresarme así pero así lo pienso, la actitud de Roca Rey me ha parecido tan mala como su documental-película. Lo malo para el peruano es que, viendo las cualidades del de Cuvillo, aunque poco o nada podíamos esperar en la muleta, delante estaba José Antonio Morante de la Puebla, y a quien engloba todas las épocas del toreo y ha marcado el inicio de la nueva era es mejor no faltarle al respeto porque te puede dar un revolcón como el que le dio. ¿Quién tiene valor?, ¿quien tiene poder?. Se lo digo yo, solo uno, el genio. Faena suprema a este complicado y peligroso cuarto basada en la colocación y el mando, de nuevo con una firmeza y un aplomo al alcance de muy pocos, pero con el añadido del arte, el duende, el pellizco en cada muletazo, redondo ligados con una quietud pasmosa, bailando sobre sus tobillos, en el sitio, pasándoselo por la cintura componiendo una figura rebosante de elegancia, y naturales de una hondura y una belleza suprema, dominado la agresividad a la defensiva del manos que buscaba puntear las telas, pero no podía, allí mandaba solo uno, Morante.¡Ah, Andrés! si quieres aprender a dar un natural vuelve a la plaza y vete al centro del anillo, posiblemente aún esté el genio ejecutando ese que rompió las agujas de los relojes. Fue algo mágico, no acababa nunca, y escuché el olé más sentido y vibrante que recuerdo. Como en el primero se tiró a matar por derecho para dejar una casi entera algo trasera y desprendida suficiente para pasaportar al de Cuvillo. Un mar de pañuelos pidiendo la oreja pero al del palco no le salió de ahí sacar el suyo y negó lo que era, al menos, otra oreja para Morante. Y por si alguien lo ha leído por ahí y tiene dudas, me pareció perfecto el gesto que le hizo al presi con la montera en su mano cuando se retiraba al callejón, lo decía muy claro: "vete a la m...".
Muy buenas sensaciones me han quedado de Daniel Crespo, matador de El Puerto de Santa María a quien desconocía y que, tras su actuación de ayer, creo que merece contratos y aparecer en las ferias que restan de aquí a octubre. No era fácil la papeleta para él, en su casa, ante su afición y junto a Morante y Roca Rey, por mucho que el ambiente y los tendidos estuvieran con él y soñando con verle triunfar. Se le notó en el tercero, algo nervios y tenso en el saludo capotero estático a pies juntos a un toro que se desplazaba con movilidad pero sin fijeza, saliendo suelto de una primeras verónicas un tanto bruscas. Poco a poco fue calmándose y las verónicas ganando pasos fueron perdiendo velocidad y ganando temple a medida que se llevaba al toro a los medios reduciendo la embestida y acompasando los lances que acabaron alcanzando muchos quilates para rematar con dos medias repletas de gusto. Esos apuntes de muy buen toreo de capa quedaron patentes con el galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo, con ritmo y salero, una preciosidad. No fue un toro bueno ni fácil en la muleta, desordenado, sin un patrón fijo, iba y venía sin clase ni entrega. Y así fue la faena, irregular, hilvanaba un par de muletazos profundos pero al tercero le obligaba a perder pasos y deslucía, otras veces repetía y otras se iba desentendido a la salida, sin poder dar el ritmo que buscaba Crespo, quien jamás renunció. a buscar la colocación, plantarle la muleta y llevarlo por bajo, con enorme entrega y disposición, pero el Cuvillo no daba para más, especialmente por el pitón izquierdo, por ahí fue más complicado el acople. Pero aún con todo hubo momentos de buen toreo y estoy seguro que si no hubiera marrado con la espada habría cortado una oreja. Y si he hablado de entrega hay que añadirle su compromiso y decisión al irse a recibir al sexto a porta gayola, toda una declaración de intenciones. Una larga cambiada de las de contener la respiración dio paso un ramilelte de verónicas exquisitas, de un gusto descomunal, templadas, acompañando la embestida de un toro que metía la cara con una clase y bravura descomunal. Se puso la plaza en pie, y no era para menos. Fue sin duda el de mejores hechuras y el mejor de la corrida de Nuñez del Cuvillo, con ritmo y calidad, colocando la cara y repitiendo, el hocico por la arena, siempre humillando, un gran toro que en mi opinión, debía haber sido premiado con la vuelta al ruedo tras morir. Sensacional Crespo con la muleta. En el centro del anillo, no me lo creía, lo iba a hacer, ¡y lo hizo!, ¡el cartucho de pescao!, menudo inicio, un recuerdo al gran Pepe Luis Vázquez, un homenaje al pasado, dice mucho de este joven, nunca olvidar nuestro pasado ni lo que nuestros mayores hicieron y nos enseñaron, valores eternos de este Arte. Personalidad y mente clara han definido su faena, toreo profundo, la mano baja, siempre colocado, ligando los muletazos en el sitio, series compactas por ambos pitones, rematadas con sensacionales de pecho, derechazos largos, naturales hondos, y todo bajo los acordes del Concierto de Aranjuez creando un ambiente mágico que me puso los pelos de punta y que escribiendo esto aún me emociona como cuando ayer estaba sentando en el tendido. ¡Cómo suene es banda! Sólo por escucharla merece la pena pagar la entrada. Todo era perfecto, el bravo toro embistiendo entregado, Daniel Crespo aún más entregado y toreando como los ángeles, el púbico hipnotizado y la banda envolviendo todo, esta vez no podía fallar, creo que todos quería empujar la espada y hundirlo en lo más alto, se lo merecía el de El Puerto, era su día, ¡y lo fue!. Estocada monumental que hizo rodar al bravo de manera fulminante, dos orejas y puerta grande para este chico que en su casa cumplió el sueño que tenía desde niño. Le explosión de alegría fue general, no se pueden hacer idea, y la emoción desatada, sobre todo al ver el abrazo sin fin con su banderillero en los medios. ¡Que grande es esta Fiesta, señores!
A propósito he querido saltar el orden de antigüedad y he querido dejar a Roca Rey para el final. Ya he apuntado antes lo que opino de su actitud de ayer en ese quite al cuarto. Mantengo esa opinión y aún la refuerzo tras conocer lo ocurrido en el callejón tras la muerte del cuarto cuando Morante se le acercó para recriminarle y explicarle por qué no debía haberlo hecho. Y a Roca rey no se le ocurre otra cosa que responderle "maestro, tú fúmate un puro despacito". Eso me parece inadmisible y creo que el peruano debe recapacitar y reencontrar el sitio que está perdiendo, que ese es su verdadero problema. Ayer pude comprobar la evidencia de su mal momento y la sobreactuación a la que esa situación le está llevando, películas-documentales al margen. Todos sabemos cual es el toreo del peruano, valor y arrojo desmedido, mucho físico y poder, arriesgando, poniéndose en sitios inverosímiles y pisando terrenos enormemente comprometidos, pero a eso le añade calidad y profundidad cuando torea, digamos, en la ortodoxia. Ayer le vi acelerado y me atrevería decir que nervioso, si bien tuvo momento de mucho peso por ejemplo con las verónicas de saludo al segundo, sensacionales por ritmo y clase, pero luego en la muleta creo que se dejó ir a un toro que tenía mucho más, y a pesar de todo le cortó las orejas. ¿Por qué digo esto?, voy a intentar explicarlo. El segundo fue un gran toro, por clase y nobleza, con recorrido, que en mi opinión pedía distancia y temple, dándole pausas entre series para sacar todo su fondo, llevándolo por bajo y aprovechar su recorrido para dibujar muletazos largos. Eso tan solo se lo vi en un par de tandas, a partir de ahí me dio la impresión que quería arrancar las orejas como fuera y demasiado pronto acortó las distancias y buscó ese toreo en las cercanías metiéndose entre los pitones, demasiados pases por uno y otro lado encima del toro, hasta tres circulares por la espalda concatenados, es decir, todo demasiado previsible y demasiado pronto sobre todo viendo las condiciones del toro, a mi entender sensacionales para el toreo que sueño. Al menos mató de una sensacional estocada y cayeron dos orejas que se pidieron con fuerza, para mi demasiada la segunda. Pienso que eso no es más que el reflejo de las dudas que tiene y de sus problemas personales que no sé a cuento de qué tiene con Morante, especialmente desde la Feria de Santiago en Santander. Y creo que sale perdiendo, al menos ayer lo vi claro, tras la inspiración, el arte y el duende de Morante el toreo previsible que busca la emoción en crear miedo, aunque hay muchos aficionados a los que eso les gusta. Pero puede ocurrir lo que ocurrió en el quinto, un toro que desde que saltó se vio claro que no tenía ni un gramo de fuerza, embistiendo con las manos por delante, pegando saltitos y la cara alta. Perdía las manos y se la cuidó en varas y con los capotes echándolos al cielo y en la muleta pasó lo que tenía que pasar, que el toro no aguantaba y que si había alguna manera de sostenerlo era llevándolo media altura y con mucha suavidad, y así hemos visto faenas que han tenido su aquel y que incluso han acabado por romper, y si no que se lo digan a El Juli, un maestro en "resucitar" toros que parecían no valer. Por cierto, aprovechando esto que digo, no me imagina a Juli haciendo el quite ese del curto, por si quieres tomar nota de un ejemplo de torero. Lo que no puede ser es hacernos tragar que encorvándote para que parezca que bajas la mano pretendas hacernos ver que no la llevas a media altura, y eso pasó ayer en el quinto, y no gustó, por lo que los primeros pitos aparecieron ya en la segunda serie. y como la cosa seguía por esos derroteros las protestas cercieron y con el toro muy parado y sin una gota de energía recurrió de nuevo al tremendismo que acabó en sobreactuación y que desembocó casi en bronca porque se veía que el toro no podía no quería pasar, pero el peruano se empeñaba en lo imposible de una manera muy exagerada, incluso bordeando el ridículo por instantes, en su ansiedad por arrancar una oreja y salir de la plaza con un trofeo más que Morante. Se lo repito, creo que ese es su problema. Lo que espero es que medite y vuelva sobre sus pasos porque su figura es necesaria para el toreo. una cosa es la rivalidad, otra es el respeto, y ese no se puede perder como ayer lo perdió hacia una figura de la dimensión inalcanzable de Morante.
Ayer viví una maravillosa tarde de toros, eso no me lo va a quitar nadie. Los tres matadores a hombros - creo que la banda de música también tenía que haber salido a hombros ¡que caray! -Morante haciéndome sentir el toreo eterno una vez más, la rivalidad entre figuras aunque ayer se fuera de las manos y el descubrimiento de un torero que me dejó un regusto que perdura. Y todo eso lo viví donde lo viví, allí donde Joselito "El Gallo" dijo que quien no ha visto toros no sabe lo que es una tarde de toros. Así que si me muero hoy lo puedo hacer tranquilo y no tengo más deseo que cuando llegue al cielo me pregunten de dónde vengo, y les diré que de El Puerto de Santa María, de ver a Morante, ¡casi ná!. Tengo las puertas abiertas, seguro.
Antonio Vallejo
P.D: Y todo esto se lo debo a Gonzalo y María, excelentes anfitriones que organizan todo y cada verano nos reciben tratan como no nos merecemos. Gracias de todo corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario