sábado, 26 de septiembre de 2015

Aires de otoño en Madrid


Cuando los ecos del verano se van apagando, cuando la luz de la lejana primavera es historia, llega el otoño de Madrid. Atrás queda una temporada que poco a poco se apaga y que en unos días echará el cierre. Aires de otoño, cargados de melancolía, recuerdos de triunfos, sustos, decepciones y tantos sentimientos como este arte nos deja en la memoria. Melancolía que se rompe con el ya clásico ciclo venteño otoñal, corto e intenso, que suele ser de reconocimiento a los méritos de los toreros a lo largo de la temporada o a lo largo de su carrera. Por no irnos lejos en el tiempo, ¡quien no recuerda las tardes de otoño en las que el maestro Luis Francisco Esplá y el maestro Juan Mora se despidieron de esta plaza y esta afición!. Fueron esas dos tardes de ocaso temprano, viento frío, en las que los tejidos ligeros de vivos colores primaverales que pueblan los tendidos en el mayo isidril dejaron paso a los tweed, foulares, bufandas y prendas de más o menos abrigo, tardes triunfales de otoño madrileño fijas en nuestra memoria, imborrables, eternas, ajenas al paso del tiempo, que en este otoño caliente en el que la Fiesta y los aficionados estamos en el punto de mira del marxismo podemita que linda con el terrorismo puro y duro, deben servir de defensa de nuestra Fiesta, de reivindicación de nuestra afición, de  muestra de lo que el toreo significa y los valores que encierra. Tardes de otoño en las que tenemos la obligación de mostrar al  mundo que mientras haya un toro, un torero y un aficionado, nuestra Fiesta seguirá viva y nada ni nadie la va a matar. Luchamos solos, frente a una masa inculta, agresiva, a la que solo les mueve el odio a España y todo lo que ellos consideran que representa a España, sobre todo la tauromaquia. ¡Ignorantes!. ¿Se olvidan de Francia, de México, de Colombia, de Perú, de Venezuela?, países con gran afición, con grandes ferias y de los que han salido grandes toreros. Luchamos solos, desamparados, abandonados por quienes en campaña electoral se llenaban la boca con palabras vacías. Promesas incumplidas, como todas, de defensa de la Fiesta. Luchamos solos, pero somos más y mejores. Este otoño madrileño que  llenará de nuevo los tendidos de Las Ventas debe ser algo más que un ciclo de cuatro corridas, debe ser el arranque de un movimiento que frene como se merecen a los que quieren imponer su odio frente a la libertad y el derecho a disfrutar de una afición de muchos siglos de tradición y a los que con su cobarde silencio dejan vía libre a sus atrocidades. Que el  mundo entero se entere de lo que somos y lo que sentimos.
¡Viva la Fiesta Nacional!

Antonio Vallejo

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