domingo, 26 de marzo de 2017

Fallas: Traca final, triunfo, triunfalismo e indulto


Hablaba en la anterior entrada  sobre el ilusionante inicio de la Feria de Fallas valenciana que nos invitaba a soñar con la segunda mitad del serial,  en la que iban a hacer el paseíllo las figuras frente a ganaderías de las consideradas de postín. Mucho se esperaba de esos días y mucho han dado de sí las cuatro tardes, para lo bueno y para lo malo. Yo creo que todos los aficionados ya sabemos de sobra el resultado de cada uno de los festejos celebrados de jueves a domingo, todos sabemos que toros salieron buenos y cuales no, quienes cortaron orejas, quienes abrieron la puerta grande, el indulto y la polémica con el palco, todo es conocido. La distancia que marca el tiempo y el paso de los días son de gran ayuda para un análisis reposado de lo que se ha visto, sacar tus propias conclusiones pero, sobre todo, escuchar y leer crónicas, opiniones, reflexiones  y debates en los que se combinan y contraponen muy diferentes puntos de vista, todos enriquecedores puesto que aportan matices que a muchos se nos pasan desapercibidos. Con todo ello, en mi opinión y por encima de todo, estos cuatro días han venido marcados por los matices, positivos y negativos. Matices que permiten diferenciar triunfo de triunfalismo, equilibrio y exceso, y colaboran a calibrar en su justa medida  algunas decisiones y resultados.

El toro es el personaje principal de la fiesta, el máximo protagonista, aquel sin cuyo papel estelar nada es posible. Tras el soberbio  sabor de boca que nos habían dejado la magnífica novillada del El Parralejo y la extraordinaria de José Vázquez la expectación era máxima ante la llegada de los hierros con más cartel, los de lujo, los elegidos por las figuras y los que se supone dan las mayores garantías de cara al triunfo. Y creo que no han cumplido con lo que se esperaba. Empezando por los toros de Victoriano del Río, muy desiguales de presentación, deslucidos en líneas generales, bajos de raza, rajados en la  muleta, con un punto de mansedumbre, siguiendo con la corrida de Nuñez del Cuvillo, toda cuatreña, justita de presentación, desigual de hechuras, pero con clase y nobleza en general, algo justa de fuerzas pero con dos muy buenos toros, cuarto y quinto que humillaron y repitieron en la muleta, continuando con la corrida de Juan Pedro Domecq, Parladé y Vegahermosa del sábado, muy cargada de kilos, muy serios quinto y sexto aunque en mi opinión fuera de tipo, de juego desigual, escasos de raza y fondo, para terminar con el encierro de Garcigrande y Domingo Hernández, desiguales de presentación y de juego, bajos de fondo y raza hasta que saltó el último de la feria, Pasmoso de nombre y que desató la locura por su prontitud y repetición, generó la apoteosis final con su indulto y de paso encendió la mecha de la traca final fallera en forma de polémica sobre la justicia, merecimiento, o como quieran llamarlo, de tal indulto. Opiniones hay para todos los gustos. Hay muchos que opinan que para que un toro reciba el honor de volver al campo a padrear debe ser bravo en todos los tercios, y es cierto que Pasmoso no peleó en el caballo como se considera debe hacerlo un toro de indulto. También otros consideran que tampoco humilló mucho y que llevaba la cara algo arriba, además de terminar la faena con tendencia a salir suelto e irse, lo que sería otro impedimento para gozar del indulto. Pero hay muchos que piensan que, ante la línea dominante en estas fallas donde la mayoría de los toros no han embestido y ha faltado empuje, las cualidades de Pasmoso en cuanto a prontitud, fijeza, repetición, boyantía en la embestida, clase y calidad, son motivos suficientes para ser devuelto al campo con vida. También es cierto que el criterio del palco se pudo ver influido a la hora de sacar el pañuelo naranja por lo ocurrido minutos antes, al premiar con la vuelta al ruedo a un toro al que Juli había cortado las dos orejas, pero lo había hecho no por las cualidades del toro, porque probablemente ese toro hubiera pasado sin pena ni gloria de haber caído en manos de una mayoría del escalafón, pero cayó en manos de un maestro, un figurón del toreo que lo hizo bueno. Si ese toro mereció la vuelta al ruedo era más que justo que Pasmoso fuera indultado, tal era la distancia en cuanto a cualidades de ambos ejemplares. Matices, como decía al principio, tantos como queramos ver y que han generado controversia, polémica y, lo que me parece peor, una fractura en la afición. Soy de los que piensa que el mejor final posible de la Fiesta es el triunfo del torero y el del toro en forma de indulto, máxima expresión de la verdad del toreo, la lucha entre un hombre que crea arte y un animal cuya genética le lleva a pelear, embestir y no cansarse de hacerlo, esencia de la bravura y que se ve premiado con la vida. Pero también pienso que hay que ser muy cuidadoso a la hora de pedir indultos, no debe caerse en el exceso y que todo toro que salga, repita y meta la cara se indulte. ¿Donde poner la línea que separa la muerte de la vida del animal?, ¿qué criterios deben marcarse? y ¿quién debe marcarlos?. Preguntas de muy difícil respuesta, al menos para mí. Ciñéndome a Pasmoso y Valencia y, cuantos más días pasan, me posiciono entre quienes defienden la decisión de la vida frente a la muerte. Con sus defectos, que los tuvo, fue un toro que mostró muchas más virtudes que defectos y, además, me parece primordial valorar la situación concreta, en la plaza, con la emoción y la transmisión que la faena de López Simón estaba generando, último toro de la feria, de calidad y bravura contrastada. Matices, más matices, sin duda, pero importantes para sentenciar sobre lo acertada o no de la decisión del presidente, teniendo en cuenta además que era un auténtico clamor popular la petición de indulto por parte de todos los aficionados. Y aún es posible añadir un matiz más, el del momento actual de la Fiesta, atacada por todos los flancos, acusada de barbarie. ¿Que mejor argumento e imagen frente a los antis que la vuelta del toro al campo?. Imagen de alegría y vida, en las antípodas de la crueldad. Así que me reafirmo, considero justo y positivo el indulto de Pasmoso, pero pido que no se convierta en una "costumbre", que los excesos no son buenos y la generalización tampoco, pudiendo llegar a  caer en la tentación, como ya he oído en varios medios, de llegar a las "corridas sin muerte", al estilo portugués, perdiéndose lo fundamental de la Fiesta, que por algo se llama suerte suprema. Indultos sí, pero con rigor y criterio. Que cada uno saque sus conclusiones y piense lo que le parezca, con todos los matices, pero que no sea motivo para dividir a la afición, que no es más aficionado el que exige tres puyazos y entrando en largo que el que valora más las cualidades del toro en la muleta, que la intransigencia no es sinónimo de pureza y que la seriedad y la alegría pueden ir perfectamente de la mano en esta maravillosa afición que es el toreo.

Como vemos, matices que han llenado estas Fallas. Respecto al ganado sensacionales novilladas, más decepcionantes los toros, en el palco ligereza con el pañuelo azul premiando a un par de toros que no merecían la vuelta al ruedo y disparidad de opiniones y reacciones ante la decisión de sacar el pañuelo naranja. Tantos matices como con los matadores. Orejas ha habido,  todas justas y merecidas excepto, a mi modo de ver, la segunda concedida a Miguel Angel Perera con el quinto de Victoriano del Río. Y puertas grandes, la de Andy Younes en la novillada de José Vázquez, Ginés Marín con uno de Parladé, El Juli y López Simón con los de Garcigrande. Tiriunfos, algunos apoteósicos, orejas de peso como la cortada por Román, otras de temple, buen gusto y experiencia como la de Fandi (con perdón para mi gran amigo Raúl) y una de raza como la cortada por Cayetano, que no deben confundirse con triunfalismo ni con excesiva generosidad por parte del respetable pese al innegable ambiente festivo que envuelve a la plaza valenciana en su semana fallera, salvo la excepción ya reseñada de Perera. Fue en el quinto, un toro falto de empuje, emoción y transmisión ante el cual estuvo el extremeño fiel a su estilo, llevando al toro a media altura al inicio de faena, cuidándolo, sin obligarle ni someterlo en exceso para llegara a ligar una tanda en redondo rotunda mientras el toro aguantó, previa a pisar esos terrenos en los que Perera se encuentra como pez en el agua, en las cercanías, entre los pitones, sin inmutarse ni enmendarse, las zapatillas clavadas al suelo, pasándose al toro por ambos pitones, circulares invertidos y pases de pecho que pusieron en pie a los tendidos. Mató de una estocada entera y el público pidió con fuerza la oreja, concedida con celeridad por el palco, lo que a criterio de todos parecía lo justo. Lo llamativo fue que el presidente, con escasa petición del segundo trofeo, lo concedió, generando sorpresa  y me atrevería a decir incredulidad hasta en el  mismo matador. Solo hacía falta ver la expresión de asombro del extremeño.  Como decía la principio, matices, esta vez los que debió ver el presidente y que los demás no vimos. Una oreja creo que hubiera sido lo justo y no le hizo ningún bien a Perera, que salió a hombros entre más pitos que aplausos. Quien brilló con luz propia esa tarde fue el valenciano Román. Con el capote se lució en un quite por tafalleras y una gaonera de gran belleza al toro de Perera. La faena al tercero de Victoriano del Río la inició de rodillas, derechazos largos y profundos librándose de milagro de una cornada al ser prendido en un cambio de mano. Susto y de los gordos, pero Román se sobrepuso y planteó una faena de valor y entrega ante un toro exigente y duro. Se puso de verdad y la emoción surgía en cada muletazo. Una estocada entera premió a Román con una merecida oreja. Totalmente inédito pasó el galo Sebastián Castella esa misma tarde ante un lote de cierta nobleza y que creo tenía algo más que sacar. Demasiado metraje en las faenas del francés, demasiados pases sin ritmo, inconexos, sin llegar a los tendidos en ningún momento.
La tarde del viernes nos dejó uno de los momentos que pasarán a la historia no ya de las Fallas, sino del toreo. Corría el sexto de Nuñez del Cuvillo, cuya lidia y muerte correspondía a Andrés Roca Rey. Antología capotera del peruano, verónicas templadas, cadenciosas, jugando sensacionalmente las manos, un galleo por taparías para poner al toro en suerte frente al caballo y un antológico e inolvidable quite por saltilleras  en el mismo centro del anillo, cambiándose al toro por la espalda, impávido, sin inmutarse, ¡para ligar tres naturales de antología con el capote, encajado, metiendo los riñones, largos, bajando la mano y rematar con uno de pecho extraordinario!. De auténtica locura, éxtasis taurino, algo que jamás había visto y que creo que pasará tiempo para volver a ver algo de tanta belleza como ese toreo al natural con el capote. Solo eso ya merecía una oreja. Pero es que Roca Rey estuvo superlativo con la muleta, preciosa la arrucina de inicio al sexto, toreando templado y alargando el viaje mientras los de Cuvillo tuvieron fuerzas, metiéndose entre los pitones, toreo estático y en unos terrenos inverosímiles que este hombre pisa y que parecen imposibles cuando sus enemigos se desfondaron. Dos certeras estocadas pusieron la rúbrica a una tarde magistral de un Roca Rey arrollador que volvió dejarnos sin aliento en muchos pasajes de sus faenas y que emocionó a todo el  mundo. Dos orejas, una a cada uno de su lote, y puerta grande, otra más, para este joven que está llamado a ser figura del toreo. También cortó Fandi una oreja de ley al cuarto (perdón de nuevo, Raúl), un muy buen toro de Nuñez del Cuvillo al que toreó templado, ligando los  muletazos por bajo, en una faena compacta y clásica basada en la ortodoxia. Muy bien Fandi con la muleta, de lo mejor que le he visto. En banderillas había montado ya el lío habitual, con pares vistosos, desplegando todo su repertorio, esta vez cuadrando más en la cara y jugando con menos ventajas de lo que otras tardes le he visto, sin ir a toro pasado. Ninguna opción para José María Manzanares ante un lote deslucido, sin un gramo de raza ni fuelle. Por encima de sus toros el alicantino, haciendo todo lo posible por sacar algo pero era misión imposible.
La tarde del sábado descubrió a un nuevo valor en alza del toreo, otro de los jóvenes de la nueva hornada que viene pisando fuerte y con ganas de demostrar muchas cosas, Ginés Marín. Toda la tarde mostró ganas, entrega, valor y una actitud para triunfar. Si además le sumamos un concepto del toreo basado en la ortodoxia y el clasicismo, con gusto y clase, una buena colocación y capacidad para entender a sus toros, el triunfo tiene muchas papeletas de llegar. Y llegó en su presentación en Valencia. Una oreja a un toro de Juan Pedro Domecq y otra a uno de Parladé en dos faenas donde todo lo puso Ginés, sacando muletazos en redondo y al natural que parecían impensables, con temple y hondura, demostrando gran capacidad y conocimiento de los terrenos, firme y seguro. Se tiró a matar y cobró dos estoconazos para abrir de par en par la puerta grande valenciana. Grandísimo sabor de boca el dejado por el gaditano que en el próximo San Isidro tendrá una prueba de fuego el día de su confirmación en Madrid, ahí veremos su auténtica dimensión. Como magnífico también fue el sabor que Cayetano dejó en una faena de raza frente al quinto en la que sacó a relucir su genética tanto en su rama Ordoñez como Rivera. Si en los primeros compases de la faena, y mientras el juanpedro tuvo fuerzas, sacó a relucir su sangre Ordoñez con muletazos templados, de categoría, de gran clase y torería, cuando el toro se vino abajo y comenzó a pararse y defenderse tiró de raza y orgullo en la línea Rivera. Emoción en todos los pasajes de la faena, conectando con los tendidos y volcándose sobre el morrillo para ejecutar una estocada entera en el rincón de Ordoñez, ese que hay uno o dos dedos desprendida y que tanta muerta lleva. Oreja de ley y de casta con fuerte petición de la segunda para este torero de dinastía que ha vuelto con ilusiones renovadas y unas ganas que contagian a todos. Tal y como le ocurrió a Manzanares la tarde anterior, nulas opciones tuvo Ponce ante dos juanpedros sin fondo alguno, parados, que no tenían ni un pase. Muy por encima de sus enemigos el maestro de Chiva, demostrando una vez más toda la técnica y el mando que atesora Enrique, sacando muletazos sueltos imposibles. Saludó una calurosa ovación en reconocimiento a su entrega y disposición.
Y tratándose de Fallas tenía que llegar la traca final del domingo, no quedaba otra. Y vaya si llegó, en un apoteósico fin de fiesta, un final soñado, con dos matadores saliendo a hombros por la puerta grande y un toro que vuelve al campo por sus condiciones de bravo. Ya he hablado de ello y de los matices que rodearon a Pasmoso, así como de la incomprensible decisión del presidente de premiar con la vuelta al ruedo a Malagueño, de Domingo Hernández, lidiado en cuarto lugar por Julián López "El Juli" y al que el madrileño le cortó las dos orejas. Pero se las cortó no porque fuera un toro de bandera, ni mucho menos. Es más, ese toro, como ya dije antes, en manos de la mayoría de matadores se hubiera ido arrastrado por el tiro de mulillas sin un solo pase. Toro andarín, gazapón, que se rajaba, pero que llevaba nobleza en su interior. Nobleza que Juli vio y que supo sacar a la luz de manera magistral. Lección de mando, de poder, de auténtica figura del toreo, lo que Juli es. Poco a poco, muletazo a muletazo sacó lo mejor del toro para culminar con redondos y naturales templados, lentísimos, largos, abriendo el compás y bajando la mano, en una faena de dominio absoluto en la que Juli demostró toda su dimensión como figura del toreo. La imagen de Juli  andando para cambiarle los terrenos al toros, haciendo un gesto con la mano como diciéndole al de Domingo Hernández "ahora ven a estos terrenos porque lo digo yo" son una muestra del magisterio torero que impartió Juli el domingo pasado en Valencia. Se tiró a matar dejando un estoconazo que hizo rodar al toro sin puntilla. Dos orejas que sumadas a la otra del segundo tras una faena cargada de mando, temple, buen gusto y torería reventaban la puerta grande en una tarde en la que, para mi, alcanzó cotas altísimas como figura del toreo. Pero no traspasó a hombros solo la puerta que conduce a la calle Játiva. Le acompañó otro madrileño, Alberto López Simón, al cortar dos orejas y rabo simbólico al finalizar la faena del sexto, el ya famoso Pasmoso,el toro indultado. Un gran toro, con prontitud, fijeza y repetición al que López Simón toreó a las mil maravillas, que todo cuenta, porque ya hemos visto muchas veces toros de excelente condición que se han perdido por una mala lidia. Inició la faena por estatuarios plantado en el centro del ruedo, pasándose al toro por la espalda, cortando la respiración. Es cierto que derribó en el caballo pero no fue castigado en exceso en el peto, quizás por eso llegó a la muleta con alegría y movilidad, aunque sin acabar de humillar . Lo entendió a la perfección López Simón que aprovechó las idas y venidas del toro, que repetía una y otra vez, codicioso, con recorrido y transmisión. Toreo vertical y emocionante del madrileño que cuajó tandas de gran belleza, temple y ligazón por ambos pitones. La faena se alargaba y no decaía el ritmo, el toro seguía la muleta con ambición y en los tendidos se desataba la locura. La petición de indulto fue creciendo poco a poco hasta convertirse en un clamor, sobre todo con las manoletinas finales con las que Alberto López Simón acabó de poner en pie a todo el público que agitaba sus pañuelos pidiendo el indulto. Atrás quedaba el caballo, nadie medía si fueron dos o tres puyazos, con más o menos pelea, de poco importaba que al final de faena Pasmoso tendiera a irse al final del muletazo y que no hubiera humillado en exceso. Lo que importaba en ese momento era la emoción, los sentimientos que afloraron en cada uno de los aficionados y que embargaron el ánimo de esos corazones. Lo que habían visto les había llegado y les había llenado, y en el fondo eso es la Fiesta, emoción y sentimiento, dejarse llevar por ellos y disfrutar con el arte que genera la lucha del hombre contra un toro. Cada uno tendrá su opinión sobre el indulto a Pasmoso, pero ya lo he dicho y me reafirmo, me parece bien, correcto y oportuno. La imagen final de la Feria de Fallas que va a quedar para la historia es la de dos toreros saliendo a hombros por la puerta grande y la de un toro que regresa con vida al campo para padrear y transmitir a su descendencia las virtudes que demostró en la plaza. Esa imagen de alegría, de auténtica fiesta y de vida le hace mucho bien al toreo, más aún en estos días. ¿Que tuvo carencias?, seguro…. pero ¿existe realmente el toro perfecto?

Antonio Vallejo

jueves, 16 de marzo de 2017

Fallas: Ilusionante inicio


Valencia se convierte cada año en la encargada de abrir fuego, nunca mejor dicho en una tierra y en unas fiestas que tienen a este elemento como protagonista principal, en lo que a plazas de primera y grandes ferias se refiere. Es una de las grandes, uno de los grand slam de la temporada junto a Sevilla, Madrid, Pamplona, Bilbao y Zaragoza por orden cronológico. Y lo es por méritos propios, un respeto y un prestigio ganado año tras año por su seriedad no reñida con el ánimo festivo de sus aficionados, que saben reconocer lo bueno y censuran lo que se hace mal, que premian con justicia pero sin racanerías y que viven la Fiesta con alegría y ánimo positivo, factores fundamentales y más que necesarios en estos tiempos que corren y en los que es fundamental atraer al público general a la verdad de los  toros. Un detalle que llama positivamente la atención es la gran presencia de niños y jóvenes en los tendidos del coso de la calle Játiva, el futuro de la Fiesta, los que tiene que mantener la llama del toreo viva para generaciones venideras. ¡Bien por la afición valenciana!.
Ya se ha llegado al ecuador de Fallas. Tres corridas de toros y dos novilladas han constituido la primera mitad de la feria y el resultado hasta la fecha es más que esperanzador, realmente ilusionante en mi opinión e invita a llenar la plaza en lo que resta de serial, precisamente en los días en los que harán su aparición las figuras en carteles de gran atractivo tanto por los matadores anunciados como por los hierros elegidos para ser estoqueados. 
Abría Fallas el pasado sábado día 11 una corrida de Alcurrucén de buenas hechuras, muy bonita pero que no dio el juego que se esperaba, faltos de clase, reservones en general y con un puntito de mansedumbre. El francés Juan Bautista abría plaza con un toro de fuerte embestida y que medía al que toreó con oficio, buscando la colocación y la distancia para tratar de domar las brusquedades y el carácter reservón ya referido del Alcurrucén, con limpieza, haciendo bien las cosas pero sin que la faena llegara a tomar vuelo. Lo mejor, sin duda, una sensacional estocada medio recibiendo ante la indecisión del toro si se arrancaba, esperaba o qué. Ovación para Juan Bautista tras tímida petición. Ninguna opción ante el cuarto pese a que demostró ganas y disposición. Fortes puso ganas , entrega y corazón, todo el del mundo, ante sus dos toros, combinando pasajes realmente buenos de toreo templado y ligado con momentos en los que queda a merced del toro y deja encogida y sin aliento el alma de los aficionados. Irregular y sin llegar a conectar con el tendido en sus dos faenas al menos salió ileso del trance, y eso ya casi es noticia cuando se habla de Fortes. Sin lugar a dudas lo mejor de esta primera de feria lo puso el joven Álvaro Lorenzo en el sexto. Ya el saludo a la verónica, despacio, templadas, ligadas, rotundas, hacía presagiar algo bueno. Toreó con temple en la muleta, con clase y buen ritmo, sin prisas y sin atacarse (algo que le había sucedido en el tercero) haciendo bueno el dicho de que la mejor manera de llegar lejos es andar despacio, máxima perfectamente aplicable al toreo. Magnífico sabor de boca el que dejó el sábado, algo que sin duda le va a servir para sumar contratos en este temporada, seguro que le veremos en más ferias. La oreja cortada a este sexto es su aval de cara al futuro.
El domingo 12 se lidió una magnífica corrida de Fuente Ymbro, seria y muy bien presentada con buen juego en general. En esa tarde los tópicos toreros del triunfo y el dolor, la épica y la estética, se dieron la mano de nuevo. Enorme Curro Díaz en el quinto, corroborando el extraordinario momento en el que está, en su madurez y plenitud como torero. Toreó despacio, pero que muy despacito, suave, entregado, encajado, rotundo, gustándose, en un alarde de torería y belleza que genera en los aficionados ese pellizco que el jienense transmite con sus muletazos cuando deja la tela lacia, acariciando la cara del toro con naturalidad y gusto exquisito. Faenas de enorme sabor para ver repetidas una y mil veces y entender lo que es la emoción de este Arte. Ovación y oreja son el premio a su gran actuación en estas Fallas. La otra cara de la moneda le cayó a Juan José Padilla, que demostró una vez más tener un par de arrestos bien puestos, valor y gallardía para cortar una oreja de ley al cuarto tras recibir dos cornadas de gravedad en muslo y tórax que dejaron sin aliento a los aficionados en los tendidos y a los que lo estábamos viendo por Canal Toros. Maltrecho, herido, como un guiñapo, un auténtico Ecce Homo, siguió toreando como un titán, bajando la mano y llevando en largo al fuenteymbro, se tiró a matar y abandonó el coso por su propio pie camino de la enfermería en una demostración una vez más de vergüenza torera, profesionalidad y valor máximo. La tarde se completaba con el esperado regreso a los ruedos del sevillano Manuel Escribano, quien volvía a vestirse de luces tras su terrible cogida del pasado mes de junio. Sin opciones ante su lote, el más deslucido de la corrida, pero demostró entrega y saber estar, dejando claro que no ha perdido el sitio, poniéndose ante dos animales imposibles, que fue mucho. Bonito el detalle de brindar su primer toro al equipo médico que le salvó la vida y que le ha cuidado durante estos duros ocho meses. Esta es la madera de estos hombres, esta es su sensibilidad y su verdad. ¡Olé!.
La tarde del lunes 13 se anunciaba la primera de las novilladas. Tarde invernal e infernal de viento, frío y agua, los enemigos del toreo y que apunto estuvieron de hacer que se suspendiera el festejo. Seria, muy bien presentada y de muy buen juego la novillada de El Parralejo para Leo Valadez, Jorge Rico y Diego Carretero. A mi modo de ver tanto el mexicano Valadez como el alicantino Rico  se vieron superados por sus respectivos lotes y desaprovecharon una oportunidad de oro para dar un toque de atención y hacerse con un nombre y un hueco en esta profesión, algo realmente complicado hoy en día en el escalafón novilleril. Sin pena ni gloria pasó Valadez que tuvo dos novillos de orejas. Demasiados tirones y poco temple, sin demostrar tampoco excesiva entrega y disposición. Una pena porque pocas veces se dispone de la oportunidad de mostrarse en una feria de primera en plaza de primera. Muy verde he visto a Jorge Rico, al que me parece que le ha venido muy grande la plaza, la feria y los utreros. Desarbolado por completo, no supo aprovechar las buenas condiciones de su lote, que humillaban y repetían con clase y nobleza. Una lástima que esos dos novillos no hubieran caído en otras manos porque probablemente habríamos asistido a una tarde de órdago. Tan solo Diego Carretero mostró que tiene condiciones y apunta alto. Se le ven las maneras y la madera de torero, asentado, templado y firme, toreando en largo y con la mano muy baja, arrastrando la muleta en pase hondos, sobre todo al natural, con mucho empaque y un sentido clásico de la lidia. Vuelta al ruedo en el segundo tras una magnífica faena estropeada con la espada y oreja de peso en el quinto gracias esta vez a una sensacional estocada y que dejó la puerta grande a medio abrir. Novillero de los que habrá que seguir a lo largo de la temporada, no en vano venía avalado por su triunfo en Arnedo, nada más y nada menos. Tras su rotunda actuación del lunes seguro que ve catapultada su carrera y los contratos no le van a faltar.
Sería en la tarde del martes 14 cuando la puerta grande se abriría por primera vez en estas Fallas 2017. Si buena fue la novillada del lunes esta de José Vázquez no se quedó atrás. Muy seria, magnífica de presentación y de buenas condiciones, clase, calidad y humillación. Frente a los novillos tres jóvenes, Marcos Pérez, Cristian Climent y Andy Younes, que demostraron lo que quieren ser, toreros, y que estuvieron a la altura del buen juego y las condiciones de los utreros. Buenas maneras los tres novilleros, buena colocación, sabiendo dar a los novillos la distancia precisa y el ritmo necesario, templados, toreando en largo, adelantando la muleta y por bajo. Además de esas condiciones mostraron ganas y estuvieron, como suele decirse, en novilleros. Más no se puede ni se debe pedir a tres jóvenes que se quieren abrir camino en esta dificilísima profesión y que seguramente van a despuntar en el escalafón si siguen toreando como lo han hecho en Valencia. Ovación para Climent en ambos novillos, ovación y oreja para Marcos y dos orejas, una en cada novillo, para Younes quien, esta vez sí, abrió la puerta grande y salió a hombros camino de la calle Játiva. Y no voy a entrar a juzgar si la segunda oreja fue excesivamente generosa y si devalúa o no la categoría de la plaza. Lo que sí fue es reglamentaria porque la práctica totalidad de los aficionados que poblaban los tendidos pidieron la oreja y el presidente hizo lo que marca el reglamento, otorgar el trofeo porque la primera es a petición del público. Y me parece muy bien. Retomo aquí el discurso de Simón Casas de la pasada semana en "El Kikirikí". El toreo es Fiesta e ilusión y a estos jóvenes que han venido con todas las ganas del mundo y que además han toreado francamente bien hay que darles alas en vez de cortárselas con exigencias fuera de lugar a mi modo de ver. Sinceramente creo que orejas como las cortadas el martes no devalúan la Fiesta, al revés la engrandecen y humanizan. Así que ¡chapeau por la afición valenciana!. 
Ha sido hoy miércoles cuando han asomado nombres interesantes en el cartel, aperitivo de lo que está por venir. Corrida de Jandilla-Vegahermosa para David Mora, Paco Ureña y Javier Jiménez magnífica de presentación, entipada, descolgada de cuello, muy seria y astifina, toros muy bien elegidos, con presencia y trapío de plaza de primerísima, que además han dado buen juego excepto el cuarto, enrazados y nobles, con fijeza y prontitud en líneas generales. David Mora tan solo tuvo opciones ante el primero, un animal noble y que tomaba los engaños con clase pero ante el que Mora no llegó a conectar. Pases sueltos, algunos de notable calidad, la que tiene David, pero sin continuidad ni llegar a despegar. Silencio en ambos como pobre bagaje a su paso por Valencia. Javier Jiménez volvió a demostrar lo que el pasado mes de julio demostró en Pamplona, un valor y una disposición fuera de toda duda. Si en los pasados sanfermines fue brutalmente volteado cayendo al suelo y sufriendo una conmoción cerebral y un esguince cervical, algo que no le impidió matar a su segundo toro en contra del criterio médico y poniendo en grave riesgo su salud y su vida, hoy también ha sufrido una voltereta de miedo en el sexto de la que se ha sobrepuesto hecho un coloso. Noble y con clase el tercero pero escaso de fuerzas. Una pena porque Jiménez lo toreó bien, con suavidad, sin tirones ni brusquedades, buscando las pausas, con muletazos sueltos de bellísima factura pero sin llegar a compactar la faena. Con el sexto anduvo quizás un tanto acelerado, posiblemente el Jandilla pedía más distancia, pero tras sobreponerse a la voltereta referida  sacó el amor propio y la dignidad y se enrabietó ante el toro poniendo toda la entrega y disposición del mundo. Fue despedido con ovación en premio a su valor y vergüenza torera. Ha sido Paco Ureña quien esta tarde ha vuelto a dejar patente el dulce momento por el que atraviesa. Torero de mando y poderoso, cuajado en mil corridas "duras" pero que se ha destapado como un gran artista, triunfando prácticamente en todas las ferias en las que se anuncia. Aún no se ha borrado el recuerdo del pasado San Isidro donde se le escapó una puerta grande que tenía más que abierta por el inmenso toreo que desplegó en Las Ventas pero cuyos sueños se esfumaron con la espada. Como esta tarde ante el segundo, al que ha toreado a la verónica a las mil maravillas, cargando la suerte y ganando pasos. Buen toro de Jandilla, humillador, repetidor y con clase al que ha toreado templado por ambos pitones, con muletazos profundos y de gran calidad, especialmente por el pitón izquierdo por el que ha cuajado dos tandas de naturales antológicas. De no haber fallado con los aceros una oreja había caído casi con seguridad. No se vino abajo el murciano y ante el quinto de Vegahermosa, un toro exigente, nos dejó para el recuerdo una faena compacta de mando y firmeza bajando la mano, con una serie en redondo de gran calidad y otra más que notable al natural. Tiró de técnica y recursos para exprimir al máximo la embestida del animal y remató con un espadazo que hizo rodar sin puntilla al toro y que le sirvió para cortar una oreja de peso rozando una vez más la gloria de la puerta grande.
Y hasta la fecha es así lo que he visto, o al menos es como lo he visto a través de la televisión. Lo que queda promete, a partir de mañana empezarán a aparecer los Castella, Perera, Manzanares, Juli, Roca Rey, Ponce, Curro Díaz, Talavante, López Simóm… Como titulaba esta entrada, ilusionante inicio de Fallas por lo visto hasta ahora, notable en el aspecto ganadero y con faenas de gran clase y sentimiento, argumentos más que suficientes a mi modo de ver para afrontar con ilusión no ya lo que resta de feria, sino lo que queda de temporada.

Antonio Vallejo 

lunes, 13 de marzo de 2017

Simón Casas, Morante y Manzanares, pasión y sentimiento


Intenso, emocionante, gran fin de semana este de marzo que marca el despegue a lo grande de la temporada taurina en tierras de España. Aunque más que fin de semana, me atrevería a decir que semana cargada de emociones y sueños de cara a lo que nos espera. Tras el aperitivo de Valdemorillo, Olivenza y Vistalegre no hay duda que la Feria de Fallas constituye el primer coloso de la temporada, la primera cita en plaza de máxima categoría. Pero este año el serial valenciano ha venido precedido y quizás un tanto eclipsado en su inicio por el que era el acontecimiento más esperado por la afición, la presentación de los carteles de San Isidro, con  nueva empresa al mando de la plaza de toros de Las Ventas, un equipo capitaneado por Simón Casas, precisamente el mismo que lleva el coso valenciano, y lo que ello ha conllevado de rumores, intrigas y cábalas. Como ya se ha hablado largo y tendido sobre esta presentación no creo que merezca la pena repetirse mucho, pero sí que hay un aspecto que me gustaría tocar y que aprovecho estas líneas para hacerlo. Los jueves a las diez de la noche hay un programa semanal en ese magnífico canal temático único en le mundo del que tenemos la suerte de disfrutar, "El Kikirikí" de Canal Toros que conduce con gran maestría David Casas y que se estructura en dos partes bien diferenciadas. Una primera en la que David hace una entrevista, mejor dicho, es más una conversación entre amigos que una mera entrevista, a un torero, hablando de lo profesional y lo personal, desenfadada, ágil y tremendamente agradable, un delicia. El personaje invitado el pasado jueves fue Sebastián Castella, un maestro que nos abrió sus recuerdos, sus vivencias y sus sentimientos, así como sus planes de futuro. La segunda parte del programa la constituye una mesa de debate sobre un tema concreto. En esa mesa se han analizado las claves de la nueva temporada, las Fallas, la Feria de Abril, el futuro de la escuela taurina de Madrid… Como era lógico pensar, esta semana tocaba San Isidro y sus carteles, y para su análisis contó con Simón Casas junto a otros tres periodistas taurinos como invitados. Allí se habló de lo bueno y lo malo, de lo que cada uno echa de menos en el ciclo, qué toreros podrían haber figurado y no están, lo que pudiera mejorarse, el debate de por qué algunas figuras cuentan con menos presencia de la que a muchos nos gustaría, si es problema solo de la empresa o si las propias figuras tienen también mucho que ver por sus exigencias no solo económicas, sobre el elenco ganadero, la variedad de encastes, quizás algo menor de lo que se esperaba, incluso se debatió si el diseño difería en muy poco a ciclos anteriores, una primera parte con carteles de matadores de "segunda fila", dicho con todo el respeto, un núcleo central con la figuras y un final con los encastes "duros" o semana torista,  el acierto de separar Beneficencia y añadir la Corrida de la Cultura, todo ello en un ambiente sumamente entretenido e interesante. A Simón Casas se le podrá reprochar lo que sea, pero después de verle y escucharle el pasado jueves nadie puede dudar de su pasión y su ilusión. Escuchar su discurso emociona y anima a ser muy optimistas de cara al futuro, desborda alegría y llena el ánimo del aficionado. Su argumento es muy simple pero muy intenso. Él solo busca crear arte y belleza, que la gente disfrute con la Fiesta, quiere que se vuelva a llenar la plaza de Madrid día tras día (lo que también supone un beneficio económico, algo que lógicamente no oculta y que se encargó de recordar con sinceridad y claramente porque es empresario y ha invertido mucho en ello, algo que le honra) y no solo que la llene, sino que salga contando a todo el mundo lo que ha visto, como se decía antiguamente, toreando por la calle, quiere que la imagen de la Fiesta sea la de la alegría, buscando lo positivo y tratando de dejar aparcada, o al menos rebajada, la crispación. Esa postura entusiasta la comparto plenamente, siempre he defendido que la Fiesta necesita la ayuda de todos, y en ese todos estamos incluidos los aficionados. Y si demostramos felicidad posiblemente la contagiemos y el público general se acerque más a los toros. Por supuesto, cuando algo se haga mal, cuando no salgan las cosas como debieran o nos gustaría, hay que decirlo y protestar, ¡cómo no!, pero quizás haya que echar a un lado ciertos prejuicios y fobias que todos sabemos rondan algunos tendidos de Las Ventas manteniendo, como el propio Simón Casas dejó claro, la ortodoxia, la seriedad y la máxima exigencia de la afición venteña, entre la que me incluyo. Así que creo que Plaza 1 merece un voto de confianza y que hay que mirar con esperanza y sobre todo con ilusión a esta nueva temporada en Las Ventas y a este ilusionante San Isidro. Tiempo habrá de criticar si es necesario, de sacar a la luz los errores, si los hay, y los aciertos, que a buen seguro serán bastantes. Pero no tiremos piedras contra nuestro tejado y dejemos que el tiempo, el toro  y los toreros dicten sentencia. Ese será el momento de dar nuestro veredicto y aplaudir o censurar a la nueva empresa. Hasta ese día vivamos concentrados en la ilusión.
Y si Simón Casas ponía la nota de pasión e ilusión en un plató de televisión el jueves, el sábado dos maestros recogían el testigo y ponían la emoción, el sentimiento, el arte y el delirio en Illescas. Lo habían bautizado como Feria del Milagro, una idea surgida de la mente de Morante de la Puebla, el único capaz de hacer que Pepe Luis Vázquez se enfundara de nuevo el vestido de luces, se liara el capote de paseo e hiciera el paseíllo en la localidad toledana. Y lo que se vivió el sábado fue más que un milagro, fue la encarnación del Arte supremo en las manos y los trastos de torear de dos hombres, Morante de la Puebla y José María Manzanares. El maestro Pepe Luis Vázquez dejó detalles de su enorme clase, un gusto exquisito en algunos trincherazos, el sabor de su toreo quedó plasmado en algunos naturales y derechazos suaves y lentos, desprendió torería a raudales en sus verónicas y la media de remate, algo con lo que se nace y se muere, dejando un poso de toreo añejo que fue justamente recompensado con una vuelta al ruedo envuelta del cariño de todos los asistentes a la plaza de Illescas. Pero fueron Morante y Manzanares los que el sábado se encargaron de llenar el depósito de la ilusión, la emoción, la alegría de cada uno de los aficionados presentes en Illescas para contemplar dos obras de arte de inmensa magnitud ante el segundo y el sexto de la corrida. 
De Morante, ¿qué voy a decir yo?, devoto morantista, sin tapujos, lo reconozco y divulgo sin complejos. Es único, es incalificable y es inclasificable. Es Arte puro. Si fuera escultura sería el David de Miguel Angel, si fuera pintura la Capilla Sixtina, si fuera literatura el Quijote, si fuera mágica la mejor de la óperas de Verdi, pero como es torero es el pellizco, es la magia, es el duende. Una vez más nos dejó las manos rotas a aplaudir y la garganta ronca por los olés profundos y  sentidos a cada verónica, el mentón clavado, acompasando el viaje, cargando la suerte, temple y armonía, cadencia y despaciosidad, aliviando por alto cuando lo necesitaba pero con la gracia que solo él tiene, la media de remate más que de cartel, por sí sola un auténtico monumento a la belleza, más verónicas al paso, lentas, mucho más que eso. Y con la muleta bordó el toreo por derechazos y al natural, temple y ligazón, parando el tiempo, eternos muletazos, las trincheras antológicas, con el gusto que impregna el maestro a cada lance, todo fruto de su inspiración, todo surge desde  dentro porque lo lleva dentro, torea para sí, abstraído, disfrutando, dejándose, abandonado a la composición de una bellísima obra. Dos orejas apoteósicas que hacen grande al toreo, dos orejas majestuosas que hacen que la felicidad invada el corazón de cada aficionado, dos orejas que muestran que al de la Puebla del Río queremos verle mucho más que una tarde, dicho sea de paso. El delirio que Morante ha generado este sábado es una inyección de ánimo y de optimismo para la Fiesta, lo que se necesita en estos tiempos, la imagen del Arte, la imagen de la belleza del toreo, la imagen de la alegría, que es lo que debe ser nuestra Fiesta.
¡Y Manzanares! Tocado con la varita mágica de las hadas de la Tauromaquia, por sus venas corre sangre con esencias del mejor toreo, y desde el cielo su padre suspira con cada muletazo que ve dar a su hijo, elegancia innata. Toreo a la verónica supremo, largas, templadas, poesía pura, otro canto a la belleza. Las chicuelinas con las manos bajas, sello y calidad Manzanares, son de genética, una reencarnación del padre, desatan la locura en los tendidos. Locura que no iba a parar hasta que el presidente concedió el indulto a Fusilero, un gran toro de José Vázquez. Torería en su máxima expresión, desde los trincherazos de inicio, los cambios de mano y los de pecho, que parecían circulares por lo largos, todo con temple exquisito, suprema suavidad, pausado, con ritmo y la cadencia precisa. Por el pitón derecho y por el izquierdo no se cansaba de embestir humillando el buen Fusilero, José Maria lo llevaba en largo, la mano baja, componiendo la figura con  clase y elegancia, ligando cada muletazo, redondos y naturales de máximo nivel, trincherazos y pases de desdén coreados con atronadores olés que surgían de lo más profundo de cada aficionado, más olés nacidos del sentimiento puro, y el maestro que seguía y seguía toreando como los ángeles. El final fue el remate perfecto a una tarde mágica, del milagro, como se anunciaba la Feria de Illescas. El indulto a Fusilero plasma lo que es nuestra Fiesta, emoción, pasión, ilusión y sentimiento, alegría y felicidad, triunfo del torero y triunfo del toro que vuelve al campo para seguir disfrutando de la vida gracias a su bravura.
Esa es la realidad de la Fiesta, esa es la verdad del toreo, la lucha de un hombre frente a un animal bravo y noble para generar belleza, para crear Arte, precisamente lo que el jueves pregonó Simón Casas en un programa de televisión. Y lo llevaron a la práctica José Antonio Morante de la Puebla y José María Manzanares, artistas supremos. Una vez más los medios de comunicación no taurinos, los llamados generalistas, han vivido  ajenos a la Fiesta, ignorándola, siendo la única referencia a los toros en sus informativos del fin de semana la grave cornada sufrida por Juan José Padilla en Valencia. Como de costumbre sólo les interesa la sangre y el dolor para intentar distorsionar la verdadera esencia y la imagen de este Arte tan bello que es el toreo y que se basa en la ilusión, la pasión y el sentimiento, virtudes proclamadas por Simón Casas y plasmadas en una plaza de toros por dos maestros, Morante y Manzanares. 

Antonio Vallejo

jueves, 9 de marzo de 2017

Y con ustedes…. San Isidro 2017


Así podría anunciarse, con redoble de tambores, con sonido de trompetas, con fanfarrias y pompones, el nuevo San Isidro 2017. Se esperaba con ganas, con ansia incluso, para ver si las promesas de Simón Casas y todo su equipo de Plaza 1 respondían a las espectativas creadas. La escenografía elegida para presentar la mejor feria del mundo en la primera plaza del mundo hay que reconocer que ha sido estudiada hasta el mínimo detalle, espectáculo puro, estilo gala Oscar, Grammy u otras del mundo del espectáculo, mucha alfombra, fotos, famoseo y casi todo el mundo del toro desfilando por la Puerta Grande de la Monumental de Las Ventas. No se puede negar que la puesta en escena ha sido magnífica y que anuncia una nueva era en Las Ventas. Pero veremos si estas innovaciones calan en el aficionado de Madrid, que es único, distinto a todos, con unas peculiaridades y una forma de ver y entender los toros y el toreo que a lo mejor no es la mejor para el show-business, un aficionado que lleva el casticismo por bandera y que no pasa ni traga con depende qué cosas. Ojalá resulte un éxito y la isidrada sea triunfal.
Análisis y opiniones habrá casi tantas como abonados somos en las Ventas, seguro. A la vista están ya las combinaciones de toros y toreros, ya no hay más cábalas ni especulaciones, se ha desojado la margarita y a unos les enamorará, a otros les dejará a medias y a otros les enfadará. ¿Están todos?. Podríamos decir que sí, que las figura están, cierto, pero no menos cierto es que podrían haber estado de otra forma. Por ejemplo, Talavante, tres tardes en el abono y la tarde de Beneficencia, aunque fuera del abono y separada de este por cinco días todos sabemos que es como parte de él,cuatro si mis matemáticas no fallan. ¿Merecidas?, sin duda, pero choca un poco con una única tarde para Ponce, Juli o Manzanares en el abono, eso sin hablar de Morante, fuera del abono con una única comparecencia en la nueva Corrida de la Cultura. Personalmente esperaba algo más con estos toreros, que creo han hecho méritos más que suficientes para venir a Madrid más de una tarde, o al menos esa impresión saqué de las palabras de Simón Casas el día de su presentación como empresario de Madrid. Anunciaba una especie de revolución en Madrid y al final la composición d ella feria no dista demasiado de la de años anteriores. Me gusta ver a Ureña anunciado dos tardes, como Perera, Castella, David Mora o Roca Rey, por supuesto, pero eso ya lo habíamos visto otros años. 
Y algo parecido me parece ver en el elenco ganadero.una vez más la feria se basa en el encaste Domecq. Si dejamos aparte las cuatro corridas de rejones con procedencia Murube, la revolución anunciada en cuanto a hierros y encastes tampoco dista mucho de otros San Isidro. Por supuesto que aparece el encaste Nuñez con Alcurrucén y Jose Luis Pereda (como otros años), viene los albaserradas de Adolfo y Victorino Martín (tampoco es nada nuevo), los Miura (repiten en el cierre), los Cuadri (son ya muchos años), los atanasios de Puerto de San Lorenzo (un clásico), los Santa Coloma-Buendía de Rehuelga, Atanasio-Conde de la Corte de Dolores Aguirre (estos vuelven tras bastantes años), ¿pero el resto?. Similar a otros años, Domecq en todas sus vertientes, algo que al sector torista de Las Ventas creo que no va a entusiasmar. Es decir, tampoco me da la impresión que la revolución ganadera sea tal, al revés, el guión es más o menos el mismo. No voy a entrar en si me gusta o no, si es correcto o no, Dios me libre, no soy nadie para opinar sobre ello, pero conociendo como conozco al público de Las Ventas, o al menos al sector "duro", "purista" y muchas veces "tocapelotas", con perdón, de la plaza, como las primeras tardes salga la cosa torcida puede ser un San Isidro de cuchillos afilados hacia el palco y la empresa y convertirse esas tardes en un concierto de pitos y un recital de las voces e improperios que habitualmente surgen de un tendido concreto, a veces con razón pero muchas sin tanta. Repito, ya veremos, porque esto es lo que tendremos a partir del día 11 de mayo:

Jueves, 11 de mayo: Alberto Aguilar, David Galván y Javier Jiménez. (La Quinta).

Viernes, 12 de mayo: Eugenio de Mora, Morenito de Aranda y Román. (El Ventorrillo).

Sábado, 13 de mayo: Diego Urdiales, David Mora y José Garrido. (El Pilar).

Domingo, 14 de mayo (rejones): Andy Cartagena, Sergio Galán y Manuel Manzanares. (Benítez Cubero).

Lunes, 15 de mayo: Curro Díaz, Paco Ureña y López Simón. (Montalvo).

Martes, 16 de mayo: Juan del Álamo, Fortes y Román. (Lagunajanda).

Miércoles, 17 de mayo: El Fandi, Miguel Ángel Perera y José Garrido. (Fuente Ymbro).

Jueves, 18 de mayo: Curro Díaz, Iván Fandiño y David Mora. (Parladé).

Viernes, 19 de mayo (Corrida de la Prensa): Sebastián Castella, Alejandro Talavante y Javier Jiménez. (Puerto San Lorenzo y La Ventana del Puerto).

Sábado, 20 de mayo (rejones): Andy Cartagena, Diego Ventura y Leonardo Hernández. (Los Espartales).

Domingo, 21 de mayo: Juan José Padilla, Antonio Ferrera y Manuel Escribano. (Las Ramblas).

Lunes, 22 de mayo (novillada): Pablo Aguado, Jesús Enrique Colombo y Rafael Serna. (El Montecillo).

Martes, 23 de mayo: Daniel Luque, Fortes y Juan Leal. (Valdefresno).

Miércoles, 24 de mayo: Juan Bautista, Alejandro Talavante y Roca Rey. (Núñez del Cuvillo).

Jueves, 25 de mayo: El Juli, Álvaro Lorenzo (confirmación) y Ginés Marín (confirmación). (Alcurrucén).

Viernes, 26 de mayo: Paquirri, Sebastián Castella y López Simón. (Jandilla - Vegahermosa).

Sábado, 27 de mayo: Joselito Adame, Francisco José Espada (confirmación) y Ginés Marín. (Toros de El Torero).

Domingo, 28 de mayo (rejones): Diego Ventura y Leonardo Hernández, mano a mano. (Capea, Carmen Lorenzo y San Pelayo).

Lunes, 29 de mayo: Morenito de Aranda, Iván Fandiño y Gonzalo Caballero. (José Luis Pereda-La Dehesilla).

Martes, 30 de mayo (novillada): Leo Valadez, Diego Carretero y Andy Younes. (Montealto).
Miércoles, 31 de mayo: Miguel Ángel Perera, López Simón y Roca Rey. (Victoriano del Río - Toros de Cortés).

Jueves, 1 junio: José María Manzanares, Cayetano y Joaquín Galdós (confirmación). (Juan Pedro Domecq).

Viernes, 2 junio: Enrique Ponce, David Mora y Varea (confirmación). (Garcigrande y Domingo Hernández).

Sábado, 3 junio (novillada): Juan Miguel, Alejandro Marcos y Ángel Sánchez. (Flor de Jara).

Domingo, 4 junio: Fernando Robleño, Javier Castaño y Alberto Lamelas. (Cuadri).

Lunes, 5 junio: Rafaelillo, Alberto Lamelas y Gómez del Pilar. (Dolores Aguirre).

Martes, 6 junio: Diego Urdiales, Alejandro Talavante y Paco Ureña. (Victorino Martín).

Miércoles, 7 de junio: Fernando Robleño, Alberto Aguilar y Pérez Mota. (Rehuelga).

Jueves, 8 de junio: El Cid, Joselito Adame y Juan del Álamo. (Alcurrucén).

Viernes, 9 de junio: Antonio Ferrera, Juan Bautista y Manuel Escribano. (Adolfo Martín).

Sábado, 10 de junio (rejones): Hermoso de Mendoza, Sergio Galán y Lea Vicens. (Fermín Bohórquez).

Domingo, 11 de junio: Rafaelillo, Dávila Miura y Rubén Pinar. (Miura)

A esto hay que añadir dos corridas fuera del abono pero que seguro nadie querrá perderse, 
vamos, que en realidad también son abono por mucho que se quieran separar, la tarde del 16 de junio con Juli, Manzanares y Talavante frente a toros de Victoriano del Río, y la del 17 de junio con Morante de la Puebla, Cayetano y "un triunfador" frente a toros de Nuñez del Cuvillo en la llamada Corrida de la Cultura.

¿Atractivo?, sin duda, como cada año, al menos para mi que espero ese mes como agua de mayo, nunca mejor dicho, y que disfruto tarde tras tarde en mi tendido de Las Ventas, en un mes mágico que espero y deseo sea triunfal y lleno de Arte. ¿Revolucionario?, sinceramente creo que no, pero cada cual tendrá su opinión y su gusto. 
Ahora solo nos queda renovar el abono, esperar y soñar. Como digo siempre, que salga el toro bravo y que los toreros desplieguen todo su arte en capotes y muletas.

Antonio Vallejo