En silencio, vacía, así está mi plaza, con las banderas a media asta, señal de luto por todos los españoles que han perdido la vida a causa de este virus que nos está cambiando la vida. Luto y respeto por todos lo españoles, reitero, todos, sean de donde sean, sin distinción de regiones, porque así es Madrid aunque a algunos parezca molestarles a juzgar por los vomitivos comentarios y mensajes nacidos de quienes ya sabemos y que tan solo buscan rédito político alimentando el odio hacia Madrid por representar lo que representa. Madrid ejemplar, siempre, Madrid acogedora, la que más, siempre, con los brazos abiertos para cualquiera que llegue a sus calles sin importar su origen, Madrid entregada en cuerpo y alma para combatir esta plaga, vanguardia de España en mucho, con un sistema sanitario que cada año recibe sin rechistar a cualquier español que lo necesite gracias a unos hospitales modélicos que están soportando esta crisis precisamente por su capacidad y preparación tanto humana como técnica. Posiblemente ninguna otra región habría soportado como lo ha hecho Madrid la avalancha de enfermos. Pena y vergüenza es lo que he sentido al escuchar y recibir mensajes de rechazo a lo que ellos han llamado despectivamente "los madrileños", allá cada uno con sus complejos reflejados en estas reacciones, allá cada uno con el engaño que aceptan y difunden, el tiempo pasará y quien sabe si tendrán que arrepentirse de sus comentarios.
Madrid sigue, en silencio, luchando sin descanso, a media asta toda la ciudad, respeto. Madrid, capital de España y del toreo mundial. Ahí está su plaza, rota de dolor pero manteniendo su gallardía, vacíos los tendidos pero lleno el corazón con el alma de sus aficionados, ¡cuanto la queremos!, sabedora de que no esta sola, sabedora de que volveremos algún día a llenarla y a honrarla como se merece, sabedora de que el toreo no va a olvidarla, aunque ahora toque silencio, respeto.
Ese mismo respeto que está demostrando cada día el mundo del toro, también en silencio, sin cámaras ni micrófonos, sin comunicados ni reuniones y más reuniones para ver cuanto se rebajan los sueldos millonarios de algunos, no hace falta anunciarlo a bombo y platillo, todo el mundo sabe que la Fiesta está sufriendo un golpe durísimo de consecuencia aún incalculables. ¿Cual es la respuesta?. Arrimar el hombro, poner lo que cada uno pueda, sacrificarse, sumar y no dividir, ayudar y no enfrentar. Y todo en silencio, en la soledad del campo bravo, criando y cuidando de ese animal maravilloso - el toro de lidia - que tanto queremos y respetamos, en la soledad de un salón convertido en plaza para torear, en el gimnasio improvisado para no perder la forma física, en una sastrería que con el raso de los vestidos de luces que ahora no puede confeccionar está fabricando mascarillas y trajes de protección para personal sanitario o para quien lo necesite, sea de donde sea o lo que sea, no hay preguntas, solo esfuerzo y trabajo en pos de un único fin, vencer al dolor y a la muerte, los valores del toreo, luchando contra el virus con esas armas, las mismas que las de los toreros, mascarillas y trajes representan auténticos capotes y muletas al servicio de todos aquellos que los necesiten, para que puedan lidiar con este toro bronco, carente de clase, calidad y nobleza pero que como los toros mansos y malos esconde un inmenso peligro por sus feas intenciones.
Sí, ya sé que esto es incómodo para quienes por desgracia desgobiernan nuestra España, somos proscritos para ellos, cuasi delincuentes, asesinos nos llaman. Ni una palabra, ni un comentario, ni una imagen en los informativos. Tampoco hace falta, sinceramente, allá cada uno con su conciencia. La nuestra, desde luego, puede estar muy tranquila. Así somos, con nuestros defectos, por supuesto, pero siempre con la verdad y la pureza por delante, como el toreo eterno, sin taparnos, dando la cara, sufriendo y recuperándonos como tantas veces.
Madrid es mi plaza, la primera del mundo, la que creo debe enarbolar la bella bandera del toreo. Pero como Madrid están todas y cada una de las plazas de España y del mundo, iguales, no hay categorías, demostrando la clase y el señorío que encierra este arte inmortal, también el esfuerzo, el sacrificio, la entrega. Llegarán las ovaciones, el flamear de pañuelos, llegarán las vueltas al ruedo, llegará la alegría, llegará el salir toreando al aire, pero ahora no toca, aún no, es otro momento, el del silencio, la soledad y el respeto.
Antonio Vallejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario