domingo, 15 de marzo de 2020

Temple, el camino hacia el triunfo




Quien me iba a decir que, cuando el pasado 19 de enero publicaba una entrada en la que les transmitía mi profunda preocupación por el año que nos venía de cara al nuestra Fiesta pero en la que también quería transmitirles la ilusión que despertaba esta temporada 2020 por los anuncios de las primeras ferias cargadas de figuras, iba tener que sentarme a escribir no para contar lo que un día como hoy estaría pasando en Castellón o en Valencia, o para soñar con la que iba a ser una grandiosa Feria de Abril, o para ir imaginando esa tardes primaverales de San Isidro con Morante, Talavante, Manzanares, Ferrera o Ureña ya confirmados, sino para decir que todo ese castillo de naipes que formaron mis ilusiones se ha venido abajo por un virus.
Vivimos unos dias de desconcierto, de repente nos hemos visto inmersos en una situación difícilmente controlable. Nuestras vidas, nuestros hábitos, nuestras aficiones, todo parece desaparecer del mapa en unas horas. Nadie puede escapar de este estado de shock, nadie es inmune a la profunda preocupación, e incluso angustia, que genera el enfrentarse a lo desconocido. Y este maldito virus lo es, un desconocido que se ha colado para poner patas arriba todo cuanto hasta hoy veíamos como normal, desencadenando una crisis de consecuencias aún imposibles de calcular.
Esta crisis, como todas, lo primero que hace es dejar al descubierto las vergüenzas de algunos y la valía de muchos. Se ha perdido un tiempo valioso por parte de quienes tenían que haber tomado las medidas que se pidieron bastantes días atrás y se desoyeron por motivos de rédito político, ¡qué triste!, pero ese tiempo ya es irrecuperable y lo que nos queda es afrontar esta difícil situación para intentar acortarla cuanto se pueda. Es, por tanto, el momento para que cada uno pongamos nuestro pequeño granito de arena para construir una gran presa que frene la ola de la epidemia. Y no queda más que cumplir escrupulosamente todas y cada una de las recomendaciones y órdenes que nos den. En casa, en nuestros trabajos, donde sea, responsabilidad y orden. Por desgracia hemos visto muchos gestos de irresponsabilidad - ayer mismo nada más y nada menos que el vicepresidente del gobierno - y muchos más de falta de orden, de histeria y psicosis egoísta con gente desbocada comprando todo y algo más de una manera absurda y demencial. Pero, como dijo Rafael Gómez Ortega "El Gallo", hay gente pa tó.
También hemos podido ver la respuesta que se ha ido dando en distintos ámbitos de la sociedad a las situaciones que se presentaban. Hemos asistido a jornadas rayando en el esperpento en las que, por ejemplo, un evento deportivo se jugaba con público, otro a puerta cerrada, toro no se dictaba, una federación decía blanco, otra negro, una organización, otra que no, la de al lado que no sabe no contesta, viajes para allá y para acá, conciertos llenos de público, reuniones políticas y manifestaciones en la calle, etc. Y todo eso en días en los que se veía que la epidemia no se controlaba, que crecía sin freno, días en los que algunas voces, especialmente las autoridades madrileñas, clamaban por la paralización de todo ante la negativa y la cerrazón de un gobierno que no quería ver la realidad por motivos que deberán pasarle factura en el futuro. Menos mal que Madrid tomó la iniciativa y decretó unas medidas que han sido las que han obligado a tomarse muy en serio esta severa crisis, porque si no a estas alturas a lo mejor andaban algunos discutiendo si este domingo se jugaría o no algún partido con o sin público, aquí y en Europa, que no se crean que por ahí fuera se escapan de la quema, en todos los países cuecen habas.
Pero lo que a nosotros nos preocupa es España, siempre España,  y debemos dar ejemplo de lo que valemos, de todo lo bueno que llevamos dentro y del honor que significa ser español. Y, permítanme que les diga, que el mundo del toreo ha dado, en mi opinión, un ejemplo en estos días. Nada de ruido, con serenidad, con sensatez, anulando uno a uno los festejos, las ferias y cuantas actividades y actos tuvieran relación con el toreo, sabiendo el impacto y la enorme repercusión que va atener no solo en la temporada, sino de cara a las próximas. Pero, repito, a mi modo de ver una vez más este llamado mundo del toro ha sido ejemplar en su comportamiento. No ha hecho falta en muchos casos esperar a decretos que obligaran a suspensiones, antes ya se habían producido, no han sido necesarias reuniones y más reuniones, el sentido común ha imperado desde el principio. Un ejemplo que realmente nace de la esencia del toreo. Siempre hemos dicho que se tiene que ser torero dentro y fuera de la plaza, y así ha sido. Que no hay Fallas, no pasa nada, ya veremos si en el futuro puede enmendarse, lo mismo con la Magdalena, y si Sevilla no puede celebrarse no se hará, igual que San Isidro, aún siendo conscientes de lo que todo eso supone. El toreo nunca ha sido egoísta, el toreo siempre ha sido el primero en dar un paso para cualquier ayuda o causa benéfica, el toreo encierra unos valores que hoy en día están en desuso. Pero como somos proscritos los medios de comunicación nos arrinconan y marginan porque no somos políticamente correctos, pero estamos ahí, firmes, siempre dispuesto a ayudar, y ahora más que nunca. Que yo tenga noticia ningún torero de oro o plata, novillero, ganadero, etc ha confirmado positivo, quizás nunca lo sepamos, tampoco es obligatorio difundir nuestra vida en redes sociales, quizás la discreción sea lo mejor en estos momentos. No lo sé, pero sí que me queda claro que el comportamiento de todos cuantos integran esta Fiesta nuestra está siendo, repito, ejemplar. Y no me extraña nada, porque cuando hablamos de toreros lo hacemos de superhombres que cada tarde se visten de luces y miran a la muerte cara a cara, que saben de verdad lo que es el dolor y el sufrimiento, que tienen una capacidad de sacrificio y una voluntad de superación a prueba de todo, a los que nadie les tiene que insistir  en lo que deben hacer por el bien de todos, y lo hacen con normalidad, sin estridencias, sobran, sus valores son distintos.
Es más, pienso que vamos a ver la mejor faena de toda la temporada, una faena redonda y rotunda, verónicas  de saludo que paren al virus, puyazos delanteros para frenar sus ímpetus y evitar que eche la cara arriba, naturales hondos que le dominen, redondos profundos que lo sometan para acabar metido en la muleta de la curación podido, humillado, y rematar esta preciosa faena incluso adornándonos, saboreando el triunfo, con trincherillas, pases de la firma y adornos por bajo, torería y verdad, como nos gusta, dejándolo en suerte para ejecutar un volapié que lo pasaporte sin puntilla para siempre jamás. Y en el palco no quiero ningún presidente - ya saben quien - que venga a emborronar cuanto hagamos, mejor cualquiera de nosotros para sacar los pañuelos que premien esta faena con dos orejas, rabo y una vuelta al ruedo apoteósica.
Sí, será sin duda esa faena soñada que nunca creíamos que íbamos a ver, una faena que no olvidaremos jamás, marcada por la clase, la elegancia, el señorío, la naturalidad, el sentimiento, la mesura, la despaciosidad, en resumen, algo tan maravillosamente, mágico y único que es el temple, la nota dominante en la manera de ser y hacer de este  mundo que es el toreo y que todos conformamos nuestra manera, la verdadera grandeza de nuestra Fiesta que en el fondo es la grandeza de lo que somos, España y españoles.
Con disciplina, con orden, con responsabilidad, con ese temple, sin duda encontraremos el camino hacia el triunfo y cuando nos sentemos de nuevo en un tendido comentaremos por siempre esta gran faena que tenemos por delante y seremos realmente felices.

Antonio Vallejo



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