Con esta frase, nuestra vuelta será grande, idea por la empresa gestora de la plaza de Las Ventas y convertida, diría yo, en un lema para los taurinos, un faro al que mirar en la penumbra de estos meses, hemos aguantado desprecios e insultos por parte de un gobierno incapaz que con una nefasta y criminal gestión lleva ya a sus espaldas cerca de 50.000 muertes de españoles. Como era de esperar en estos meses de encarcelamiento este indecente gobierno no ha apartado su punto de mira de uno de sus objetivos obsesivos, la liquidación de la Fiesta Nacional. Acabar con los toros parece algo fundamental para la tribu socialcomunista, ahogar al mundo del toro negándole todo tipo de ayuda económica cuando a cualquier titiritero de tres al cuarto se le ha ofrecido y dado el oro y el moro era la consigna que el filósofo que ostenta el cargo de ministro de cultura ha obedecido e intentado cumplir a rajatabla. Y el mundo del toro, como siempre les he comentado, ha aguantado, ha mantenido la seriedad, el rigor y la clase que le caracteriza a base de trabajo, trabajo y trabajo, a base de esfuerzo y sacrificio día tras día para salvar eso que tanto amamos, el toro bravo, pese a los menosprecios continuos.
Lo hemos pasado mal, han sido muchos días de tristeza y añoranza de las plazas llenas, de las grandes ferias, de la luz del arte y el eco de los olés, los aficionados nos hemos sentido huérfanos pero manteníamos la ilusión gracias a esa frase, nuestra vuelta será grande, que por sí sola alimentaba el sueño del retorno a los tendidos. Y parecía que ese día nunca iba a llegar, de hecho aún no ha llegado, pero esta tarde ese sueño ha empezado a convertirse en realidad. No sé cuantos hemos llenado la explanada de las Ventas a las ocho de la tarde, me da igual, he leído distinto medios tanto taurinos como generalista y hablan de "varios miles". Poco me importa el número, igual que tantas veces digo que me da igual una oreja más o menos porque la espada caiga uno o dos centímetros arriba o abajo cuando lo que me ha llenado de emoción y ha desbordado mis sentimientos ha sido el arte, porque tan solo el hecho de esta tarde ante la Puerta Grande de Madrid, la que abre el camino del cielo anhelado por cualquiera que ame esta Fiesta, ha sido suficiente para sentir la emoción y la pasión, para sentir ese pellizco único que solo el toreo es capaz de generar. Emoción por reencontrarme con amigos, con muchos abonados que tantas tardes nos vemos en las puertas de acceso, en los pasillos, con el personal de plaza que cada día de toros nos hace todo tan fácil y agradable y con quienes se crean auténticos lazos de amistad a lo largo de los años, con todos los maestros, novilleros, o toreros de plata que, como un aficionado más, a pie, entre la multitud, no han dudado en sumarse a la convocatoria, todos clamando un mismo grito, respeto a nuestras esencias, respeto a nuestras raíces, respeto a nuestra cultura, respeto a siglos y siglos de tradición, sin ningún matiz político, ajenos a colores, tan solo defendiendo la Tauromaquia, algo que sólo mentes obtusas y cegadas por el odio hacia todo lo que les suene a español son incapaces de entender. Ha sido un tarde muy feliz, que he vivido con mucha alegría, tanto que he hecho exactamente el mismo recorrido que cada día de toros hago desde mi casa hasta Las Ventas, aparcando mi moto en el mismo lugar de siempre. Todo igual, porque hoy sentía que iba a los toros, de otra manera, pero a los toros. Para mi, y creo que me equivoco poco si lo hago extensivo a los miles de taurinos que estábamos en la explanad de Las Ventas, ha sido un soplo de aire fresco, un aliento de esperanza ante lo que ya veo inminente e inevitable aunque a muchos les pese y vean frustradas sus tenebrosas intenciones, que nuestra vuelta va a ser grande, muy grande, como ha sido la apoteósica vuelta que hemos dado alrededor de Las Ventas, marcada por el cumplimiento de las normas, del respeto a todo y a todos, el orden y la categoría que siempre ha tenido el toreo y que hoy, más que nunca, se ha mostrado eterno e inmortal.
Y voy a terminar como han terminado las palabras de cuantos han tomado la palabra en esta tarde de toros tan relevante: ¡Viva España!, ¡Viva la Tauromaquia!.
Antonio Vallejo
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