lunes, 12 de octubre de 2020

Recta final en el camino de los sueños perdidos


Tenía ganas de volver de nuevo con ustedes, se ha hecho largo, tantos meses después, mucho tiempo, demasiado. Meses duros, meses que nos han roto todo, que han echado por tierra proyectos, ilusiones, sueños, trabajo y, por desgracia para miles de familias, la vida, el bien más preciado. En su momento ya les dije en este blog lo que pensaba de esta pandemia, de su origen oscuro y su aún más oscura forma de gestionarla por parte del gobierno socialcomunista que padecemos, así que no voy a caer en el error de repetirme. Tan solo añadir que el tiempo creo que va cargando de razón mis impresiones. 
Como les decía, este año arrancaba como todos los de nuestra vida, cargado de sueños. Y entre esos miles de sueños había uno que a nosotros, los taurinos, los verdaderos amantes y defensores del toro bravo, nos llena de inquietud. Un sueño que se llama temporada, un sueño en el que depositamos todas nuestras ilusiones para verlas hechas realidad en una plaza de toros. Tan solo Olivenza e Ilescas, la única corrida que he visto  desde un tendido en esta temporada, desafiaron a la pesadilla y nos hicieron felices en lo primeros días de marzo. No olvidaré nunca ese día en la localidad toledana, todo, la comida, la sobremesa, el toreo de Morante, Manzanares y Aguado (Pablo, el bueno, no confundir con el Judas) y sobre todo la compañía de aquel día. 
Pero el sueño lo perdimos, se fue, de un plumazo, despertamos y vimos que no había Fallas, ni abril sevillano, ni San Isidro, ni sanfermines, no había nada, solo el vacío, la soledad, un orfandad de toreo que, al menos yo, tardé mucho en asimilar. Lentamente la situación pareció mejorar, tanto que se empezó a hablar que de cara al verano y el otoño las perspectivas serían otras, se hablaba de abrir las plazas con un aforo limitado y una serie de normas de comportamiento, se empezaban a dibujar los primeros trazos de lo que podía ser el otoño madrileño o la feria de San Miguel en Sevilla, por poner de ejemplo las dos plazas más importantes de España. Por desgracia todas esas esperanzas se fueron desvaneciendo día a día, por un motivo o por otro, los sueños renacidos se volvían a perder. Es cierto que el verano ha estado salpicado de corridas de toros por gran parte de nuestra geografía en plazas de segunda y tercera que han arriesgado capital y esfuerzo para poder ofrecer festejos y que, gracias a Dios, han contado con el respaldo de la afición gracias a una confección de carteles de primer nivel, tanto en las ganaderías escogidas como en las ternas anunciadas, pero eso no ha sido suficiente para salvar una temporada dramática para todos, empresas, toreros y ganaderos, probablemente éstos los más castigados de largo, apoyados por los pocos medios de comunicación especializados, un par de televisiones autonómicas y el Canal Toros que se ha encargado de retransmitir en directo una gran cantidad de las corridas lidiadas en España y las ferias francesas en plazas de primera categoría. Al menos así he podido saciar en parte el hambre de toros de esta temporada, aunque nunca es lo mismo que sentir el toreo sentado en el tendido, y eso que el sensacional trabajo de todo su equipo hace de las retransmisiones una autentica delicia. Y precisamente por esas retransmisiones me ha llamado poderosamente la atención que mientras en España plazas de primera como Málaga, San Sebastián, Bilbao y Zaragoza, más otras de segunda como Valladolid, Salamanca o Albacete iban anunciando una tras otra la suspensión de sus ferias, en la vecina Francia plazas como Dax, Bayona, Istres, Berciers, Arles con la feria del arroz y Nimes con la de la vendimia programaban sus ciclos completos y con un aforo creo que de un 70%. ¿Por qué las grandes plazas francesas han sido capaces de dar toros y las españolas no?, ¿cuál puede ser la explicación?, ¿de quién es la "culpa"?. No lo sé, pero me entristece ver que mi plaza de Las Ventas sigue igual, vacía, mientras, por ejemplo, cines y teatros sí abren, y me preocupa. Seguro que hay razones de sobra para tanta diferencia entre España y Francia, yo las desconozco, aunque las imagino, y eso me preocupa aún más.
Está claro que hay que seguir luchando por lo nuestro, por esta afición que nos une e identifica, por seguir defendiendo y cuidando al toro bravo porque si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer?, ¿esos farsantes que se llaman animalistas?. Que alguien me diga que han hecho en estos meses esa cuadrilla de impostores en ayuda del toro y del campo bravo. Nada, absolutamente nada, porque ni les preocupa ni les importa. Si de ellos hubiera dependido habrían acabado con la cabaña brava aprovechando la coyuntura, seguro. 
Lo que resta de temporada es poco, Jaén que anuncia su tradicional feria para el próximo fin de semana y la llamada gira de reconstrucción que Canal Toros ha puesto en marcha para octubre y noviembre en las plazas de Úbeda, Cabra, Antequera, Barcarrota, Montoro, Sanlúcar, Aracena, Fuengirola y Logroño, más una corrida en Badajoz en la que se anuncia en solitario Antonio Ferrera, y en el horizonte debiera estar la temporada americana, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y México que cada año por noviembre ve abrir las puertas del coso de Insurgentes pero que en este es aún una incógnita. Es la recta final que cada temporada se llena de premios, de balances, de triunfadores, de realidades, pero en esta de 2020 solo hablaremos de los sueños perdidos en el camino que algún día recuperaremos, los del toreo eterno, como el de Finito y Morante. 

Antonio Vallejo

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