lunes, 19 de octubre de 2020

Feria de San Lucas: Triunfo y arte en Jaén


 Dice el refrán que por San Blas la cigüeña verás y si no la vieres, año de nieves. Yo no sé si en el ya lejano febrero  de 2020 vimos a la cigüeña, pero lo que sí vimos fueron toros, como cada año, en Valdemorillo, madrugadora feria cada año, la primera de la temporada la de San Blas y la Candelaria. En la localidad madrileña brillaron José Garrido, puro arrojo, decisión y valor que le valieron una oreja junto a Juan Ortega, clase, temple y clasicismo ante toros de Alcurrucén, además de un pletórico y deslumbrante Daniel Luque, en plena madurez con ya 12 años de alternativa, y Álvaro Lorenzo, inteligente y firme, ante toros de Montalvo. Nos las prometíamos muy felices aquel fin de semana del 8 y 9 de febrero, arrancaba una temporada que iba atener su continuidad en Olivenza e Ilescas, ya partir de ahí.... se acabó. Parón. Luego, lo de todos conocido, el reguero de festejos en plazas de primera y segunda para llegar a este fin de semana de octubre en el que por San Lucas las plazas españolas vemos cerrar. Esto no es un refrán, ni se le parece, con perdón, pero es una realidad. Igual que Valdemorillo abre la temporada española es Jaén quién se encarga cada año de echarle el cierre, aunque cierto es que esta vez no será la última corrida de la temporada ya que aún  nos quedan unos cuantos festejos de la Gira de Reconstrucción que presentan gran atractivo.
Se ha dado la paradoja que dos matadores de los que estuvieron abriendo la temporada en tierras madrileñas también se han dado cita este sábado y domingo en tierras olivareras, Juan Ortega y Daniel Luque, compartiendo carteles con nombres de la talla de Enrique Ponce, Curro Díaz y Emilio de Justo en dos corridas que han resultado triunfales en lo que a trofeos se refiere - Ponce paseó una oreja, Curro Díaz dos, las mismas que Juan Ortega, Daniel Luque tres y Emilio de Justo otras dos - pero que, por encima de todo, nos han dejado un sabor a toreo inmortal. Mucho ha sido el arte que ha inundado el Coso de la Alameda, toneladas, enorme ha sido la emoción y más grande aún la torería con la que nos han embriagado haciéndonos olvidar todas las penas pasadas. 
Hay que decir que para que todo eso haya ocurrido han contribuido en gran manera los toros lidiados de Victoriano del Río lidiados ayer, de magnífica presentación, muy serios, con hechuras de plaza de primera, y los de hoy domingo, dos de Nuñez del Cuvillo, dos de La Quinta y dos de Juan Pedro Domecq, todos ellos de tremenda seriedad, rematados y en tipo, también con trapío de primera. Bravo por los ganaderos que, teniendo por desgracia mucho para elegir en el campo, han llevado a todas las plazas de segunda y tercera en las que ha sido posible ofrecer corridas de toros animales que estaban reseñados para Valencia, Sevilla, Madrid, Bilbao, Pamplona o Zaragoza, un auténtico lujo para esas aficiones. Cierto que ayer el juego de los de Victoriano fue desigual pero hubo uno, el sexto, Basurillo de nombre, extraordinario, probablemente el mejor toro de esta corta y extraña temporada, un toro bravo, con clase, con fijeza y entrega, con  recorrido y duración, que permitió a Juan Ortega cuajar una faena rotunda, llena de armonía, ritmo, compás, temple, gusto, clase, suavidad y, sobre todo, naturalidad, nada forzado, ni un gesto de afectación, y que a nosotros nos hizo soñar el toreo eterno. Tuvo clase pero pocas fuerzas y facultades, quizás debido a un puyazo que cayó bajo y le dañó, Quitaluna, el cuarto de Victoriano que por suerte cayó en manos de Ponce que gracias a su temple, técnica y maestría obró una vez más el milagro de convertirlo hasta en bueno, y resultó exigente y complicado Cóndor, que hacía quinto ya al que Curro Díaz pudo en una faena de poder no exenta del regusto y el pellizco de su toreo y personalidad. Otro toro que también apunta a premio al final de temporada es el que abría plaza hoy, Pocarropa, de Nuñez del Cuvillo, imponente de presencia y extraordinario de juego, bravo, noble, humillando de principio a fin, con fuerza y recorrido, que iba camino de dos orejas y rabo para Daniel Luque si no hubiera sido por los aceros. Y les juro que no exagero porque si el toro ha sido superlativo la actuación del sevillano ha sido magistral, desde el primer lance de capa hasta la última luquecina o ayudado por alto, una borrachera de toreo celestial, divino. También ha sido un gran toro el sexto, Tristón, el otro de Cuvillo lidiado hoy, un toro con movilidad y exigencia, que pedía el carnet y al que Emilio de Justo ha embarcado de manera portentosa en su poderosa muleta, al igual que Hocinero, de La Quinta, un cárdeno de preciosa lámina, ¡qué hechuras!, santacoloma puro, corrido en cuarto lugar y que también ha correspondido a de Justo que lo ha desorejado gracias a haberlo entendido y toreado a la perfección, como requería, un toro con la raza propia de su encaste, exigente y sin dar el mínimo resquicio a la duda al que ha sometido y llevado en largo y por bajo por ambos pitones en una faena de gran emoción y transmisión, algo que también ha tenido el otro de La Quinta que le ha tocado a Luque, Regente de nombre, también cárdeno, también muy en tipo santacoloma, bellísima estampa y un pitón derecho de lujo, pero nada por el izquierdo.
Y si ha habido toros y ha habido matadores también ha habido en estas dos tardes algo que en el toreo es fundamental aunque a veces no se les dedique el tiempo que se merece, los hombres de plata, toreros también, no lo olvidemos y de cuya labor a lo largo de la tarde depende mucho lo que puede ocurrir en la faena de muleta, que en el toreo moderno parece ser lo único que cuenta. Muchas veces me habrán leído decir que vivimos una época de oro en le toreo de plata, y es así, no recuerdo tanta calidad en este escalafón como ahora. Y lo de esta Feria de San Lucas de Jaén ha sido el mejor ejemplo. Sensacionales todas las cuadrillas, tanto en la brega como en banderillas, haciéndolo todo bien, ni un capotazo de más, perfectamente colocados, colocando los pares con verdad, pureza y exposición, asomándose al balcón que suele decirse, con los picadores, tan denostados y tan infravalorados, rayando a muy buen nivel dando al tercio de varas la importancia y relevancia que tiene, vital para el desarrollo de la lidia, aunque este toreo  moderno quiere convertirlo en un molesto trámite que hay que pasar porque lo dice el reglamento. Tan solo voy a decirles que en lo que a los del castoreño se refiere ayer sábado Manolo Quinta recibió una tremenda ovación al colocar un magnífico puyazo al primero de Ponce, sensacional también la José Palomares picando al cuarto, otra gran ovación, como la dedicada tras el extraordinario puyazo de Manuel Burgos a Basurillo, el sexto de Victoriano del Río, que hoy domingo José Manuel García, de la cuadrilla de Daniel Luque ha ejecutado la suerte de varas a la perfección en el tercero de La Quinta, llevándose el premio al mejor puyazo de la feria, que en cuanto a los hombres de plata se refiere en la corrida de ayer sábado se desmonteraron en banderillas Juan Carlos García y Óscar Castellanos, a las órdenes de Curro Díaz, Andrés Revuelta y José Ángel Muñoz "Perico", a las órdenes de Juan Ortega, magistral brega de Jorge Fuentes en el sexto, también a las órdenes de Ortega, y que en la de hoy, en la cuadrilla de Daniel Luque, Antonio Chacón y Juan Cantora saludaron desmonterados una gran ovación en el tercio de banderillas al primero, el propio Chacón bregó a la perfección al tercero, Juan Contreras dejó dos pares con exposición viéndose obligado a responder a la atronadora ovación, Miguel López dejó un puyazo arriba y delantero al quinto y Raúl Carico también respondió montera en mano a una fuerte ovación tras  banderillear al quinto, mientras entre los hombres que formaban a las órdenes de Emilio de Justo fue Manuel Pérez Valcarce quien destacó sobremanera en la brega del segundo, Germán González dejó tres soberbios puyazos al cuarto recibiendo un estruendosa ovación tras un vibrante tercio de varas y José Chacón colocó los palos con maestría y gran verdad al sexto saludando desde la tronera del burladero una ovación de las de época. Y es posible que me haya dejado algún nombre, no me extrañaría, porque ha sido una auténtica maravilla ver torear a todos esos hombres, nombres que pocas veces tiene el espacio que merecen y que, como aficionado, me parece de justicia darles, hoy y siempre. 
Por lo demás creo que poco queda por añadir de lo mucho que me he hecho sentir esta feria de San Lucas. Ponce, maestro de época, capaz de todo, temple y desmayo, Curro Díaz,  duende y pellizco, aromas de toreo de otros tiempos, siempre por bajo, Juan Ortega, naturalidad, elegancia, compostura, regusto, temple, suavidad, despaciosidad, una realidad ya, Daniel Luque, capote de ensueño, muleta magistral, toreo profundo, variedad, clase, y Emilio de Justo, poderoso, mando y calidad, valor y estética en unas muñecas que manejan los engaños con decisión y suavidad para embarcar al toro en los vuelos y llevarlos hasta el final. Es el toreo, mágico, único, muy grande. Y digo yo, si con todo lo que ha pasado, si con todo a la contra, sin ayuda alguna, solos, olvidados, proscritos, ha sido posible dar corridas de toros, si la afición ha respondido, si además hemos sentido este arte y hemos vivido emociones como las de estos dos días en Jaén, o las del pasado día 12 en Córdoba, o lo de Finito en Antequera, o lo de Ortega en Linares, o lo de tantas otras tardes, ¿puede quedarme alguna duda de que nuestra Fiesta jamás morirá?. Ninguna, de verdad, es muy grande, demasiado para una pandilla de mediocres cargados de odio, rencor y complejos que no llegan ni a la suela de una de las zapatillas de todos estos maestros. ¡Viva el toreo eterno!.

Antonio Vallejo

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