lunes, 7 de octubre de 2024

Dura y exigente corrida en medio de una hostilidad insoportable


 Tremenda la corrida que Ricardo Gallardo ha enlotado para la tarde de hoy en el cierre de la Feria de Otoño. Impecable presentación, magníficas y parejas hechuras, enorme presencia y una seriedad imponente, todos terroríficamente astifinos, auténticos puñales que apuntaban al cielo. Y al igual que tantas veces hemos tenido que hablar de mucha fachada y poco contenido hoy tenemos que cambiar el guión y añadir y destacar el juego que han dado los fuenteymbros, más que notable. Una corrida con raza y encastada,  dura y con muchas complicaciones, muy exigente, ante la que había que estar muy firme, de esas de echar la moneda e ir a por todas, cara o cruz, de las que, como reza el dicho taurino, te piden el carnet. Una corrida en la que a lo largo de la tarde han podido aflorar multitud de sensaciones, sentimientos, estados de ánimo o como queramos llamarlo. En esta tarde ha tenido cabida la emoción, el miedo, los sustos, la alegría, el desencanto, la rabia, el cabreo, la discusión, la bronca, el escándalo, la vergüenza y ni sé cuantas cosas más en cada uno de los 24.000 aficionados que hemos llenado Las Ventas hasta colgar el "no hay billetes". Todo ha cabido menos el aburrimiento, ese enemigo del toreo que tanto nos duele se ha visto desterrado y no ha tenido ni una rendija para colarse. Del primero al último de los lidiados ha sido una montaña rusa sin respiro. Si no era por el interesante juego de los toros era por el valor, la decisión y la entrega de los tres matadores. Y  si hubiera faltado algo de eso ya se ha encargado esa minoría de los reventadores del 7 alto de organizar su show y desatar una bronca entre ellos y la inmensa, casi totalidad, de la plaza y que no ha terminado en pelea de milagro. Creo que no exagero si les digo que han estado a muy poco de llegar a las manos, los ánimos estaban muy encendidos, y la plaza hoy ha dicho basta ya y que estamos hartos de la intransigencia y  la imposición de unos pocos, los veinte o treinta de todos los días. Gritos de "fuera, fuera", cada vez con más decibelios y que iban dando paso a insultos y recuerdos a los progenitores de unos y otros. ¿Motivo?. Muy sencillo, toreaba Roca Rey, su fóbico argumento, ¡qué triste!,  y había que ir a por él, daba igual lo que hiciera, la consigna la traían clara de casa, había que reprocharle todo desde el principio, hostilidad insoportable, lo sabíamos, son muy maleducados, previsibles y cansinos, pero hoy han llegado a cotas insufribles, indignas de un aficionado al toreo, uno de cuyos valores fundamentales es el RESPETO, al toro y al hombre que se juega la vida ante él. Y como tantas veces demuestran no tener ese respeto sólo puedo concluir que no respetan al toreo y que llamarles aficionados no es posible. No sé lo que será, pero aficionados no...y sabios menos, porque la cagan una y otra vez.
Todo ha ocurrido, no podía ser de otra manera, durante la lidia del que hacía segundo, el primero de Roca Rey, al que paró y enceló en el capote andándole hacia atrás con enorme mando para sacarlo a los medios y rematar con una media de lujo. Ya en varas empezó el run run y los pitos por parte del sector revientafaenas al no acertar Sergio Molina en el primer puyazo tras la arrancada del toro muy en largo como un obús y posteriormente dejar un segundo muy medido de castigo. Pedían otra entrada más al peto y se cambió. el tercio a petición de Roca Rey que, les recuerdo a los sabios, SIEMPRE deja cruditos a sus toros en este tercio, y eso es algo perfectamente lícito mientras entre al menos dos veces al caballo, como indica el reglamento. No sé si enredados más en molestar al peruano que a atender lo que pasaba se perdieron el extraordinario tercio de banderillas que Francisco Durán "Viruta" y Paquito Algaba, tres pares resueltos con uno oficio y una facilidad pasmosa reuniendo y clavando en la cara con mucha pureza aprovechando la movilidad y el buen tranco del toro, condiciones que mantuvo en la muleta y que aportaron transmisión y emoción en una faena de cara o cruz. De rodillas se plantó Roca Rey tras brindar al público para hilvanar tres derechazos largos y un cambiado por la espalda vertiginoso pasándose los pitones a milímetros del bordado de la chaquetilla, espeluznante e incorporarse para dibujar un derechazo profundo y uno bueno de pecho. Mucho mando y poder en las primeras tandas reunidas con la diestra, asentado, la mano muy baja y trazo largo, exponiendo mucho ya que el fuenteymbro se venía por dentro y tendía a puntear.  Y empezaron las hostilidades, que si la colocación, que si estaba más o menos fuera al ligar el segundo o tercer muletazo, otro listo que cuando llevaba unos 15 ó 20 muletazos dados le gritó "¿cuando empiezas?", en fin, lo de siempre. Por el izquierdo no iba, se vencía y avisaba con peligro, le puso la muleta, dibujó los naturales con mucha exposición, apretando, sin guardarse nada, enorme valor y mérito además de poder. De nuevo con la diestra otra serie rotunda por bajo hasta que quedó descubierto al ir a ejecutar el de pecho por no rectificar y desdibujar la ligazón. Ahí le prendió de la hombrera, del brazo, del pecho, de la espalda, ni idea, aquellos segundos con Roca Rey a merced del toro resultaba interminables y angustiosos, daba la impresión que le podía haber corneado en cualquier parte. Y fue tras voltearle cuando los afilados pitones traspasaron como si fuera mantequilla la región glútea y el muslo dejando dos cornadas de 15 cm cada una. Y ahí se montó la marimorena, la plaza en pie abroncado a la minoría reventadora, y los otros respondiendo, y cada vez subía más el tono y los insultos, lamentable, no por la mayoría que hizo perfectamente, ¡basta ya!, sino por la chulería y prepotencia de los sabios, una vez más puestos en evidencia. Aturdido y cojeando volvió enrabietado a la cara del toro, se fue a los terrenos del 7 y dio una lección de pundonor y hombría con unos derechazos muy apretados antes de pasaportar al toro con una entera arriba al segundo intento volcándose sin miedo a nada. Flamear de pañuelos y una oreja de enorme valor para mi sin discusión posible, me da igual la espada a la segunda, hace falta ser mezquino para valorar eso antes que todo lo que Roca Rey había hecho. 
Paco Ureña tuvo pocas opciones con el que abría plaza, el más voluminoso, 617 Kg, que para mi gusto desentonó un poco frente a la armonía del resto. Ojo, era un torazo, pero si los otros cinco eran todos tan parejos de peso, solo 12 Kg entre el de menos y más peso, ¿no había otro que redondeara la excelente presentación?. Pero bueno, eso es solo mi opinión basada en mi gusto. Y lo malo es que los kilos pesaron, le faltaba fuelle para moverlos, además de más raza y celo. Más bien desentendido y tardo desde el capote, con poco recorrido en la muleta y escasa transmisión. Lo intentó el murciano, algunos derechazos y naturales sueltos tuvieron cierta enjundia, pero no daba para más. Menos aún dio el que cerró plaza y que tuvo que estoquear Ureña ya que Roca Rey fue operado en la propia enfermería y, evidentemente, no pudo salir a matar este que hacía quinto en el orden de lidia. Un manso de solemnidad que no tuvo ni medio pase, ni una gota de movilidad, ni nada de nada. El espectáculo en banderillas fue realmente bochornoso, un marmolillo que no se movía nada, colocando las banderillas de una en una y de mala manera, horrible. Ureña hizo lo único que se podía hacer, machetear por bajo, a matar y sanseacabó. Otra historia muy distinta fue el cuarto, bravo y con entrega, el mejor del encierro, seguro, aunque en el capote escondió sus virtudes, no mostraba mucho celo, pero que dejó entrever su fondo en una arrancada galopando en largo al caballo que montaba Juan Melgar que agarró un muy buen puyazo.Tras los ayudados por alto y un remate por bajo con sabor tomó la muleta con la zurda para componer los mejores trazos de su faena aprovechando ese gran pitón que tenía el animal. Series compactas y hondas, naturales de mucho calado, muy encajado, dándole el pecho, la mano muy baja, coreadas con olés roncos, enorme transmisión. Por el derecho le cuesta algo más, recorrido más corto y tiende a puntear los engaños, pero firme el de Lorca, lo embarca en redondos de mérito aunque el ritmo no es el mismo, por lo que vuelve al pitón bueno y epiloga la faena con naturales sueltos ante la venida a menos del fuenteymbro, de uno en uno, de frente, a pies juntos, la mano baja, enorme hondura, y los olés acompañando cada pase. Lástima que la entera caída emborronara lo que estoy convencido que iba para oreja, pero al final quedó en una fuerte ovación recogida desde el tercio.
No ha podido dejar mejor sabor de boca Víctor Hernández con su actuación esta tarde. Dejó muy clara su decisión en el quite al segundo, gaoneras ajustadísimas de mucho riesgo, impasible, y con el saludo capotero al tercero, variado y vistoso, verónicas mezcladas con saltilleras y caleserinas. Esa decisión la mantuvo en la muleta, siempre bien colocado, todo queriéndolo hacer por bajo y templado, toreo despacioso, buen trazo, derechazos profundos, un trincherazo y uno de desdén sublimes, repletos de aroma a toreo eterno, naturales hondos, ligados por bajo, también sabiendo aguantar algunas brusquedades de un toro cuya mayor virtud era la movilidad aunque quizá le faltaba un poco de raza y buscaba la salida a tablas. Mucho mérito del madrileño al taparle la salida dejándole la muleta puesta y ligar las series con mucha suavidad. En los compases finales se echó la muleta a la espalda y en el primer muletazo se lo llevó por delante y se lo echó a los lomos, otro susto afortunadamente sin consecuencias. Luego las bernadinas muy ceñidas para calentar el ambiente y dejarlo a punto para la estocada, entera y efectiva aunque algo tendida, fueron argumento suficiente para que una mayoría de pañuelos hicieran que una oreja acabara en sus manos para pasearla en una vuelta al ruedo que disfrutó como nadie. Media Puerta Grande abierta a la espera del sexto que salió quinto al correrse turno por la cornada reseñada. Sin demasiado celo en el capote sí que cumplió en varas en un extraordinario puyazo de Agustín Collado digno de premio, y en la muleta se mostró encastado y exigente, nada fácil, pedía mando y distancia, y se lo dio Hernández. A por todas desde los primeros compases, estatuarios y un cambiado por la espalda electrizante buscando la ansiada oreja. Muy bueno el pitón derecho y muy buena la diestra del madrileño. Series de derechazos profundas y reunidas de mucha emoción, con recorrido, ligadas en el sitio, siempre buscando la colocación y hacer las cosas bien, buen concepto del toreo. Por el izquierdo protesta más, menos recorrido, repone y suelta gañafones con brusquedad, pero aguanta y compone algunos naturales de mérito. Como dije, muy buen sabor de boca el que me ha dejado. Una pena que la espada echara por tierra las ilusiones de este madrileño que pide paso y que creo se ha ganado un sitio en la próxima temporada.
Al final, después de todas las hostilidades, todo en orden, supongo que los reventadores satisfechos de su "hazaña"  diciendo que salvo ellos todos los demás no tenemos ni idea y que poco menso que ellos son el toreo, todos camino de su casa. ¿Todos? Uno no, se lama Roca Rey, es un TORERO y a estas horas está en un hospital. Pero para ellos eso no merece el mínimo respeto, es más importante su fobia.

Antonio Vallejo

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