El pasado 16 de julio se celebró a una reunión por parte de la empresa gestora de la plaza de toros de Madrid, Taurodelta, con diversos estamentos integrantes de la fiesta; matadores, banderilleros, picadores, ganaderos, abonados, veterinarios, personal de plaza.... para acordar una serie de cambios en beneficio del desarrollo de la lidia y, por consiguiente, de la corrida. Particularmente pienso que las medidas aprobadas van a ser beneficiosas y pueden ayudar a que nos ahorremos tiempos excesivos en muchos casos y espectáculos poco agradables en otros tantos.
Entre esas medidas hay dos que me parecen especialmente acertadas. Una de ellas es la que concierne al tercio de varas. Durante el próximo mes de agosto, de forma experimental, el caballo de turno en la suerte de varas accederá al ruedo por la puerta de Madrid (entre los tendido 7 y 8) en vez de hacerlo por la puerta de cuadrillas (entre los tendidos 3 y 4). El objetivo es reducir la duración del espectáculo en alrededor de 10 o 12 minutos por corrida, no interrumpir el ritmo de la lidia, no obligar al toro a un ejercicio y a un desgaste innecesario ni permitir la reiteración de derrotes en el burladero del 7. Los presidentes ordenarán la salida del caballo sólo cuando el toro haya sido parado por el matador y / o su cuadrilla. Si realmente es así, se agradecerá.
La otra medida que destaco la considero fundamental, más que necesaria, sobre todo tras el bochornoso espectáculo al que hemos tenido que asistir durante el pasado San Isidro con el nefasto manejo de la puntilla en tantas tardes. Ya no solo por la cantidad de intentos que necesitaba el puntillero de la cuadrilla para finiquitar al toro, sino por la tremenda cantidad de toros que ya estaban echados y el susodicho puntillero los levantaba, privando en no pocas ocasiones al matador de un trofeo malogrado por la impericia del subalterno que retrasaba mucho la muerte del animal, si no obligaba al espada a volver a entrar a matar o usar el descabello, con fatales consecuencias. La norma aprobada dice lo siguiente: con carácter inmediato el Centro de Asuntos Taurinos analizará la posibilidad de incorporar al reglamento la limitación del uso del descabello y la puntilla en los espectáculos taurinos de Las Ventas, en cuanto al número de intentos que puedan practicar los matadores y sus cuadrillas. Se insta además a los matadores a la utilización del puntillero de plaza para lo cual Taurodelta facilitará su óptima preparación y su gratuidad para los matadores. Supongo que mi buen amigo Raúl Rodriguez se alegrará de esta, repito, acertadísima medida. ¡Cuántas tardes se encargaba de recordarme que en la crónica de la corrida reseñara las veces que el puntillero de turno levantaba al toro!, ¡qué mal le sentaba!, ¡cuantas tardes ha reclamado la actuación de Angel Santander, puntillero de Las Ventas, totalmente desaprovechado!. Solo por satisfacción de Raúl la norma merece la pena.
Otras medidas, personalmente, las considero de menos relevancia. La que respecta a la indumentaria del chulo de toriles a quien se le retira el traje de luces (no la comparto puesto que era una seña de identidad de Las ventas, que se lo digan a Antoñete), la manera de sacar los pañuelos por parte del Presidente y de atender éste escrupulosamente el criterio del público a la hora de conceder el primer trofeo, la actuación de los mulilleros, o la polémica desencadenada a raíz del asunto de si la Puerta Grande se gana con dos orejas cortadas a un solo toro o a ambos del lote del matador. De momento queda como está, y no me parece mal. Tampoco me parecería mal que se hubiera variado el criterio, pero considero que una oreja en Madrid es más que varias en el resto de plazas (excepto Sevilla, por supuesto) y mantiene el valor y el peso que tiene una oreja en Madrid. Cortar un apéndice a un toro exige lidiar y torear muy bien, así como matar a la primera y de manera correcta, sin espadazos defectuosos. Madrid es Madrid, en Las Ventas el criterio es ese y la exigencia muy alta y pienso que se mantiene de esta manera.
Hay un último asunto que también se apuntó en la citada reunión y que Jose Antonio del Moral lleva a su columna de opinión en la sección de toros de La Gaceta. Es la que respecta a la música. De todos es sabido que la banda de música de Las Ventas sólo toca durante el desarrollo del paseíllo y en el intervalo entre toro y toro, durante el arrastre. Todo viene de un curioso suceso ocurrido durante la celebración de la llamada "Corrida de la Victoria", celebrada el 24 de Mayo de 1939, primer festejo taurino que se celebraba en dicha plaza después de la guerra civil. El cartel lo integraban el rejoneador Antonio Cañero y los espadas Marcial Lalanda, Vicente Barrera, Pepe Amorós, Domingo Ortega, Pepe Bienvenida y Luis Gómez, "El Estudiante".Durante la faena de Marcial Lalanda al primer toro de la tarde, el público pidió que tocase la música para amenizar la faena, interpretándose un pasodoble dedicado a él. Por el contrario, la faena antológica que Domingo Ortega realizó al cuarto toro, la ejecutó sin que sonase la música; hecho éste que protestaron ruidosamente los partidarios del diestro de Borox. Fue a partir de entonces cuando se acordó que dejase de sonar la música durante las faenas realizadas en la Monumental de Las Ventas. Vamos por partes. A mi me gusta tal como está, no echo de menos la música, voy a los toros, para música voy a un concierto. Es más, disfruto del sonido del olé rotundo de Madrid, que cuando sale es impresionante, lo más grande del mundo, te pone la carne de gallina. Y me hipnotiza ese silencio de expectación que antecede a un buen pase, segundos mágicos. ¡Y no digo nada de la ovación cuando se produce y la plaza se entrega, eso es música celestial!. Como he dicho, me gusta ir a ver toros, la música no me aporta nada, pero entiendo que haya gente a quien le guste disfrutar de la faena de muleta con un pasodoble. Pero Madrid es Madrid, siempre lo ha sido y siempre lo será, y una de nuestras señas de identidad es que no se escuche la música, que lo que se escuche sea el toreo, la partitura más bella de la que podamos disfrutar. Y quien no lo haya sentido nunca, le invito a ver una buena faena de muleta en Las Ventas escuchando los acordes del olé de los tendidos. Entonces entenderá lo que digo.
Antonio Vallejo
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