lunes, 21 de agosto de 2017
Antonio Ferrera, la dignidad de un español
Tras el aperitivo del sábado con la triunfal corrida de rejones en la que Hermoso de Mendoza y Andy Cartagena cortaron dos orejas al segundo toro de sus respectivos lotes y que les permitió salir a hombros de vista Alegre, y en la que Lea vienes cortó una oreja también al último de la tarde, llegaba el turno de las corridas de a pie que constituyen la semana taurina bilbaína, las Corridas Generales.
Mucho se podría hablar de la corrida de Torrestrella, seria, bien presentada, con trapío pero sin exageraciones, toros armónicos y proporcionados, acorde a una plaza como la de Bilbao que tanto cuida y valora al toro. Una corrida dura, exigente, con complicaciones, siempre con la cara arriba, en la que segundo y quinto han destacado sobre el resto y en la que el cuarto ha dado opciones a pesar de sus condiciones. Mucho se podría hablar de Juan José Padilla que ha estado por encima de su lote, demostrando una vez más disposición y oficio en ambos toros, con un primero complicado y peligroso y un cuarto al que cuidó en la muleta para darle la distancia, la altura, el ritmo y la carencia que pedía el de Torrestrella. Sin obligarle, a media altura, muy templado, ha sacado pasajes de mucho mérito a base de temple y conocimiento del toro y los terrenos, muletazos por ambos pitones de buen trazo, suaves y ligados, adornos y recursos de torero veterano para calentar a los tendidos, que de no haber sido por un mal manejo de los aceros hubiera sido faena digna de una oreja. Eso sin hablar de un tercio de banderillas portentoso al cuarto, sobre todo el segundo par, asomándose al balcón, con mucho riesgo y perfecto de ejecución. Una tarde más hemos visto a un padilla entregado, responsable y muy profesional. Mucho podría hablar también de David Fandila "Fandi" que se topó con dos toros que reunían muchas complicaciones. Magnífico con el capote en el segundo al que recibió con una larga cambiada de rodillas, verónicas y media de remate lucida seguidas de un quite por delantales precioso, lento, que ha levantado al escaso público de Vista Alegre (media plaza siendo generosos) de sus cómodos asientos. Con la muleta lo ha intentado, ha probado a sus dos toros por ambos pitones, ha sacado al tercero unos naturales de mucho mérito ante la nulidad de condiciones del Torresetrella, un toro complicado, que reponía y buscaba. Más no se le puede pedir a Fandi ante semejante lote, ha estado más que digno, responsabilizado y profesional, con inmensa entrega y disposición, pero el lucimiento era poco menos que imposible. También podría hablar de los vibrantes tercios de banderillas que los tres matadores (Padilla, Ferrera y Fandi) han protagonizado en la tarde de hoy, podría hablar de la extraordinaria brega de Daniel Duarte al cuarto, del sensacional puyazo de Antonio Prieto al quinto y de muchas cosas más, pero no merece la pena porque hay algo que ha eclipsado a todo en esta segunda de las Corridas Generales.
Corría el quinto de la tarde. Antonio Ferrera venía de haber toreado extraordinariamente bien al segundo en una faena presidida por el temple, la clase y la entrega, una faena cargada de buen gusto y sabor a toreo del bueno, una faena que emocionó a los tendidos y que de no haber sido por el mal manejo de la espada hubiera valido una oreja. Ese quinto era un buen toro, bravo y encastado, que permitió a Fandi cuajar una faena monumental de temple, compás, gusto y torería por ambos pitones, sobre todo por el izquierdo, desde donde salieron naturales de exquisito sabor por temple y ligazón. Mucho podría hablar de lo sensacional que ha estado Ferrera toda la tarde, un torero que está viviendo su máximo esplendor, cumbre, de lo bien que ha matado la quinto y de la oreja que ha cortado. Mucho podría hablar pero hoy ha ocurrido algo que ha eclipsado todo, un gesto que define y encumbra aún más a un hombre íntegro, que eleva su dignidad a la enésima potencia y que, si faltaba algo por que conquistara al 100% mi corazón taurino tras verle en Sevilla y Madrid, hoy lo ha colmado.
Ha sido en el tercio de banderillas al quinto de la tarde. A ningún aficionado se le escapa que en un cartel conformado por Juan José Padilla, Ferrera y Fandi este tercio cobra una dimensión y un atractivo insuperable, que el público que acude está deseoso de contemplar el despliegue de facultades físicas de los tres matadores con los rehiletes, primero compartiendo tercio en el primero de cada lote y luego en solitario en el segundo de sus respectivos lotes. Se disponía Ferrera a banderillear a ese quinto, toma los palos y, ¡oh sorpresa!, lucen los colores de la bandera nacional, rojo y gualda. Un sector del público se lo recrimina, le pita y abuchea y Ferrera decide no poner banderillas y deja que sea su cuadrilla quien coloque los palos en un gesto que, a mi modo de ver, le honra. ¿Motivo?. Muy sencillo, y lo ha explicado de manera clara, concisa y rotunda a las cámaras de Canal Toros: "Soy español estoy en España y no consiento ni tolero que se desprecie y falte al respeto a mi nación y mi bandera". ¡Olé, maestro!. ¿No quieren que luzca con satisfacción los colores de la bandera nacional?. No hay problema, no banderilleo y se quedan con las ganas de verme. ¡Así se hace!, con elegancia, torería, pero firme y contundente. Así se defiende a España, sin complejos, de cara, de frente y por derecho, como el toreo. Sinceramente creo que este gesto de Antonio Ferrera es de suma relevancia e importancia para el propio matador, no solo por el hecho de haber toreado como lo ha hecho, sino por la dimensión que cobra de cara a los aficionados. Pero también es un gesto de vital relevancia e importancia para España y la Fiesta, dejando bien claro que no hay que esconder nuestros sentimientos patrióticos ni nuestra identidad como nación reflejada en nuestra bandera. Un gesto que pienso puede marcar tendencia a la hora de defender a nuestra Patria y nuestra única bandera y que puede y debe ser seguido por otros muchos matadores, un gesto que ha sido secundado por el equipo en pleno de Canal Toros, David Casas, Manolo Caballero, Germán Estela y Maxi Pérez, los cuales se han expresado también de manera clara y contundente, avergonzados de tener que soportar que en tu propio país te abucheen por lucir los colores de nuestra bandera nacional, en una región y una ciudad que se han encargado de dejar muy clarito que es España. Un gesto que vale millones, del que la Fiesta debe tomar ejemplo y repetir sin temor alguno. Un gesto que refleja algo tan magno como la dignidad de un hombre íntegro, de un torero, de un caballero español, lo más grande que se puede ser.
Antonio Vallejo
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