Han sido muchos y quedarán muchos homenajes en memoria del Victorino Martín Andrés. El gran ganadero de Galapagar se los merece, la Fiesta, el toreo, todos los que amamos esta bendita afición le debemos mucho. Su figura ha sido siempre sinónimo de verdad y pureza en lo que al toro bravo se refiere, su vida ha sido una constante entrega en busca de la bravura, la raza y la casta, fiel a unas ideas, fiel a unos principios y fiel a su manera de concebir lo que es un toro en toda su dimensión. Su nombre ha creado una leyenda, los victorinos, que traspasa las barreras de lo taurino y sirve para calificar situaciones de la vida que destacan por su dificultad y su exigencia. Así eran sus toros, complicados y exigentes, ante los que había que estar bien puesto y que no permitían la mínima distracción, como suele decirse, de los que piden el carnet. Pero hablar en pasado no sería justo puesto que su hijo Victorino es un digno heredero como ya ha demostrado con creces desde hace tiempo y va mantener esa divisa en todo lo alto puesto que bebe de las mismas fuentes de pureza y verdad, de compromiso con la esencia de la bravura de las que lo hacía su padre. Madrid no podía faltar al homenaje a una figura tan relevante y este sábado 17 de febrero era la fecha elegida para tal fin. Madrid se lo debía, Madrid le debe mucho a Victorino y no hubiera sido digno pasarlo por alto. Ese homenaje se ha tributado al finalizar el paseíllo, con los toreros desmonterados y en perfecta formación, en medio de un silencio sepulcral tan solo roto por un precioso poema escrito en memoria de D. Victorino. Emotivos y sentidos momentos, tanto como los vividos al entregar a Victorino hijo y sus hijas un gran retrato de su padre y abuelo, todo ello envuelto de aplausos y vivas a España y al toreo, amén de a D. Victorino. Solo por eso merecía estar ayer en la cubierta de Carabanchel.
La cita de ayer tarde en Vistalegre era sin duda una de esas de la que los aficionados esperábamos con auténticas ganas. Hay hambre de toros tras del parón invernal, quien más quien menos está ya ansioso por volver a sentarse en un tendido y ver saltar a la arena a ese animal tan bello que es el toro bravo. A eso íbamos a Carabanchel este sábado por la tarde, a ver los toros de Victorino, un pistoletazo de salida de auténtico lujo para la temporada de la capital de España. Yo al menos así lo sentía, tenía muchísima ganas de verme de nuevo sentado en un tendido, tenía muchísimas ganas de ver un nuevo paseíllo, de escuchar el pasodoble, los clarines y timbales, de ver al toro con su figura imponente galopar por el ruedo, de sentir el ruido de los capotamos, del encuentro con los caballos, de los olés, de las órdenes de los matadores, del arrastre de mulillas, en definitiva, volver a sentir el toreo en todas sus facetas. Y para quien no hay ido nunca a Vistalegre se lo recomiendo, porque al ser una plaza cubierta la acústica es totalmente diferente y se aprecian sonidos matices que al aire libre pasan desapercibidos y que ayudan a sentir lo que se ve con más intensidad. Por desgracia tengo que decir esto con sinceridad y con pena; me ha decepcionado ver que los tendidos de Vistalegre hayan estado ocupados en dos tercios, más o menos. A ver, no está mal si pensamos que es febrero y que no es Las Ventas, pero la ocasión y el motivo creo que merecían mayor respuesta por parte de los aficionados. Me esperaba más, o al menos lo deseaba, hubiera sido precioso ver un lleno de "no hay billetes". Me cuesta creer que en todo Madrid y alrededores no haya 10.000 personas que llenaran los tendidos de la plaza, máxime aún siendo el motivo que era, pero las cosas son como son y no como nos gustaría que fuesen. Por mucho empeño que pongan los ganaderos en criar toros, por mucho que las empresas pongan todo de su parte para programar carteles atractivos, por mucho que los toreros se entreguen para generar emoción, si los aficionados no responden la Fiesta se muere, y hoy la afición madrileña creo que no ha estado a la altura. Siento decirlo pero es lo que me sale de dentro. La mayor publicidad que puede tener el toreo es ver las plazas llenas, a la gente entrando en masa y saliendo felices para contar a todo el mundo lo que han sentido. Eso es fundamental si queremos defendernos de los ataques continuos, demostrar que somos muchos más y que no van a quitarnos lo nuestro. Mejor argumento no se puede dar a los talibanes prohibicionistas, a esos antis de pacotilla, que unos tendidos semivacíos. Esperaba más, de verdad.
Por cierto, y siguiendo con el tema de los aficionados, a ver si algunos mantienen el sentido de la orientación y la ubicación y son capaces de darse cuenta de donde están en cada momento. En Madrid pasa una cosa muy curiosa, que teniendo como tiene dos plazas de toros, una de primera, la de Las Ventas, y otra de segunda, la de Vistalegre, parece que algunos son incapaces de saber si están sentados en una u otra plaza. ¿Por qué lo digo?. Muy sencillo; esta tarde he sufrido el calvario de dos personajes que han debido volver a su casa hinchados de orgullo vanagloriándose de todo lo que saben de toros. ¡Toda la santa tarde se la han pasado criticando y sacando faltas!, que si eso no eran toros de Madrid, que si los kilos, que si los pitones, que si el trapío, que sin los caballos, que si no se cruzaba el torero a cada muletazo, que si la espada estaba unos milímetros allá o acá, que si tal, que si cual, daba igual, nada les parecía bien. Por supuesto, han soltado lo del ridículo "miau" tan común entre los "sabios" venteños. Vamos, toda la batería de tópicos con los que algunos quieren dárselas de exigentes y estrictos aficionados. Incluso, cuando se ha pedido la oreja para Curro Díaz y Emilio de Justo, se han permitido el lujo de soltar por la boca algo impropio de cualquiera que tenga un mínimo de educación o respeto, no digo ya un mínimo de afición: "han debido venir los paletos de fuera de Madrid". ¡Tócate las narices!. Y no eran solo los dos que tenía sentados a mis espaldas, por la plaza había unos cuantos más que se han dedicado a silbar y protestar constantemente al más puro estilo de ese tendido que todos sabemos. ¡A esos que se comportan de esa manera sí que no se les puede sacar de casa!. Uno de ellos, cuando varios aficionados más le han pedido que callara un poco, les ha respondido que tenía 69 años y llevaba muchos yendo los toros y que decía lo que le daba la gana. Pues si cada tarde que va a los toros se avinagra como la ha hecho este sábado no entiendo por qué va. Los toros son para disfrutar, son para emocionarse y para que los sentimientos fluyan, no para criticar, amargarse y buscar siempre el fallo o la excusa para protestar con afán de hacerse notar o creerse el que más sabe. Dime de qué presumes y te diré de qué careces, pero allá cada cual. Exigencia e intransigencia son cualidades que están separados por una fina línea y mientras la primera es beneficiosa, la segunda es letal al menos para el toreo. Es decir, que hay que saber donde se está y valorar cada cosa en su lugar. Además siempre se ha dicho que a cada torero hay que medirle en función del toro que tiene enfrente, igual que al toro hay que valorarlo en función de la categoría de la plaza en la que se lidia. Esto viene al caso de esas protestas que han salido de algunos tendidos sobre la presentación de los toros de Victorino. Otra vez vuelvo a lo mismo. No sé si eran conscientes que Madrid es muy grande y que, repito, tiene dos plazas, que existe mundo más allá de Las Ventas, a lo mejor hay que explicárselo más y más. No sé si eran conscientes que ayer estaban en la de segunda categoría y que la presencia que se exige a los toros no es la misma que en una de primera. ¡Que hasta ahí llegamos todos!, aunque ciertos sabios nos consideren unos absolutos ignorantes. Pues algunos erre que erre con los kilos y el trapío. A mi personalmente me ha gustado la corrida, creo que ha estado en tipo aunque es cierto que ha sido desigual de hechuras, pero los seis que se han lidiado han estado en tipo, serios y astifinos, con el hocico afilado, estrechos de sienes y esa cara tan típica de este encaste Albaserrada-Saltillo, perfectamente reconocibles todos ellos, proporcionados, en definitiva, con el trapío que se exige en una plaza de segunda. ¿Que alguno de los seis no valdría para lo que se debe exigir en Las Ventas?. Pues sí, claro, ni probablemente en Bilbao tampoco, pero es que este sábado estábamos a 12 Km, en Vistalegre, a ver si nos situamos. A mi sí me han gustado, y mucho, los toros que ha traído Victorino por tipo, hechuras y seriedad para esa plaza y muchas más. Otro cantar es el juego, con un primero noble, un segundo manejable, un gran tercero exigente, encastado y bravo, el cuarto con clase, y quinto y sexto con poco recorrido y revolviéndose, aunque si hay una nota positiva que en mi opinión ha marcado la corrida ha sido la humillación, aunque por otro lado me haya parecido que en el aspecto negativo haya estado la escasa duración en general y blandura y falta de fuerzas en varios de ellos.
¿Y la terna?. Pues digo lo mismo, que yo me lo pasé muy bien y disfruté con el toreo de Curro Díaz, Daniel Luque y Emilio de Justo, quienes a mi modo de entender anduvieron solventes con pasajes de mucha belleza y toreo de empaque, especialmente con el toreo de capa, con toros alegres de salida, humillando y metiendo bien la cara en los capotes, con. Curro Díaz recibió al primero con unas verónicas templadas y acompasadas rematadas con una media de cartel que arrancaron los primeros olés y en el cuarto entendió perfectamente que al toro había que lidiarlo por bajo más que estirarse con el capote y lo llevó por bajo, andándole hacia atrás para sacarlo a los medios y allí rematar con otra media cargada de gusto y sabor. Daniel Luque demostró una vez más con el segundo lo magnífico capotero que es. Verónicas suaves, lentas, meciendo al toro, ganándole pasos para rematar también con una media bellísima. Y Emilio de Justo brilló ante el tercero con lances templados flexionando las rodillas, de enorme carga estética, alargando el viaje del toro para terminar rematando con una media y una revolera también con la rodilla flexionada que puso en pie a la plaza.
En el caballo creo que a la corrida se le picó lo que había que picar. Soy amante y defensor del tercio de varas porque es un pilar básico de la lidia, pero como decía al principio, en cada plaza debe ejecutarse acorde a su categoría. Y ayer en Vistalegre, salvo al tercero, se les dio un solo puyazo, que entre otras cosas es lo que dicta el reglamento para plazas de segunda. ¿Que se puede poner al toro en el peto más veces? Por supuesto, pero si el toro se considera picado con un puyazo me parece bien. Una vez más creo que algunos se confundieron de sitio al reclamar y reclamar en todos los toros una segunda entrada al caballo. Sobran comentarios. En este tercio merece la pena destacar a Curro Sánchez en el cuarto y a Mario Benítez en el tercero que colocaron dos puyazos delanteros a sendos toros que empujaron con celo y codicia, metiendo los riñones con clase y fuerza, tanto que el cuarto llevó al caballo de Sánchez hasta los mismísimos medios. Dos grandes tercios de varas que resultaron vibrantes y emocionantes a más no poder. De igual manera que brillante estuvo la cuadrilla de Daniel Luque en banderillas, con Juan Contreras saludando desmonterado tras sus dos pares al segundo, magníficos, cuadrando en la cara, perfecto en la reunión y la colocación, igual que Raúl Caricol, que puso un par al quinto, un toro complicado que echaba la cara arriba, asomándose al balcón, con el pitón del toro a milímetros del chaleco, exponiendo una enormidad y saliendo de la suerte con una torería extraordinaria. También hubiera merecido saludar desmonterado pero en esta ocasión no entiendo como la ovación fue tan escasa.
En la muleta hubo dos toros que sobresalieron con diferencia, tercero y cuarto. A los demás les faltó duración al fallarles las fuerzas. Curro Díaz es uno de esos toreros que tienen algo especial, ese pellizco que en un detalle, en un lance suelto y en un segundo es capaz de generar emoción a raudales. Así fue en el primero, en una faena cargada de gusto pero un tanto desigual, algo falta de continuidad, con altos y bajos, pero con momento de enorme intensidad. Así fueron los trinchazos de inicio, de cartel y una tanda por el pitón izquierdo rotunda, naturales limpios y hondos y algún redondo de mucha clase, como los remates por bajo y un gran pase de pecho. Tuvo que tirar él de un toro que se quedaba corto y que sabía lo que se dejaba por detrás, demostrando mando, firmeza, entrega y valor, además de colocar una muy buena estocada. La petición de oreja fue insuficiente y la cosa quedó en una cerrada ovación saludada desde el tercio. Con el cuarto creo que vimos al jienense en toda su dimensión. Toreo vertical, relajado, desmayado, de muchos quilates ante un toro bravo con recorrido y transmisión. Redondos profundos, bajando la mano, ligando los muletazos en varias series de toreo de altos vuelos que hicieron retumbar Vistalegre, aunque a los dos de mi espalda les pareciera que "no se cruzaba" lo suficiente. Yo no sé, pero a mi me gusta el toreo templado y ligado y para ligar las tandas es IMPOSIBLE estar siempre cruzado, ¡que manía!. Pero hay gustos para todo, y si a alguno le gusta que el torero de un muletazo, pase el toro, se pare, vuelva a colocarse y se cruce mucho, mucho, mucho hasta incluso más allá del pitón contrario, pues muy bien, pero a mi me aburriría al tercer cruce. Personalmente de los cruces me gusta, como la canción de Los Secretos, el primer cruce y los de la cuarta sevillana. En el toreo prefiero la emoción y la transmisión de las series ligadas. también buenos los naturales templados y alguno con hondura, si bien el de Victorino bajaba un tanto el tono por el pitón izquierdo. Una estocada desprendida no fue obstáculo para que se pidiera con fuerza una oreja merecida a mi modo de ver.
Emilio de Justo conoce este encaste a la perfección. Como él mismo dice le debe prácticamente todo lo que es y su carrera a los albaserradas. Lo demostró ante el tercero, con unos doblones de inicio cargados de emoción, con temple, despacio, barriendo la arena con la muleta para llevárselo más allá de la segunda raya. Los olés retumbaron de nuevo. Toro con movilidad y transmisión y con peligro sordo, con mucho que torear y al que había que poder, porque si no se hace así este encaste enseguida pasa por encima del que se ponga delante. Tragó mucho el cacereño y compuso series en redondo de mucha clase, siempre por bajo, adelantando la muleta, llevando al victorino muy toreado, igual que la. natural, con temple y hondura en series ligadas gracias a una magnifica colocación. La estocada volcándose sobre el morrillo valió una oreja de ley. Ante el sexto pocas opciones tuvo De Justo. Toro soso y sin emoción, sin entrega, desentendido, pasaba sin más. Lo intentó en vano el extremeño y se desvaneció la posibilidad de abrir la puerta grande.
El sevillano Daniel Luque tuvo en el segundo un toro manejable y que humillaba una barbaridad, siempre con el hocico olisqueando la arena, pero le faltó duración. Toreó muy lento el de Gerena por ambos pitones , templando y bajando la mano, con suavidad, cuidando del toro ante su falta de fuelle, muy evidente a mitad de faena cuando empezó a puntear las telas. Muy solvente Luque, mostrando una técnica y un conocimiento enorme, pero a su oponente le faltó ese punto de chispa y energía necesario para transmitir. Ante el quinto poco pudo hacer. Un animal deslucido, a la defensiva, revolviéndose y buscando, con peligro evidente, algo nada inusual en este encaste, por cierto. Se puso Luque, lo intentó pero tuvo que desistir ante la imposibilidad de sacar un solo pase.
Me alegré mucho de haber estado ayer en Vistalegre, disfruté con el toreo y con los toros, lo pasé muy bien. Yo no sé si fue por las enormes ganas que tenía de sentarme en un tendido y ver toros de nuevo, no sé si fue por la ilusión con la que fui a Vistalegre porque la ocasión lo merecía, no sé si es que fui con ganas de disfrutar aunque fuera del mínimo detalle, pero el caso es que volví a casa sintiendo la alegría que esta maravillosa afición me aporta. Y creo que al final eso debe ser esta Fiesta, un Arte en el que lo que prima es la emoción, los sentimientos y la pasión, sea la plaza que sea. Ayer lo viví y lo sentí así.
Antonio Vallejo
Por cierto, y siguiendo con el tema de los aficionados, a ver si algunos mantienen el sentido de la orientación y la ubicación y son capaces de darse cuenta de donde están en cada momento. En Madrid pasa una cosa muy curiosa, que teniendo como tiene dos plazas de toros, una de primera, la de Las Ventas, y otra de segunda, la de Vistalegre, parece que algunos son incapaces de saber si están sentados en una u otra plaza. ¿Por qué lo digo?. Muy sencillo; esta tarde he sufrido el calvario de dos personajes que han debido volver a su casa hinchados de orgullo vanagloriándose de todo lo que saben de toros. ¡Toda la santa tarde se la han pasado criticando y sacando faltas!, que si eso no eran toros de Madrid, que si los kilos, que si los pitones, que si el trapío, que sin los caballos, que si no se cruzaba el torero a cada muletazo, que si la espada estaba unos milímetros allá o acá, que si tal, que si cual, daba igual, nada les parecía bien. Por supuesto, han soltado lo del ridículo "miau" tan común entre los "sabios" venteños. Vamos, toda la batería de tópicos con los que algunos quieren dárselas de exigentes y estrictos aficionados. Incluso, cuando se ha pedido la oreja para Curro Díaz y Emilio de Justo, se han permitido el lujo de soltar por la boca algo impropio de cualquiera que tenga un mínimo de educación o respeto, no digo ya un mínimo de afición: "han debido venir los paletos de fuera de Madrid". ¡Tócate las narices!. Y no eran solo los dos que tenía sentados a mis espaldas, por la plaza había unos cuantos más que se han dedicado a silbar y protestar constantemente al más puro estilo de ese tendido que todos sabemos. ¡A esos que se comportan de esa manera sí que no se les puede sacar de casa!. Uno de ellos, cuando varios aficionados más le han pedido que callara un poco, les ha respondido que tenía 69 años y llevaba muchos yendo los toros y que decía lo que le daba la gana. Pues si cada tarde que va a los toros se avinagra como la ha hecho este sábado no entiendo por qué va. Los toros son para disfrutar, son para emocionarse y para que los sentimientos fluyan, no para criticar, amargarse y buscar siempre el fallo o la excusa para protestar con afán de hacerse notar o creerse el que más sabe. Dime de qué presumes y te diré de qué careces, pero allá cada cual. Exigencia e intransigencia son cualidades que están separados por una fina línea y mientras la primera es beneficiosa, la segunda es letal al menos para el toreo. Es decir, que hay que saber donde se está y valorar cada cosa en su lugar. Además siempre se ha dicho que a cada torero hay que medirle en función del toro que tiene enfrente, igual que al toro hay que valorarlo en función de la categoría de la plaza en la que se lidia. Esto viene al caso de esas protestas que han salido de algunos tendidos sobre la presentación de los toros de Victorino. Otra vez vuelvo a lo mismo. No sé si eran conscientes que Madrid es muy grande y que, repito, tiene dos plazas, que existe mundo más allá de Las Ventas, a lo mejor hay que explicárselo más y más. No sé si eran conscientes que ayer estaban en la de segunda categoría y que la presencia que se exige a los toros no es la misma que en una de primera. ¡Que hasta ahí llegamos todos!, aunque ciertos sabios nos consideren unos absolutos ignorantes. Pues algunos erre que erre con los kilos y el trapío. A mi personalmente me ha gustado la corrida, creo que ha estado en tipo aunque es cierto que ha sido desigual de hechuras, pero los seis que se han lidiado han estado en tipo, serios y astifinos, con el hocico afilado, estrechos de sienes y esa cara tan típica de este encaste Albaserrada-Saltillo, perfectamente reconocibles todos ellos, proporcionados, en definitiva, con el trapío que se exige en una plaza de segunda. ¿Que alguno de los seis no valdría para lo que se debe exigir en Las Ventas?. Pues sí, claro, ni probablemente en Bilbao tampoco, pero es que este sábado estábamos a 12 Km, en Vistalegre, a ver si nos situamos. A mi sí me han gustado, y mucho, los toros que ha traído Victorino por tipo, hechuras y seriedad para esa plaza y muchas más. Otro cantar es el juego, con un primero noble, un segundo manejable, un gran tercero exigente, encastado y bravo, el cuarto con clase, y quinto y sexto con poco recorrido y revolviéndose, aunque si hay una nota positiva que en mi opinión ha marcado la corrida ha sido la humillación, aunque por otro lado me haya parecido que en el aspecto negativo haya estado la escasa duración en general y blandura y falta de fuerzas en varios de ellos.
¿Y la terna?. Pues digo lo mismo, que yo me lo pasé muy bien y disfruté con el toreo de Curro Díaz, Daniel Luque y Emilio de Justo, quienes a mi modo de entender anduvieron solventes con pasajes de mucha belleza y toreo de empaque, especialmente con el toreo de capa, con toros alegres de salida, humillando y metiendo bien la cara en los capotes, con. Curro Díaz recibió al primero con unas verónicas templadas y acompasadas rematadas con una media de cartel que arrancaron los primeros olés y en el cuarto entendió perfectamente que al toro había que lidiarlo por bajo más que estirarse con el capote y lo llevó por bajo, andándole hacia atrás para sacarlo a los medios y allí rematar con otra media cargada de gusto y sabor. Daniel Luque demostró una vez más con el segundo lo magnífico capotero que es. Verónicas suaves, lentas, meciendo al toro, ganándole pasos para rematar también con una media bellísima. Y Emilio de Justo brilló ante el tercero con lances templados flexionando las rodillas, de enorme carga estética, alargando el viaje del toro para terminar rematando con una media y una revolera también con la rodilla flexionada que puso en pie a la plaza.
En el caballo creo que a la corrida se le picó lo que había que picar. Soy amante y defensor del tercio de varas porque es un pilar básico de la lidia, pero como decía al principio, en cada plaza debe ejecutarse acorde a su categoría. Y ayer en Vistalegre, salvo al tercero, se les dio un solo puyazo, que entre otras cosas es lo que dicta el reglamento para plazas de segunda. ¿Que se puede poner al toro en el peto más veces? Por supuesto, pero si el toro se considera picado con un puyazo me parece bien. Una vez más creo que algunos se confundieron de sitio al reclamar y reclamar en todos los toros una segunda entrada al caballo. Sobran comentarios. En este tercio merece la pena destacar a Curro Sánchez en el cuarto y a Mario Benítez en el tercero que colocaron dos puyazos delanteros a sendos toros que empujaron con celo y codicia, metiendo los riñones con clase y fuerza, tanto que el cuarto llevó al caballo de Sánchez hasta los mismísimos medios. Dos grandes tercios de varas que resultaron vibrantes y emocionantes a más no poder. De igual manera que brillante estuvo la cuadrilla de Daniel Luque en banderillas, con Juan Contreras saludando desmonterado tras sus dos pares al segundo, magníficos, cuadrando en la cara, perfecto en la reunión y la colocación, igual que Raúl Caricol, que puso un par al quinto, un toro complicado que echaba la cara arriba, asomándose al balcón, con el pitón del toro a milímetros del chaleco, exponiendo una enormidad y saliendo de la suerte con una torería extraordinaria. También hubiera merecido saludar desmonterado pero en esta ocasión no entiendo como la ovación fue tan escasa.
En la muleta hubo dos toros que sobresalieron con diferencia, tercero y cuarto. A los demás les faltó duración al fallarles las fuerzas. Curro Díaz es uno de esos toreros que tienen algo especial, ese pellizco que en un detalle, en un lance suelto y en un segundo es capaz de generar emoción a raudales. Así fue en el primero, en una faena cargada de gusto pero un tanto desigual, algo falta de continuidad, con altos y bajos, pero con momento de enorme intensidad. Así fueron los trinchazos de inicio, de cartel y una tanda por el pitón izquierdo rotunda, naturales limpios y hondos y algún redondo de mucha clase, como los remates por bajo y un gran pase de pecho. Tuvo que tirar él de un toro que se quedaba corto y que sabía lo que se dejaba por detrás, demostrando mando, firmeza, entrega y valor, además de colocar una muy buena estocada. La petición de oreja fue insuficiente y la cosa quedó en una cerrada ovación saludada desde el tercio. Con el cuarto creo que vimos al jienense en toda su dimensión. Toreo vertical, relajado, desmayado, de muchos quilates ante un toro bravo con recorrido y transmisión. Redondos profundos, bajando la mano, ligando los muletazos en varias series de toreo de altos vuelos que hicieron retumbar Vistalegre, aunque a los dos de mi espalda les pareciera que "no se cruzaba" lo suficiente. Yo no sé, pero a mi me gusta el toreo templado y ligado y para ligar las tandas es IMPOSIBLE estar siempre cruzado, ¡que manía!. Pero hay gustos para todo, y si a alguno le gusta que el torero de un muletazo, pase el toro, se pare, vuelva a colocarse y se cruce mucho, mucho, mucho hasta incluso más allá del pitón contrario, pues muy bien, pero a mi me aburriría al tercer cruce. Personalmente de los cruces me gusta, como la canción de Los Secretos, el primer cruce y los de la cuarta sevillana. En el toreo prefiero la emoción y la transmisión de las series ligadas. también buenos los naturales templados y alguno con hondura, si bien el de Victorino bajaba un tanto el tono por el pitón izquierdo. Una estocada desprendida no fue obstáculo para que se pidiera con fuerza una oreja merecida a mi modo de ver.
Emilio de Justo conoce este encaste a la perfección. Como él mismo dice le debe prácticamente todo lo que es y su carrera a los albaserradas. Lo demostró ante el tercero, con unos doblones de inicio cargados de emoción, con temple, despacio, barriendo la arena con la muleta para llevárselo más allá de la segunda raya. Los olés retumbaron de nuevo. Toro con movilidad y transmisión y con peligro sordo, con mucho que torear y al que había que poder, porque si no se hace así este encaste enseguida pasa por encima del que se ponga delante. Tragó mucho el cacereño y compuso series en redondo de mucha clase, siempre por bajo, adelantando la muleta, llevando al victorino muy toreado, igual que la. natural, con temple y hondura en series ligadas gracias a una magnifica colocación. La estocada volcándose sobre el morrillo valió una oreja de ley. Ante el sexto pocas opciones tuvo De Justo. Toro soso y sin emoción, sin entrega, desentendido, pasaba sin más. Lo intentó en vano el extremeño y se desvaneció la posibilidad de abrir la puerta grande.
El sevillano Daniel Luque tuvo en el segundo un toro manejable y que humillaba una barbaridad, siempre con el hocico olisqueando la arena, pero le faltó duración. Toreó muy lento el de Gerena por ambos pitones , templando y bajando la mano, con suavidad, cuidando del toro ante su falta de fuelle, muy evidente a mitad de faena cuando empezó a puntear las telas. Muy solvente Luque, mostrando una técnica y un conocimiento enorme, pero a su oponente le faltó ese punto de chispa y energía necesario para transmitir. Ante el quinto poco pudo hacer. Un animal deslucido, a la defensiva, revolviéndose y buscando, con peligro evidente, algo nada inusual en este encaste, por cierto. Se puso Luque, lo intentó pero tuvo que desistir ante la imposibilidad de sacar un solo pase.
Me alegré mucho de haber estado ayer en Vistalegre, disfruté con el toreo y con los toros, lo pasé muy bien. Yo no sé si fue por las enormes ganas que tenía de sentarme en un tendido y ver toros de nuevo, no sé si fue por la ilusión con la que fui a Vistalegre porque la ocasión lo merecía, no sé si es que fui con ganas de disfrutar aunque fuera del mínimo detalle, pero el caso es que volví a casa sintiendo la alegría que esta maravillosa afición me aporta. Y creo que al final eso debe ser esta Fiesta, un Arte en el que lo que prima es la emoción, los sentimientos y la pasión, sea la plaza que sea. Ayer lo viví y lo sentí así.
Antonio Vallejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario