domingo, 29 de septiembre de 2019

2ª de Otoño, primera de desilusión


Decepcionante, desilusionante resultó la corrida de ayer. No hay más, ese es el resumen de lo que fue la tarde, quizás solo con el añadido del cabreo final  de unos aficionados aburridos del pobre juego de los toros de Puerto de San Lorenzo-La Ventana del Puerto. Público que, dicho sea de paso, llenó tan solo media plaza, decepcionante, desilusionarte y preocupante registro. Y fue una pena, porque en lo que a presentación y presencia se refiere el encierro fue intachable. Seis toros con trapío, muy serios, primero, segundo y sexto muy ofensivos, especialmente el último, espeluznante, dos perchas brutales, tremendo, una exageración me atrevería a decir, pero se quedó ahí en la fachada, preciosa para ver en el campo pero para ver en la plaza no sirvió. Corrida sosa y deslucida, con un un punto de mansedumbre, poca humillación, varios ejemplares soltando la cara con peligro, sin recorrido y escasa duración. Tan solo la nobleza y un cierto fondo de clase del primero junto al noble pero muy justo de fuerzas segundo permitieron algo. El resto, como suele decirse, se dejó muy poco o nada.
Se pueden sacar cuentagotas y contar con los dedos de una mano los momentos en los que la terna integrada por Daniel Luque, Juan Leal y Juan Ortega pudieron lucir el toreo. Ya la salida del primero de la tarde haciendo presagiar lo que podía venir después. No le había pegado Luque ni un capotazo cuando el atanasio intentó saltar la barrera y buscar la huida por el callejón. Mala pinta, aunque pareciera muy pronto y quedara toda la tarde por delante. Probablemente en este toro vimos lo más interesante de la tarde, con las verónicas de saludo, templadas, con la clase y el gusto que el sevillano atesora en el capote, una bonita rivalidad en quites, por ceñidas saltilleras Juan Leal y mecidas verónicas rematadas por una media de escándalo de Luque, y un inicio de faena cargado de torería, andándole al toro con elegancia, llevándolo muy templado, suave, sacándolo a los medios para interpretar una serie en redondo repleta de sabor, temple y suavidad, ciñéndose la embestida a la cintura. Y se acabó, el toro dijo  no y fue imposible que la faena rompiera. El cuarto tampoco aportó nada, con tendencia a huir, soso y deslucido. De nuevo dibujó el sevillano lances de capote marca de la casa y en la muleta estuvo muy por encima, seguro, solvente, con facilidad, conduciéndolo con clase, mandando, todo lo hizo bien, pero la sosa embestida del de La Ventana del Puerto no permitió más. Lo que Daniel Luque dejó claro ayer es que está en un momento esplendoroso, con una facilidad tremenda y que como le salga un toro que embista monta el lío gordo.
Juan Leal tuvo en el segundo un toro noble con el que lo mejor lo vimos en el arranque de faena, de rodillas, pasándoselo por la espalda, electrizante, para incorporase y dibujar dos buenas tandas en las que el de El Puerto se movió y tuvo emoción. Luego el trasteo se fue diluyendo, un tanto por fuera, censurado constantemente por parte del público y sin levantar el vuelo. No gustó el francés que escuchó pitos tras pasaportar a este segundo. El quinto fue un toro soso, sin entrega, además de bronco, soltando la cara con violencia, tornillazos a diestra siniestro que no permitió a Leal sacar multemos limpios aunque lo intentó dándole distancia y tratando de bajarle la mano, pero el atanasio se defendía y protestaba con peligro. Imposible a todas luces y silencio en la despedida del francés.
Otro Juan completaba el cartel, esta vez del apellido probablemente con más tradición en la historia del toreo, Ortega. Poca suerte tuvo con el tercero, un toro abanto, sin fijeza, muy suelto, que buscaba las tablas con ahínco, áspero en su embestida, muy irregular, sin acabar de pasar. Lo intentó el sevillano que dejó detalles de toreo preciosista, remates por bajo cargados de sabor, aromas del sur y olores de Romero, pero sin continuidad, sin tiro, muy irregular, destellos en medio del tono gris de la faena. Al imponente sexto sí que le pudo pegar algunas verónicas sueltas repletas de gusto, acunando la embestida, muy suaves, jugando las manos con dulzura, y arrancó la faena con torería, andando en la cara del toro, llevándolo muy suave, acariciándole con la franela a cada pase, llevándolo a los medios con elegancia y gusto. Y poco más, nada por el pitón izquierdo por el que se revolvía y soltaba la cara con violencia y por le derecho tragaba los dos primeros redondos de cada serie, al tercero más de lo mismo, brusquedad y violencia. Por si fuera poco el público tenía agotada la paciencia y aunque algunos trincherazos tuvieron mucho sabor y el macheteo final fue de lo mejor nada de lo que hizo se le valoró, estaba todo en contra y nada iba a cambiarlo. Dos silencios dijeron adiós al sevillano en su paso por el Otoño madrileño.
Visto esto de ayer y en espera de lo que hay para esta tarde me surgen varias preguntas. Por ejemplo, no dudo del mérito de Leal y Ortega para estar acartelados ayer, pero desde que vi la composición de la Feria de Otoño me llamó la atención la ausencia de David de Miranda, una de las máximas revelaciones de San Isidro con su Puerta Grande y un toreo celestial, y de Diego Urdiales, gran triunfador del pasado Otoño. ¿No había sitio para ellos en un día como el de ayer? No sé lo que hubiera pasado porque los toros de Puerto de San Lorenzo salieron como salieron, pero me jugaría una cena a que la entrada habría sido mucho mejor. Y otra pregunta, o mejor dicho, una tristeza que me duele profundamente porque hay una ausencia que para mi pone en evidencia una falta de sensibilidad y respeto por parte de la empresa. En el pasado San Isidro se puso en marcha el famoso bombo. La Feria tenía dos pilares, Roca Rey y Enrique Ponce. Enrique, con casi 30 años de alternativa, dijo que sí desde el principio y no puso pega alguna a la empresa, todo fueron facilidades y colaboración. Luego vino su lesión de rodilla y gracias a que Juli se puso serio y aceptaron sus condiciones pudo Simón Casas salvar la situación. Ponce se ha recuperado de su grave lesión en tiempo récord, ejemplo de pundonor y profesionalidad, ha vuelto en plenas facultades y lo ha bordado en este verano, además de comportarse con las ganas de un novillero que empieza. Digo yo, ¿no tenía cabida en al corrida de esta tarde? Toros de Victoriano del Río, Nuñez del Cuvillo y Juan Pedro Domecq para el mano a mano entre Miguel Ángel Perera y Paco Ureña. ¿No podía ser una terna?. Me imagino que tendrán sus razones, pero repito, me parece una falta de sensibilidad y más aún de respeto hacia la máxima figura del toreo de hoy y siempre, que acudió al rescate del bombo sin dudarlo y que para mi debía estar presente en este Otoño madrileño, hoy u otro día, pero creo que es lo mínimo que merecía el maestro Ponce.
Por cierto, lo de hoy. Conociendo como conozco a cierto sector de la plaza, recordando la que se montó porque Perera cortó dos orejas y abrió la Puerta Grande al inicio de San Isidro, sabiendo de las fobias, Miguel Angel es una de ellas, y las filias, Ureña es hoy por hoy su consentido absoluto, del sector más intransigente, el que quiere imponer sus caprichos porque sí, mucho me temo pero creo que para Perera puede ser un infierno de tarde, esperando al mínimo detalle para abroncarle y sin pasarle ni media. A lo mejor me equivoco, ojalá, pero huele a encerrona. En cualquier caso, en hora y media saldré de dudas.

Antonio Vallejo 

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