Ayer lo dejé escrito y no me equivocaba. Desde el inicio se vio con claridad que lo de ayer no era un mano a mano al uso, era otra cosa, era más un enfrentamiento a ver quien ganaba. Fue romperse el paseíllo y romper la plaza en una ovación que yo entiendo que debía ser para ambos matadores. Los dos abrieron la Puerta Grande el pasado San Isidro y por tanto se habían ganado más que de sobra el derecho a estar en este Otoño. Pero no fue así, había uno que jugaba en casa y otro que era el rival, o eso pareció cuando el sector que pretende imponer el dictado a la plaza comenzó a silbar y protestar que Miguel Ángel Perera saliera junto a Paco Ureña a recoger dicha ovación, algo de lo que incompresiblemente se contagiaron otros tendidos. Vergonzoso comportamiento, más propio de hooligans que de aficionados taurinos. Pero una vez más, y son ya muchas, este grupo quedó en evidencia y se le vieron todas sus vergüenzas, esa es la grandeza del toreo, que al final pone a cada cual en su sitio. Ellos venían a ver a Paco Ureña y a verle triunfar sea como fuese, y para eso había que ningunear y si es posible reventar cuanto hiciera Perera. No querían que saludara, pues toma, que tras la muerte del quinto tuvieron que aguantar una vuelta al ruedo de las de más peso tras una faena que posiblemente sea la mejor de esta Feria de Otoño y una de las mejores de la temporada no solo en Las Ventas, sino en toda España. A ver si lo aprenden de una vez, a los toros no se puede ir con fobias y filias, ni cargado de mantas verdes que agitan según que hierro y que torero, que no, que eso no es de aficionado. Luego pasa lo que pasa, que hacen el ridículo como ayer lo hicieron.
Saltaba al ruedo el quinto de la tarde, Portugués, de Nuñez del Cuvillo, que no había pasado aún la segunda raya del tercio y ya lo estaban protestando. Un colorado ancho de sienes y abierto de cara, ofensivo, con seriedad y presencia, para mi gusto en tipo, quizás incluso algo "regordío", pero que al menos a mi me gustó en cuanto a presentación y estampa. ¿Problema?. Pues no lo sé, pero intuyo que dos. Uno que era de Cuvillo y otro que "solo" marcaba 525 Kg en la tablilla. Pero vamos a ver, señores sabios, que cada encaste y cada ganadería tiene su tipo y este toro, al menos a mi modo de ver, tenía buenas hechuras y además eran las propias de un toro de Cuvillo. Cierto es que salió con la cara alta, un trote que daba sensación de ir cansino y en le capote echó las manos por delante, pero no me parecen argumentos suficientes para empezar a agitar los gigantes pañuelos verdes con la vehemencia que lo hicieron. Es más, el toro no perdió las manos ni una sola vez, ni al entrar al caballo ni al salir, pero daba igual, como era de Cuvillo todo lo que se pueda protestar es poco. Resulta que en banderillas Portugués se mueve y su tranco no parece precisamente malo. Que se lo pregunten a Curro Javier cuando se le arrancó pronto, como se le vino y como le apretó para colocar dos magníficos pares de banderillas, con la seguridad y la solvencia que caracteriza a este sensacional torero de plata que ayer tarde completaba un elenco de auténtico lujo junto a José Chacón, Javier Ambel, Jesús Arruga, Curro Vivas, Agustín de Espartinas,Victor Hugo Saugar "Pirri" y Álvaro López "Azuquita". Con estos nombres no es de extrañar que durante toda la corrida disfrutaremos con una brega extraordinaria y unos tercios de banderillas sobresalientes, menudos toreros de plata. Y esa condición de Portugués la vio Perera con mucha claridad para tomar la muleta y sin dudarlo un segundo encaminarse hasta la boca de riego para desde allí citar al de Cuvillo muy en largo. Y miren ustedes por donde que el toro se arranca pronto y con un tranco sensacional, y que encima humilla y mete la cara en la muleta con una clase descomunal, y que además persigue la franela con celo y codicia, y que encima repite, y que para colmo tiene recorrido, y que no se cansa de embestir, y que... ¿Donde estaban las mantas verdes?. Escondidas bajo la vergüenza y el ridículo. Esa fue la primera tanda por el pitón derecho, y a esa le siguieron no sé cuantas más, todas en los medios, citándolo muy en largo y con Portugués embistiendo con bravura, galope alegre y ágil, siempre por la cara por abajo, repitiendo en la muleta que Perera le ofrecía adelantada y planchada citando de frente, embarcando la embestida con un temple y un mando descomunal, viaje largo, poder y ligazón, la mano muy baja, enroscándoselo a la cintura, todo con verdad absoluta, una y otra tanda, los olés rotundos, la plaza entregada y algunos con las orejas gachas aguantando el temporal de toreo. De verdad, ¿compensa ir con esa mala leche a los toros y no disfrutar de faenas como la del extremeño al toro de Cuvillo?. Series en redondo magistrales, no sé cuantas fueron, cinco o seis seguro, pero si sé que en todas gozamos del toreo en su máxima expresión, profundas, acopladas y encajadas que remató con unos de pecho maravillosos. Por el pitón izquierdo aún fue mejor si cabe, igual de largo, igual de pronto y alegre, igual de bravo. Naturales con hondura, citando también de frente, la muleta adelantada, mano baja, acople perfecto, los vuelos acariciando cada embestida, temple, emoción y transmisión, comunión perfecta toro-torero-afición, una auténtica locura en cada olé, Madrid rendido a la evidencia del toreo de verdad, la plaza en pie, con las manos rotas de aplaudir. Para rematar la faena Miguel Ángel se echa la muleta atrás, también le da distancia y Portugués que a esas alturas de la faena sigue arrancándose con buen tranco sin dudar en busca de unas bernardinas finales ajustadísimas que hilvanó con uno de pecho larguísimo, un pase de la firma lleno de sabor y otro de pecho como colofón que duró una eternidad. Y todo en los medios, de principio a fin, luciendo a un toro que fue bravo, noble, enclasado y encastado al que algunos quería devolver a corrales antes de que hubiera pasado las rayas del tercio. Sobran comentarios. La temperatura estaba a mil, las pulsaciones de Perera supongo que a cien mil, era faena de dos orejas sin discusión alguna, y si llega a matarlo donde lo intentó no descarta que merecedora de más premio. Como he dicho todo lo planteó en los medios y allí se perfiló para matar. Apuesta arriesgadísima, todo o nada, pero la valentía y la verdad se demuestran así. Una losa de decepción nos aplastó tras un pinchazo y un metesaca que a la postre hizo doblar al toro. Se esfumaron las orejas, algunos debieron respirar aliviados por no tener que soportar la humillación de uno de los triunfos más rotundos del que ayer no era "su" torero, como si el arte tuviera propietarios, pero para la inmensa mayoría fue un momento de bajón que se superó con una vuelta al ruedo apoteósica y mucho más que merecida y que hoy gana aún mucho más valor y peso porque lo que al final me queda en le alma es la catarata de emociones y sentimientos con el que Perera colmó con creces las ilusiones que uno puede tener cada día que va a la plaza a disfrutar con esta bendita afición que es el toreo.
Lo fácil ahora sería firmar y despedirme hasta el viernes, pero sería una injusticia hacerlo y quedaría fatal si olvido la oreja de ley y peso que Paco Ureña cortó al segundo, también de Nuñez del Cuvillo y también protestado por algunos de salida, pero yo no soy así, no voy con fobias, voy disfrutar del toreo y cuando surge el arte y la emoción en el capote o en la muleta me da igual el nombre. Negarle algo a Ureña sería, además, mezquino. Decía que a Portugués lo pitaron probablemente por sus 525 kg en la tablilla. Pues Ricardito, así se llamaba este segundo, marcó 524 Kg. Es lo que tiene estar en tipo, a ver si les entra a algunos en la cabeza, que el trapío no son kilos, que habrá que hacerles como en nuestra época de cole, que lo copien cien veces. Un toro de buenas hechuras y con mucha seriedad por delante que de salida parecía mansear, suelto, sin fijeza, que no dijo nada en el capote. Mejoró en el peto con dos puyazos arriba de Juan Francisco Peña en los que el de Cuvillo empujó con codicia y abajo comenzando a romper. Se lució Perera en un quite por gaoneras bellísimo en le que el toro mostró movilidad y más fijeza, cualidades que fueron a más en un buen tercio de banderillas a cargo de Agustín de Espartinas y "Azuquita". Arranca la faena por estatuarios, en terrenos del 7, entre las rayas, ayudados por alto de gran intensidad por la movilidad del toro a los que suceden dos trincherazos maravillosos y uno de pecho que pone a la plaza en pie. Toma la muleta con la izquierda y le obliga una enormidad en la primera tanda al natural, metiéndole muy por bajo, tanto que al tercer muletazo el de Cuvillo clava los pitones en la arena y se pega un costalazo que le hace daño. Quizás hubiera sido más apropiado un comienzo de faena con suavidad, ajustando la altura de inicio para ir bajando la mano poco a poco porque el toro lo permitía, humillaba con clase. De hecho en las siguientes tandas por el pitón izquierdo la suavidad y la medida de la altura fueron dominantes, mucho temple al natural, Ureña relajado, ciñendo la embestida, naturales hondos, bellísimos, ligando en el sitio, para rematar con unos de pecho de preciosa factura. Mismo registro por el pitón derecho, series en redondo acopladas, encajado, metiendo los riñones pero toreando con naturalidad, sin esa cierta exageración y ese puntito de estridencia que otras veces le he visto al murciano.Toreo en redondo de mucha profundidad aunque también tengo que decir que en algunos compases de las series el toro se paró entre un muletazo y otro, Ureña aguantó aunque quedara un tanto descolorado, algo por fuera, pero nadie se lo censuró, se esperó y ligó el muletazo. Y es que así debiera ser, hay que tener un poco de paciencia, que en Las Ventas a la milésima de segundo se empieza a protestar y a gritar lo del "crúzate"... según quien toree. Ayer a Ureña, "su" torero, no se lo censuraron, que por cierto es lo que se debe hacer, pero a todos igual. Un poco de paciencia les vendría bien para aplacar el bochorno del ridículo, que se apliquen algunos lo del quinto. Dicho esto, Ureña toreó de maravilla, profundo y con gusto, hubo un cambio de mano divino y unos de pecho majestuosos, pero eso no quita para decir que el viento le soplaba a favor pasara lo que pasara. El final de faena fue como me gusta, por bajo, lleno de sabor y torería, aromas de toreo eterno, que remató con una entera arriba que hizo rodar sin puntilla a Ricardito, un buen toro de Nuñez del Cuvillo, noble, enclasado y repetidor. Oreja de ley y de peso sin discusión alguna para Paco Ureña en una tarde en la que también demostró valor y mucha entrega ante el manso y peligroso sexto bis, un sobrero de José Vázquez ante el que demostró arrojo y tesón para robarle muletas que parecían imposibles al abrigo de las tablas del 5.
Fue, para mi, un gran mano a mano, lleno de emoción y con gran toreo en el que el extremeño Miguel Ángel Perera le dio la vuelta a la tortilla y dejó a muchos en evidencia con su verdad.
Antonio Vallejo
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