miércoles, 5 de febrero de 2020

Ponce y Adame salvan la primera del Aniversario


Magnífico el aspecto de La Plaza México ayer lunes para ver la primera de las dos corridas programadas con motivo del aniversario del coso de Insurgentes, con un ir y venir de aficionados por los aledaños de la plaza y unos tres cuartos de entrada en los tendidos, prácticamente lleno el numerado y notable aspecto en el general. Da gusto ver esta plaza así, con los tendidos poblados, no como por desgracia he visto en la mayoría de las corridas de esta Temporada Grande, más parecido a un páramo desierto que a otra cosa. 
El cartel acompañaba, sin duda, con Enrique Ponce, consentido de la afición mexicana, José Mauricio, que el  15 y 22 de diciembre abrió por partida doble la puerta grande capitalina, y Joselito Adame, máxima figura actual del toreo mexicano, para matar un encierro de Fernando de la Mora tan desigual en presentación y presencia, tercero y cuarto me han parecido los más serios y con mejores hechuras, como en juego. Salvando al sexto, el mejor de la corrida sin duda alguna, repetidor, con movilidad y humillación, y al noble y colaborador primero, el resto me ha parecido baja de raza y bravura, tarda, agarrada al piso y justa de fuerzas, a lo que sumar el peligro sordo en segundo y quinto. 
Enrique Ponce es más que un ídolo en La México, es uno de los que allí llaman "consentidos", un honor al alcance de muy pocos. La cariñosa y atronadora ovación que el valenciano recibió al romperse el paseíllo en reconocimiento a sus treinta años de alternativa así lo atestiguan. Y no les defraudó con el primero, un toro noble al que cuidó y administró con maestría por su justeza de fuerzas en una faena de inteligencia y telas de seda cargada de gusto y temple. Lo recibió por verónicas suaves, primero con desmayo aprovechando su movilidad y humillación, luego acompasadas y elegantes, para abrochar este saludo con una media bellísima, casi tanto como la larga cordobesa con la que dejó al de Fernando de la Mora ante el caballo o el quite por chicuelinas a manos bajas repletas de gusto y torería. Toro noble y con clase pero al que había que cuidar ante su justeza de fuerzas y que encontró en la franela de Ponce la medicina perfecta para lucir sus cualidades. Faena inteligente, dándole la altura precisa y el ritmo adecuado, consintiéndole al principio, todo con suavidad, ligando las series sin quitarle la muleta de la cara, llevándolo muy toreado, muy despacio. Se sucedieron las series en redondo enroscándose al toro a la cintura, derechazos eternos, parecían circulares, con los tendidos entregados a Ponce, para rematar con grandes de pecho y cambios de mano monumentales que arrancaron los olés unánimes de la afición. Por el izquierdo el toro protestaba, iba rebrincadao, pero el temple y la técnica de Enrique acabaron por embarcarle en una primera serie de naturales con hondura y despaciosidad de mucho mérito y otra serie en la postrimerías de la faena iniciada con un cambio de mano sublime para ligar los naturales con un temple y una hondura maravillosa. Las poncinas del epílogo pusieron en pie a la plaza antes de entrar a matar y dejar una entera algo trasera que revienta al de Fernando de la Mora. Petición de dos orejas  que el Juez de Plaza deja en una, lo que no me parece ni bien ni mal, pero lo que está claro es que cumplió el reglamento al otorgar la pedida por el público y reservarse la segunda según su criterio. Si hubiera concedido ambos apéndices también habría acertado porque creo que la faena por sí sola valía una oreja y la estocada volcándose, aunque algo defectuosa de colocación, fue fulminante y bien podía valer otra oreja por sí sola. A lo mejor si en vez de ocurrir en el primer toro hubiera sido el cuarto... ¡quien sabe!. Ante el cuarto no tuvo ninguna opción. Reservón desde que saltó a la arena, incierto en su embestida, tardo, agarrado al piso, sin fijeza, sin entrega, muy deslucido. Lo único bueno de este toro llegó en varas donde se arrancó con brío y buen tranco para  empujar con codicia en un extraordinario puyazo que José Palomares agarró arriba y delantero haciéndose merecedor de la fortísima ovación con la que abandonó el ruedo castoreño en mano. Pero fue un espejismo ya que en la muleta no sirvió para nada, reservón , con la cara lata, sin entrega. Lo intentó el valenciano a base de tesón y capacidad técnica llegando a robar algún muletazo suelto con cierto empaque, pero la falta de celo y codicia del animal impidieron el mínimo lucimiento. Repito, admirable que Ponce, con 30 años de alternativa, mostrara las fans y la disposición ante este toro que lo único que podía hacer es herirle, muestra de su dignidad y respeto por el toro y la Fiesta.
José Mauricio no pudo revalidar sus dos puertas grandes consecutivas en diciembre al toparse con un lote infumable. El segundo salió con las manos por delante y la cara por las nubes, punteando los capotes, sin emplearse lo mínimo. Lo intentó el torero capitalino en un vistoso quite por caleserinas pero nada más pudo hacer ya que a la muleta llegó sin recorrido ni entrega, con una embestida brusca, sin ritmo, incómodo, imposible a pesar de la firmeza y las toneladas de voluntad que derramó Mauricio. El final de faena por bajo, macheteo a la antigua fue, para mi, lo más acertado y lo mejor que se podía hacer con un toro de esas condiciones. Además ese toreo sobre los pies, doblándose y pudiendo la toro encierra también mucha belleza, por lo que no comprendo que algunos aficionados le censuraran ese tipo de lidia. El quinto fue un calco de lo que que he contado más el suplemento de la falta de fuerzas y su comportamiento a la defensiva, reponiendo y soltando la cara con enorme peligro, un toro orientado que sabe lo que buscaba. Poderoso y rotundo el mexicano, pudiendo por bajo, doblándose, echando la muleta al suelo en un macheteo de mucho mérito, derrochando valentía y algo más. De verdad, esa lidia también es torear, esa lidia es someter a un toro como ese, y si encima lo mata como lo hizo, un estoconazo sensacional, volcándose sobre el morrillo, exponiendo y siendo volteado, ¿por qué no pedir una oreja?. Opiniones hay para todos los gustos, pero jugársela como se la jugó Mauricio, con es verdad, bien merecía un premio.
Joselito Adame cortó otra oreja al tercero en una faena de auténtico macho a un toro que no decía nada, que como la mayoría de sus hermanos también echaba las manos por delante desde su salida, rebrincado, deslucido, con pocas fuerzas y que llegó a la muleta sin entrega, tardo, parado, protestó, soltando la cara. Joselito tiró de él de manera portentosa, arrancando muletazos de uno en uno, poniéndose en el sitio, con temple y poderío, demostrando su enorme capacidad lidiadora. Mucho mérito lo que hizo frente a la falta de ritmo y continuidad del toro, todo fruto del tesón, la firmeza, la técnica y el valor para acortar las distancias cuando el toro se paró, tragando los barones y aguantando brusquedades sin inmutarse, metido entre los pitones. Rotundo Adame, poderoso, para cortar una oreja de mérito que pasea entre alguna protestas para mi difíciles de justificar. Le quedaba el que cerraba plaza, un toro que tampoco de salida mostró virtudes como para volverse loco. Más de lo mismo, manos por delante y cara a media altura, pero el temple hace milagros y el hidrocálido compone un ramillete de verónicas sedosas llenas de clase. Toma un buen puyazo, delantero y medido, se le lidia de maravilla por parte de la cuadrilla de Joselito y es el mismo matador quien realiza un lucido quite por chicuelinas ajustadas y una media bellísima que hace retumbar a La México en olés. ¡Qué importante es la lidia y los primeros tercios!. Todo lo que se le hizo a este toro se hizo muy bien, quizás por eso fue a más en la muleta y rompió a bueno y bravo como lo hizo, amén de su fondo de raza y casta. Joselito lo toreó a la perfección, adelantó la muleta, lo embarcó y metió en los vuelos y condujo las embestidas tirando lo justo y necesario para alargar el viaje y completar redondos y naturales ligados por bajo, con profundidad y hondura, una sinfonía de toreo cargada de acordes de gusto y clase en la que la ligazón marcaba el ritmo y la cadencia el compás. Toreo caro, con empaque en el que tampoco faltaron los adornos por bajo, las trincherillas con sabor, los pases de desdén, los cambios de mano, faroles, los martinetes recibidos con locura por parte de los aficionados o las luquecinas finales llenas de torería. Una gran faena a un  buen toro que, honestamente, creo que fue aún mejor por el trato exquisito que le dio Joselito, obra y gracia de su técnica y su conocimiento. Intentó matarlo en la suerte de recibir pero al comprobar que no se le venía optó por el volapié y dejó algo más de media algo defectuosa que debió ser el motivo por el que el Juez de plaza, esta vez de manera incomprensible y contar el reglamento, negó la oreja pedida por mayoría que le habría abierto la puerta grande. Más allá de los números, el toreo del hidrocálido queda ahí, magistral.
Y para mañana la segunda del Aniversario con Morante de la Puebla, Antonio Ferrera, Octavio García "El Payo" y Uriel Moreno "El Zapata" ante toros de Jaral de Peñas, procedencia Juan Pedro Domecq. Corrida monstruo, ocho toros y espero que ahí quede la cosa, sin nada de regalos, porque el trasnoche promete ser serio. Pero merecerá la pena.

Antonio Vallejo

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