viernes, 8 de octubre de 2021

Ferrera en Ferrera, los Adolfos en Adolfos, el show final y mi ojo


 Mucho ha pasado desde el domingo y no estoy acostumbrado a escribir sobre lo que he visto en la plaza con tanto lapso de tiempo, pero todo tiene su explicación y sus ventajas, también sus inconvenientes. Creo que empezar por el final, los motivos, o el motivo de esta tardanza, es lo mejor, y no es otro más que un problema, afortunadamente sin gravedad ni secuelas a posteriori, en mi ojo izquierdo que me ha tenido medio fuera de combate prácticamente hasta ayer. ¡La izquierda siempre fastidiando! Si ya lo digo, ¡la izquierda solo tenía que estar permitida en el toreo!. Pero esto es pasado y no tiene más trascendencia, así que aquí estoy de nuevo dando guerra. 
Más importante es valorar lo que estos días me han aportado de cara a analizar lo que el domingo vivimos en las Ventas, una corrida en la que se lidiaban toros de Adolfo Martín para un único espada, Antonio Ferrera. Y a eso vamos. Lo primero, solo a un personaje tan peculiar y especial como Antonio Ferrera se le puede ocurrir la idea de esta encerrona, hay que echarle mucho valor y para mi merece todo el respeto y reconocimiento. Casi diría que es una locura que solo a este bendito loco - dicho con todo cariño, no en sentido peyorativo ni insultante - se le podía ocurrir. Y Ferrera estuvo en Ferrera, toda la tarde, con esa escenografía que en los últimos años ha desarrollado que en ocasiones puede resultar hasta exagerada, pero que es su tauromaquia, la misma que nos ha emocionado mucho y muchas tardes. Ya desde que se rompió el paseíllo estuvo en Ferrera, recogiendo la ovación que toda la plaza le tributó- un inciso, sorprendentemente no se llenó, incluso para mi la entrada fue muy inferior a la que esperaba - haciéndose acompañar de todas las cuadrillas de banderilleros y picadores que le acompañaron en esa tarde. Bonito detalle muy propio de Antonio. Y luego durante el desarrollo de la lidia, con cosas como hacer abandonar el ruedo al picador que guardaba puerta para que el segundo Adolfo no se arrancara hacia ese caballo, o el papel constantemente participativo que dio a los dos sobresalientes, en quites y a la salida y entrada al caballo en el tercio de varas, o lo del toro de regalo y el tercio de banderillas que protagonizó junto a Fernando Sánchez, José Chacón y Joao Diego Ferreira en ese sobrero de Pallarés que se lidió séptimo. En fin, cosas del maestro, algunas discutibles, como lo del picador, pero que no es nuevo puesto que una vez ya le vi, en una corrida de la Temporada Grande de La México, ordenar al piacdor ir al centro del ruedo y ejecutar la suerte de varas en esos terrenos, antípodas de la ortodoxia. Pero lo del toro de regalo lo dejaré para el final, que también tuvo su aquel. Otra cosa que también me gustaría comentar es si la lidia que dio a algunos de los toros fue la más adecuada o si esa manera de interpretar el toreo que en las dos o tres últimas temporadas ha encumbrado a Ferrera fue la más idónea para sacar lo mejor de los toros de Adolfo Martín, especialmente el sexto, el de más recorrido y calidad, pero me parece un atrevimiento ni tan siquiera sugerirlo y menos aún discutir lo que un torero hace delante de la cara del toro. Ellos están ahí y nosotros tranquilamente sentados en los tendidos y solo ellos saben lo que es el toro y ven lo que no vemos. Esa lección nos la recordó Emilio de Justo el sábado, convendría que no la olvidáramos. Y digo lo de siempre, cada maestro tiene su tauromaquia y sus estilo y cuando vas a verle ya sabes lo que hay, y Ferrera es Ferrera y estuvo en Ferrera, para bien o para mal, y volveré a verle torear, claro que sí.
Al igual que el matador los toros de Adolfo Martín estuvieron en Adolfo, también lo sabemos cuando vamos a una corrida anunciada con este hierro. ¿Decepción? No sé si para tanto, pero sí que al menos la sensación de que alguno de los ejemplares llevaba dentro algo más de lo que se le sacó. Nada que objetar en mi opinión a la presentación, en tipo, muy serios, veletos, todos astifinos, auténticos puñales, alguno protestado en el sector habitual por sus kilos, lo de siempre. Otra cosa el juego y desilusionante, en general flojos y justos de fuerzas, algunos con carácter y esa reposición tan característica de su encaste, revolviéndose desde debajo de la muleta, aunque tampoco fueron las alimañas inlidiables de otras ocasiones. Tampoco se comportaron mal en el caballo, concretamente segundo, tercero y sexto se emplearon en varas y nos dejaron en la retina tercios vibrantes con sensacionales puyazos a cargo de Antonio Prieto, Pedro Prieto y Carlos Prieto, ¡también es casualidad, debe darlo el apellido!. Sin duda el de mejores condiciones del encierro fue el sexto, con más recorrido y humillación pero que duró poco y del que a lo mejor había que haber tirado un poco más al final del muletazo para que rompiera. Otros tuvieron calara querencia y el primero tuvo nobleza y colaboración, pero en general hubo tan solo momentos de emoción aislados, tandas de derechazos y naturales sueltas  en el segundo, toro con fondo de nobleza y clase, o la salida del peto en el quinto con unos delantales arrebujaditos andándole hacia atrás llenos de torería, pero fueron detalles en un conjunto que para mi careció del ritmo y la continuidad necesarios para levantar la tarde. Detalles que sobresalieron en lo tercios de banderillas y la lidia de las cuadrillas, sin duda donde se alcanzaron las más altas cotas de emoción. ¡Cómo estuvieron los de plata!, ¡que tercios de banderillas!. Fernando Sánchez,  José Chacón, Manuel Izquierdo, Joao Diego Ferreira, José manuel Montoliú, Javier Valdeoro, Jesús Díez "Fini", Miguel Murillo y Antonio Vázquez, todos estuviero a grandísima altura y unos cuantos tuvieron que saludar desmonterados las fortísimas ovaciones que recibieron al fianlizar los tercios de banderillas. Un auténtico lujazo. Así que los Adolfos estuvieron en Adolfos, y tuvo que salir un sobrero de Pallarés para que Ferrrera cortara la única oreja de la tarde.
Y ahí es donde comenzó el show final. Visto el desarrollo de la corrida y la imposibilidad de triunfo el maestro Ferrera solicitó algo que en España es más que inusual pero que en México es una costumbre arraigada y aceptada, el toro de regalo. ¿Excentricidad?. No lo sé, pero creo que a pocos se le hubiera ocurrido hacerlo tras seis toros para él, con eso se considera más que suficiente y, si no ha salido bien y no hay triunfo, pues mala suerte. El caso es que lo pidió y el palco se lo concedió. ¿Mi impresión y mi opinión?. Pues que la plaza lo aceptó de buenas y con cariño en agradecimiento y reconocimiento al esfuerzo que Ferrera hizo, y me parece bien. El resultado es que saltó el sobrero de Pallarés y dio juego, vivimos el emocionantísimo tercio de banderillas que relataba antes, con el matador, Fernando Sánchez, José Chacón y Joao Diego Ferreira colocando cuatro pares monumentales saludando desmonterados desde el tercio en medios de una locura total, y los momentos de mejor toreo por ambos pitones, adornado también de cierta teatralidad, para matar  de una casi entera, cortar una oreja pedida casi por unanimidad y dar una vuelta al ruedo apoteósica. Pero se le ocurre, al final de esa vuelta al ruedo con la oreja, ¡pedir otro de regalo!, el inicio del show. Yo di por sentado que un toro de regalo ya era bastante y, ya de noche y fría y con mi ojo izquierdo jodiéndome (con perdón) me despedí de mis amigos y enfilé hacia el vomitorio cuando oigo que me llaman y me dicen que pedía el segundo. Mi respuesta fue que gracias pero que con un regalo ya era de sobra, me iba a mi casa. Se anunció por megafonía ese segundo sobrero y cuando bajaba las escaleras para slair a la calle oigo por la misma megafonía que no, que aunque el palco dijo que sí al segundo de regalo el reglamento decía que no. Un show, más bien un circo impropio de la primera plaza del mundo. El presidente accedió pero alguien debió decirle que ya bastaba, que era tardísimo y que otro de regalo con el propósito de intentar cortar otra oreja y abrir la Puerta Grande no era serio, y para mi no lo es, pero se hace de otra manera, diciendo no desde el principio. A todo esto el matador desde el ruedo diciendo que el toro lo paga él, gesticulando con golpes en le pecho, lo dicho, un show que sobraba, pero así fue el final.
Y ahora me voy de nuevo a los toros para ver la corrida del día 24 de septiembre aplazada por la lluvia. Una preciosa tarde más primaveral que otoñal, temperatura perfecta, viento en calma y un cielo de un azul purísima precioso que invitan a soñar con lo mejor. En el cartel toros de Victoriano del Río y Jandilla para Diego Urdiales, José maría manzanares y Paco Ureña, ¡casi nada al aparato!. Voy feliz y afortunadamente repuesto y dispuesto a disfrutar de esta bendita locura que es el toreo y que, aunque lo quiten del bono-fraude-compradevotos por 400€ con el que el gobierno comunista pretende sobornar a los que cumplen 18 años en este 2021, ¡a nosotros no nos lo van a quitar!. Quizás por benditos locos como Ferrera capaces de enfrentarse a este bello animal que es el toro bravo y que tantos ignorantes desconocen.

Antonio Vallejo

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