viernes, 29 de septiembre de 2017
5º de Otoño: Paco Ureña sienta cátedra
La Feria de Otoño estaba confeccionada alrededor de un nombre que esta temporada ha mostrado una dimensión como torero que para muchos era desconocida. Ese nombre es Antonio Ferrera, a quien se esperaba con enorme expectación ante su doble comparecencia en le otoño madrileño. Pero esto del toro es así, aunque muchos ignorantes se quieran poner una venda en los ojos y no ver la realidad. Es una lucha de igual a igual entre un hombre y una bestia en la que solo hay un vencedor. Y resulta que hace un par de semanas en esa lucha salió herido el maestro Ferrera. Fue en Albacete, pero las alarmas saltaron en toda España, especialmente en Logroño, Sevilla y Madrid. Pasaban los días y las únicas noticias que se conocían a apuntaban en la misma dirección; Ferrera no torea en... Hasta ayer mismo seguía abierta una pequeña puerta a la esperanza que se cerró a eso de las cinco de la tarde (hora taurina por excelencia) cuando se hizo oficial la baja del balear en Madrid. Rápidamente se anunció su sustituto para la tarde de hoy, Paco Ureña, y para el mano a mano del domingo, Juan Bautista. Y la verdad es que la presencia de Paco Ureña ha sido un acierto, aunque también es cierto que la apuesta no es precisamente arriesgada, puesto que se trata de un torero muy del gusto de Madrid y de calidad más que contrastada que, además, está atravesando la mejor etapa de su carrera, encontrándose en un momento de máxima plenitud. El domingo será Juan Bautista quien tenga que responder al difícil compromiso que se le plantea, esperemos que resulte como la tarde de hoy.
Paco Ureña ha sentado cátedra, ha dictado dos lecciones magistrales de toreo ante dos ejemplares de muy diferentes cualidades y condiciones, uno enclasado y noble aunque falto de fuerzas y otro que era una auténtica alimaña, bronco, de embestida brusca y rebrincada, con la cara arriba, soltando tornillazos a diestro y siniestro al que le ha recetado la máxima del toreo: parar, templar y mandar. Al primero de su lote, un Cuvillo muy serio, abierto de cara, enseñando las puntas, astifino, dos auténticos puñales, bien hecho, armónico y proporcionado, un toro con trapío y 505 Kg en la tablilla, ojo al dato los amantes del elefantoro. Un toro, como he dicho, con clase y nobleza pero justo de fuerzas al que el murciano ha entendido y toreado a la perfección, con un temple y una suavidad exquisita, cuidando la altura, mimando la embestida del Cuvillo, dándole las pausas que pedía, dejándole respirar para terminar encajado, toreando a gusto, relajado, bajando la mano en series extraordinarias en redondo y al natural, ligadas gracias a una colocación primorosa, con una suficiencia y superioridad insultante, alcanzando pasajes de una belleza extraordinaria, como dos cambios de mano portentosos, trincherazos repletos de sabor, los ayudados finales por alto rebosando torería y un natural infinito como epílogo antes de entra a matar y fulminar al Cuvillo con un estoconazo volcándose sobre el morrillo despreciando al riesgo. Oreja de peso que, una vez más, el presidente ha esperado a conceder sin sentido hasta el último segundo ante una petición unánime. Esa manía absurda y ridícula del palco venteño que se cree que aguantando no se le va a pedir la segunda oreja, algo que por supuesto hoy nadie iba a hacer, pero por el camino cabrean al personal sin necesidad. Si lo hecho al tercero ha sido toreo exquisito, suave y lento, lo que ha dejado ante el quinto ha sido una lección magistral de toreo, una cátedra de tauromaquia aplicando la máxima fundamental del toreo: parar, templar y mandar. ya sé que lo he dicho una líneas atrás, pero no puedo cansarme de repetir lo que he visto hacer a Paco Ureña frente a esa Cuvillo, un animal bronco, áspero, un alimaña con peligro que llevaba la cara por las nubes, que iba y venía con embestidas descompuestas y agresivas, soltando tornillazos por ambos pitones. Ha aguantado Ureña, ha tragado lo indecible en continuos arreones del Cuvillo, le ha consentido sin amedrentarse, sin dar un paso atrás ni ceder terreno, hecho un gladiador, paciente, sin renunciar a la batalla hasta conseguir parar los arreones y brusquedades del toro. Primera máxima conseguida. La segunda ha venido sin solución de continuidad. Una vez parado ha impregnado la muleta de temple, planchada en la cara del Cuvillo que ha empezado a perseguirla sin llegar a tocarla, algo que parecía imposible unos instantes antes, en series maravillosas en redondo y en naturales mágicos, intensas, cargadas de emoción y transmisión, tanto que teniamos que frotarnos los ojos para creernos lo que veíamos. Series ligadas bajando la mano ¡y con el Cuvillo metiendo la cara!, increíble, enroscándose a la cintura, alucinante. Segunda máxima conseguida. Solo quedaba la tercera, mandar, que es lo que ha hecho Ureña hasta el final de faena, diciendo al toro por dónde y cómo tenía que embestir en las series por ambos pitones, en esa faceta suya de torero poderoso que se las ha visto en cientos de tardes con reses de las que pocos quieren torear. Ojo, que nadie crea que ha sido coser y cantar. El esfuerzo del murciano ha sido épico para someter y poder a un toro de las condiciones que tenía ese quinto, ha tenido que tragar mucho y arriesgar, exponiéndose una barbaridad, tanto que en una tanda por el derecho le ha hecho presa y ha lanzado por los aires a Ureña propinándole un polizón de órdago. Se ha jugado el físico con pureza y verdad y con ello su presencia el próximo domingo sin importarle lo más mínimo, dando una lección de pundonor y profesionalidad cuando lo fácil hubiera sido excusarse y aliviarse a las primeras de cambio viendo la aparente imposibilidad del toro para sacar faena, algo que a nadie nos hubiera extrañado lo más mínimo. Bueno, pues con todo eso aún ha habido a algún bobo de solemnidad que le ha debido parecer poco y que le ha recriminado no sé qué durante la faena, seguro que a alguno le habrá parecido que en un muletazo "no se ha cruzado", que hay gente pa tó. Repito, lección magistral de toreo poderoso y de mando que ha culminado con una estocada al segundo encuentro y que, a mi juicio, ha tenido un muy injusta respuesta por parte del público. No entiendo que no se le haya pedido una oreja, y una vez más me importa un bledo que haya matado a la primera o la segunda, que la espada haya caído unos milímetros arriba o abajo, a la porra, lo que ha mostrado Paco Ureña es TOREO, con mayúsculas, merecedor de al menos una vuelta al ruedo. Pues ni eso, y no lo entiendo, no me entra en la cabeza, me parece una falta de respeto un hombre que se ha jugado la vida ante una alimaña a la que ha sometido a base de temple, torería, pundonor y un par de huevos bien puestos (siento la grosería pero no me reprimo ante tal injusticia). A lo mejor es que era la segunda oreja y con ella la Puerta Grande y ya se sabe que eso escuece a algunos. Más absurdo aún, como esas entradas criminales en el fútbol que con se hacen en el minuto cinco no merecen tarjeta aunque le partan la pierna al rival. Igual de grotesco. Me imagino que habrá quien piense que me he vuelto loco y también habrá quien opine igual, pero para eso escribo lo que veo y lo que me parece, acertado a veces y equivocado las más, seguro, pero insisto que hoy Madrid ha sido cicatero e injusto con Paco Ureña.
Antonio Vallejo
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