Si ayer fue mala hoy ha sido mucho peor. Horrible, horrorosa, infame, desastrosa, penosa y no sé cuantos calificativos más podría ponerle a la corrida de El Pilar, todos por el mismo palo. Ayer al menos vimos algo que hacia mucho, pero que que mucho tiempo, no se veía en Madrid, las banderillas negras, ¡que deprimente que eso sea relevante para comparar ambas tardes!. También hubo dos faenas de entrega y valor superlativos que salvaron la dignidad de esta plaza. Pero es que hoy lo que ha habido han sido seis toros pitados de salida por su presencia y abroncados en su arrastre por sus pésimas, nulas, condiciones. Creo que con esto se resume toda la tarde. Por lo que a hechuras y presentación de la corrida podría haber alguna discusión, pero en lo que creo no hay discrepancia alguna es en lo que a comportamiento se refiere. Un encierro vacío, carente de bravura, de raza, de casta, de poder, de empuje, de fuerza, de clase, un auténtico desastre, sosa y deslucida, carente de la mínima emoción, imposible no ya para el triunfo, sino para sacar algo de tanto vacío.
Es muy difícil rescatar algo de esta tarde de nulas opciones para Damián Castaño, que sustituía al anunciado Daniel Luque, Juan Ortega y Pablo Aguado, el cartel de "los sevillanos", pero por intentarlo que no quede. Sinceramente, no es lo mismo Luque, que está en un momento de su carrera extraordinario, torero poderoso y artista, al que todos esperábamos con enorme ilusión, que Castaño, dicho con todo respeto. Y una variación de ese calibre creo que debiera haberse anunciado por parte de la empresa al menos en su web oficial. Supongo que la falta de tiempo les habrá cogido por sorpresa, algo llamativo en estos tiempos de información inmediata para cualquier noticia. No creo que tenga que ver con intentar reducir o anular la posibilidad de devolver la entrada según permite el reglamento al alterarse el cartel programado, me cuesta creerlo, pero conociendo a alguno y por sacar algunos cuartos más.... ya nada me extraña.
De Castaño resaltar la dignidad con la que se ha enfrentado a su lote, dibujando unas verónicas de mucho gusto al primero, una larga cambiada de rodillas al tercero muestra de su disposición y otro ramillete de verónicas con ritmo y compás, dejándonos también algunos apuntes de gran calidad en un par de tandas en redondo al inicio de faena a ese mismo toro. Puso voluntad, empeño y dos buenas estocadas arriba, de lo mejor de la tarde, pero poco más pudo hacer. Juan Ortega derramó aromas a romero y azahar en su quite al primero - el único que tuvo una pizca de clase - en unas verónicas templadísimas, muy lentas, deteniendo el tiempo, el mentón hundido, las muñecas rotas, abrochando con una media de cartel que desataron los únicos olés de la tarde. Con la muleta algún derechazo aislado lleno de gusto pero, al igual que ocurrió a sus compañeros, le faltó ritmo y continuidad careciendo de transmisión y emoción. Por su parte Pablo Aguado tan solo lució mínimamente con alguna de las verónicas con las que recibió al tercero y en el prólogo de faena a ese mismo, un par de trincherazos y un pase de la firma que saben a muy poco.
Una lástima que una tarde tan bella y radiante como la que lucía hoy en Madrid, que se esperaba con muchas ganas y expectación, tan solo hace falta fijarse en el magnífico aspecto que presentaban los tendidos, haya acabado en nada porque el personaje fundamental del espectáculo, el toro bravo, ha estado ausente del ruedo venteño.
Antonio Vallejo
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