Ya queda un día menos, y se está haciendo larga la espera. Por el camino han pasado cosas, sí, pero nada es igual. Sin ir más lejos, ayer en la corrida de José Escolar que fue una de las del abono a la que renuncié y que me reafirma en lo bien que hice. Los tres primeros toros, infumables, se miren por donde se miren, y de los tres siguientes, solo el quinto tuvo emoción y con él estuvo Gómez del Pilar sensacional. Fue un toro encastado, que no bravo, en su fondo era un manso, pero con la emoción de esas embestidas vertiginosas y descontroladas que engañan. Fue una pelea a cara de perro llena de entrega por parte del matador que aguantó y a base de poder metió en la muleta al de Escolar, pero poco más vi por televisión, tan solo peligro. Sinceramente, prefiero el arte. Y lo que me cuesta tragar es la locura torista de algunos en el tercio de varas haciendo entrar tres veces al caballo que, si es cierto que en las dos primeras se arrancó de lejos, la pelea en el primer puyazo fue tan solo discreta, empujó lo justo, en el segundo algo más, y en el tercero le costó cinco minutos arrancarse al caballo, eso sí, le dejaron muy lejos, pero no iba ni quería ir por su condición de manso. Y cuando tras esos cinco minutos de soberano aburrimiento - debió parecerles maravillosos porque nadie gritó aquello de "¡que emoción!" - cayeron en la cuenta que había que acercarlo, por fin se arrancó ya en corto y recibió un puyazo poco más que señalado. Bueno, ni se imaginan la algarabía, parecía lo nunca visto, el circo romano rugiendo, ¡que espectáculo!. Y luego viene el Rosco y dice que Morante "abusó" de los remates por bajo, ¡manda narices!. En fin, que eso fue ayer, y que la dejo para los amantes del riesgo.
Lo de hoy miércoles era una corrida de Lagunajanda con seis toros para mi gusto bien presentados, con trapío, y muy seria por delante, para Manuel Escribano, Joselito Adame y Alejandro Peñaranda en la que he visto la entrada más pobre en lo que va de feria, que ya es casi todo. Diría que puede que incluso menos que en las novilladas, quizás llegara a dos tercios de aforo, pero se veían muchos claros en el sol y no les digo en la sombra, el 10, 1 y 2 estaban a medio gas. Y a medio gas me ha parecido la corrida, sin ser mala, pero tampoco buena, brava desde luego no, más bien apuntando a mansa, cuando salía la clase faltaba el empuje, sin acabar de rematar, con movilidad pero falta de entrega, humillando en los principios para echar las caras al cielo en los finales, algún prometedor inicio de faena con dos o tres tandas buenas, se acaban la fuerzas y el resto del trasteo sumido en la intrascendencia. Solo un toro ha mantenido el tipo en cierta manera, el sexto, con el que el confirmante de alternativa Alejandro Peñaranda ha dejado muy buenas sensaciones de mando y temple, muy firme, dándole al toro el trato que pedía para poco apoco meterlo en la muleta y componer series por el pitón derecho de magnífico trazo y profundidad, ligadas aprovechando el buen embroque del toro y manteniéndole el pulso con el compás abierto y la mano muy baja. Ha tenido emoción y gusto, pero la espada defectuosa ha pesado en la no concesión de una oreja que no sabría decir si pedida por mayoría, creo que sí, pero con tantos claros en los tendidos me parece más difícil precisar.
De lo demás, pues lo dicho, que con el que Peñaranda confirmó alternativa le aguantó una tanda por el derecho, luego se vino abajo y poco más tuvo. Que el segundo, el único con fondo de clase y bravura, la pelea en el caballo así lo verificó, duró lo justo, un inicio creo que poco afortunado por alto de Manuel Escribano aprovechando la movilidad que el animal apuntó en banderillas y un par de tandas más en las que demostró que, si se le bajaba la mano, colocaba la cara, pero el fuelle no le dio para más. Más o menos lo mismo para el tercero, otro con movilidad pero que le duró dos tandas por el derecho a Joselito Adame, quedando el resto del trasteo en un quiero y no puedo por parte del toro y en un intentar hacer las cosas bien por parte del hidrocálido pero con escaso eco en los tendidos. El cuarto fue un manso con genio y aspereza, al que Escribano recibió a portagayola, siempre a la defensiva, sin fijeza, tendiendo a irse al final de los muletazos obligándole a rectificar la posición. Imposible ligar y mantener ritmo en la faena. Y el quinto sin entrega alguna, la cara alta y que, cuando Adame intentó someter por bajo para corregir su descompuesta embestida, se vino abajo por su falta de poder. En resumen, que ha sido un tarde en dientes de sierra, lo mismo subía el tono y parecía que tomaba vuelo como que al instante siguiente caía en picado, sin ritmo ni continuidad.
Pero busquemos el lado positivo. Mañana ya es jueves, el domingo se ve más cerca, empiezo a soñar, empiezo a sentir el cosquilleo por el cuerpo y el hormigueo en el estómago, el pellizco, Morante, el domingo, otra vez.
Antonio Vallejo
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