lunes, 9 de junio de 2025

El verdadero Rey sí estuvo en Las Ventas

Lo que ayer domingo se vivió en Las Ventas fue algo que escapa a todo lo pudiéramos imaginar y rompe todas las barreras de la lógica y la razón. No fue solo arte, no fue solo sentimiento, no fue solo emoción, fue mucho más,  algo demasiado grande para explicar y entender por quien no estuviera en La Monumental. No fue sólo un triunfo histórico de un torero, no tan sólo una página de oro en la historia interminable del toreo, fue realmente la historia del toreo encarnada en un hombre, José Antonio Morante de la Puebla, no un torero de época, decir eso es muy rácano, sino la entronización del torero de todas épocas. Sí, la tauromaquia de Morante abarca todas las épocas, siglos de historia se reviven con lances rescatados del olvido y suertes del ayer y el mañana, no se queda en el hoy, es infinito, eterno, como el toreo. Ver a Morante en hombros de una multitud desbordada de alegría, gritando su nombre para que todo el planeta se enterara, subiendo por la calle Alcalá camino del hotel Wellington, es meterse en esa máquina del tiempo que tantos han soñado con crear, él la tiene en su capote y su muleta, es volver al menos uno o dos siglos  atrás y revivir imágenes gastadas en blanco y negro de las épocas más doradas de la historia. Y también es ver a un pueblo que reclama sus esencias, su razón de ser, sus tradiciones, su cultura y su libertad. Un pueblo huérfano que ve cómo se intenta destruir su identidad, que lucha y defiende lo suyo, y que ayer proclamó en la calle a su verdadero Rey, porque el otro... ni estuvo en el palco ni se le espera. ¿Motivo? Ni idea, ni me importan las excusas. Faltar a una tradición que data de 1856, la Corrida Extraordinaria de Beneficencia, anunciada desde febrero, que desde que tengo uso de razón ha estado presidida por el Jefe del Estado, o sea, si no me equivoco, el rey, no tiene, como decimos nosotros, ni medio pase. No me creo que, por muy cargada que estuviera su agenda, como dicen los cursis, a las siete de la tarde de este domingo de junio, con los aviones que hay hoy en día, aunque estuviera, yo que sé, en Canarias, por decir el punto más alejado de nuestra España, no le daba tiempo a llegar. Penoso, lamentable, deprimente, impresentable, una vergüenza, en definitiva, ver el Palco Real vacío. Y repito, no me vale ninguna excusa. Solo te digo una cosa, Felipe, ¡lo que te perdiste ayer! 
Si recuerdan, en la entrada del sábado les comenté que el de ayer iba a ser un día muy especial para mi, no sólo porque el genio de La Puebla del Río volvía a Madrid en la nueva era del toreo, sino porque iba a ser el bautismo de morantismo de mi hija Paloma, ¡y ha sido a lo más grande!, como jamás hubiera soñado. Buena aficionada, sus exámenes finales y la selectividad le han impedido venir a los toros este año. Tenía guardada esta tarde para ella, era un pequeño regalo que le tenía reservado por tanto esfuerzo, por fin iba a vivir y sentir lo que tantas veces me ha escuchado sobre Morante, y les aseguro que ya forma parte de la legión morantista hasta el final de sus días. Solo ver su expresión con las primeras verónicas me ha bastado para saber que siente el toreo como yo lo siento y solo necesitó los primeros muletazos para decirme, boquiabierta y con los ojos iluminados por la emoción, "papá, es distinto a todo lo que he visto hasta ahora, es especial, es una sensación que noto y no sé explicarte". Hija, eso es el duende, lo tuviste ante tus ojos y lo viste,  ya lo llevas dentro de tu alma y estoy seguro que jamás saldrá de ella. 
Gracias a que hoy me he podido permitir un relajo en mi trabajo, decidí que ayer no era momento para ponerme a escribir, era demasiado el aluvión de sentimientos como para intentar transmitirlos y además quería revivirlos y dejar que invadieran mis sueños, que el poso del tiempo me permitiera seguir saboreando cada uno de los segundos que ayer viví, que relatarlo sin más, por muy magno que fuera, era incluso vulgar, porque, sinceramente lo pienso así, después de Morante ya creo que me va a costar algo que no me parezca vulgar. Ayer se lo decía a Carmen, compañera de abono, cuando tras la apoteósica vuelta al ruedo del genio de La Puebla tras cortar una oreja al que abría plaza, Fernando Adrián, interpretaba el toreo de capa con buenos lances a la verónica y me preguntaba lo que me parecía. Y que le podía decir, pues que sí, que estaba muy bien, por momentos toreó con mucho temple y gusto,  todo lo que quisiera, pero que después de haber visto a Morante.... todo quedaba minimizado.
Ya el saludo capotero al que abría plaza marcaba el rumbo de la historia. salió suelto del de Juan Pedro, sin demasiada fijeza, iba y venía, no le importaba a Morante, impasible, paciente, esperó. Una a una, no hacía falta ligazón ni repetición, surgían sueltas, daba igual, todas en le sitio, las zapatillas clavadas, una serenidad y una naturalidad que solo él tiene, cada verónica acariciando la embestida, cada delantal meciendo el viaje del juanpedro, jugando las muñecas con la delicadeza propia de la más codiciada porcelana, cada chicuelina garbosa y desbordante de gracia y salero, arrebujaditas, y la serpentina salerosa que surgió de la nada, entre los pitones y su chaquetilla, fueron cada cual un auténtico monumento, carteles de toros capaces de llenar no una tarde, sino toda una feria, desatando la locura que ya no iba a tener fin. Se veía muy justo de facultades al juanpedro, lo sabía el genio, lo cuidó en el caballo y en la muleta nos abrió de par en par las puertas  al paraíso soñado. Fue el delirio, mimándole, muy despacio, dándole el aire que requería, primero los ayudados por alto, TORERÍA, después el toreo en redondo y naturales citando a medio pecho, la mano contraria a la cadera, acompañando con la cintura, todo armonía, encajado, dibujando trazos de sublime belleza, la mano baja, ritmo y compás, y entre ellos un  molinete invertido, y las trincherillas, y los adornos por bajo, y los de pecho, ¡ay los de pecho!. Todo surgía de la imaginación y la improvisación que sale del corazón, puro sentimiento, sin fingir ni gestos forzados, girando sobre los talones, el mejor ballet que nunca hubiésemos soñado. Se tiró a matar por derecho, espadazo fulminante y una oreja sin discusión, los centímetros no cuentan cuando delante hay una obra maestra para la historia. La vuelta al ruedo fue indescriptible, duró más de 10 minutos, una lluvia incesante de regalos, flores, romero, sombreros... de todo, apoteosis total, lo nunca visto en La Monumental, no recuerdo nada igual. Quedaba el cuarto para que se rompiera el maleficio, medía Puerta grande abierta, había que completar la obra y hacer realidad el anhelo más deseado. No fueron precisamente optimistas los apuntes del toro en los primeros tercios, sin fijeza, sin entrega, iba a arreones, la cara alta, y par colmo perdió las manos un par de ocasiones. ¿Quien decía que Morante no tenía valor?, ¿quien osaba decir semejante barbaridad?. A esos, para que abran los ojos y vean la verdad del toreo del genio, les recomiendo que vean varias veces la faena de este cuarto. Lección magistral de técnica y poder en los primeros compases, a favor del toro, limando sus asperezas a base de colocación, de presentarle la muleta y aguantar impávido los violentos arreones. Tragó lo indecible el maestro, se puso y se expuso, la muleta planchada, la mano baja, con los cinco sentidos alerta porque el juanpedro no concedía nada. Ni una duda, ni un paso atrás, poco a poco, en las cercanías, acabó sometiéndolo y trazando series de una profundidad y belleza sin igual, por ambos pitones, alcanzando la excelencia divina al natural, una serie para crujir, toreando al paso, muy despacio, enroscándoselo  a la cintura, degustando los aromas  de cada uno, para poner el broche de oro con un molinete invertido, un trincherazo infinito y uno de desdén colosal que pusieron en pie a todos y cada uno de los que abarrotábamos los tendidos. Tan sólo faltaba la rúbrica, tenía que llegar, todos queríamos empujar el acero y colocarlo en el mejor sitio. Otra vez se tiró por derecho, máximo compromiso, y la espada se hundió pasaportando al animal en segundos. Petición abrumadoramente mayoritaria sin importar de nuevo uon o dos centímetros arriba o abajo. Segunda oreja y por fin la Puerta Grande de Las Ventas abierta de par en par. Lo que vino luego ya lo saben, la calle Alcalá tomada por una multitud de aficionados llevando en hombros a Morante camino del Wellington, algo histórico que dudo volvamos a ver en mucho tiempo. No puedo terminar sin reseñar un detalle que he conocido gracias a un querido amigo, Carlos Guzmán, Carlitos, miembro del servicio de plaza que cada tarde nos hace aún más fácil disfrutar de esta bendita afición, al que desde el año 2017 que estuvo destinado en el tendido 1 que ocupo me une una buena amistad y que es rara la tarde que no se acerca a saludar y de paso contarnos chascarrillos y anécdotas con las que realmente te partes de risa. A él le debo la foto que he elegido para ilustrar esta entrada, me parece que refleja lo que es Morante, ese toreo de todas las épocas, blanco y negro en la era de la modernidad, y le agradezco en el alma que se haya acordado de enviármela. Tenía otras que he tomado yo mismo, pero nunca de tanta expresión como esa. Lo que no he utilizado es la sugerencia acerca del título, se rompió el maleficio, lo siento, desde que llegué a la plaza y vi vacío el Palco Real tenía claro que debía referirme a eso. Morante me lo ha puesto fácil. Pero gracias a Carlos he conocido un detalle que creo que nadie sabe. Todos sabemos que Morante rompió ayer el maleficio de Madrid, pero nadie sabe que es el primer torero que sale por la Puerta Grande vestido de azabache y no de oro. Y si Carlitos lo dice, es así, sus fuentes y su conocimiento no fallan. Gracias, amigo.
Como fácilmente entenderán hablar de algo que no sea del Rey del toreo en la tarde de ayer parece poco transcendente, incluso vulgar, pero sería injusto ni siquiera nombrar a Fernando Adrián y Borja Jiménez que tuvieron el mejor y el peor lote respectivamente. Pero, claro, delante estuvo José Antonio Morante de la Puebla, sobran más palabras. Bien estuvo Adrián con el capote, recibiendo con ajustadas y muy templadas verónicas al segundo, toreo de mucha calidad, además de  tres faroles y unos delantales con gusto al cuarto.  Manejó bien la muleta, buscó siempre la ligazón y la profundidad, de sus muñecas surgieron buenas tandas, aunque creo que un poco más de pausa en su toreo hubiera venido bien para sacar el buen fondo del juanpedro. Quizás demasiado rápido y queriendo hacer mucho en poco tiempo, pero fue una buena faena y con la certera estocada cayó la oreja pedida por amplia mayoría. Algo parecido le ocurrió en el quinto, cuando ya el Rey había hecho astillas la Puerta Grande. Creo que le pudieron las ganas y cierta ansia por no quedarse atrás, algo muy difícil, delante de Morante no cabe nadie. El inicio de faena lo demuestra, ambas rodillas en tierra, quizás demasiado para ese toro que duró lo que duró. De nuevo, un poco más de  pausa hubiera sido buena receta para  que aguantara un poco más y no fuera a menos en una sucesión de pases sin más que desembocaron en unas bernadinas finales tratando de literalmente arrancar otra oreja y salir a hombros junto a Morante. Lo siento, probablemente sea injusto con Adrián, pero ayer la Puerta Grande solo podía ser del Rey. Borja Jiménez se las vio con el lote más deslucido, sosos, sin raza ni fuerzas. Tan solo detalles aislados del gusto que imprime el sevillano a su toreo, como el quite por chicuelinas al segundo, y algunos muletazos sueltos de buen trazo. Nada más pudo hacer.
Sólo me queda gritar, ¡Viva el Rey!, pero el único, el verdadero, el del toreo, el que ayer sí estuvo en Las Ventas, ¡JOSE ANTONIO, MORANTE DE LA PUEBLA!

Antonio Vallejo



domingo, 8 de junio de 2025

Décimo día después de Morante, ¡mañana vuelve!

No ha podido ser más triste y lamentable el cierre del abono isidril y el adiós a un matador, Fernando Robleño, que a lo largo de sus 25 años de alternativa se ha ganado el respeto de esta plaza y el de toda la afición por su verdad y su entrega en cada comparecencia. Ha sido tremendamente emotiva y más que merecida la tremenda y cariñosa ovación que ha recibido cuando se preparaba para recibir al quinto de la tarde, reconocimiento a toda una trayectoria jalonada con dos Puertas Grandes en La Monumental y tardes de mucha emoción enfrentándose a hierros duros y complicados que exigen el carnet cada tarde, y él lo ha llevado siempre encima. 
Este sábado también se las ha tenido que ver con uno de esos hierros denominados duros, el de Adolfo Martín, que no ha podido mandar peor corrida a Las Ventas. Ni por presentación ni  por presencia ha sido digna de poner broche a este San Isidro 2025, incluso peor que la de Conde Mayalde de ayer, que cuidado fue soporífera. Encima teníamos aún muy fresco el recuerdo de la extraordinaria corrida de Jandilla lidiada el jueves, por lo que aún el desastre es mayor. Para empezar, la presentación. Lo que no puede ser, no puede ser, y además, es imposible. Que dos toros de Albaserrada marquen 605 y 602 Kg en la báscula me parece una aberración, en mi opinión totalmente fuera de tipo, y así han salido. Esos dos toros conformaban el lote de Antonio Ferrera, dos marmolillos que no podían con tanta carne, aquello no había forma que se moviera, un marmolillo el primero y tenía la misma pinta el cuarto hasta que fue devuelto por inválido o no sé realmente que, más bien parecía poder estar descordado tras su paso por el caballo o que le dio un soponcio a la vista del espectáculo indigno para la primera plaza del mundo que hemos tenido que soportar durante unos largos y desagradables 15 minutos con el toro encogido, tambaleándose, la manada de mansos de Florito no podía llevárselo porque era incapaz de dar un paso, medio moribundo en el ruedo, hasta que finalmente Ferrera lo consiguió sacar de las tablas y en las cercanías de la segunda raya en terrenos de toriles, el animal dobló y fue apuntillado. Deprimente. El resto de la corrida tampoco se ha salvado de este naufragio ganadero, varios de ellos creo que han pasado el reconocimiento por llevar la divisa que llevaban, muy justos de trapío varios. Acorde a esa mala presentación ha sido su juego, un auténtico desastre, ni bravura, ni raza, ni poder, ni empuje, ni entrega. De clase mejor no hablar porque me da la risa, y de emoción aún menos porque la carcajada se puede oír en Australia, un auténtico horror lo que ha salido por la puerta de toriles. 
Nada de nada, eso ha sido esta corrida de Adolfo Martín, la nada, la oscuridad absoluta. Claro, cuando navegas por la nada, lo poquito que pueda aparecer, aunque sea una nimiedad, parece algo, incluso mucho. Y cuando vas a la deriva en la oscuridad, el mínimo destello te puede parecer hasta el más bello amanecer. Eso es lo que ha ocurrido en esta última de San Isidro, que, por ejemplo, la nada que ha sido el lote de Ferrera, el primero de Adolfo y el cuarto bis, el sobrero de Martín Lorca, hayan hecho a algunos tener ensoñaciones con la faceta de lidiador que ha mostrado, lo único posible con el capote, tirando de oficio y veteranía, y que en la muleta haya intentado sacar de  esos dos toros agarrados al piso algo con cierto lustre. Sí, algún muletazo aislado ha tenido cierta profundidad, y nada más, sin ligazón y muy escasa emoción. ¿Despacio?, sí, porque el toro estaba parado y era casi más Ferrera que el adolfo quien pasaba, pero no para el olé desorbitado de algunos que con toros de esa misma condición y pases de esa misma factura han montado el lío padre porque la divisa era otra, véase alguna de Domecq, por ejemplo, y el matador Roca Rey, o Castella, o Perera, o Aguado, o Manzanares, o.... Eso se llama coherencia, y nadie ha gritado hoy "¡que emoción!" ni "¿queda mucho?", que bien podían haberlo hecho con el soporífero cuarto, al que se ha empeñado en dar pase y pases sin sentido. Para Manuel Escribano estaba reservado un lote formado por dos auténticas alimañas, dos hijos de Satanás que en su nada, en su fondo vacío, en su comportamiento a la defensiva, no pasaban, se quedaban debajo, a medio camino, revolviéndose y soltando derrotes secos, buscando carne. No se le puede reprochar nada al sevillano. Al sexto lo ha recibido a portagayola con una larga cambiada, luego otra más al hilo de las tablas del 1 y un ramillete de verónicas con temple y cadencia que han sido lo único que ha podido sacar de ese  toro. Con inmensa entereza, firmeza y valor ha aguantado Escribano los gañafones y las brusquedades de sus dos oponentes, intentando trenzar alguna serie, pero era absolutamente imposible. ¿Emoción?. Bueno, si por emoción es estar con el alma en un puño, viendo como los pitones iban siempre dirigidos al cuerpo del sevillano, que tuvo que tener más que los cinco sentidos para salir ileso de la lucha, pues vale, digamos que ha tenido "emoción". Yo lo llamo riesgo y miedo, y para mi el toreo es arte y belleza, expresión de un sentimiento, no sufrimiento en vano. Si todavía me dijeran que en esta lucha que ha mantenido el sevillano con dos alimañas hubiera optado, como en mi opinión quizás hubiera sido bueno, por una lidia a la antigua, sobre los pies, echando la muleta a rastras, macheteando para someter el genio y la aspereza del adolfo, pues posiblemente hablaría de emoción, porque esa forma de poder a toros como estos encierra, además de emoción, mucha belleza. Es lógico que, en medio de la nada, esta lucha sin cuartel, haya sido algo. Por último Fernando Robleño, que en su despedida de Madrid se encontró con lo mismo que sus compañeros de terna, la nada, especialmente el segundo, ni medio pase tomó, de verdad, creo que no llegó a completar ni uno, siempre se quedó a mitad de recorrido, un despojo. Y con el que decía adiós a esta plaza al menos pudo irse con el buen sabor de boca de media docena de naturales de buena factura, especialmente tres con enorme hondura y gran belleza en la composición y el trazo, tres destellos en medio de la oscuridad que sirvieron, junto a una sensacional estocada, para recibir una fuerte ovación en una emotiva vuelta al ruedo en agradecimiento a todo lo dado en estos 25 años de alternativa.
En definitiva, una triste tarde que se ha hecho muy pesada y que, para rematar, ha sido muy larga, dos horas y cuarenta minutos divagando por la nada. Abandonaba la plaza a las diez menos veinte, esa hora marcaban las manecillas del reloj de Las Ventas. Un cosquilleo me ha recorrido el cuerpo, una sonrisa de felicidad ha cambiado la tristeza de la tarde, todo ha cambiado en un instante, ¡tan solo quedaban 21 horas y 20 minutos para que Morante pisara de nuevo el ruedo venteño!. Será mañana, en la extraordinaria de Beneficencia, muy, muy, muy especial para mi, sabrán por qué. Madrid ya huele a romero, el duende está rondando.

Antonio Vallejo
 

viernes, 6 de junio de 2025

Octavo día después de Morante, dos para que vuelva

Una gran corrida de toros la de Jandilla, una corrida completa, por fin, aburridos ya de decir, día tras día, aquello de "la corrida se salvó por el...". Sensacional la selección de Borja Domecq, seis animales de magníficas y bellas hechuras, láminas para enamorarse, armonía y proporción de pitones a rabo, de una seriedad imponente pero sin la mínima estridencia ni exageraciones por delante, que además ha sido, con mucho, la de juego más completo en esta feria de San Isidro que vive sus últimos coletazos. Dos toros han sido de nota muy alta, tercero y cuarto, bravos y muy enclasados, pero es que también el segundo ha tenido clase a raudales y un pitón izquierdo sensacional, el primero ha sido noble y manejable aunque adoleciera de más empuje y entrega, y el sexto tuvo movilidad - algo que esta tarde ha sido la nota común, todos se han desplazado con buen son - y calidad en sus embestidas aunque la falta de poder le llevó a defenderse más pronto de lo deseado. No se puede decir nada del quinto, que apuntaba mucho por sus sensacionales hechuras, pero que se lesionó en el primer derrote en el burladero del 10, y en su lugar saltó un sobrero del mismo hierro que no parecía hermano de los anteriores, ni por morfología ni por juego. Si esta corrida de Jandilla no recibe el premio a la más completa y mejor de la feria es que estamos tontos, así lo siento y lo digo. Y añado, esta sí es una corrida torista, en la que hemos visto al toro-toro en toda su extensión, trapío y bravura, además de clase, aunque a algunos les duela que haya sido precisamente  el hierro de Jandilla quien trajera al toro de verdad a la Monumental. Otras cosas, para mi, son cuentos chinos.
Y si me han gustado los toros, que voy a decir de Sebastián Castella y Borja Jiménez, me han encantado. No, no me olvido de José María Manzanares, matador al que admiro y respeto, con el que he sentido la emoción del toreo por su poder, su clase y su elegancia, pero al que me duele decir que veo en un momento de dudas, de no acabar de encontrar su sitio. Cierto que ha tenido la mala fortuna de contar con un solo toro, puesto que el quinto tuvo que ser  devuelto por el topetazo brutal que se pegó contar el burladero en la primera embestida y en su lugar saltó un sobrero que era irreconocible como de Jandilla, feas hechuras y deslucido a más no poder, ni un lance ni un muletazo permitió, no pasaba, se quedaba a la mitad, siempre a la defensiva, la cara por las nubes, toro para abreviar y matar. Pero ese toro con el que contó, el segundo, tuvo calidad y un pitón izquierdo francamente bueno. Salió con movilidad y buen tranco para colocar bien la cara en las verónicas de saludo del alicantino, templadas y cadenciosas, rematadas con una buena media. Medido castigo en varas y buen brega para cuidarlo en banderillas porque no iba muy sobrado de fuelle, llegó a la muleta manteniendo su condición de clase, sobre todo por el pitón izquierdo, que fue le menos aprovechado por Manzanares. Por ese pitón surgieron dos tandas de naturales de mucha hondura, muy templadas y con ritmo, que fueron lo mejor de la faena. Creo que tardó en llegar a ese pitón izquierdo, en los primeros compases lo basó todo en el derecho y las series resultaron correctas, sí, pero sin llegar a transmitir, además de no acabar de encontrar la velocidad que pedía el jandilla y las pausas para recobrar el aliento. Sí, creo que una faena basada en la mano izquierda hubiera alcanzado cotas más altas, pero eso es muy fácil decirlo aquí, hay que estar abajo, frente a ese animal y, como digo siempre, ellos saben infinito más que nosotros, a veces demasiado osados en nuestros juicios.
El tercero, Vid de nombre, fue un toro de una belleza y un trapío descomunal, con "solo" 533 Kg, destrozando todos los mitos. Humilló desde salida, enorme clase, y se desplazó con alegría en las magníficas verónicas de Borja Jiménez ganando pasos, acompasadas, muy templadas, acariciando las embestidas, rematadas con una media cargada de sabor. El inicio poderoso por bajo ya puso a los tendidos en estado de alerta, derechazos con largo recorrido de mucha emoción. Lo que vino después fue una sinfonía de toreo de muchos quilates con toro y torero entregados uno a otro, en perfecta comunión, uno quería embestir y el otro sabía cómo hacerle embestir, mutuo entendimiento. Perfectamente acoplado, la muleta planchada, embarcando la embestida y conduciéndola con suavidad, ni un tirón, puro temple, compuso series reunidas por el derecho repletas de profundidad, con ritmo perfecto, acompañadas con la cadera, toreando muy despacio y con suma naturalidad, nada forzado, pura expresión del sentimiento, cambios de mano de locura, uno tras otro, las zapatillas clavadas, a pies juntos, rompiendo el alma. Pero por donde se alcanzaron las más altas cotas de emoción fue al natural, series rotundas, encajado, metiendo los riñones, muletazos de extrema hondura a compás abierto, un cante al toreo eterno, yendo cada vez a más, con Vid persiguiendo la muleta y repitiendo con un celo y una clase descomunal, humillando, sin un mal gesto, enorme nobleza, para abrochar con un trincherazo y uno de la firma de crujido. Si la espada no hubiera caído baja no me hubiera extrañado que los máximos trofeos hubieran caído, pero creo que la oreja cortada por el sevillano vale por mucho, faena de mucho peso e importancia a un toro que, en mi opinión, también creo que mereció la vuelta al ruedo, pero el pañuelo azul no asomó. El sexto fue un jabonero de impactante presencia, un toro muy cuajado, largo, al que quizás unos kilos de menos le hubieran ayudado a moverse mejor, y eso que salió con muchos pies tomando bien el capote del sevillano en bonitos y poderosos lances rodilla en tierra. Mantuvo su buena condición en los derechazos largos y profundos de rodillas, humillando y repitiendo con clase y codicia, igual que hizo en las primeras tandas... hasta que le duraron las fuerzas. De nuevo sensacional Jiménez, temple y mano baja para ligar en el sitio, muletazos de excelente trazo pero la falta de poder cambió al jandilla volviéndose protestón, con la cara alta y un calamocheo incómodo que deslució el final de faena. De nuevo la espada baja afeó el final. Pero nos ha dejado con la miel en los labios y ya pienso en el domingo que volverá junto a Morante, ¡que llegue ya!.
El cuarto, Zafio de nombre, fue precisamente lo contrario, fino y de excelentes hechuras, un colorado precioso, para enamorarse, con mucho trapío. Toro con movilidad y clase, que tomó con fijeza los lances de recibo de Castella rematados con una magnífica media. Destacó la cuadrilla tanto en la brega, impresionante José Chacón, ni un capotazo de más, todo perfecto, especialmente cuando se llevó al toro a punta de capote de un extremo a otro del ruedo, como en banderillas, con Rafael Viotti y Alberto Zayas cuajando un extraordinario tercio. El inicio de faena por estatuarios muy ajustados, vibrantes, llegó pronto a los tendidos que rompieron en olés y una fuerte ovación. No hay duda que el galo conoce muy bien a esta plaza y su público, y supo aprovechar el buen galope y ritmo del animal para encender la mecha de la emoción. Tremendamente centrado y seguro Castella, aplicando un temple y una cadencia perfecta para componer tandas por ambos pitones en los que jugó los brazos con suma suavidad, muñecas de seda que acompañaban las templadas embestidas con delicadeza,  ligando con profundidad, muletazos de trazo sublime, cambios de mano eternos quedándose perfectamente colocado, series medidas, administrando las pausas, acoplado, enroscándoselo  a la cadera. Buenos fueron los derechazos, pero donde la faena rompió fue en los naturales, rotundos y encajados, manejando los vuelos como si fueran seda, emoción desbordada y la Monumental entregada, y todo lo contado en los medios y en una superficie de unos pocos metros cuadrados perfectamente delimitados puesto que era la única arena removida en todo el ruedo. Si faltaba algo para rendir a la plaza a sus pies, eso llegó en el cierre de faena, en las cercanías, entre los pitones, con toda verdad, pasándose los pitones por la cadera, dejándoselos llegar al pecho, pases por ambos lados, cambios de mano sin inmutarse ni rectificar los pies, y todo por abajo, con mucha emoción y estética, y con  el jandilla repitiendo y humillando con clase y bravura, además de recorrido, que en los arrimones también lo mantuvo, como en toda la faena. De no haber marrado con los aceros no sé hasta donde hubiera llegado el premio, quizás hayamos estado a punto de vivir una doble Puerta Grande esta tarde. Antes había tenido Castella un primero noble y manejable, con calidad pero falto de empuje y entrega. Faena pulcra y con técnica que inició doblándose por bajo, buen trato en los muletazos pero con resultado irregular, algunos de buen trazo y cierta enjundia junto a otros que no acabaron de llegar a unos tendidos aún fríos que no sospechaban todo lo que quedaba por vivir en esta, en mi opinión, sensacional tarde de toros.

Antonio Vallejo

jueves, 5 de junio de 2025

Séptimo día después de Morante, tres para que vuelva


Ya queda un día menos, y se está haciendo larga la espera. Por el camino han pasado cosas, sí, pero nada es igual. Sin ir más lejos, ayer en la corrida de José Escolar que fue una de las del abono a la que renuncié y que me reafirma en lo bien que hice. Los tres primeros toros, infumables, se miren por donde se miren, y de los tres siguientes, solo el quinto tuvo emoción y con él estuvo Gómez del Pilar sensacional. Fue un toro encastado, que no bravo, en su fondo era un manso, pero con la emoción de esas embestidas vertiginosas y  descontroladas que engañan. Fue una pelea a cara de perro llena de entrega por parte del matador que aguantó y a base de poder metió en la muleta al de Escolar, pero poco más vi por televisión, tan solo peligro. Sinceramente, prefiero el arte. Y lo que me cuesta tragar es la locura torista de algunos en el tercio de varas haciendo entrar tres veces al caballo que, si es cierto que en las dos primeras se arrancó de lejos, la pelea en el primer puyazo fue tan solo discreta, empujó lo justo, en el segundo algo más, y en el tercero le costó cinco minutos arrancarse al caballo, eso sí, le dejaron muy lejos, pero no iba ni quería ir por su condición de manso. Y cuando tras esos cinco minutos de soberano aburrimiento - debió parecerles maravillosos porque nadie gritó aquello de "¡que emoción!" - cayeron en la cuenta que había que acercarlo, por fin se arrancó ya en corto y recibió un puyazo poco más que señalado. Bueno, ni se imaginan la algarabía, parecía lo nunca visto, el circo romano rugiendo, ¡que espectáculo!. Y luego viene el Rosco y dice que Morante "abusó" de los remates por bajo, ¡manda narices!. En fin, que eso fue ayer, y que la dejo para los amantes del riesgo.
Lo de hoy miércoles era una corrida de Lagunajanda con seis toros para mi gusto bien presentados, con trapío, y muy seria por delante, para Manuel Escribano, Joselito Adame y Alejandro Peñaranda en la que he visto la entrada más pobre en lo que va de feria, que ya es casi todo. Diría que puede que incluso menos que en las novilladas, quizás llegara a dos tercios de aforo, pero se veían muchos claros en el sol y no les digo en la sombra, el 10, 1 y 2 estaban a medio gas. Y a medio gas me ha parecido la corrida, sin ser mala, pero tampoco buena, brava desde luego no, más bien apuntando a mansa, cuando salía la clase faltaba el empuje, sin acabar de rematar, con movilidad pero falta de entrega, humillando en los principios para echar las caras al cielo en los finales, algún prometedor inicio de faena con dos o tres tandas buenas, se acaban la fuerzas y el resto del trasteo sumido en la intrascendencia. Solo un toro ha mantenido el tipo en cierta manera, el sexto, con el que el confirmante de alternativa Alejandro Peñaranda ha dejado muy buenas sensaciones de mando y temple, muy firme, dándole al toro el trato que pedía para poco apoco meterlo en la muleta y componer  series por el pitón derecho de magnífico trazo y profundidad, ligadas aprovechando el buen embroque del toro y manteniéndole el pulso con el compás abierto y la mano muy baja. Ha tenido emoción y gusto, pero la espada defectuosa ha pesado en la no concesión de una oreja que no sabría decir si pedida por mayoría, creo que sí, pero con tantos claros en los tendidos me parece más difícil precisar. 
De lo demás, pues lo dicho, que con el que Peñaranda confirmó alternativa le aguantó una tanda por el derecho, luego se vino abajo y poco más tuvo. Que el segundo, el único con  fondo de clase y bravura, la pelea en el caballo así lo verificó, duró lo justo, un inicio creo que poco afortunado por alto de Manuel Escribano aprovechando la movilidad que el animal apuntó en banderillas y un par de tandas más en las que demostró que, si se le bajaba la mano, colocaba la cara, pero el fuelle no le dio para más. Más o menos lo mismo para el tercero, otro con movilidad pero que le duró dos tandas por el derecho a Joselito Adame, quedando el resto del trasteo en un quiero y no puedo por parte del toro y en un intentar hacer las cosas bien por parte del hidrocálido pero con escaso eco en los tendidos. El cuarto fue un manso con genio y aspereza, al que Escribano recibió a portagayola, siempre a la defensiva, sin fijeza,  tendiendo a irse al final de los muletazos obligándole a rectificar la posición. Imposible ligar y mantener ritmo en la faena. Y el quinto sin entrega alguna, la cara alta y que, cuando Adame intentó someter por bajo para corregir su descompuesta embestida, se vino abajo por su falta de poder. En resumen, que ha sido un tarde en dientes de sierra, lo mismo subía el tono y parecía que tomaba vuelo como que al instante siguiente caía en picado, sin ritmo ni continuidad.
Pero busquemos el lado positivo. Mañana ya es jueves, el domingo se ve más cerca, empiezo a soñar, empiezo a sentir el cosquilleo por el cuerpo y el hormigueo en el estómago, el pellizco, Morante, el domingo, otra vez.

Antonio Vallejo

lunes, 2 de junio de 2025

Cuarto día después de Morante, seis para que vuelva

Un cielo plomizo y un bochorno insoportable muy difícil de llevar han presidido esta tarde dominical que ha inagurado el mes de junio con otro lleno en Las Ventas, algo que ya no es noticia. Una corrida de El Parralejo para Miguel Ángel Perera, Fernando Adrián y Tomás Rufo variada de hechuras y con un pobre y decepcionante juego, ajena a la bravura, sin fuelle, con atisbos de nobleza y clase escondida en algunos pero que han durado un suspiro y que ha resultado como el cielo, plomiza, salvándose tan solo el genio del quinto y el buen sexto que ha embestido con calidad en la muleta.
El lote de Perera no ha servido para nada, dos animales vastos de hechuras y de un juego más que deslucido. El primero iba con la cara alta, arreando por ambos pitones, derrotes secos. Trató de ponerle mando Miguel Ángel Perera, algo que tiene, y mucho, pero ahí no había tu tía, en cuanto le bajaba la mano de desplomaba por su falta de poder. Imposible ligazón, aguantaba uno o dos muletazos a media altura y al siguiente se venía abajo. Tesón del extremeño para intentar sacar algo y nada más. El cuarto incluso peor, nula entrega, pasaba por la muleta totalmente desentendido, soso hasta decir basta. Lo mismo, muletazos sin ritmo ni continuidad, que pedían abreviar y evitar minutos sin sentido.
Algo mejor el lote de Fernando Adrián, aunque el segundo fuera muy protestado de salida por su peso y su justa presencia. Fue un toro que tuvo fondo de clase, pero le faltó motor y raza.  Buscó la ligazón, trató de llevarlo siempre por bajo, aprovechó la inercia de las embestidas en los primeros compases de faena en los medios, pero cuando trató de interpretar el toreo curvo le costó aguantar al de El Parralejo, tomaba un par de muletazos o tres y se venía abajo. Faena de casi, de parece que sí pero es que no, de no acabar de tomar vuelo. El quinto tuvo movilidad y más genio, sin confundirlo con bravura. Fue un toro de embestida descompuesta, embestía rebrincado, la cara alta, soltando tornillazos, al que prologó en la muleta con ambas rodillas en tierra y un cambiado por la espalda de mucha emoción por el riesgo. Esa firmeza del inicio la mantuvo el madrileño durante todo el trasteo, aguantando las brusquedades de un toro que tenía mala leche, ni un átomo de clase o entrega. Lo digo por el listo que le ha soltado "otro toro que se te va, Fernando". Valiente y con decisión, aguantando las constantes tarascadas, poniéndole la muleta y tratando de conducirlo por bajo, pero el toro iba a lo suyo, la cara por las nubes, tornillazos por ambos pitones, corto recorrido, reponiendo y buscando. Enorme el esfuerzo sin tapujos de Adrián que anduvo con un compromiso fuera de toda duda.
El tercero fue el mejor del encierro en cuanto a hechuras, el más armónico y fino entre tanta vastedad. Movilidad en los capotes y buena pelea en vara, con Fernando Sánchez, una vez más y las que quedan, brillando con los garapullos. El inicio de faena por alto quizás fue más efectista que efectivo, con el toro desplazándose con buen tranco, pero no ayudó a que el toro se sometiera, es más, desarrolló más brusquedad que entrega. Trató de corregir el talaverano y ponerle mando, bajar la mano y poderle, pero al animal le duraron las fuerzas lo que le duraron, se quedó en las telas, sin salirse y todo fue a menos a pesar de los intentos de Rufo. Si embargo se encontró con el premio de la tarde ante el sexto, un animal que de salida embistió con ímpetu y el pitón de fuera pero que fue ganando en clase a medida que avanzó la lidia, y en eso creo que tuvo mucho que ver el magnífico hacer de Andrés Revuelta, magistral brega. De nuevo Fernando Sánchez haciendo las delicias de todos con otro par marca de la casa, dejándose ver y reuniendo en la misma cara. Arrancó la faena hincado de rodillas, el toro se arranca, se distrae con una banderilla, cambia su trayectoria y no se lleva a Rufo por delante de puro milagro. Recompuesto y ya en la vertical buscó la ligazón y el toreo profundo, dibujando series reunidas por el pitón derecho encajado, la mano baja, muy asentado, con emoción y otras al natural en las que le costó algo más al toro tomar el engaño pero que al final logró Rufo dotarlas de casi la misma rotundidad, con algunos naturales de muy buena factura y hondura. Gustó la faena a una gran parte de la plaza, no sabría decir si mayoritaria o no, que no dudó en agitar los pañuelos tras un pinchazo y una entera, pero al final el presidente consideró que no y todo quedó en una fuerte ovación para despedir a Rufo que con esta concluye su paso por San Isidro.
Y mientras esto ocurría en Madrid, muy cerquita de la capital, en el Real Sitio y Villa de Aranjuez, un tal Morante de la Puebla ha cuajado, según he leído y me ha contado un amigo que allí ha estado, una obra cumbre con la montera calada, reencarnándose en Joselito, toreo antiguo, añejo, eterno, dando un recital de toreo y cortando tres orejas a dos toros de Nuñez del Cuvillo. Menos mal que ya queda un día menos para que vuelva a Las Ventas. Desde el pasado miércoles ya nada es igual.

Antonio Vallejo

sábado, 31 de mayo de 2025

Segundo día después de Morante, ocho para que vuelva

Como Gary Cooper en Solo ante el peligro, con las manecillas del reloj de Las Ventas señalando las siete y dos minuto de la tarde de este viernes 30 de mayo, hacía aparición en el ruedo Marco Pérez, un niño salmantino de 17 años cargado de ilusiones y dispuesto a enfrentarse a todo lo que se le pusiera por delante. La imagen resultó impactante,  la ovación fue atronadora, el reto, superlativo, la expectación máxima y la mayoría con unas ganas inmensas de verle triunfar. Insisto en lo de la mayoría, porque si ha habido algo que no me ha gustado nada, absolutamente nada de todo lo que vimos ayer, ha sido la actitud del sector más crítico que le ha medido con un rasero idéntico al de las máximas figuras del toreo, y eso, para mi, es totalmente injusto, Ayer, a mi entender, confundieron una vez más exigencia con intransigencia. Este niño vino a presentarse en Madrid - no olvidemos que era eso, su presentación - en pleno San Isidro, a matar seis novillos nada más y nada menos que de Fuente Ymbro y El Freixo, todo un reto, jugándoselo todo a una carta, una moneda al aire que podía salir cara o cruz, o la Puerta Grande o la de la enfermería, pongámosle todas las comparaciones y tópicos que queramos, pero la realidad era que el mero hecho de venir así merece, de entrada, cierto respeto y, por lo menso, un poquito de paciencia. No me parece admisible que ya ¡al segundo muletazo de la primera tanda por el derecho al que abría plaza! comenzaran los de siempre a reprochar la colocación, a silbar ya desplegar todo el repertorio de gritos que dedican a las figuras que tienen en el punto de mira. Vamos a ver, que ni había empezado a torear, que tenía seis novillos por delante, que si en uno y otro repetía los mismos defectos, ya habría tiempo de sobra para criticar lo que quisieran, pero me dio la impresión que desde el inicio querían marcar los terrenos y dejarle claro que ellos son los únicos que saben y que todo el historial de triunfos que jalonan la corta carrera de Marco Pérez son papel mojado y aquí vale lo que digan ellos. ¿Y saben lo que creo que tenían entre ceja y ceja, conociendo como conocemos a ese sector?, que les tocaba mucho las narices las cuatro orejas a los dos novillos de Jandilla en La Maestranza, porque si hay algo que no soportan es lo que ellos llaman "toreros sevillanos", "toreo de Sevilla" y el "toro de Sevilla" y todo valía para intentar mostrar una exigencia fuera de lugar. Es la única explicación que encuentro a la actitud que mantuvieron toda la tarde, repito, totalmente injusta e inadmisible.
En lo que a mi respecta, no voy a entrar si en tal o cual novillo hizo tal o cual lance, si una serie fue así y otra asao, si la espada entró al intento que fuera y más o menos arriba... sino que quiero quedarme con la impresión ya las sensaciones que me ha dejado su presentación ayer. Lo primero de todo, hay que tener mucho valor para este gesto, lo considero heroico, solo por eso merece todo mi respeto. Mi opinión respecto a los encierros en solitario es que hay que ser una gran figura y tener un repertorio amplísimo para sostener toda la tarde, y eso está al alcance de muy pocos, además de una madurez y una fortaleza mental fuera de serie. Y sinceramente, para mi es correr mucho venir por primera vez a Madrid de esta manera. No soy amigo de las prisas, me  gusta la vida sosegada y el reposo, por eso soy morantista, y pienso que antes de una reto de tal magnitud hay que pasar antes por alguna novillada previa de las programadas a lo largo de la temporada, o si quieren  en San Isidro, pero en un cartel convencional. Es mi opinión, que en la vida hay que ir paso a paso, a veces saltárselos tiene sus riesgos y sus consecuencias y me parece que aún le quedan pasos que dar para estar preparado para grandes empresas. De hecho, creo que toma la alternativa el próximo 6 de junio en Nimes con Morante de padrino y Talavante de testigo, lo que, con 17 años que tiene, habiendo debutado con picadores en octubre de 2023, que es anteayer, me parece que es correr mucho. Le deseo la mejor de las suertes, que tenga una carrera triunfal y acabe en figura del toreo, seguramente estará perfectamente asesorado, pero me daría mucha pena que acabara en un juguete roto, en otro de esos niños promesa que se quedan por el camino, en le toreo, el deporte, la música... en la vida. Porque tiene madera, ayer le vi cosas muy buenas, pero también otras que me dejaron un poco frío y otras que no me llegaron a convencer, que es lo normal cuando ves a un novillero, y que aún tiene tiempo para aprender y mejorar.
Lo que más me gustó fue su actitud y su compromiso, valiente y decidido, en todo momento se mostró "en novillero". Solo hacer el paseíllo  y el irse a portagayola a recibir al cuarto, quinto y sexto con unas largas cambiadas de infarto lo confirman. Pero además mostró unas ganas desorbitadas por enseñar todo lo que lleva, aunque eso en algunos momentos le llevara a acelerarse y precipitarse al querer hacer mucho en poco tiempo. Por ejemplo, sin entra en detalles, tuvo momentos de toreo de profundidad en tandas por uno y otro pitón, con temple y gusto, relajando la figura y enroscándose a los novillos, corriendo muy bien la mano, especialmente las tres de derechazos que le pegó al segundo. Pero igual que componía una de ese estila acto seguido venía otra algo más embarullada, a  veces encimando mucho al novillo, con el gesto y la figura un tanto exagerada y una colocación que no me pareció la mejor. Pero es algo lógico, es novillero y le quedan cosas por pulir. En conjunto podría decirles que la irregularidad me pareció la nota dominante de la tarde y también que, salvo el inicio de faena al quinto, de una emoción y un gusto tremendo, dos cambiados por la espalda para hilvanar trincherillas y pases de la firme de gusto exquisito y aromas del mejor  toreo, el guión de las faenas me pareció muy similar y faltó ritmo. Tampoco los novillos colaboraron mucho, les faltó empuje y fuerzas, los que tuvieron clase y nobleza se apagaron pronto, fue en esos donde cuajó las mejores tandas de derechazos y naturales y donde le vi más asentado y acoplado, mientras que cuando bajaron sus condiciones el toreo en la corta distancia, aunque los arrimones fueron de verdad, pecó de forzar la figura y demasiados martinetes, giros y faroles, queriendo demostrar demasiado en poco espacio. De hecho, creo que las dos volteretas tremendas que le propinó el quinto, vinieron por quedarse expuesto en esos adornos y giros en la cara ante un toro complicado y que desarrollaba sentido y que, a mi entender, pedía mucho mando y mano baja. Y en lo que respecta al capote, fue en este quinto donde lució en su mayor expresión a la verónica a pies juntos, templadas, acompasadas,  ganado pasos en los medios, una auténtica delicia, y el quite por gaoneras ajustadísmas, de intensa emoción, sin olvidar los lances de recibo al segundo que remató don dos medias de cartel, sobre todo una mirando al tendido, y el galleo de la mariposa al salir del caballo el cuarto. En el debe, la espada, ahí creo que tiene mucho que practicar, demasiados pinchazos, solo en un novillo acertó al primer encuentro, y en varios le vi perder un poco la paciencia y sumirse en cierta ansiedad.
En fin, que en el segundo día después de Morante vivimos algo que tardaremos mucho en volver a ver, la presentación en solitario de un novillero en Las Ventas. Creo que 2026 podría haber sido mejor fecha para este acontecimiento, que madurar es importante en la vida, más aún en el toreo, para asumir que con 17 años se tiene que enfrentar a la posibilidad de morir. Es así de duro, pero cada tarde que se vista de luces lo llevará en esa mente aún de niño. Le deseo lo mejor en su carrera y ojalá algún día le vea triunfar en Madrid, cero que tiene mimbres para conseguirlo, que las prisas de esta sociedad loca presa de la imediatez no le cieguen.

Antonio Vallejo

viernes, 30 de mayo de 2025

Primer día después de Morante, nueve para que vuelva

Van pasando las horas y poco a poco, con la serenidad del reposo, la magnitud de la obra de arte de Morante ayer jueves va adquiriendo dimensiones desorbitadas que rompen la barrera del tiempo. Llámenme exagerado, llámenme loco si quieren, pero ayer comenzó una nueva era en el toreo, la de después de Morante. Lo que vivimos ayer me atrevería calificarlo como místico, un estado de inabarcable trascendencia sobrenatural. Ya nada podrá ser como antes de lo de ayer, será bueno, incluso magnífico, sí, pero nunca igual, habrá emoción, sí, hasta locura, pero nunca el estado de infinita comunión que vivimos ayer. Superó todo lo imaginable para los sentidos, el abandono ante esa creación divina fue absoluto, y toda la vida lo recordaremos como el día 1 de la nueva era del toreo. Bueno, todos no, ya lo expresó claramente el maestro en el callejón tras la muerte del cuarto a los micrófonos de Telemadrid al ser preguntado al respecto, dijo "todos...menos el presidente". Y cuanto más horas pasan y se agiganta aún más la leyenda de Morante, más se reduce la catadura y altura de ese presidente que ya debe estar por debajo de los pigmeos y los enanos mentales. Pero es que para colmo, este presidente de ayer, Ignacio Sanjuán Rodríguez, hoy se ha permitido el lujo de hacer declaraciones y decir que con tres descabellos según su criterio "no se puede conceder una oreja en Madrid, que hay que mantener la categoría de la plaza", ¡manda narices!. O sea, que para este sujeto su criterio está por encima del reglamento y las normas, que dicen claramente que la primera oreja la concede el público por petición mayoritaria. Y así fue la petición, claramente mayoritaria,  y su OBLIGACIÓN era sacar el pañuelo blanco, su opinión ahí no vale para nada. Pero, claro, si hacemos un pequeño ejercicio de "trazabilidad ascendente"  - si es que eso existe - partimos de que este personaje es comisario, ¿de qué?, de policía, que depende del Ministerio de Interior, Marlaska, ¡vaya elemento!, que pertenece al gobierno...¡de Pedro Sánchez!, ¡para echarse a temblar en qué manos está el palco de Las Ventas!. Así no ,e extraña nada la arbitrariedad caprichosa e ilegal de ese presidente, según esa trazabilidad actúa acorde a sus ascendentes, total desprecio a la legalidad, es decir, el reglamento, y haciendo todo según sus caprichos cual dictadores bananeros. Habrá que estar atentos en los próximos días y consultar el programa de mano para saber quien se sienta en el palco, y cuando aparezca este estar prevenidos para cualquier barbaridad.
De que tras lo de Morante ayer nada será igual en el toreo lo atestigua la tarde de hoy jueves. Otro lleno de no hay billetes para una corrida de magnífico cartel, con toros de El Torero para Diego Urdiales, maestro consagrado guardián del toreo añejo y el clasicismo, Roca Rey, el imán que hoy en día atrae en masa al público, y Rafa Serna, torero sevillano de arte y gusto, que confirmaba alternativa. Y ha habido cosa muy buenas, aunque hayamos tenido que esperar a los dos últimos toros, pero nada podía ser igual, y se notaba en el ambiente, la gloria suprema del toreo solo tiene un dueño. 
Roca Rey y Rafa Serna han cortado una oreja cada uno en dos faenas diferentes pero con un nexo común, la decisión. El quinto saltó frenándose en el capote, apuntaba cierto fondo clase al meter la cara pero sin acabar de rematar, corto recorrido, sin demasiada entrega. Lo fija bien Roca Rey andándole hacia atrás, despacio, con suavidad, cuidándole, no parecía ir muy sobrado de fuerzas, buena lidia que creo ha pasado desapercibida. Mucho se le ha medido en varas, dos puyazos poco más que señalados, sin emplearse, de los que sale con escaso fuelle. En banderillas recupera algo el aliento y muestra algo más de son, muy buenos los pares de Antonio Chacón, ganando la cara del toro con facilidad. En la muleta he visto un Roca Rey en figura y con mucha raza, una labor paciente en los primeros compases, haciéndolo todo a favor del toro, concediéndole la altura, llevándolo con mucha suavidad, sin obligarle, poco a poco, dándole pausas y respiros. Como es habitual con el peruano los reproches y la disconformidad con todo lo que haga presidían en esos momentos la faena, pero le daba igual, iba a lo suyo, a cuidar al toro y darle confianza, primero por el derecho, tandas a media altura y con mimo, mucha técnica y capacidad que, como con el capote, ha pasado desapercibida para muchos. Al cambiar al pitón izquierdo ha empezado a cambiar la cosa, de primeras le costaba, poco recorrido y protestando. No ha perdido la fe, paciencia y decisión las claves, además de colocación para que muletazo a muletazo fuera metiendo la cara con más calidad, ya le podía ir bajando la mano, poco a poco, sin prisas, y así han surgido unos naturales que iban a más, tres de ellos de mucha hondura, pero la gente ni se ha enterado, además de las constantes muestras de desaprobación de los que no le tragan. De verdad, parecía que estaban anestesiados. Eso o que han venido pocas veces a los toros y no han entendido lo que Roca Rey estaba haciendo. Y yo creo que el limeño se ha dado cuenta antes que nadie lo que pasaba y, con un gesto de rabia ha arrancado una de las banderillas que le estaban molestando al rematar con uno de pecho una tanda ligada de naturales profundos. Ese ha sido el detonante para despertar al público que ha salido del letargo como si le hubieran puesto un petardo en salva sea la parte, y ese detonante se llama raza. Toda labor técnica previa ha sido lo que ha hecho que ese toro rompiera como ha roto y sacara ese fondo de clase que apuntaba. A partir de ahí ha compuesto tres soberbias tandas en redondo, llevando al de El Torero muy en corto, muy  metido en la muleta, sin quitársela, la mano muy baja, arrastrando la franela, tirando del toro con enorme temple, ligazón y profundidad, de mucha transmisión, coreadas con fuertes olés y el público en pie con los remates de pecho. Con la plaza despierta y por fin implicada recurrió a ese toreo que le caracteriza en las cercanías, trenzando tres circulares muy largos, más efectistas que otra cosa pero que gustan, rematados con otros tantos de pecho a la hombrera contraria que han sido lo mejor y han desatado la locura del público. Una entera desprendida ha fulminado al toro y la oreja ha sido pedida con fuerza, y esta vez el palco no se ha pasado el reglamento por sus caprichos. Para mi lo mejor, como reza uno de los versos de Calderón, la constancia y la paciencia de Roca Rey, que con técnica y raza ha sacado lo mejor de ese toro y respecto a la oreja, el público la ha pedido, es suficiente argumento, me parece bien y justa. 
Rafa Serna se ha ido con toda la decisión del mundo a recibir al sexto a portagayola, jugándosela a todo o nada. Sale rebrincado, como una flecha hacia el sevillano que tiene que echarse cuerpo a tierra en la larga cambiada con el toro pasándole por encima. Ya vertical un vibrante y arrebatado ramillete de verónicas en los medios cargadas de temple y a compás, preciosas, rematadas con una garbosa revolera con el capote del revés, de mucha belleza y emoción. Precioso y elegante, lleno de aromas, el galleo por chicuelinas para colocar al toro en varas, donde se ha medido el castigo y se ha empleado poco. Muy bronco y exigente en la muleta, pronto, obedeciendo a los toques, con mucha inercia, embistiendo con el pitón contrario, sin clase pero con la emoción de esa movilidad y brusquedad, un toro duro que te pedía todo y no concedía nada, sin permitir la mínima duda. No las tuvo el sevillano, ni una, asentado, firme, las zapatillas enterradas, sin ceder un paso, aguantó las acometidas, los pitones pasando a ras de la taleguilla, manteniendo un pulso de mucha intensidad y transmisión, firme y muy valiente, más compromiso y entrega imposible, sin renunciar a nada y todo por ambos pitones. Para nada importó que la estocada cayera desprendida, la petición fue clamorosa e incontestable. Una oreja de mucho peso, justo premio al valor y la decisión.
Por lo demás la corrida tuvo sus cositas pero sin llegar a romper en ninguno de lo otros toros. En el primero vimos un bonito saludo capotero de Serna a la verónica, rematadas con unas medias ceñidas, un quite por tafalleras del sevillano replicado por uno a la verónica con sabores añejos de Urdiales, pero poco más, ya que en la muleta adoleció de falta de empuje aunque tuvo condición noble y manejable. Aseado y correcto Serna, buenas maneras pero sin poder tomar vuelo ni generar especial emoción. Diego Urdiales dejó en el aire de Madrid detalles de su empaque y clasicismo con los lances de recibo al segundo, así como los primeros muletazos doblándose, templados y con clase, pero la falta de entrega del toro, la cara alta, punteando las telas, deslució los intentos del riojano que siempre lo trató de llevar por bajo. Tan solo algunos muletazos con su sello particular tuvieron cierto eco. Con el cuarto más o menos igual, toreo clásico intentando hacer todo bien pero sin emoción, mejor por el derecho, templado y con el toro colocando mejor la cara, derechazos con empaque, mientras por el izquierdo le costaba y protestaba, sin ritmo. Al tercero lo recibió Roca Rey a pies juntos, verónicas, casi delantales, de mucha calidad y templadas, llevándose al toro a los medios. Muy medido el castigo en el caballo y un extraordinario tercio de banderillas a cargo de Francisco Durán " Viruta" que recoge desmonterado una fuerte ovación. El inicio de faena escalofriante, de rodillas, tres de pecho y dos cambiados por la espalda de infarto para incorporarse y recetar buenos derechazos aprovechando la movilidad del toro y rematar con el de pecho mirando al tendido y uno de desdén desafiando a los que desde que saltó el animal comenzaron con los "miaus". Sin ritmo en la muleta, corre bien la mano el peruano pero le falta empuje, intercala muletazos con profundidad con otros en los que el toro se queda debajo obligando a perder pasos desluciendo el conjunto. Por el izquierdo algunos naturales tuvieron mucha hondura, pero el mismo defecto, le falta de continuidad no permitía la ligazón, por lo que no llegó a despegar. 
En fin, que así ha sido este primer día después de Morante. Mañana será el segundo, y quedará uno menos hasta el 8 de junio. Esperemos ver buen toreo y triunfos aunque, por muy buenos que sean, nunca serán igual.

Antonio Vallejo