viernes, 30 de mayo de 2025

Primer día después de Morante, nueve para que vuelva

Van pasando las horas y poco a poco, con la serenidad del reposo, la magnitud de la obra de arte de Morante ayer jueves va adquiriendo dimensiones desorbitadas que rompen la barrera del tiempo. Llámenme exagerado, llámenme loco si quieren, pero ayer comenzó una nueva era en el toreo, la de después de Morante. Lo que vivimos ayer me atrevería calificarlo como místico, un estado de inabarcable trascendencia sobrenatural. Ya nada podrá ser como antes de lo de ayer, será bueno, incluso magnífico, sí, pero nunca igual, habrá emoción, sí, hasta locura, pero nunca el estado de infinita comunión que vivimos ayer. Superó todo lo imaginable para los sentidos, el abandono ante esa creación divina fue absoluto, y toda la vida lo recordaremos como el día 1 de la nueva era del toreo. Bueno, todos no, ya lo expresó claramente el maestro en el callejón tras la muerte del cuarto a los micrófonos de Telemadrid al ser preguntado al respecto, dijo "todos...menos el presidente". Y cuanto más horas pasan y se agiganta aún más la leyenda de Morante, más se reduce la catadura y altura de ese presidente que ya debe estar por debajo de los pigmeos y los enanos mentales. Pero es que para colmo, este presidente de ayer, Ignacio Sanjuán Rodríguez, hoy se ha permitido el lujo de hacer declaraciones y decir que con tres descabellos según su criterio "no se puede conceder una oreja en Madrid, que hay que mantener la categoría de la plaza", ¡manda narices!. O sea, que para este sujeto su criterio está por encima del reglamento y las normas, que dicen claramente que la primera oreja la concede el público por petición mayoritaria. Y así fue la petición, claramente mayoritaria,  y su OBLIGACIÓN era sacar el pañuelo blanco, su opinión ahí no vale para nada. Pero, claro, si hacemos un pequeño ejercicio de "trazabilidad ascendente"  - si es que eso existe - partimos de que este personaje es comisario, ¿de qué?, de policía, que depende del Ministerio de Interior, Marlaska, ¡vaya elemento!, que pertenece al gobierno...¡de Pedro Sánchez!, ¡para echarse a temblar en qué manos está el palco de Las Ventas!. Así no ,e extraña nada la arbitrariedad caprichosa e ilegal de ese presidente, según esa trazabilidad actúa acorde a sus ascendentes, total desprecio a la legalidad, es decir, el reglamento, y haciendo todo según sus caprichos cual dictadores bananeros. Habrá que estar atentos en los próximos días y consultar el programa de mano para saber quien se sienta en el palco, y cuando aparezca este estar prevenidos para cualquier barbaridad.
De que tras lo de Morante ayer nada será igual en el toreo lo atestigua la tarde de hoy jueves. Otro lleno de no hay billetes para una corrida de magnífico cartel, con toros de El Torero para Diego Urdiales, maestro consagrado guardián del toreo añejo y el clasicismo, Roca Rey, el imán que hoy en día atrae en masa al público, y Rafa Serna, torero sevillano de arte y gusto, que confirmaba alternativa. Y ha habido cosa muy buenas, aunque hayamos tenido que esperar a los dos últimos toros, pero nada podía ser igual, y se notaba en el ambiente, la gloria suprema del toreo solo tiene un dueño. 
Roca Rey y Rafa Serna han cortado una oreja cada uno en dos faenas diferentes pero con un nexo común, la decisión. El quinto saltó frenándose en el capote, apuntaba cierto fondo clase al meter la cara pero sin acabar de rematar, corto recorrido, sin demasiada entrega. Lo fija bien Roca Rey andándole hacia atrás, despacio, con suavidad, cuidándole, no parecía ir muy sobrado de fuerzas, buena lidia que creo ha pasado desapercibida. Mucho se le ha medido en varas, dos puyazos poco más que señalados, sin emplearse, de los que sale con escaso fuelle. En banderillas recupera algo el aliento y muestra algo más de son, muy buenos los pares de Antonio Chacón, ganando la cara del toro con facilidad. En la muleta he visto un Roca Rey en figura y con mucha raza, una labor paciente en los primeros compases, haciéndolo todo a favor del toro, concediéndole la altura, llevándolo con mucha suavidad, sin obligarle, poco a poco, dándole pausas y respiros. Como es habitual con el peruano los reproches y la disconformidad con todo lo que haga presidían en esos momentos la faena, pero le daba igual, iba a lo suyo, a cuidar al toro y darle confianza, primero por el derecho, tandas a media altura y con mimo, mucha técnica y capacidad que, como con el capote, ha pasado desapercibida para muchos. Al cambiar al pitón izquierdo ha empezado a cambiar la cosa, de primeras le costaba, poco recorrido y protestando. No ha perdido la fe, paciencia y decisión las claves, además de colocación para que muletazo a muletazo fuera metiendo la cara con más calidad, ya le podía ir bajando la mano, poco a poco, sin prisas, y así han surgido unos naturales que iban a más, tres de ellos de mucha hondura, pero la gente ni se ha enterado, además de las constantes muestras de desaprobación de los que no le tragan. De verdad, parecía que estaban anestesiados. Eso o que han venido pocas veces a los toros y no han entendido lo que Roca Rey estaba haciendo. Y yo creo que el limeño se ha dado cuenta antes que nadie lo que pasaba y, con un gesto de rabia ha arrancado una de las banderillas que le estaban molestando al rematar con uno de pecho una tanda ligada de naturales profundos. Ese ha sido el detonante para despertar al público que ha salido del letargo como si le hubieran puesto un petardo en salva sea la parte, y ese detonante se llama raza. Toda labor técnica previa ha sido lo que ha hecho que ese toro rompiera como ha roto y sacara ese fondo de clase que apuntaba. A partir de ahí ha compuesto tres soberbias tandas en redondo, llevando al de El Torero muy en corto, muy  metido en la muleta, sin quitársela, la mano muy baja, arrastrando la franela, tirando del toro con enorme temple, ligazón y profundidad, de mucha transmisión, coreadas con fuertes olés y el público en pie con los remates de pecho. Con la plaza despierta y por fin implicada recurrió a ese toreo que le caracteriza en las cercanías, trenzando tres circulares muy largos, más efectistas que otra cosa pero que gustan, rematados con otros tantos de pecho a la hombrera contraria que han sido lo mejor y han desatado la locura del público. Una entera desprendida ha fulminado al toro y la oreja ha sido pedida con fuerza, y esta vez el palco no se ha pasado el reglamento por sus caprichos. Para mi lo mejor, como reza uno de los versos de Calderón, la constancia y la paciencia de Roca Rey, que con técnica y raza ha sacado lo mejor de ese toro y respecto a la oreja, el público la ha pedido, es suficiente argumento, me parece bien y justa. 
Rafa Serna se ha ido con toda la decisión del mundo a recibir al sexto a portagayola, jugándosela a todo o nada. Sale rebrincado, como una flecha hacia el sevillano que tiene que echarse cuerpo a tierra en la larga cambiada con el toro pasándole por encima. Ya vertical un vibrante y arrebatado ramillete de verónicas en los medios cargadas de temple y a compás, preciosas, rematadas con una garbosa revolera con el capote del revés, de mucha belleza y emoción. Precioso y elegante, lleno de aromas, el galleo por chicuelinas para colocar al toro en varas, donde se ha medido el castigo y se ha empleado poco. Muy bronco y exigente en la muleta, pronto, obedeciendo a los toques, con mucha inercia, embistiendo con el pitón contrario, sin clase pero con la emoción de esa movilidad y brusquedad, un toro duro que te pedía todo y no concedía nada, sin permitir la mínima duda. No las tuvo el sevillano, ni una, asentado, firme, las zapatillas enterradas, sin ceder un paso, aguantó las acometidas, los pitones pasando a ras de la taleguilla, manteniendo un pulso de mucha intensidad y transmisión, firme y muy valiente, más compromiso y entrega imposible, sin renunciar a nada y todo por ambos pitones. Para nada importó que la estocada cayera desprendida, la petición fue clamorosa e incontestable. Una oreja de mucho peso, justo premio al valor y la decisión.
Por lo demás la corrida tuvo sus cositas pero sin llegar a romper en ninguno de lo otros toros. En el primero vimos un bonito saludo capotero de Serna a la verónica, rematadas con unas medias ceñidas, un quite por tafalleras del sevillano replicado por uno a la verónica con sabores añejos de Urdiales, pero poco más, ya que en la muleta adoleció de falta de empuje aunque tuvo condición noble y manejable. Aseado y correcto Serna, buenas maneras pero sin poder tomar vuelo ni generar especial emoción. Diego Urdiales dejó en el aire de Madrid detalles de su empaque y clasicismo con los lances de recibo al segundo, así como los primeros muletazos doblándose, templados y con clase, pero la falta de entrega del toro, la cara alta, punteando las telas, deslució los intentos del riojano que siempre lo trató de llevar por bajo. Tan solo algunos muletazos con su sello particular tuvieron cierto eco. Con el cuarto más o menos igual, toreo clásico intentando hacer todo bien pero sin emoción, mejor por el derecho, templado y con el toro colocando mejor la cara, derechazos con empaque, mientras por el izquierdo le costaba y protestaba, sin ritmo. Al tercero lo recibió Roca Rey a pies juntos, verónicas, casi delantales, de mucha calidad y templadas, llevándose al toro a los medios. Muy medido el castigo en el caballo y un extraordinario tercio de banderillas a cargo de Francisco Durán " Viruta" que recoge desmonterado una fuerte ovación. El inicio de faena escalofriante, de rodillas, tres de pecho y dos cambiados por la espalda de infarto para incorporarse y recetar buenos derechazos aprovechando la movilidad del toro y rematar con el de pecho mirando al tendido y uno de desdén desafiando a los que desde que saltó el animal comenzaron con los "miaus". Sin ritmo en la muleta, corre bien la mano el peruano pero le falta empuje, intercala muletazos con profundidad con otros en los que el toro se queda debajo obligando a perder pasos desluciendo el conjunto. Por el izquierdo algunos naturales tuvieron mucha hondura, pero el mismo defecto, le falta de continuidad no permitía la ligazón, por lo que no llegó a despegar. 
En fin, que así ha sido este primer día después de Morante. Mañana será el segundo, y quedará uno menos hasta el 8 de junio. Esperemos ver buen toreo y triunfos aunque, por muy buenos que sean, nunca serán igual.

Antonio Vallejo

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