lunes, 19 de mayo de 2025

José Ignacio Uceda Leal, TORERO

Clase, calidad, elegancia, empaque, naturalidad, suavidad, gusto, sabor, aromas, temple, compás, relajo, desmayo, pureza, verdad y sentimiento, en definitiva, TORERÍA. Eso ha sido la faena de José Ignacio Uceda Leal al cuarto, rubricada con una estocada marca de la casa, recto, hundiendo el acero hasta la bola, fulminante, y una oreja de ley, de mucho peso. Toreo eterno, toreo caro, carísimo, del de Usera al cuarto de la tarde, un precioso cárdeno de magníficas hechuras y mucha seriedad, enseñando las puntas, todo un santacoloma. Apuntó humillación en las verónicas templadas cargadas de gusto con que recogió al toro en las primeras embestidas, hizo sonar el estribo en varas, se durmió en el peto sin emplearse y en banderillas esperó sin demasiada entrega. Con ese bagaje se fue Uceda a brindar al público. Lo que vino detrás ni podíamos soñarlo. Los ayudados por alto del inicio fueron gloria pura, un trincherazo para quebrar el alma y uno de pecho largo para empezar a soñar. Dos tandas por el derecho de inmensa profundidad, relajado, la mano muy baja, desmayo y naturalidad, nada forzado, muletazos de temple descomunal, my despacio, pura armonía, ceñidos a la cadera, abrochando ambos con remates por bajo para seguir soñando. Por el izquierdo otras dos tandas aún más despacio, deteniendo el tiempo en cada embestida, naturales hondos, de una belleza infinita, temple, ligazón y compás, para no parar de soñar. Faena además perfectamente medida, cuatro tandas, dos, tres muletazos, no más, y el remate, no hace falta más, las esencias son así, caben en frascos pequeños, hay que saber administrarlas y son elegancia, el toreo eterno. Lo demás, los excesos, son vulgaridad. Para poner broche a este canto al toreo eterno dibujó auténticos carteles de toros en ayudados por bajo, trincherillas y pases de la firma, adornos finales por bajo para negarse a despertar de este mágico sueño que es la torería, este domingo enfundada en su figura. Rubricó como los más grandes, arriba, en todo lo alto, un mar de pañuelos de una plaza enloquecida y oreja sin discusión alguna para José Ignacio Uceda Leal, TORERO.
Ha sido tal la intensidad emocional de esta faena que eclipsa todo lo demás que hemos vivido en esta tarde en la que, un día más, y los que quedan, la plaza ha registrado otro lleno. Urtasun, ¿de verdad sigues creyendo que el toreo no interesa?. Corrida de La Quinta que ha traído a Madrid una corrida para mi gusto de excelente presentación, magníficas hechuras, los seis santacolomas auténticos, serios y ofensivos, con cara y sin necesidad de exageraciones por delante, que ha dado un juego variado destacando tercero, cuarto y quinto.
Corto de recorrido  el primero ya desde el saludo capotero, se quedaba en las telas, apuntaba humillación pero no acabó de  emplearse en los primeros tercios por su falta de poder y empuje. Muy justo en la muleta, lo cuidó Uceda, a media altura, excelente trato, sin poder obligarle por su falta de fuerzas pero el toro no pasaba, es más, se quedaba a medias y reponía obligando a perder pasos, incómodo y deslucido. Algunos muletazos tuvieron el empaque que impregna Uceda a su toreo pero en ningún momento la faena pudo tomar vuelo. Con la espada, un auténtico cañón, fulminante.
Un auténtico tío el segundo, dos velas que daban pánico. Corto recorrido y sin entregarse en el capote de Daniel Luque, las manos por delante, revolviéndose, incómodo, sin emplearse en varas pero con movilidad en banderillas, magníficos los dos pares de Raúl Caricol. Toro con complicaciones en la muleta, le costaba humillar y pasar, le concedió la altura y lo llevó con la muleta en la cadera para tratar de alargar el recorrido. Firme y comprometido el sevillano, lo llevó templado pero no se entregaba el de La Quinta, además de encerrar un peligro sordo que algunos creo que no vieron, sobre todo por el pitón izquierdo, se venía por dentro, aguantó y tragó Luque, y por ambos pitones logró componer  algunos muletazos de buen trazo y más profundidad, mediada la faena, obligándole más, bajándole la mano, mejor por el pitón derecho, pero el santacoloma colaboró realmente poco. El que hizo quinto pasó por los primeros tercios dejando algunos apuntes, por ejemplo en las verónicas de saludo en la contraquerencia parecía meter la cara, en el peto empujó de inicio pero luego se durmió,  difícil, casi imposible saber por donde podría salir en la muleta. Lo citó Luque desde los medios, buena arrancada del toro, toma la muleta por el derecho, con recorrido, dos derechazos profundos, un cambio de mano espectacular y un remate por bajo en el que mete la cara de maravilla por el pitón izquierdo, humillando con clase. Pero ahí, de repente, se acabó todo, ni idea por qué, si porque Luque no encontró el sitio ni la distancia, o porque el toro dijo basta y se agarró al suelo, pero lo que parecía que podía ser se quedó en un trasteo deslucido en el que no hubo continuidad ni emoción. 
Emilio de Justo bordó el toreo de capa en el tercero, verónicas templadas y profundas a un toro que repetía y metía la cara con calidad, dejando para el recuerdo dos medias verónicas excelentes y un quite por chicuelinas a manos baja llenas de emoción. Empujó metiendo los riñones en el caballo, buen tercio de varas, creo que el mejor de la tarde, arrancándose de lejos con un tranco sensacional. Todo apuntaba a algo grande pero en el quite por delantales de Uceda amagó con claudicar, y en banderillas ese galope ágil mostrado anteriormente se diluyó para esperar y cortar. Poderoso inicio de faena,  lleno de mando, genuflexo, la mano baja, llevándolo largo, con recorrido y un trincherazo  cargado de torería y emoción. No sé si el castigo en varas y ese arranque de faena en el que le obligó tanto mermaron las condiciones del santacoloma, pero lo cierto es que la faena no acabó de tomar vuelo y vino marcada por la irregularidad. Un par de tandas buenas por el derecho ligadas con emoción y profundidad en los muletazos en los primeros compases fueron lo más compacto. Luego bajó el nivel por el izquierdo,  le costaba al animal, seguía manteniendo la clase, pero faltó ligazón. A partir de ahí pases sueltos, unos más limpios que otros, sin continuidad y emoción decreciente. Devuelto el sexto por inválido salta el sobrero del mismo hierro, un toro encastado y con genio al que Emilio de Justo lidió echándole el capote abajo, andándole hacia atrás para llevarlo a los medios, la única manera de contrarrestar la tendencia a llevar la cara alta, defecto muy acusado en el caballo, el estribo no paraba de sonar. Magistral Morenito de Arlés en la brega, echando le capote al suelo, dando los lances justos y dejando al toro perfectamente en suerte para colocar los pares. Hincado de rodillas inicia la faena, dos derechazos largos y profundos para incorporarse y trenzar una serie por el derecho no demasiado limpia pero con emoción por los arreones del toro. Por ese pitón surgió lo mejor, otras dos series medidas ligadas en el sitio con la mano baja y tirando del toro con clase para cambiar al izquierdo por donde protestaba más y tocaba las telas, menos claridad en los naturales, solo alguno aislado con cierta hondura y calidad, corto recorrido, obligándole a perder pasos, y con el toro a menos, pese a lo cual no dejó de intentar robar hasta el último muletazo con firmeza y mucho compromiso, pero resultó inútil, ya no había más.


Antonio Vallejo


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