viernes, 16 de mayo de 2025

Mansedumbre, un antónimo en 24 horas

Tan solo han pasado 24 horas desde que las mulillas arrastraron a Brigadier, toro de Pedraza de Yeltes que ayer encarnó la bravura en toda su extensión, para tener que irnos, en lenguaje taurino, al antónimo para definir la corrida de hoy, precisamente día del Santo Patrón que da nombre a esta feria, no podía haber sido mañana, ¡hay que ver!, maldita casualidad. Mansedumbre, en eso se resume toda la tarde, no ha habido más. Decepcionante a más no poder, por ser finos y educados, el comportamiento manso y descastado de los Atanasio-Lisardos del hierro salmantino José Enrique Fraile de Valdefresno y que hoy quiero mostrar como ilustración de portada porque, a tenor de lo visto hoy, va ser difícil que vuelva a ser portada del programa de mano de cada día, que esta temporada es la ganadería acartelada. Pitados en el arrastre todos excepto el segundo, y con toda la razón, porque lo que hemos visto era de bronca de las gordas, aunque, increíblemente, la actitud de los tendidos, incluido el más crítico y ruidoso la mayoría de tardes, ha sido curiosamente tranquila. No quiero ver fantasmas pero me gustaría saber que hubiera pasado si estos mismos toros hubieran estado marcados por un hierro de Domecq. A lo mejor habíamos visto arder Troya, o a lo mejor me equivoco, ojalá, y por fin mantengan la línea de esta primera semana isidril, agradable sorpresa. Mañana mismo lo comprobaremos, viene Manzanares, y ya saben...
Un encierro que ha tenido presencia y seriedad, todos ofensivos, abiertos de cara y astifinos, con hechuras desiguales, siendo  el segundo, precisamente el único que en la muleta ha sacado su fondo de clase y nobleza, el más armónico y mejor hecho, haciendo bueno aquello de que no todos los toros que tiene buenas hechuras embisten, pero todos los que embisten tienen buenas hechuras.
Podría ir uno a uno contándoles el juego en cada tercio, pero creo que sería un aburrimiento repetir hasta seis veces que han saltado sueltos, sin fijeza, a su aire, desentendidos, sin entregarse en el capote, huyendo en muchos casos, marcando querencia desde salida, buscando la salida, barbeando. Pero así ha sido, no recuerdo nada reseñable en el primer tercio, quizás alguna de las verónicas que el confirmante Alejandro Chicharro recetó al que cerraba plaza encelándolo en el capote, con el toro metiendo la cara y repitiendo, templadas y con buen son, y ahí se acabó. De veras, no recuerdo ninguna corrida en la que no haya habido nada de nada en el toreo de capa. Para todo hay una primera vez, o eso dicen. Lo único que pido es que sea la última.
Siguiendo por tercios, vamos al de varas. No podía ser de otra manera siendo mansos que lo que se ha visto. No querían ir al peto ni por asomo, andaban por la plaza a su aire dos han sido picados por el que guardaba puerta porque pasaban por allí y ha habido que aprovechar la situación. Y cuando han entrado al caballo lo han hecho como su condición, haciendo sonar el estribo, doliéndose y saliendo al sentir la puya, dejándose pegar sin más, empujando prácticamente nada y  la mayoría haciéndolo con un solo pitón. Era de esperar. Tan solo ha habido un puyazo en el que se ha visto algo de lo que es pelea en el caballo, el primero al que cerraba plaza, con más codicia y metiendo los riñones. Sólo eso, porque lo que ha ocurrido en el primer puyazo al cuarto no ha sido  ni empuje ni celo en el caballo, ha sido la fuerza de la inercia de 622 Kg en movimiento chocando contra el peto y desplazando al caballo hacia las tablas, que no se confunda bravura con genio de manso en una arrancada, porque luego, una vez parado, se ha dormido en el peto. Lo digo porque he alucinado con la ovación de algunos, ¿a qué?.
Vámonos al tercio de banderillas, más de lo mismo. Mínima colaboración, esperando y cortando, todo lo han tenido que hacer los banderilleros con enorme oficio, profesionalidad y exposición. Menos mal que hoy se han reunido en Las Ventas un elenco de auténticos maestros de plata que han hecho que lo casi imposible pareciera hasta fácil. Nombres como Curro Vivas, Agustín de Espartinas, Álvaro López "Azuquita", Juan Carlos Rey (ayer magistral a las órdenes de Isaac Fonseca), Iván García, Joselito Rus y Fernando Sánchez, todo un lujazo, a ver quien lo mejora. Entre todos ellos ha habido dos que han cuajado un tercio sensacional viéndose obligados a desmonterarse para responder a la gran ovación, Iván García y Fernando Sánchez en el sexto. Dos pares de poder a poder de Iván dejándose ver, llegando a la cara para reunir y clavar con absoluta pureza y verdad, y un par de Fernando por dentro, en paralelo a las tablas, andando con su particular e inimitable estilo  arriesgando al máximo en terrenos enormemente comprometidos para dejar los rehiletes con verdad y emoción, tanta como la que aplicó en el que abría plaza, un manso que no paraba quieto, de aquí a allá sin hacer caso a los capotes y al que Fernando buscó también entrando de dentro a fuera con enorme compromiso. Menos mal que hoy estaban estos hombres en Las Ventas, no quiero ni pensar lo que hubieran sido las banderillas sin ellos.
Ya solo queda la muleta, ¿imaginan más o menos como ha sido la cosa?. Pues sí, seguro que aciertan y se pueden ahorrar lo que queda. Solo el segundo ha roto en la muleta y ha sacado su fondo de clase y nobleza. Bueno, ¿lo ha sacado o ha sido Paco Ureña el que se lo  ha sacado? Yo creo, estoy convencido, que ha sido la maestría y el saber del murciano el que lo ha hecho. Sensacional, lo ha entendido a la perfección y ha sabido darle la altura, la distancia, el ritmo y las pausas que el toro requería. Colocación impecable, temple exquisito, llevándolo cosido a la muleta, ni un toque, ni una brusquedad, trato sublime para componer tandas por el derecho de enorme profundidad y recorrido, unas con el compás abierto, otras más encajado y pies juntos, cambios de mano de bellísima factura y unos de pecho de pitón a rabo magníficos. Por el izquierdo aún más emoción si cabe, dándole el pecho, pies juntos, encajado, metiendo los riñones, pasándose al toro por la cadera a milímetros, naturales de máxima hondura y expresión acompañados por olés sentidos que olían a oreja, más aún con los muletazos de clausura, uno por bajo, genuflexo, dibujado en curva para alargar el recorrido y un par de trincherazos de los de crujir. Mata volcándose, casi entera algo delantera y el toro que tarda en caer, se traga la muerte y esa pausa creo que enfrió el ánimo de parte del público para sacar los pañuelos. Gran ovación, petición en el límite de la mayoría, no sabría decirlo, y saludos de Ureña desde el tercio. Yo creo que una vuelta al ruedo hubiera sido de ley y mucho valor, él se inventó la faena, él hizo bueno a ese segundo, él toreó con enorme sentimiento y él mató por derecho. No hay que perder el valor que siempre ha tenido una vuelta en Madrid. Y si busco algo más que destacar en la muleta puedo encontrarlo en el que cerraba plaza, un animal que tuvo movilidad y más fijeza, repitiendo en la muleta de Alejandro Chicharro, pero sin demasiada clase, más por arreones y genio propios de su fondo de mansedumbre que por entrega. Muy firme y decidido el madrileño que aguanta los arreones de un toro que en ocasiones se viene por dentro y le planta la muleta para ligar un par de tandas de derechazos con la mano baja, templados y con gusto y robarle algunos naturales hondos de mucha calidad con buen trato, pero entre la justa entrega del de Valdefresno y su escasa duración la faena no pudo tomar vuelo. Eso y que, además, para coronar la tarde, un nuevo chaparrón provocó la desbandada en los tendidos esfumando lo poco que podía quedar por hacer. Del resto de la corrida poco que decir. El gaditano David Galván tuvo que lidiar con un lote imposible, un tercero de 650 Kg tan grande como manso que tuvo cero entrega, además de peligro, duro y brusco. Firmeza y mucho compromiso, irreprochable actitud, nada más se le puede pedir. Más manso aún el quinto, deslucido y con el peligro ese de los mansos a la defensiva. Lo intentó de todas las maneras, con dignidad, pero nada había por hacer, tan solo quitárselo de en medio cuanto antes. No se le puede pedir más ni juzgar en esta tarde, sería totalmente injusto. El cuarto, para Paco Ureña, otro manso descastado y con malas intenciones, descompuesto y rebrincado, la cara alta, soltando arreones. Lo mismo que lo dicho para Galván, lo único sensato pasaportarlo con la mayor brevedad posible y salir ileso. Solo nos queda el toro de la confirmación, ¡vaya joya para Chicharro! Manso entre los mansos, sin querer saber nada de los engaños, huyendo desde el capote hasta la muleta, embestida a la defensiva aunque el tesón y el valor del de Miraflores consiguió que surgieran de la nada algunos muletazos con recorrido y profundidad, pero todo en un contexto sin estructura ni guión. Digo lo mismo que antes, más actitud imposible, poco más se le puede pedir. 

Antonio Vallejo

 

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