No me resulta nada fácil ponerme a escribir hoy, me cuesta ponerme ante el teclado sumido en un laberinto emocional tras haber visto repetida dos veces la obra de arte magistral del maestro. Lo que he vivido y sentido en esta tarde es muy complicado de expresar, solo quien haya estado en Las Ventas puede entender esto que les digo, ni tan siquiera quienes hayan visto esta Corrida de la Prensa por televisión, no cobra la infinita dimensión que ha tenido. Una corrida de un solo toro, el primero, ahí se me ha muerto la tarde. En ese primer toro he subido al cielo del toreo en los vuelos del capote y la muleta de José Antonio Morante de la Puebla para luego caer fulminado por una criminal estocada de desengaño y decepción con la inexplicable e infame decisión del presidente al negar una oreja de ley pedida por una mayoría apabullante, violando gravemente el reglamento. Digna y llena de vergüenza torera la actitud de Morante al no querer dar la vuelta al ruedo ante la infamia del palco, no la necesita, como tampoco necesita una oreja más o menos, él está por encima del bien y del mal, ocupa la categoría de sobrenatural. Del maestro escribe Rosario Pérez en ABC, detrás de Morante... nadie, como también lo hace Vicente Zabala de la Serna en El Mundo, un presidente ignaro escupe sobre la historia viva del toreo, o Gonzalo Bienvenida en Aplausos, no está hecha la miel para la boca del asno, al referirse a la perfecta manera de despachar sin contemplaciones al complicado y desclasado cuarto sacando montada la espada de matar para doblarse, mostrar sus imposibles condiciones y enterrar la espada ahorrándonos unos minutos de farsa que no llevaban a nada y que algunos censuraron con silbidos. Esos que silbaron en su vida verán nada igual, allá ellos que no han sabido apreciar la magia que ha surgido ante sus ojos, no se merecen esa deliciosa miel.
Morante torea como los demás sueñan, así es, único, inclasificable porque no sigue normas, porque su toreo nace, lo vimos en Sevilla, de la imaginación y la inspiración, nada está escrito de antemano, es el duende. Cuando Morante toma el capote y hunde el mentón en el pecho sabemos que algo va a pasar. Es el primer mandamiento del morantismo. Los demás mandamientos...no están escritos, nacen del alma para desbordar la pasión. Así ha sido Morante en esta tarde de lleno hasta más que la bandera en Las Ventas. Acompasado, el mentón hundido, deteniendo el tiempo a la verónica, cada cual más lenta, cada cual más bella, vuelos de seda meciendo con suavidad la embestida de Seminarista en un palmo de terreno, casi sin desplazarse, un aluvión de sentimientos desbordados con la media de cartel eterna por su lentitud y armonía que ha hecho estallar a la plaza. Pero si hay un momento que define todo lo que es Morante, lo que representa y lo que encarna ha sido el quite a cuerpo limpio que ha hecho a José María Amores en el segundo par, con el toro apretándole en su carrera hacia el burladero, eso solo lo hace él, con su vasito de alpaca en la mano, sin derramar una gota de agua, con una gracia y un garbo sin igual, un quiebro en la cara para apartar los pitones que amenazaban a su banderillero, y luego un recorte para salir con una torería sin igual. Eso es le duende, señores, y el que no lo entienda, allá él, y quien no quiera verlo, peor para él. Yo, morantista, creo que hoy he tenido otro motivo más para pensar que si hoy me muero puedo hacerlo tranquilo después de lo que he sentido, el corazón torero estallando en mil pedazos por la emoción. La faena de muleta escapa a cualquier calificación, histórica es vulgar, celestial se puede acercar más, divina, quizás, porque es el dios del toreo, sobrehumano. Colocación, reunión, temple, naturalidad, despaciosidad, armonía, gusto, entrega, abandono y no sé cuantas cosas más podría decir de esa faena. La forma de andar a la cara, su manera de componer la figura, toreo añejo, toreo caro en blanco y negro, otras épocas de oro, toreo eterno, enroscándose la embestida a la cintura con un sabor único, acompasando el viaje, girando con elegancia sobre sus talones para ligar por bajo, un canto a la belleza, derechazos y naturales que desatan la locura, el éxtasis con los remtes por bajo, trincherillas y pases de la firma que te parten en dos, cada uno un crujido, molinetes invertidos surgidos de la magia de las musas, los de pecho que nunca parecían acabar, todo al ralentí, un estallido de aromas, puro sentimiento en cada muletazo, con una plaza entregada, las gargantas roncas de gritar olés sentidos y las manos rotas a aplaudir, hipnotizados por el ARTE que desbordaba todos los límites de la lógica un estado de auténtico éxtasis. Entra a matar con todo, era faena de dos orejas sin discusión, deja una entera en muy buen sitio, pero el de Garcigrande tarda en doblar, un par de golpes con el estoque de cruceta y por fin el toro muere. Mayoría muy clara de pañuelos, y el palco se niega a cumplir el reglamento y eso, siendo comisario de policía...para echarse a temblar. Lo que vino a continuación, ya lo saben.
He vivido esa faena más que antológica con una emoción indescriptible y, tras la negligencia presidencial, se ha pinchado el globo de la emoción y me he quedado totalmente desinflado, o apagado del todo, no sabría decirlo, y no ha sido fácil digerir lo que quedaba por delante, sabía que nada sería, no digo igual, con que fuera tan solo ligeramente cercano me hubiera conformado. Pero no ha sido así, el resto de la corrida ha transitado por los caminos de la indiferencia. Talavante tuvo un segundo que en banderillas despertó, antes nada de nada, pero que duró un par de series por el derecho antes de apagarse, quizás exprimido de sus fuerzas en el poderoso inicio por bajo quebrando la embestida. Fue un suspiro. Con el quinto pocas o nulas opciones para el extremeño, tardo el de Garcigrande, midiendo y quedándose debajo, no pasaba, la cara alta. Lo probó por ambos pitones y ante la imposibilidad del animal abrevió con buen criterio. Por su parte Tomás Rufo recibió con bonitos delantales al tercero, un toro con poca clase y entrega, además de escasa fuerzas. Trató de ligar las tandas y se le censuró la colocación, tampoco es que el garcigrande repitiera con celo, más bien se iba e impedía la colocación. Tuvo poca historia, la verdad. Con el que cerraba plaza, muy grande, 630 Kg, para mi gusto fuera de tipo, feas hechuras, menos opciones aún. Toro distraído y desentendido, sin fijeza, descompuesto, sin entrega. Lo intentó Rufo pero todo resultaba anodino, imposible transmitir lo mínimo. Aún le queda la tarde del 1 de junio, esperemos que le embistan los toros.
Lo he comentado en la plaza, solo el quite a cuero limpio de Morante valía la entrada de hoy, y lo mantengo. Pero además añado que, sin duda alguna, Morante, hoy, vale por toda una feria.
Antonio Vallejo
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