El toreo está lleno de frases hechas y aforismos de enorme significado y magnitud que utilizamos no solo cuando hablamos de toros, sino que muchos está ya incorporados al lenguaje popular español como seña de identidad de lo que somos y de donde venimos, algo que molesta a los antis pero que no pueden cambiar ni borrar. Uno de los más reiterados es ese que reza "la espada es la que da y la que quita" y, si tuviera que definir la tarde de hoy en Las Ventas sería sin duda con esa expresión. Creo que no recuerdo una corrida en la que los seis toros se hayan matado tan mal, no he llevado la cuenta de la cantidad de pinchazos que hemos visto esta tarde, si digo una media de tres por turno a lo mejor me quedo corto, y cuando por fin se ha enterrado el acero ha sido de forma poco ortodoxa, digamos. Esa ha sido la única razón por la que Fortes no haya salido en hombros camino de la calle Alcalá saboreando un triunfo ganado a pulso en dos faenas de registros completamente diferentes y que ha acariciado con la yema de los dedos pero que ha muerto con la espada. No recuerdo una tarde de tal magnitud del malagueño, tan centrado y seguro, con tanta decisión y capacidad, una tarde de máxima importancia en Madrid poniendo a todos de acuerdo ante dos toros que sí, tenían uno un fondo de clase y el otro la emoción del genio, pero que han acabado pareciendo buenos porque Fortes los ha hecho buenos, porque el tono general de la corrida de Araúz de Robles ha sido, a mi modo de ver, bastante decepcionante. Todos, los seis más el sobrero sexto bis, han salido igual, sueltos, sin fijeza, desentendidos, sin querer saber nada de los capotes, la pelea en varas ha sido inexistente, creo que recuerdo solo un puyazo en le que el toro ha metido algo la cara abajo y ha empujado con los riñones, pero sin ser tampoco nada del otro mundo, en el quinto, en banderillas prácticamente todo lo han hecho los de plata y en la muleta tan solo segundo, cuarto y quinto han tenido opciones y han destapado sus virtudes por la técnica y el mando de Morenito de Aranda y Fortes, quedando un lote para Adrián de Torres aboslutamente infumable, ni un pase tenían. Eso sí, muy seria aunque desigual de hechuras y presentación, incluyendo un sexto que lucía una arboladura descomunal, algo totalmente exagerado que a mi, un enamorado de lo proporcionado, la belleza de la armonía, personalmente no me gusta.
El segundo saltó desentendido, sin fijeza, suelto, iba y venía, lidió Fortes por bajo, enseñándole primero el capote, con mucha facilidad aparente, pero que difícil es eso realmente, apostando por intentar educar al toro para acabar encelándolo en unas verónicas templadas de gran clase. En varas y banderillas ni fu ni fa, no ha dicho nada, ha pasado porque tenía que pasar, y ya está. La faena de muleta ha sido una lección de colocación y temple, administrando la distancia y la altura a la perfección desde los primeros muletazos, más enorme firmeza y claridad de mente para encontrar el ritmo que el toro necesitaba y destapar el fondo de clase y nobleza que tenía escondido. Sensacionales series por ambos pitones ciñéndose la embestida, la base la quietud, encajado, mano baja, trazo curvo, emoción y belleza, con más claridad por el pitón derecho pero también dibujando naturales de mucha hondura con un toro entregado al mando y el poder del malagueño. El quinto era un tío, muy ofensivo, enseñando las puntas, también suelto y sin fijeza en el capote, le paró en dos verónicas templadas pero la tercera no la tragó, se frenó e hizo por él, aguantando Fortes el envite como si nada. El único puyazo con cierto algo de la tarde fue el primero a este toro, al menos apretó en el peto, pero la salida fue decepcionante, la cara alta y arreando a la defensiva, mostrándose igual en banderillas, esperando y sin humillar. Los primeros muletazos son clara señal de las intenciones del malagueño, aplicar mando y aunar estética, por bajo, tratando de corregir el defecto del toro y someterlo haciéndolo además con arte y belleza, un trincherazo repleto de temple y sabor. En los primeros muletazos por el derecho el toro tiene buen embroque pero no remata y sale con al cara alta, punteando la tela, le baja la mano y compone otra más muy templada, poniéndole la muleta en la cara, muy tapadito, ligada en el sitio, toreando despacio, mucha emoción. Yo creo que tras esa tanda el de Araúz se siente podido y acusa más sus defectos, se frena, mide, suelta la cara con brusquedad pero Fortes le planta cara con valor y firmeza, aguanta y traga, recetando de nuevo pases de enorme calidad y emoción, verdad y exposición. Por el izquierdo reservón, le cuesta arrancarse, mira y mide aún más, de nuevo aguanta lo indecible y acaba robándole de uno en uno naturales de una expresión máxima, toreo de muchos quilates y enorme pureza. Lo dicho, dos faenas de mucha emoción y transmisión con dos registros distintos, toreo en todas sus vertientes, pero la espada...mató al toro, sí, pero mató antes la tarde importante de Fortes. Al final una merecida vuelta al ruedo con sabor a triunfo grande que seguro vale mucho para su futuro.
Jesús Moreno, Morenito de Aranda tuvo en el primero un manso que en ningún momento dio opciones. Sin fijeza ni entrega, buscando la querencia desesperadamente, nulo en los primeros tercios, soso y deslucido en la muleta, pasó gracias al cuidado extremo y la técnica portentosa del burgalés, concediéndole la distancia y la altura para que al menos pasara, perdiéndole un paso para al menos poder ligar con cierta compostura, trato más que pulcro, pero carente de transmisión y emoción, esfuerzo en vano que no encontró reconocimiento por las malas condiciones del de Araúz. Muy desafiante el cuarto, las puntas al cielo, altivo, la cara alta, y de salida, ¿que se imaginan?. Exacto, sin fijeza alguna, campando a sus anchas, de aquí para allá. Cuando consigue fijarlo deja aromas en un ramillete de verónicas y una media interpretada con ese peculiar estilo que tiene este magnífico capotero. En varas lo mismo que sus hermanos, no es un dechado de virtudes, se deja pegar sin más y en banderillas espera y corta, pero ahí están Iván García y Pascual Mellinas que cuajan un tercio extraordinario, haciéndolo todo, dejándose ver, cuadrando en la cara y reuniendo a la perfección. El tercer par ha sido de los de apuntar para los premios, corta mucho el toro en la arrancada, Iván lo ve y se adelanta, corta él aún más y le gana terreno para dejar los palos con una pureza y un riesgo tremendo. Por supuesto ambos desmonterados saludando una unánime ovación con la plaza en pie. Mucha movilidad en la muleta, rebrincado y viniéndose por dentro, toro exigente y complicado en los primeros compases, aguanta firme y valiente Morenito, echa la muleta abajo y liga un par de series en redondo de inmensa emoción, enroscándose al toro, igual que al natural, el toro mantiene esa misma exigencia y dificultades a las que responde bajándole, pleno de poder, aguantando por ambos pitones los derrotes que pega al final del muletazo, suelta la cara con brusquedad, la faena se convierte en una lucha cuerpo a cuerpo, el genio y la fuerza del animal contra el mando y el poder de la muleta del torero, de gran intensidad y emoción en la que le peligro domina la escena. Valor a raudales de Jesús, aguanta los tirones del toro que se queda corto y repone, se revuelve y suelta violentos tornillazos en uno de los cuales le lanza por los aires con la pala del pitón y le tiene a merced en segundos de angustia, afortunadamente sin consecuencias. Más compromiso, más disposición, más verdad, más honestidad no se le puede pedir al de Aranda que por si faltara algo abrocha la faena con unos naturales profundos vaciándolos y unos remtaes llenos de gusto y torería que olían a oreja. Pero la espada... como toda la tarde, una pena.
Ni una opción Adrián de Torres con un lote horrible. El tercero un toro sin fondo alguno, sin fijeza, parecía que humillaba en le capote pero a medio lance soltaba la cara, en el caballo sin celo, además se duele, desordenado tercio de banderillas, y en la muleta sin clase ni recorrido, no pasa, se queda debajo, defendiéndose y que, si le faltaba algo, acabó rajándose y huyendo. Lo intentó Adrián, voluntad y gana a raudales, firmeza y valor también, pero era a todas luces imposible sacar nada. Para colmo ve como el sexto, ese exageradísimo de pitones que les contaba al inicio, se descorda en los primeros lances de capa y tiene que ser devuelto a los corrales, saltando en su lugar un sobrero de 620 kg con el hierro de Castillejo de Huebra enorme, como podrán imaginar, y de hechuras que, digamos finamente, no me sugieren belleza. Lo de los corrales de esta plaza y los sobreros que hay es para hacérselo mirar. Lo que está saliendo en esta feria, y van unas cuantas devoluciones, es impropio para esta plaza, no sé de donde los han traído, ni el tiempo que llevan metidos ahí o en otro sitio, pero es lamentable el espectáculo al que estamos asistiendo con cada sobrero. ¿Tan difícil es que al menos el primer sobrero sea del hierro titular?, ¿o al menos de alguno teóricamente de prestigio?, ¿o es que es más caro que difícil?. Pues con eso ha tenido que lidiar el pobre Adrián de Torres, todas sus ilusiones desvanecidas por un infortunio y un animal que nunca debió haber saltado en la llamada primera plaza del mundo y menso en pleno San Isidro. Un toro en las antípodas de la clase y la bravura, que no ha tenido ni medio pase, descompuesto en su embestida, la cara alta, a la defensiva, además muy justo de fuerzas. Lo ha intentado en vano Adrián, se ha puesto por ambos pitones, con dignidad y vergüenza torera, sin encontrar nada, ni en el toro ni en los tendidos, por parte de un público que veía las manecillas del reloj caminar hacia las nueve y media y se puso contra el matador sin tener la mínima comprensión por el esfuerzo que estaba haciendo por al menos sacar un muletazo. No se le puede pedir más que lo que hizo, ponerse e intentarlo de todas las maneras, aunque sabíamos que era en vano, pero creo que en estos casos, la única tarde que tenía, encontrarse con lo que se encontró, un desecho, no venirse abajo ya mantener el tipo, merece al menos respeto.
Antonio Vallejo
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