sábado, 24 de mayo de 2025

Una oreja cara y una puerta que no se abrió

Toreo caro de Emilio de Justo con el cuarto, una oreja de mucho peso y una Puerta Grande que Tomás Rufo acarició pero que no abrió por el fallo a espadas. Así se puede sintetizar esta tarde con otro lleno y el "no hay billetes" colgado en la taquilla y ríos de gente bajando por la calle Alcalá unos, otros saliendo de la boca del metro sin parar, otros saliendo disparados de taxis y ubers, más los que venían del otro lado de la M-30, los que llegaban en motos, en coches desesperados por poder aparcar, un barullo tremendo, un ir y venir de una multitud por la explanada de Las Ventas, por momentos costaba avanzar, y no les digo ya en los accesos, y en los vomitorios de los tendidos. Tarde de máxima expectación, de las primeras que se agotaron al salir la venta de entradas sueltas, toros de Victoriano del Río - los seis titulares y los dos sobreros todos de la misma ganadería, por fin, vaya detalle, ya era hora - para Emilio de Justo, Roca Rey y Tomás Rufo. Imagínense el interés que había despertado la corrida de este radiante  primaveral viernes que hasta unos 10 ó 12 antitaurinos bajaron a la plaza para montar un numerito realmente ridículo con un megáfono medio escacharrado. En fin, cada uno se entretiene como quiere y puede, si eso les gusta, pues que lo hagan, a mi me da igual, les respeto, pero que me dejen a mi que haga lo que me gusta, que me respeten y tengan al menos la milésima parte de educación que yo tengo. 
Seis toros para mi gusto de excelente presentación y muy buenas hechuras, con mucha seriedad, láminas para enmarcar, y un juego desigual, destacando sin duda y por encima de todos el bravo sexto, también  bueno y enclasado el cuarto, con movilidad y raza el primero, apuntando a manso el segundo y deslucidos tercero y quinto. Durante la corrida hemos comentado lo duro y complicado que es ser ganadero, la dedicación y esfuerzo que requiere, y lo poco que a menudo lo valoramos. Ese trabajo silencioso de cuatro o cinco años en el campo  y la selección de la corrida enviada desde Guadalix de la Sierra merecen el reconocimiento y el aplauso.
Alabardero, desde que leí su nombre en la hojita anexa del programa de mano me gustó, lo comenté con los amigos del tendido, bonito nombre de toro. Luego, en cuanto hizo presencia en el ruedo aún me gustó más, un castaño bellísimo, alto e imponente por delante, perfectamente hecho, armónico y proporcinado en su volumen. Apuntó bravura en los lances a la verónica de saludo pero tras salir del primer puyazo parecía lesionado o mermado de fuerza, siendo protestada su continuidad, pero aguantó sin perder las manos en un segundo puyazo bien agarrado arriba muy bien medido por Manuel Jesús Ruiz "Espartaco" y gracias a eso protagonizó un extraordinario tercio de banderillas, tranco sensacional, fijeza y celo, con Sergio Blasco y Fernando Sánchez, reuniendo y clavando de poder a poder, con extrema verdad y pureza. Tres pares de antología para recoger desmonterados una atronadora ovación con la plaza en pie. En la muleta rompió Alabardero en bravura y clase, codicioso, arracándose pronto, humillando y repitiendo sin parar, desde la primera tanda por el derecho, directamente y sin probaturas, dándole distancia para recoger la embestida delante y conducirla con temple exquisito, perfectamente colocado, ligando con la mano muy baja, la muleta arrastrada, inmensa profundidad. Fueron tres de idéntica factura, de incontenible emoción y con el toro a más en cada una, llegando el toreo del de Pepino a cotas de altísimo nivel por el izquierdo. Surgieron los naturales más profundos y poderosos que hayamos visto en mucho tiempo, con un temple y una despaciosidad sin fin, desde el embroque hasta el remate, con la muleta arrastrada, imposible bajar más la mano, series rotundas coreadas con olés roncos, nacidos del alma de una plaza entregada. La emoción desbordó todo, ni se cansaba Rufo de torear, ni se cansaba Alabardero de embestir, dos tandas más al natural cada cual mejor, un cambio de mano celestial, un pase de desdén para romperse la camisa, y la traca final con la última por derechazos en redondo de profundidad inimaginable a esas alturas de faena, un martinete y uno de pecho descomunal con el de Victoriano humillando y persiguiendo la muleta sin desfallecer. Silencio sepulcral al entrar a matar y ¡no me lo pude creer!, todo se esfumó en dos pinchazos que me partieron el corazón y sepultaron los sentimientos desbordados durante una de las faenas más compacta y rotunda que hemos visto en Madrid y, sin duda, la mejor de Rufo en su carrera. Una vuelta al ruedo dolorosa pero que con el tiempo cobrará el valor que merece, lo que ha hecho queda para la historia y lo sentido no nos lo quita nadie.
Muy poco dijo el cuarto en los primeros tercios, pasó sin pena ni gloria, deslucido en el capote, sin emplearse en varas, esperando y sin celo en banderillas. Poco o nada bueno se aventuraba cuando Emilio de Justo tomó la muleta  en poderosos doblones genuflexo para someter las acometidas del toro aprovechando la inercia de sus 614 Kg. Poderoso inicio para empezar a torear por el derecho en largo, muleta adelantada, temple, mano baja, trazo recto por su movilidad, ligando con emoción y el toro repitiendo y metiendo la cara con clase en las primeras tandas. Por el izquierdo le costó algo al principio, más irregular, con paciencia, de uno en uno, poniéndole la muleta, reduciendo la embestida, haciéndole pasar cada vez más despacio y con trazo cada vez más curvo, consiguió romper al natural con una tanda maravillosa plena de hondura, relajado, ligada con gran elegancia y naturalidad que remata con uno de pecho a la hombrera contraria eterno. Una más por el derecho en redondo, tirando la ayuda, de abismal profundidad, desmayado, enroscándose la embestida, deteniendo el tiempo en cada muletazo para rematar su obra por bajo, con un gusto y un sabor exquisito, trincherazos divinos y dos cambios de mano para morirse, temple y lentitud con el toro humillando, totalmente entregado con toda la plaza en pie. Entera en todo lo alto volcándose sobre el morrillo de efecto fulminante para cobrar una oreja de ley como premio merecido a su caro toreo.
De salida mostró buena condición el que abría plaza, colocando bien la cara en las verónicas de saludo de Emilio de Justo, repitiendo con apuntes de clase. Lo mismo mostró en el bonito  galleo por chicuelinas para llevarlo al caballo y posteriormente en quites, rivalidad también por chicuelinas, Roca Rey primero, ceñidas, a manos bajas, y réplica por ese mismo palo de Emilio a manos aún más bajas, mucha emoción. El inicio de faena por bajo, muletazos obligando mucho quizás hicieron mella en un toro que tenía clase pero que no iba muy sobrado de fuerzas. Faena que no acabó de romper, buscó la ligazón, aplicó temple, mejor fue el embroque que la salida de los muletazos, mediada la faena y en terrenos del 6 series por el derecho más profundas y más emoción pero al cambiar al izquierdo los naturales fueron menso limpios, punteaba la tela, algunos tuvieron más empaque pero sin acabar de redondear. El final por el derecho fue quizás de lo mejor, profundidad y estética en un cambio de mano y un trincherazo de cartel con el toro entregado y embistiendo. Le sobraron los últimos muletazos tras ir a por el estoque, el toro ya estaba muy apagado y deslució lo bueno que hubo antes. Poco afortunado con la espada, la sensación que me queda es que ese toro creo que tenía condiciones para algo más y que faltó regularidad, quizás haber cuidado más al toro en los primeros compases.
Deslucido el lote de Roca Rey, un segundo que apuntaba a manso, sin clase, a la defensiva, embistiendo a arreones, la cara alta, con genio, tardo en la muleta, cabeceando, incómodo, pedía dominio, intentó bajarle la mano pero respondía mal, tampoco estuvo muy fino en la colocación, se le recriminó bastante, tenía que perder pasos, se iba suelto a la salida del muletazo, sin acabar de recogerlo. Quizás con otro trato, buscando más el dominio que el pase hubiera podido dar algo más, pero tampoco creo que fuera mucho, la verdad. El quinto, sinceramente, creo que era un toro que se tenía que haber echado para atrás por inválido, pero se hizo todo por mantenerlo, o esa impresión me dio. Como era de esperar hubo lío y protestas airadas desde el 7, y creo que con razón. Luego pasó lo que tenía que pasar en la muleta, que no hubo nada, tan solo intentar cuidarlo y sostenerlo con mimo, pero ni eso hubo. Triste paso del peruano en su primera comparecencia isidril.
El tercero, desentendido y sin fijeza en los primeros tercios, sin acabar de entregarse y justo de fuerzas, la cara alta, no cumplió en los primeros tercios. Lo mejor el segundo par a cargo de Fernando Sánchez, en corto, dejándose llegar los pitones al pecho, cuadrando en la cara, inmenso, la plaza en pie y él saliendo andando como si nada, es único. Por supuesto, obligado a desmonterarse. Sorprendente el inicio del trasteo, hincado de rodillas Rufo, citando en largo, y el toro se arranca, dos derechazos muy largos y exigentes, el tercero amaga con pararse pero sigue, muy despacio, y lo aprovecha el de Pepino para enjaretar un redondo y medio eterno por su lentitud, con el animal al ralentí. Hizo virtud de un defecto, sensacionales reflejos e improvisación. Lugo vinieron dos tandas poderosas por el derecho, ligadas muy por bajo, el toro mantenía movilidad pero adolecía de clase pero tuvo su emoción, y ahí se le vació el depósito. duró un suspiro antes de rajarse y buscar las tablas. No hubo más.
Mañana espera otra tarde de lleno y máxima expectación, un mano a mano en el que puede pasar de todo, desde el desastre absoluto hasta la pasión desbordada. Esperemos que sea posible lo que hoy no ha sido, que una puerta se abra, la de la gloria del toreo, la más Grande, la de Madrid.

Antonio Vallejo


 

1 comentario: