miércoles, 19 de octubre de 2016
Zaragoza: Emoción, sentimiento y heroísmo, el final soñado
El pasado domingo marcó el fin del año taurino en tierras españolas y francesas. Jaén, Zaragoza y Madrid, con el festejo aplazado del 12 de octubre, han sido las últimas plazas en echar el cierre a esta temporada 2016. Una temporada 2016 difícil, complicada y dura que, en mi opinión, ha venido marcada por las emociones y los sentimientos. Al menos a mi me lo ha parecido así y de esa manera la he vivido a lo largo de estos intensos meses.
Arrancaba allá por el mes de febrero en la ya no tan fría como antaño plaza de Valdemorillo con una feria en la que el sábado día 6 de febrero se anunciaba un cartel compuesto por Luis Antonio Gaspar "Paulita", Víctor Barrio y Martín Escudero frente a toros de Monte La Ermita. En principio un cartel más de los muchos que a principio de temporada vemos año tras año. Ninguno por aquel entonces podíamos sospechar lo que significaría para el toreo el nombre de Víctor Barrio, hay que ver cómo es la vida y lo que te tiene guardado a la vuelta de la esquina. Ese nombre, Víctor Barrio, el nombre que ha marcado la temporada, unos meses después, la tarde de otro sábado, el 9 de julio, en la plaza de toros de Teruel, marcaría un antes y un después en el mundo del toro. Su trágica muerte destapó lo peor de esa masa de escoria humana que se autodenominan antitaurinos, pero sirvió para sacar a la luz lo mejor de todos cuantos nos consideramos la familia taurina. Toreros, novilleros, subalternos, picadores, ganaderos, empresarios, prensa, crítica, aficionados, todos a una, unidos sin fisuras, con una sola voz y un único sentimiento en defensa de la dignidad de un ser humano que entregó su vida a la Fiesta, en defensa de su honor y el de todos cuantos amamos este Arte que es la Tauromaquia, hartos de escuchar y recibir insultos y amenazas procedentes de seres repugnantes que aquellos días vomitaron bilis y odio de sus entrañas. Seres abominables que fueron denunciados y llevados ante la justicia, tan repugnantes y abominables como algunos jueces que han archivado las denuncias y una Fiscal General del Estado que tiene la poca vergüenza de afirmar que los mensajes de odio regodeándose de la muerta de Víctor Barrio, insultando a su viuda y a su familia, no tiene claro que constituyan delito de odio. Pero su muerte nos despertó del letargo en el que estábamos sumidos y nos hizo más fuertes, con una unión jamás vista en este mundo del toro. Aún recuerdo con emoción la tarde del 28 de julio en la madrileña Iglesia de San Antón donde todos los estamentos que conforman esta gran familia que es la taurina nos reunimos para acompañar a la familia de Víctor y dar muestra de nuestra fuerza, nuestra pureza, nuestra verdad y nuestra razón con un solo grito, ¡viva el toreo!.
Esta temporada 2016 que se ha ido será siempre recordada por ese nombre, Víctor Barrio, de eso no hay duda, jamás creo que se nos vaya a borrar de la memoria, y por los sentimientos que en todos nosotros generó. Y es que, repito, si hay algo por lo que esta temporada se ha marcado ha sido precisamente por eso, por los sentimientos y la emotividad.
No hizo falta espera mucho para tener la primera de las jornadas de intensa carga emotiva de las muchas que hemos vivido en este año. Fue el domingo 21 de febrero en la plaza de Vistalegre, en pleno Carabanchel, con la reaparición de David Mora casi dos años después de su terrible cogida del 20 de mayo de 2014 en Las Ventas. Una faena cargada de emoción y sentimiento a un toro de Parladé premiada con dos orejas que nos puso los pelos de punta, una faena plena de gusto y sabor, con un toreo reposado, lento y templado, pura magia, con la alegría de ver al maestro otra vez vestido de luces, sensaciones indescriptibles que quienes allí estuvimos las guardamos con especial recuerdo y cariño.
Posiblemente el primer punto álgido de la temporada se vivió en la Feria de Fallas valenciana. En ella vimos triunfar a un joven torero peruano, Andrés Roca Rey, y a otro joven torero extremeño, José Garrido, que anunciaban lo que posteriormente sería su gran temporada. Triunfadores en Valencia, abriendo la puerta grande, como parte de esa nueva generación de matadores llamados a tomar el relevo de las grandes figuras actuales, junto a los López Simón, Javier Jiménez, Ginés Marín que viene pisando fuerte. Pero creo que lo que Valencia realmente dejó como legado a esta temporada fue la multitudinaria manifestación que recorrió sus calles el día 13 de marzo en defensa del toro bravo y de la Fiesta. Sentimientos y emociones a raudales, preludio de lo que iba a ser el resto de la temporada, la de la reacción contundente a tanto ataque indiscriminado, a tantas barbaridades escuchadas y sufridas, la temporada en la que había que enseñar a todo el planeta la verdad del toreo, la pureza de este Arte y la grandeza de su afición. Sin duda Valencia prendió la mecha en la defensa de nuestras esencias y nuestra cultura y supuso un claro estimulante para mantener en todo lo alto la llama del toreo a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Sevilla, con su Feria de Abril, también ha marcado un momento supremo en esta temporada. Una vez más los sentimientos y las emociones llenaron el albero sevillano. Si hay algo por lo que se recordará la Feria sevillana de este 2016 será por un toro de Victorino Martín, "Cobradiezmos", indultado por Manuel Escribano la tarde del jueves 14 de julio. En una temporada en la que había mucho que demostrar, después de la señal de fuerza de Valencia, Sevilla enseñó al mundo la verdad del toreo, el auténtico amor al toro bravo devolviendo a Cobradiezmos al campo extremeño, una imagen que echa por tierra esa de crueldad y sadismo con la que los antis nos quieren ensuciar. Desde luego que parecía un regalo del cielo la aparición de este toro de leyenda en un momento tan necesario como el actual. Pero pasar por Sevilla sin recordar el pedazo feria que se vivió en La Maestranza sería un pecado. López Simón reventó Sevilla y la puso patas arriba, Ponce dio otra lección magistral de toreo, Manzanares puso la elegancia al servicio del toreo en una faena inolvidable, José Garrido mostró la verdad y el arrojo frente a un toro jugándose la vida y Morante, ¡Ay mi Morante!, sencillamente detuvo el tiempo en su capote y su muleta, paró el reloj maestrante y nos elevó al cielo de este maravilloso Arte ante un toro de Nuñez del Cuvillo la tarde del 16 de julio. El Morante más Morante que se haya visto en mucho tiempo deslumbró en su Maestranza, el duende nos invadió y los sentimientos indescriptibles, el pellizco que genera su toreo, ajeno a todas las reglas y que surge de su inspiración, nos inundó de emociones aquel sábado de primavera.
Y llegó Madrid, llegó San Isidro, la plaza y la feria más importante del mundo, el escaparate a todo el planeta de nuestra Fiesta. Algo tenía que pasar para mantener el tono de la temporada, para que no decayera el ánimo de la afición y para que todo el mundo se enterara de lo que somos. Y vaya si lo hizo. Cuatro nombres se encargaron de cargarnos una vez más de emotividad: Roca Rey, David Mora, Enrique Ponce y José María Manzanares. El peruano Roca Rey abrió la caja de los sentimientos encogiéndonos el corazón la tarde del viernes 13 de mayo al cortar dos orejas a un toro de Nuñez del Cuvillo con un toreo épico, despreciando al miedo y al riesgo, pasándose al animal por terrenos imposibles. David Mora puso la nota de emotividad plena la tarde del 25 de mayo ante "Malagueño", un extraordinario toro de Alcurrucén, al que toreó como los ángeles, con una clase y una elegancia suprema, haciendo que los sentimientos afloraran en todos y cada uno de quienes llenábamos la plaza aquel precios día de mayo en el que todo el cariño y reconocimiento era poco para el madrileño que dos años ante a punto estuvo de perder la vida en ese mismo ruedo. Faena plena que fue premiada con dos orejas que a muchos nos hizo derramar alguna lágrima de alegría ante la lección de superación y pundonor de un hombre que superó el dolor y lesiones que parecían irrecuperables y cuya fuerza de voluntad y el amor a esta bella profesión le llevó a cumplir el sueño de salir a hombros por la Puerta Grande de Madrid. Esta inolvidable tarde de David Mora no era más que la continuación de lo que habíamos vivido y sentido unos días antes, el jueves 19 de mayo con el maestro Enrique Ponce, eterno Ponce, que dictó magisterio sobre la arena venteña frente a un toro de Puerto de San Lorenzo. Magistral, imperial, rotundo y artista Ponce, puso a toda la plaza de acuerdo, Madrid rendido a sus pies ante la demostración de torero de leyenda, de torero de época del maestro de Chiva en una faena cumbre, plena de técnica, clase, gusto y elegancia. Inolvidable, como fue la tarde del miércoles 1 de junio, Corrida Extraordinaria de Beneficencia, antología del toreo, antología de José María Manzanares ante "Dalia", de Victoriano del Río. La faena de Manzanares a este toro fue un compendio de todo lo que significa el toreo. Mando, poder y sometimiento de un animal bravo y complicado para, una vez hecho esto, componer una sinfonía perfecta de belleza, gusto, elegancia, temple, torería, el sueño de cualquier torero y el de cualquier aficionado que va a una plaza de toros. ¡Y una estocada recibiendo de antología que hizo rodar sin puntilla al de Victoriano del Río!. Una tarde más emociones y sentimientos llenaron los corazones de los aficionados madrileños que llenábamos los tendidos de Las Ventas. Nombres y tardes que quedarán en la memoria de los aficionados y que han hecho grande a la Fiesta en ese maravilloso mayo madrileño.
Pasado San Isidro llega una etapa de la temporada en la que se suceden las ferias camino del final de junio y los primeros días de julio donde destacan la Feria de Hogueras de Alicante y, como no, los Sanfermines pamplonicas. Por el camino apareció la localidad francesa de Istres con una feria en la que Talavante y Castella nos dejaron un toreo de grandísima altura, como a lo largo de toda sus temporada, demostrando que están en un momento de madurez extraordinaria, disfrutando del toreo, con el poso y el reposo de la experiencia y el conocimiento del toro y los terrenos. Y también en Istres pudimos ver algo antológico, la encerrona de Enrique Ponce con seis toros de diversas ganaderías y encastes, reflejo de lo que ha sido toda su vida en la que jamás ha regateado ningún hierro ni procedencia. Ocho orejas en otra tarde para soñar con lances de capa, derechazos, naturales, toreo desmayado, poncinas, trincherazos, doblones….magia pura. Como decía, el final de junio vino marcado por la Feria de Hogueras alicantina, triunfal feria en la que Roca Rey, López Simón, Ponce, Miguel Angel Perera, Garrido y Ginés Marín salieron a hombros, y en la que había una tarde marcada en rojo con el mano a mano entre José Tomás y José María Manzanares, la del 25 de junio frente a reses de Nuñez del Cuvillo. El maestro de Galapagar se anunciaba en una de sus contadas actuaciones en esta temporada en la que su presencia hubiera sido de agradecer y más que necesaria, pero cada uno toma el camino que mejor cree aunque a muchos no nos parezca el mejor ni el más digno, pero eso es solo una opinión y, como todas, discutible. Solo sé que una vez más fue José María Manzanares quien resultó triunfador aquella calurosa tarde de verano con su toreo elegante, lleno de clase y temple que nos volvió a llenar de emociones. Calor que se transformó en hielo el día 9 de julio. Mientras veía la corrida de Pamplona llegaban noticias de algo grave en Teruel. El equipo del entonces Canal Plus Toros demostró una profesionalidad y una categoría fuera de serie. Viendo de nuevo la retransmisión uno se da cuenta de que el maestro Molés, el maestro Caballero, David Casas y Germán Estela ya sabían lo ocurrido en Teruel. Nunca olvidaré el momento de la confirmación de la terrible noticia de la muerte de Víctro Barrio. No es un tópico, se me heló la sangre, lloré y no me lo podía creer, no podía ser verdad. Todo lo que sucedió después, la noble reacción de todo el planeta taurino y la asquerosidad de toda la basura antitaurina es de sobra conocida, volver sobre ello no tiene más sentido. El antes y el después ya estaba marcado para siempre, ya nada volvería a ser como antes, la unión y la fuerza de todos los taurinos era una realidad que tuvo que esperar a que sucediera algo tan trágico para plasmarse en hechos. Desde ese triste 9 de julio los brindis al cielo en memoria del torero segoviano se sucedieron tarde tras tarde. ¡Cómo sería el estado de conmoción en el que estábamos sumidos que hasta en la plaza de Pamplona se hizo el silencio!. Pero la vida seguía y los sanfermines nos dejaron ver a un Juli pletórico que dio una lección de poderío y mando dentro y fuera de la plaza, ante el toro y frente a los antitaurinos. Sus palabras a los micrófonos de Canal Plus Toros, su carta a los antiaturinos y sus publicaciones en la redes sociales en las que les llamaba a la cara lo que eran en realidad, miserables, canallas, carroñeros, le convirtieron en el líder de la reacción a tanto insulto y brutalidad. La figura de Julián se hizo aún más grande aquellos durísimos días y se convirtió en nuestro faro de guía.
Con dolor, con emociones encontradas, tremenda pena ante la tragedia, rabia y furia ante los criminales antis, la vida tenái que seguir y el toreo no podía parar, ahora no, había que sobreponerse y, como se dice en los toros, "tirar p'alante". Y si no que se lo digan a Curro Díaz que tan solo 24 horas después de recoger el cuerpo sin vida de Víctor Barrio de la arena turolense hacía el paseíllo en Pamplona, con la cara desencajada, haciendo un esfuerzo sobrehumano, en un día de luto en el que las peñas pamplonicas no cantaron ni bailaron, una imagen impresionante de esa plaza habitualmente bullanguera y bulliciosa. Las ferias del sur copan gran parte del verano, El Puerto, Almería, Huelva y Málaga marcan el camino hacia la gran cita del mes de agosto, las Corridas Generales de Bilbao, que sobre el papel habían despertado grandes expectativas pero que finalmente resultaron un tanto decepcionantes en mi opinión, salvo la tarde de Puerto de San Lorenzo que llevó una corrida extraordinaria en la que sobresalieron cuatro toros excelentes y en la que Juan José Padilla y Juan del Álamo cortado una oreja cada uno, junto con la tarde del miércoles 24 de agosto en la que ¡Enrique Ponce tenía que ser!, reeditó una vez más su idilio con la plaza de Vista Alegre y la afición bilbaína, un encantamiento que dura ya 25 años, con una faena marca de la casa ante un buen toro de Domingo Hernández al que cortó una oreja de ley.
Agoniza el verano y llega el otoño, en el que Albacete nos ha dejado una feria magníficamente concebida y confeccionada, carteles rematados, atractivos para el aficionado y el gran público, la Feria de la Vendimia de Nimes donde Sebastián Castella nos brindó una tarde de intensas emociones y gran toreo frente a seis ejemplares de Adolfo Martín. Variado con el capote, firme con la muleta, valiente y artista, mano de hierro para someter las embestidas y mano de seda en la muleta para crear belleza en cada lance. Importante tarde de Castella, cumbre en Nimes, en auténtica figura del toreo. Madrid y su feria de otoño nos dejó hace escasos 15 días la emoción y el sentimiento que Curro Díaz impregna a su toreo. Aroma de toreo en plena madurez, sereno, templado, desprendiendo sabor en cada muletazo, clase y regusto a toreo del bueno en la muleta del jienense la tarde del 1 de octubre con el mérito añadido de haberlo hecho ante unos toros de Puerto de San Lorenzo broncos, complicados y con mucho peligro, tanto que voltearon a Díaz sin llegar a herirle propinándole una paliza de órdago. Enorme dimensión del jienense.
El epílogo de la temporada lo ha puesto, coma cada año, Zaragoza y su Feria de El Pilar. Como he intentado contar, hemos vivido una temporada complicada y dura en la que Fiesta se jugaba mucho y que, a mi modo de ver, ha estado marcada por los sentimientos, las emociones y la emotividad en muchos aspectos, dentro y fuera de los ruedos. Una temporada así se merecía un final acorde que nos dejara un sabor de boca insuperable e inolvidable. Zaragoza y la Pilarica han obrado el milagro. Fue en dos tardes, la del martes 11 y el sábado 15 de octubre. La corrida del día 11 de octubre será recordada siempre por la que, según muchos ya la califican así, la faena cumbre de la carrera de Enrique Ponce. Otra triunfal tarde en esta temporada excelente del maestro valenciano que está disfrutando de su madurez torera como nunca. Lo que Ponce hizo a ese toro de Juan Pedro Domecq de nombre "Fabricante" pasará a los anales de la historia del toreo. Todo, absolutamente todo lo hizo el maestro a la perfección, de capa y de muleta, temple, ligazón y hondura en cada lance, gusto y belleza sumados a una técnica suprema, adornos y recursos, todo con criterio, faena de dos orejas y rabo malograda con la espada. Pero en esta temporada donde han mandado los sentimientos y las emociones lo de la espada dio igual. Las vueltas al ruedo que el maestro de Chiva dio nos llenaron de emoción, toda la plaza en pie, rompiéndose las manos a aplaudir, los pelos de punta cada vez que lo recuerdo. Ponce ya ha entrado en la leyenda de este Arte junto a los más grandes. Y no puedo olvidar lo que Cayetano Rivera nos brindó esa misma tarde del día 11, no solo con su toreo arrebatado lleno de entrega y emoción, sino con sus palabras y su gesto firme antes de que saltara a la arena su primer toro, donde dejó claro a los antis que él es capaz de morir por el toro, ¿lo serían ellos?, para dedicar su faena a Adrián, ese niño de 8 años enfermo de cáncer cuyo sueño es ser torero y al que los miserables antis han deseado la muerte sin que el repugnante defensor del menor diga ni haga nada. Esas palabras de Cayetano son el perfecto resumen de lo que a mi modo de ver ha sido y ha significado esta temporada, hartos ya de tanto insulto. La tarde del día 15 se presentaba como un magnífico cierre para la temporada, toros de Nuñez del Cuvillo para Juan José Padilla, Morante de la Puebla y Alejandro Talavante. Podríamos estar horas y horas hablando de esta maravillosa tarde, contando que Padilla hizo suyas las palabras de Cayetano y retó a los canallas a querer al toro como él lo quiere, llegando a morir por el toro, contando que recibió a su primer toro a porta gayola, fue volteado y casi corneado en el ojo que en esta misma plaza perdió años atrás, tuvo que ser atendido en la enfermería de una fuerte conmoción y salió a lidiar y matar al sexto, un héroe, un titán, en una faena rotunda, llena de entrega, valor y arte, rematada con una extraordinaria estocada, una faena digna de dos orejas en la que un indigno presidente se negó a dar la segunda demostrando que no tiene ni idea de qué va esto y que de sensibilidad tiene menos que nada. Dio igual, las dos antológicas y apoteósicas vueltas al ruedo envuelto en una bandera de España lo dicen todo. Una vez más la emoción y los sentimientos a flor de piel. También podríamos estar horas y horas hablando de la faena de Morante a sus segundo toro, magia pura, duende y pellizco en cada lance, verónicas eternas, acunando al toro en los vuelos, meciendo su embestida, con ese juego de manos único del sevillano, chicuelinas a manos bajas ceñidas plenas de gusto, medias belmontinas de antaño, derechazos y naturales con empaque, con el aroma que el maestro de la Puebla del Río impregna a cada lance que surge de su imaginación y su inspiración. Más emociones que sumar a esta tarde mágica, culminando su obra con un estoconazo de olé que le valió una oreja de gran valor. Y horas y horas también podría estar hablando de Alejandro Talavante y las dos orejas cortadas una a cada uno de sus toros en sendas faenas repletas de poderío, firmeza y mando, demostrando una vez más su extarordinario momento, sus maneras de torero hecho, en figura, variado en su repertorio, pero siempre con la verdad y la pureza por delante, gran dimensión del extremeño que remató con dos magníficas estocadas. De todo esto podríamos hablar horas y horas, pero lo que realmente importa de la tarde del sábado 15 de octubre en Zaragoza es la imagen final, la retirada de la plaza de los tres matadores juntos, nada de rivales, más que compañeros de profesión, como auténticos amigos, con sus respectivas cuadrillas todos entremezclados, entre el clamor de todos los asistentes que no abandonaron sus asientos hasta que los toreros desaparecieron por el patio de cuadrillas. La imagen que ilustra esta entrada así lo confirma.
Fue una tarde extraordinaria en lo taurino donde emoción, sentimiento y heroísmo fueron de la mano, como los toreros en su despedida, broche de oro para una temporada que ha sido precisamente eso, emoción, sentimiento y heroísmo. Posiblemente el final soñado.
Antonio Vallejo
miércoles, 12 de octubre de 2016
ENRIQUE PONCE: Cita con la historia
Una cita con la historia del toreo, una fecha que quedará en la memoria de los aficionados, la de la tarde de ayer 11 de octubre de 2016 en la plaza de toros de Zaragoza, víspera del día grande de la capital maña, ante un toro de Juan Pedro Domecq de nombre "Fabricante", un precioso y serio colorado de 536 Kg, curiosamente el de menos peso de la corrida pero a la postre el que resultó mejor. Un toro de vuelta al ruedo, sí….¡pero porque cayó en las manos de un maestro que lo hizo supremo!. Un buen toro, de acuerdo, que en los primeros tercios demostró calidad pero que tampoco parecía tanto y que rompió en la muleta del maestro de Chiva porque sólo Ponce sabe torear como Ponce. Un toro bueno que acabó siendo muy bueno porque Enrique supo darle la distancia, la altura, el ritmo y la cadencia que pedía. Obra maestra de Ponce, cumbre, la gloria del toreo, posiblemente la mejor faena por técnica, gusto, reposo, variedad y torería que le hemos visto en esta temporada mágica y quizás en toda su carrera. Una faena para la historia, una faena de leyenda, una faena de época en la muleta de un torero para la historia, un torero de leyenda, un torero de época que ya ha entrado en el Olimpo de la Tauromaquia al lado de nombres como Chicuelo, Lagartijo, Pepe Hillo, El Gallo, Gallito, Joselito, Belmonte, Manolete, Ortega, Bienvenida, Romero…con la gran diferencia para mi generación de que le hemos visto torear y triunfar a lo largo de toda su carrera, casi treinta años en la cima del toreo, frente a todas las ganaderías, todos los encastes, todos los toreros, todos los públicos y todas las plazas, de primera, segunda y tercera, a lo largo de toda la temporada, en todas las ferias, nada de montar seis o siete corridas anunciadas con suspense para llenar la plaza con una legión de sus incondicionales.
Antes de saltar al ruedo "Fabricante" la tarde ya venía cargada de emociones. Tras un primer toro imposible, que no tenía ni medio pase, sin raza, sin casta y sin fuerzas, ¡cómo sería que ni Ponce pudo sacarle un pase!, Cayetano Rivera se encargó de calentar a los tendidos y poner a la plaza patas arriba. Gracias una vez más al sensacional, extraordinario, impagable trabajo del equipo de Toros Tv pudimos asistir a un momento de intensa emoción, algo que yo jamás había visto, brindar un toro antes de que salga por la puerta de toriles. La expresión facial de firmeza, convicción y dureza de Cayetano junto a la verdad y la fuerza de sus palabras, templado, sereno pero muy claro, son dignas de ser vistas y escuchadas una y mil veces. Mensaje claro y directo a la cobardía de los antitaurinos: "Yo soy capaz de morir por el toro, ¿lo sois vosotros?". Impecable, ¡olé maestro!. Como dijo Cayetano nadie quiere ni respeta más al toro que los toreros, respeto y educación que todos los taurinos tenemos y que muy pocos antitaurinos, por no decir ninguno, demuestran, culminando su brindis con un mensaje de ánimo y apoyo a Adrián, el niño que quiere ser torero y que en palabras de Cayetano ya ha demostrado que lo es, deseándole su pronta y total curación, después de las barbaridades que una vez más hemos tenido que soportar contra un chiquillo de 8 años cuyo sueño es ser torero y ante lo que el defensor del menor sigue callado. Con todo esto se fue a recibir a su toro a portagayola, soltando el capote y llamando al toro con las manos. Una larga cambiada y unas verónicas de toreo arrebatado con una media de remate en la que parecía la misma reencarnación de su padre pusieron a toda la plaza en pie. Con la muleta siguió la misma tónica, con un explosivo inicio rodillas en tierra llevando al toro largo y obligándole, tanto que el toro se vino abajo tras las primeras series por ambos pitones, ligando los pases, con la mano baja, con mucha emoción. Fue entonces el matador el que atacó, muletazos de gran belleza que enloquecieron al público, tirando del toro, tratando de alargar el pase sin quitarle la muleta de la cara, pleno de entrega y disposición. Maravillosos los naturales, de uno en uno, dándole el pecho, pura estética, para terminar con trincherillas de cartel y pases de desdén que hicieron reventar a los tendidos. Una lástima el fallo con la espada porque el premio era seguro, pero su labor queda ahí. Algo similar a lo que ocurrió en el quinto al que recibió con una verónicas con el compás abierto, largas, muy Rivera, y al que toreó de muleta con sumo mimo y templanza, cuidando la embestida del juanpedro, sin obligarle ni romperle ya que no iba sobrado de energías, para acabar entre los pitones, de nuevo atacando el torero, citando de frente, dándole el pecho y todas las ventajas al animal, midiendo perfectamente la duración de la faena en función de las condiciones del toro. Gran tarde de Cayetano que habló y toreó como un maestro, sensacional, y que el público reconoció con dos grandes y merecidas ovaciones a la muerte de sus toros.
Alberto López Simón no quiso quedarse atrás en la tarde de ayer y demostró que su temporada no es fruto de la casualidad. Buen manejo del capote en sus dos toros, bellas verónicas de saludo con gusto y clase. Nobles pero sin excesivas fuerzas sus dos toros, a los que llevó templados en la muleta para que no se vinieran abajo, faenas de menos a más, con muletazos por ambos pitones de bellísima factura, ligados y bajos, mientras duraron las fuerzas de los animales. A partir de ese momento fue el madrileño el que acortó las distancias, se metió en los terrenos del toro y puso toda la carne en el asador. Lección de mando de López Simón, muy fiel a su estilo, con circulares eternos por la espalda, pases por ambos pitones con las zapatillas clavadas en la arena, citando de frente, cambiándose de mano, dando toda la ventaja a sus toros, todo muy de verdad. Una magnífica estocada a su primero le sirvió para cortar una oreja, la única de la corrida, y escuchó una cariñosa ovación la muere del sexto premio a su entrega y su demostración de valor y mando.
Pero la cita con la historia estaba reservada para el cuarto de la tarde, "Fabricante". Desde salida lo tomó Ponce, verónicas acompasadas, bellísimas, componiendo la figura. El toro anunciaba clase, pero no parecía muy sobrado de fuerzas. Lo lidió el de Chiva, cuidando cada detalle, cada capotazo, ni uno de más, lo llevó al caballo de Manolo Quinta que picó realmente bien, delantero, midiendo el castigo. Lo mismo en banderillas, fue el maestro quien colocó al toro para que sus peones clavaran los palos, con un Mariano de la Viña extraordinario que conserva la frescura y la categoría de siempre y por el que tampoco parecen pasar los años. Cuidando cada detalle no solo en la lidia, sino en todo, como hizo patente en el emocionante brindis a toda su cuadrilla en el que era su último toro de la temporada española, un detalle más del Ponce torero y del Ponce ser humano, un hombre de pies a cabeza, una persona íntegra y fiel a los suyos, algo difícil de encontrar hoy en día. La locura vino con la muleta. Imposible torear mejor, con más clase, más gusto y mayor demostración de técnica y conocimiento de los terrenos que la del maestro valenciano. Doblones iniciales marca de la casa, largos, preciosos, templados y cadenciosos, un canto a la belleza que anunciaba el nacimiento de una obra de arte. Y así sucedió. Ver torear a Enrique Ponce es de por sí pura estética, su figura, la manera de citar, ese estilo desmayado, como se pasa a los toros por la cintura, la suavidad y dulzura con la que conduce su embestida, todo con una naturalidad pasmosa, una delicia. Pero ayer le sumó una dosis de improvisación e inventiva que elevaron su faena a niveles históricos, de auténtica leyenda. Derechazos y naturales profundos, largos, ligados, enroscándose al toro, midiendo en cada pase la altura necesaria y la velocidad adecuada, un portento de técnica, cambios de mano sublimes, los de pecho eternos, trincherazos poderosos, pases de desdén supremos, poncinas, adornos y abaniqueos, el tres en uno y uno que se sacó de la montera citando con la muleta a ras de la arena con un abaniqueo por el revés de la tela, sublime, todo se sucedía entre la algarabía de los aficionados que se frotaban los ojos para asegurase que lo que veían era real y no un sueño, tal era la perfección del trasteo. En varias ocasiones se pusieron en pie todos los tendidos para romperse a aplaudir al maestro de Chiva, estaban viendo algo de leyenda, tenían ante sí a uno de los más grandes de la historia de la Tauromaquia. La plaza rota y Ponce también, gustándose, disfrutando de lo que estaba haciendo, sabedor que ya ocupa un puesto de honor entre los más grandes. Cuatro pinchazos se llevaron por tierra dos orejas y un rabo, pero la apoteósica vuelta al ruedo entre el clamor y el delirio compensa todo. Emoción a flor de piel en todos y cada uno de los que estaban en el coso zaragozano y en los que estábamos en casa viéndolo a través de Toros Tv. No creo que pueda olvidar la imagen de los maestros Molés y Caballero puestos en píe en su puesto de comentaristas aplaudiendo felices la vuelta al ruedo de Enrique Ponce, y tampoco creo que jamás sea capaz de expresar, agradece y reconocer como se merecen la magnífica labor que ese equipo hace en la defensa y difusión de la Fiesta.
Una vez más me remito al maestro Curro Romero, las orejas son despojos, y los despojos son para matarifes. El Arte es otra cosa y eso es lo que ayer derramó Enrique Ponce en la Feria del Pilar, puro Arte.
A partir de hoy se hablará de "lo de Ponce en Zaragoza".
Antonio Vallejo
martes, 11 de octubre de 2016
Zaragoza, triunfo y dolor
Dos imágenes que resumen a la perfección la tarde de hoy en la tercera de la Feria del Pilar en Zaragoza; la del mexicano Joselito Adame paseando la única oreja cortada en la corrida de Fuente Ymbro y la de la cogida que ha sufrido el sevillano Javier Jiménez al entrar a matar a su primer toro por derecho, volcándose, porque sabía que tenía la oreja en su mano. Dos imágenes de la verdad del toreo, la de la lucha entre un hombre y un animal en la que cualquiera puede salir vencedor, de igual a igual, sin ventajas, en las antípodas de la imagen de espectáculo cruel y macabro que los antitaurinos quieren dar de la Fiesta. Sí, los mismos que ayer y hoy siguen vomitando bilis en las redes sociales deseando la muerte de un niño de 8 años enfermo de cáncer cuyo único y tremendo delito es soñar con ser torero y a quien varias figuras del toreo han brindado un hermoso festival el pasado sábado en Valencia. Realmente despreciable la doble moral de esos antis, pero por desgracia algo que al defensor del menor le debe parecer muy normal, porque que yo sepa aún no ha dicho ni mú al respecto, con lo rápido que salió pidiendo pena de cárcel para Francisco Rivera por publicar una foto con su hija en brazos dando un muletazo a una becerra. Mejor me ahorro calificativos para el tal defensor del menor, no se merece ni el insulto, es muy poca cosa el personaje, un don nadie. Así que mejor vamos a los toros, que es lo que nos gusta y lo que de verdad importa.
Seis toros de Fuente Ymbro, procedencia pura Jandilla, encaste Juan Pedro Domecq, para la tercera del Pilar, cuya lidia y muerte ha correspondido a los diestros Iván Fandiño, Joselito Adame y Javier Jiménez. Toros desiguales de presentación, variados de hechuras, serios y astifinos, y también desiguales de juego, con tres ejemplares de oreja, segundo, tercero y quinto, manejables, con un fondo de bravura y casta, y tres de escasa posibilidades para el lucimiento, los corridos en primero, cuarto y sexto lugar que han correspondido al vizcaíno Iván Fandiño.
Nulas posibilidades para el de Orduña ante tres toros que no acompañaron. Noble y manejable pero sin fuerzas el primero, perdía las manos cuando el vizcaíno le obligaba lo más mínimo. Correcto y con oficio se mostró Fandiño en un trasteo deslucido en el que llevó al fuenteymbro con suavidad y mimo sin que la faena llegara a tomar vuelo ni conectara con los tendidos. Sensacional la estocada con la que lo despachó, lo mejor sin duda. El cuarto no tuvo historia, grandón y muy abierto de cuernas, basto de hechuras y de comportamiento, de embestida bronca al que trató de templar en el capote y en la muleta. Tan solo los lances iniciales de capa y algún natural aislado tuvieron algo de eco en los tendidos. Voluntarioso y firme Iván para matar de certera estocada que pasaporta al toro. Debido al percance de Jiménez al matar al tercero le corresponde a Fandiño lidiar al sexto, otro toro grande y bronco, un ejemplar con complicaciones que embestía con la cara arriba sin entregarse, buscando en cada lance. Y tanto buscaba que acabó encontrando carne hiriendo al vizcaíno en la ingle, un auténtico navajazo el que le propinó al hacer hilo cuando el diestro perdía pasos tras uno de los múltiples arreones del de Fuente Ymbro. No se descompuso y se plantó de nuevo ante la cara del toro dando ejemplo de pundonor y vergüenza torera. Lo mató, que ya es bastante, dolorido y con las carnes abiertas, siendo despedido con una merecida y cariñosa ovación en premio a su entrega.
Decía la semana pasada, hablando de la Feria de Otoño en Las Ventas, que había algunos nombres que bien hubieran ocupado un lugar en los carteles madrileños. Uno de esos nombres que destacaba era el de Javier Jiménez, quien esta tarde ha dejado claro el momento extraordinario por el que atraviesa y su capacidad para estar presente en la plaza de Madrid. El primero de su lote, alto y abrochado de pitones, suelto de salida, sin definirse, no se empleó en los primeros tercios, sin celo en el caballo. Tampoco mostraba fijeza en la muleta que le presentaba adelantada el sevillano pero éste le fue ganado terreno, poniéndole el engaño en la cara, sin quitárselo, para someterlo y sacar una magnífica serie por el pitón derecho que hizo despegar la faena. Firme y templado Jiménez, bien colocado, cargando la suerte, llevando al de Fuente Ymbro muy toreado cuajó una faena de menos a más con muletazos hondos de gran altura a un toro que demostró nobleza pero que se apagó pronto. Fue entonces cuando con enorme decisión y valor se metió entre los pitones, apretando al toro, un arrimón de los de verdad sacando muletazos de donde parecía imposible, de uno en uno, de nuevo bien colocado, firme y poderoso. Importante faena de Javier Jiménez que sabía que la oreja dependía de la espada. Se tiró a matar con todo, pero pincha y resulta prendido de la rodilla derecha, volteado y zarandeado en el suelo, con los pitones rozándole los hombros, la cara y la cabeza, por momentos se mascó de nuevo la tragedia, pero afortunadamente todo quedó en una cornada limpia en la rodilla y el tremendo palizón, siendo operado con éxito en la misma enfermería de la plaza. La cuadrilla recogió una fuerte ovación al abandonar el ruedo zaragozano en reconocimiento a la buena faena del diestro de Espartinas. Esta era su última tarde contratada en España. Seguro que en la temporada americana que ya se inicia y que copará el invierno español tendrá contratos de sobra para refrendar lo que ya es una realidad y que deseamos continúe el próximo año.
Joselito Adame es posiblemente el máximo exponente, la cabeza de puente del toreo mexicano en este momento. Bueno, eso con permiso de su hermano Luis David que viene arreando fuerte. También creo que los hermanos Adame son dos de los nombres que en el otoño madrileño hemos echado de menos. Esta tarde lo ha demostrado con creces Joselito ante el segundo, un toro grande y con mucho volumen, serio, que apretó en la primera vara. El inicio de faena, con un precioso y majestuoso pase de trinchera era solo el anuncio de lo que vendría continuación. Faena con algún altibajo en la que creo que hay que destacar la capacidad de Adame para acoplarse a la embestida del fuentymbro, templado, dándole la distancia y perdiendo los paso necesarios para domar los derrotes del animal al final de los muletazos terminando por sacar dos magníficas series por el pitón derecho con la mano baja y ligazón, así como una tanda al natural con el compás abierto, despatarrado, llevando al toro largo y ligado, faena con emoción y transmisión que culminó con manoletinas ceñidas y un espadazo que valió una oreja. El quinto fue protestado de salida por escurrido de atrás, si bien es cierto que por delante era muy serio. Bonitas y lucidas las verónicas de saludo, rematada con una media de órdago. Una vez más se lució en banderillas Fernando Sánchez que pareó con su estilo y torería habitual al segundo y quinto de la tarde. Sencillamente sublime la manera de colocar las banderillas de Sánchez, cómo va hacia la cara del toro, las manos bajas, despacioso, acompasando el braceo a cada paso, cómo cuadra en la cara y cómo sale andando con la figura compuesta y una chulería que no se puede aguantar, ¡Olé maestro!. Es muy posible que los pocos kilos en el toro que el público ha protestado hayan sido los que han permitido su movilidad y con ello la emoción en la faena de muleta. No entro a juzgar la presencia del de Fuente Ymbro, quizás escasa para una plaza de primera, pero por otro lado está la movilidad, el eterno debate entre el torazo de mucha presencia pero que no se mueve y que llega agotado a la muleta o el toro "pequeño" que se mueve y repite en la muleta. Por supuesto que lo que queremos es el equilibrio perfecto, pero como eso es muy complicado cada uno tendrá preferencias por cada tipo de toro. Por cierto, que este toro de "tan solo" 487 Kg y un par de pitones afiladísimos se llevó por delante a Rafael Limón corneándole en la ingle, lo que demuestra que jamás hay que faltar al respeto al toro, aunque pese "poco". Inicia la faena por estatuarios el de Aguascalientes, tomándole la medida y acompasando los muletazos a lo que pedía la embestida del toro, temperamental y con emoción, andando suelto y muy vivo delante de la cara del fuenteymbro, que apretaba lo suyo. Sensacional de técnica y dotes de mando el mexicano que supo mantener el tono y la conexión con los tendidos a lo largo de todo el trasteo. Lástima que la primera estocada cayera atravesada haciendo guardia, porque de haber matado como al segundo encuentro casi seguro que hubiera paseado otro trofeo. Fuerte y merecida ovación para Adame quien en breve hará las maletas para volver a su tierra natal donde le espera una cargada temporada.
Emoción, triunfo y dolor se han conjugado en esta tarde de toros en Zaragoza. Así es la Fiesta, aunque a muchos les moleste.
Antonio Vallejo
lunes, 3 de octubre de 2016
4ª de Otoño y se acabó
Así es. Cuarta y última de la Feria de Otoño, con algo más de tres cuartos de entrada para ver la corrida de Adolfo Martín, todo un icono en Las Ventas, para la terna Rafael Rubio "Rafaelillo", Manuel Jesús El Cid y Jesús Martínez, Morenito de Aranda en los carteles, en una tarde de agradabilísima temperatura que invitaba a ir a los toros.
Seis adolfos bien presentados, entipados, cinco cárdenos como suele ser la norma Albaserrada y uno negro, el último, todos muy serios, bien armados, alguno quizás exagerado de pitones, como el caso del quinto, muy ofensivo, espectacular, que con 488 Kg presentaba dos leños descomunales. Hechuras bonitas de lámina en general entre las que ha salido un ejemplar de 504 Kg corrido en tercer lugar que en mi modo de entender representa ese concepto tan difícil de definir que es el trapío. Impresionante la ovación que se ha llevado el animal al saltar al ruedo. Toro proporcionado, serio, armónico, bajo, muy bien rematado, muy serio y astifino, todo lo que juzgamos para tratar de definir el trapío. En cuanto a comportamiento sin duda el mejor ha sido el primero, toro noble, encastado y exigente, el quinto se ha comportado con bravura en el caballo, el segundo manejable y con cierta clase, y descastados y sin raza tercero y sexto.
Muy mala suerte ha tenido Morenito de Aranda con su lote. Creo que salvo los delantales de saludo al sexto y la media verónica de remate, poco se puede destacar de su labor. Una pena, porque desde siempre se ha mostrado como un magnífico torero de capa, pero hoy no ha tenido opciones de triunfo con sus dos toros. Se le agradece la brevedad en la faena de muleta al verse claramente la imposibilidad de lucimiento ante el pobre juego de sus oponentes, dos animales sin raza, sosos, que no humillaban, carentes de la mínima emoción. La brevedad en el trasteo y con los aceros lo mejor del burgalés que se ha despedido con silencio en ambos.
El mejor toro de la corrida se lo ha llevado Rafaelillo. Un cárdeno de 555 Kg de muy huenas hechuras y muy serio que ha resultado encastado, noble, pronto y repetidor. Un muy buen toro, sin duda, al que el murciano ha entendido y toreado de maravilla, con mando, siempre por bajo, sometiendo al toro desde los primeros muletazos de tanteo, flexionando la rodilla para sacar al toro hacia los medios con mucho gusto y torería, hasta los redondos templados, ligados y bajos que han sido coreados con olés por los tendidos. Ese ha sido el mejor pitón del toro, por el izquierdo ha bajado un tanto el nivel al protestar más el animal pero por el que Rafaelillo ha sacado un par de naturales sueltos con profundidad. faena de mando, de temple y de gusto la de Rafael rematada con un espadazo que fulmina al de Adolfo. Gran ovación en el arrastre para el toro y fuerte ovación para el torero que se torna en leve división de opiniones cuando saluda desde la raya del tercio. También firme y solvente Rafaelillo frente al cuarto, un toro imponente, abierto de pitones, muy serio, con movilidad pero de comportamiento y embestida desconcertante, acostándose por ambos pitones, exigente, sin duda, que s e paraba, miraba y medía. Aguantó y tragó el murciano una barbaridad, demostrando su madurez y su mando para someter a este toro, logrando incluso a sacar algunos naturales hondos de mucho mérito. Tarde importante de Rafaelillo que una vez más ha dejado patente su capacidad lidiadora, curtida en mil batallas con este encaste y otros de los llamados duros.
Manuel Jesús El Cid es un torero al que he visto en Madrid ni sé las veces, pero han sido muchas, lo que hace un número más que importante de toros matados. Siempre he oído de su "leyenda", de su famosa mano izquierda y, sinceramente, muy pocas, escasas, contadas tardes de la muchas que le he visto ha conseguido emocionarme, no digo ya deslumbrarme. Y ha tenido faenas buenas en Madrid, por supuesto, pero recuerdo así a bote pronto tres, de las decenas de toros que le habré visto. Digo esto porque para mi es un torero sobredimensionado, con más leyenda que realidad, pero seguramente estaré equivocado o habré tenido mala suerte en verle en días de no excesivo lucimiento. Pero esto no significa que vaya a verle predispuesto, con tics fónicos, ni mucho menos, no entiendo a los que tiene sus toreros protegidos y sus odiados, y todos sabemos de que sector de Las Ventas hablo. Y la de ayer era una de las tardes en las que iba escéptico y con dudas de lo que podría ver de El Cid, lo digo sinceramente, como también digo sinceramente que me gustó, le vi mucho más firme, entregado y dispuesto que en otras ocasiones y dejó sobre la arena venteña una imagen de torero sereno, con oficio y conocimiento de los terrenos. Manejable y con nobleza el segundo al que Cid llevó templado en todo momento, destacando una muy buena serie por el pitón derecho cadenciosa, con la mano baja, muletazos largos y ligados, y unos naturales sueltos de gran hondura, yendo la faena claramente de menos a más, sometiendo al toro y poniendo también la emoción que le faltaba al animal que iba algo justo de fuerzas. mató de entera trasera que pasaportó al de Adolfo y recogió una merecida ovación. Ante el imponente quinto, una animal que demostró ser bravo en el caballo y al que colocó un magnífico segundo puyazo Juan Bernal y al que Curro Robles colocó un sensacional par de banderillas, lo recibió con garbosas verónicas ganando pasos y lo llevó en la muleta con clase. Mucho temple le puso en las primeras tandas por el pitón derecho a un toro que humillaba y repetía. Derechazos bajos y profundos que aprovecha El Cid para calentar los ánimos. Por el pitón izquierdo se queda más corto, mide y tiene guasa. Aguanta Cid los parones y no duda en meterse entre los pitones con valentía, dándose un arrimón de los de verdad. Mata de pinchazo hondo y descabello y recibe otra ovación que premia su buena actuación en toda la tarde.
Y se acabó la de Otoño, que nos indica que enfilamos el final de la temporada taurina madrileña y española. Tiempo habrá de hacer balances del año, aún queda un domingo y el día del Pilar para que la plaza eche el cierre y esperemos impacientes la nueva temporada con nueva empresa, que promete mucho. Veremos luego si las promesas se cumplen y cual es la realidad
domingo, 2 de octubre de 2016
3ª de Otoño: Otro Lexatin, por favor
Pocas copas se vendieron ayer en los tendidos de La Monumental madrileña, menos aún Coca-Colas, porque no hubo respiro para tomar un sorbo y, si lo hacías, es más que probable que te atragantaras, y porque no creo que ningún corazón hubiera aguantado un gramo de excitante más. De lo que estoy seguro es que sin reservas de Lexatin se debió quedar ayer la farmacia de la calle Alcalá cerquita de Manuel Becerra para poder asistir la demanda de los que estábamos en Las Ventas, que pasamos la tarde de susto en susto, de sobresalto en sobresalto, de grito en grito pero también de olé en olé, de emoción en emoción y de sueño en sueño, que resumen lo que para mi fue la tarde del mano a mano entre Curro Díaz y José Garrido, dos héroes, dos auténticos gladiadores sobre la arena venteña que, cada uno en su estilo, se jugaron la vida para generar arte.
Poesía y drama, épica y estética, valor y gusto de la mano en una tarde de otoño madrileña que quedará en nuestra memoria como una d ellas grandes. Tarde importante por lo que vimos y también por lo que vivimos y cómo lo vivimos. Muchas veces se ha criticado a la afición madrileña como falta de sensibilidad, otras tantas se ha tildado de injusto, yo el primero, a un sector de la plaza que se autoproclama poseedor de la verdad y los valores eternos de la Tauromaquia, pero ayer toda, absolutamente toda la afición respondió con una sensibilidad excelsa, gran justicia, un comportamiento modélico y una demostración de saber y conocimiento de la Fiesta, valorando y reconociendo el pundonor, las ganas, la entrega y el valor del joven José Garrido, firme y seguro ante sus tres toros, con un grado tal de compromiso que le llevó a salir para lidiar y matar al sexto tras ser empitonado al estoquear al cuarto y ser operado en la misma enfermería de la plaza de una cornada de 10 cm en el glúteo durante la lidia del quinto, todo como si nada hubiera ocurrido, y valorando y reconociendo el arte, el gusto, la clase, la torería, en definitiva, ese pellizco que tiene Curro Díaz y que le hace ser de esos toreros diferentes que enamoran con su muleta, a lo que ayer sumó muchas dosis de valentía, un par que le echó para plantarse delante de sus toros.
Seis toros de Puerto de San Lorenzo, encaste Atanasio-Lisardo. Grandes, muy grandes, alguno demasiado, pesos de 648, 617 y 619 Kg por poner ejemplos, desiguales de hechuras, que por lámina me gustaron primero y sexto, muy Atanasio, pero otros como el segundo, tercero y quinto no me gustaron nada, la verdad, incluso alguno me pareció bastante desproporcionado en cuanto a caja, cara y pitones. Eso sí, toda la corrida muy seria por delante, astifina, muy armada, algo habitual en este hierro. El juego y el comportamiento fue otra historia. Encierro duro y peligroso que en mi opinión estuvo dominado por la mansedumbre, alcanzando la máxima expresión en el sexto, un manso de solemnidad. Mansedumbre que a veces lleva a los toros a la huida y que otras veces, como fue ayer, les lleva a defenderse, revolverse y buscar tras los engaños, dejando patente la sangre Lisardo que llevan dentro. Abantos de salida, sueltos, sin fijeza, ninguno de los seis se ha dejado en el capote, ni uno ha peleado en varas, todos han esperado y cortado en banderillas, en definitiva, mucha mala leche, mucho peligro, unos auténtico cabrones ante los que sobresalieron Díaz y Garrido.
Firme, valiente, decidido, entregado, con inmensas ganas y disposición el extremeño José Garrido en sus tres toros, toreando al sexto recién operado. Torero joven, de los que junto a Roca Rey y López Simón parece ser de los llamados a liderar el futuro de la Fiesta y que en la tarde de ayer dejó patente que está aquí para quedarse. Hecho un jabato estuvo ante sus tres exigentes enemigos, tratando de llevarlos en largo y por bajo, poniéndoles la muleta adelantada y tragando parones y arreones de los tres, despreciando al riesgo, sincero y de verdad, con las ganas de la juventud y la entrega de quien quiere ser figura del toreo. Se ha llevado un palizón de muerte, ha sido corneado y herido, ha pasado las de Caín delante de la cara de los toros pero nada parecía importarle. Muy por encima de sus oponentes creo que ha estado el de Badajoz, más que digno, confirmando lo que desde la temporada pasada viene anunciando. Creo que tiene razones más que sobradas para estar muy contento con su actuación de ayer, que en mi opinión le sirve para salir muy reforzado de Las Ventas.
El jienense Curro Díaz, ya lo he dicho, es de esos toreros diferentes, con duende, con pellizco, de esos que tiene una muñeca mágica y que enamora con su muleta. Primoroso, exquisito su toreo en la tarde de ayer, rebosante de sabor, de gusto, de clase, de temple…magia pura. ¡Pero es que encima se lo hizo a los toros de ayer! que no eran precisamente ursulinas ni hermanitas de la caridad, eran auténticas fieras que medían, se revolvían, cortaban el viaje y echaban la cara arriba en arreones que solo buscaban carne. Menuda paliza se lleva en el tercero, que le prende y le voltea de mantea espeluznante en dos ocasiones y que, para más inri, hace hilo con el de Linares tras entrar a matar viviéndose segundos angustiosos porque veíamos al torero empitonado contra las tablas, dramático, salvándose de milagro para quedar exhausto sentado en el estribo. No creo que el maestro de Linares lo haya olvidado, yo desde luego no, pero él fue el que aquella trágica tarde del 9 de julio recogió de la arena de la plaza de Teruel el cuerpo sin vida de Víctor Barrio. Ayer Barrio estaba en su barrera del cielo gozando al ver torear a Curro y, cuando fue volteado y casi cogido, mandó rápidamente al ángel de la guarda con su capote para protegerle de una cornada, porque sólo así entiendo que no fuera gravemente herido. Pues con todo esto, Curro compuso una bellísima sinfonía de torería en este tercero. Con las condiciones del animal lo llevó templado y por bajo, tragando lo indecible, por ambos pitones, muletazos hondos y profundos, llenos de sabor, olés roncos en los tendidos, emoción a raudales, gusto y más gusto en cada pase, componiendo la figura, desmayada en ocasiones, un canto a la belleza, toreo de maestro, de torero consagrado, toreo de leyenda al que, si le faltaba algo aún tras tantos años demostrando su arte, ganarse el corazón de esta plaza y alzarse con el título de torero de Madrid. Es imposible estar mejor que ayer Curro Díaz en este tercero, haciéndonos soñar con su muleta. Tremenda, intensa y sincera la ovación que recogió con, creo yo, toda la plaza en pie. Importantísima tarde de Curro ayer, demostrando que arte y valor van de la mano y que lo uno sin lo otro no existen.
Y sería muy injusto no hacer una mención especial a los toreros de plata que ayer tragaron también quina para bregar y banderillear a los del Puerto. Tremendo, sensacional, excelente, magistral Montoliú en la brega del quinto, un toro manso a todas luces que olisqueba la arena, que amagaba pero no entraba al capote, haciendo que arrancaba y parándose, desconcertante, al estilo de Cristiano Ronaldo cuando tantísimas veces no sabe qué hacer con el balón y empieza a hacer bicicletitas y movimientos absurdos con el pie que no sirven para nada. A ese toro lo cogió el sevillano, le echó el capote abajo y lo lidió a la antigua, con los pies, corriéndole hacia atrás, sometiéndole por bajo para sacarlo de las tablas y llevarlo hacia los medios donde se vio podido. ¡Olé por Montoliú!, menuda ovación se llevó, muestra de cómo estuvo de sensacional la afición madrileña. De igual manera hay que destacar a Óscar Castellanos con dos muy buenos pares de banderillas al quinto, Antonio Chacón al parear sensacionalmente al sexto y, sobre todo, a "Algabeño" quien puso dos pares extraordinarios al quinto teniendo que responder desmonterado la gran y merecida ovación del público. Enorme el mérito de estos y de todos los banderilleros en la tarde de ayer, porque no era nada fácil colocar los pares a unos toros que esperaban y cortaban la trayectoria, no era nada fácil llegar a la cara del toro, cuadrar entre los pitones y reunir los pares como lo hicieron, para además salir airosos de la suerte. ¡Otro olé por los toreros de plata!.
Lo dicho, tarde cargada de emociones en las que hubiera sido más recomendable tomar una tila después de comer y antes de haber ido a la plaza, además de haber llevado buenas reservas de tranquilizantes. Pero esta es la grandeza de la Fiesta cuando el toro, los toreros y la afición ponen los ingredientes para que nos emocione.
Antonio Vallejo
sábado, 1 de octubre de 2016
2ª de otoño: Román, la verdad por delante
Cuando se está de verdad, cuando se torea sin esconder nada, con la sinceridad que da la juventud y la necesidad de triunfo es muy difícil que no llegue la emoción, máxime cuando enfrente se tiene a dos toros de las características de los dos fuenteymbros que ha estoqueado en la tarde de hoy el valenciano Román. Sincero, firme, decidido y valiente, así creo que se puede calificar o definir a este joven torero, que se ha jugado el tipo ante dos toros con peligro, de esos que, como suele decirse, te piden el carnet de torero. Ni una duda, ni una vacilación, ni un paso atrás ha dado Román ante los arreones, la embestida brusca y rebrincada en ocasiones, con la cara arriba, cortando el viaje, revolviéndose y buscando, sabedores de lo que dejaban atrás, de los dos ejemplares de Fuente Ymbro con los que hoy ha tenido que lidiar. Un par, pero un par bien grande y bien puesto es lo que le ha echado el valenciano en esta tarde de otoño que más se parecía a cualquiera del mayo isidril por la agradable temperatura y la preciosa luz de un cielo azul limpio y un sol radiante. Pero no todo ha sido riesgo y valor en sus faenas, ¡que va!, sino que les ha puesto la muleta adelantada, les ha llevado por bajo, conduciendo la embestida con temple, tratando de alargar los muletazos, pero los dos de Fuente Ymbro tragaban dos, a lo sumo tres pases de cada serie, al tercero o cuarto cortaban y buscaban, eso si no es como en les esto, que directamente se acostaba y medía en cada lance, con la mirada descaradamente puesta en los muslos del matador, que él sí ha sido el que ha tragado, sin enmendarse, sin inmutarse, plantando batalla a sus oponentes en los terrenos en que se lo pedían, dándoles todas las ventajas. Insisto, añadiendo buen toreo, toreo de verdad, llegando a meter en la muleta al tercero para sacar un par de series al natural de muchísimo mérito, pegándole tres naturales hondos que han sido respondidos con sonoros olés por parte de los tendidos. Con estos ingredientes, toros con movilidad, exigentes, con brío, con raza y un torero sincero y entregado es imposible que no se conecte con los tendidos, que no surja la tan traída y llevada transmisión y que no impere la emoción. Ha matado al tercero de estocada entera levemente desprendida volcándose y al sexto de pinchazo y entera fulminante, lo que le ha servido para pasear una oreja merecidísima en su primero, de mucho peso y valor, y una gran ovación a la muerte del sexto que creo hubiera sido de oreja de no haber pinchado al entrar a matar en el primer encuentro. Por supuesto que se le pueden poner peros a la labor del valenciano, lógico por su juventud y sus tan solo dos años de alternativa, que aún le quedan defectos por pulir, que le queda por aprender, lo que quieran, pero hay que ser un tanto mezquino para hacerlo en esta tarde en la que se ha jugado la vida con la verdad por delante. Y los ha habido, los inconformistas de siempre, los sabios puristas, los que tienen que dar la nota, los del 7, siempre los mismos, que han protestado la oreja de ley cortada por el valenciano al tercero con unos gestos y unas maneras impropias de un aficionado con un mínimo de conocimiento y educación. Desconozco el motivo de la protesta, si les ha parecido poco la faena o si han sacado regla, escuadra y cartabón para medir al milímetro la colocación de la espada, algo que hoy me ha dado exactamente igual, que cayera centímetro arriba o abajo me importa absolutamente nada, porque Román ha conseguido emocionarnos. Sinceramente, no sé que demonios quieren, no les entiendo y, además, ¡no quiero entenderles!.
Muy seria, tremenda de pitones en algunos ejemplares, especialmente primero, quinto y sexto, de imponente e impresionante arboladura, más que astifinos, auténticos puñales, variados de tipo, algo desiguales de cara pero en general bien de presentación la corrida de Fuente Ymbro, procedencia Jandilla, encaste Juan Pedro Domecq. Por hechuras me han gustado especialmente el primero y el tercero, cuajados, bajos, hondos, de preciosa lámina. En cuanto a comportamiento bravo, noble y con clase el primero, complicado, temperamental y con genio el tercero, con mucha movilidad y brío el sexto, deslucidos cuarto y quinto. Junto al ya reseñado Román completaban la terna el toledano Eugenio de Mora y el salmantino Juan del Álamo ante tres cuartos de entrada en Las Ventas.
Con mucho gusto, templado, bajando la mano, llevando al toro en largo, ligando los muletazos, ha estado Eugenio de Mora, sacando tandas en redondo de gran hondura y profundidad, faena de clase y sabor, toreo reposado que ha calado en los tendidos por su belleza y calidad ante un ejemplar de Fuente Ymbro que metía la cara con nobleza y bravura, un toro de dulce al que el de Mora ha entendido y ha sabido conducir hasta que se le acabo la gasolina. estoy seguro que si no pincha al entrar a matar habría cortado una oreja, y también estoy casi seguro que la habrían protestado los del 7, por supuesto. Nada, absolutamente nada ha podido sacar del cuarto, un animal deslucido, sin fuerzas ni casta, ante el que se ha justificado en una faena sin mayor sentido y que quizás haya largado en exceso. Pero en el recuerdo nos deja el sabor de su toreo al que abría plaza. Ovación con saludos para Eugenio de Mora en ese primero y silencio en el cuarto.
La otra noticia de la tarde, junto a la verdad y el valor de Román es que Juan del Álamo no haya tocado pelo, y ya es raro, porque cuenta sus actuaciones en Madrid por orejas. Hoy no ha sido posible, y eso que ha tenido en el segundo de la tarde un toro con posibilidades, con notas de bravo, al que lanceó de salida a la verónica con temple y compás, rematando con una preciosa media. De más a menos la faena del salmantino, con algunos altibajos. Mejor las primeras dos series, con el fuenteymbro desplazándose con alegría, en largo, metiendo la cara, muletazos con profundidad y emoción por el pitón derecho. Por el pitón izquierdo baja el nivel, naturales menos limpios, algunos enganchones y la aparición de un molesto viento hicieron el resto para que la faena decayera. A partir de ahí acorta las distancias el salmantino, creo que equivocadamente, y pierde emoción, a la vez que el toro se queda sin fuelle y comienza a cabecear y defenderse sin que la faena ya remonte el vuelo a pesar del tesón y el empeño de del Álamo. Mata de entera trasera y escucha silencio, el mismo que al liquidar al quinto, en el que le ha ocurrido exáctamente igual que a Eugenio de Mora, que no ha tenido oponente, un toro descastado y sin fuerza ante el que lo único que ha podido hacer el salmantino ha sido justificarse, que ya es bastante.
Antonio Vallejo
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