miércoles, 19 de octubre de 2016
Zaragoza: Emoción, sentimiento y heroísmo, el final soñado
El pasado domingo marcó el fin del año taurino en tierras españolas y francesas. Jaén, Zaragoza y Madrid, con el festejo aplazado del 12 de octubre, han sido las últimas plazas en echar el cierre a esta temporada 2016. Una temporada 2016 difícil, complicada y dura que, en mi opinión, ha venido marcada por las emociones y los sentimientos. Al menos a mi me lo ha parecido así y de esa manera la he vivido a lo largo de estos intensos meses.
Arrancaba allá por el mes de febrero en la ya no tan fría como antaño plaza de Valdemorillo con una feria en la que el sábado día 6 de febrero se anunciaba un cartel compuesto por Luis Antonio Gaspar "Paulita", Víctor Barrio y Martín Escudero frente a toros de Monte La Ermita. En principio un cartel más de los muchos que a principio de temporada vemos año tras año. Ninguno por aquel entonces podíamos sospechar lo que significaría para el toreo el nombre de Víctor Barrio, hay que ver cómo es la vida y lo que te tiene guardado a la vuelta de la esquina. Ese nombre, Víctor Barrio, el nombre que ha marcado la temporada, unos meses después, la tarde de otro sábado, el 9 de julio, en la plaza de toros de Teruel, marcaría un antes y un después en el mundo del toro. Su trágica muerte destapó lo peor de esa masa de escoria humana que se autodenominan antitaurinos, pero sirvió para sacar a la luz lo mejor de todos cuantos nos consideramos la familia taurina. Toreros, novilleros, subalternos, picadores, ganaderos, empresarios, prensa, crítica, aficionados, todos a una, unidos sin fisuras, con una sola voz y un único sentimiento en defensa de la dignidad de un ser humano que entregó su vida a la Fiesta, en defensa de su honor y el de todos cuantos amamos este Arte que es la Tauromaquia, hartos de escuchar y recibir insultos y amenazas procedentes de seres repugnantes que aquellos días vomitaron bilis y odio de sus entrañas. Seres abominables que fueron denunciados y llevados ante la justicia, tan repugnantes y abominables como algunos jueces que han archivado las denuncias y una Fiscal General del Estado que tiene la poca vergüenza de afirmar que los mensajes de odio regodeándose de la muerta de Víctor Barrio, insultando a su viuda y a su familia, no tiene claro que constituyan delito de odio. Pero su muerte nos despertó del letargo en el que estábamos sumidos y nos hizo más fuertes, con una unión jamás vista en este mundo del toro. Aún recuerdo con emoción la tarde del 28 de julio en la madrileña Iglesia de San Antón donde todos los estamentos que conforman esta gran familia que es la taurina nos reunimos para acompañar a la familia de Víctor y dar muestra de nuestra fuerza, nuestra pureza, nuestra verdad y nuestra razón con un solo grito, ¡viva el toreo!.
Esta temporada 2016 que se ha ido será siempre recordada por ese nombre, Víctor Barrio, de eso no hay duda, jamás creo que se nos vaya a borrar de la memoria, y por los sentimientos que en todos nosotros generó. Y es que, repito, si hay algo por lo que esta temporada se ha marcado ha sido precisamente por eso, por los sentimientos y la emotividad.
No hizo falta espera mucho para tener la primera de las jornadas de intensa carga emotiva de las muchas que hemos vivido en este año. Fue el domingo 21 de febrero en la plaza de Vistalegre, en pleno Carabanchel, con la reaparición de David Mora casi dos años después de su terrible cogida del 20 de mayo de 2014 en Las Ventas. Una faena cargada de emoción y sentimiento a un toro de Parladé premiada con dos orejas que nos puso los pelos de punta, una faena plena de gusto y sabor, con un toreo reposado, lento y templado, pura magia, con la alegría de ver al maestro otra vez vestido de luces, sensaciones indescriptibles que quienes allí estuvimos las guardamos con especial recuerdo y cariño.
Posiblemente el primer punto álgido de la temporada se vivió en la Feria de Fallas valenciana. En ella vimos triunfar a un joven torero peruano, Andrés Roca Rey, y a otro joven torero extremeño, José Garrido, que anunciaban lo que posteriormente sería su gran temporada. Triunfadores en Valencia, abriendo la puerta grande, como parte de esa nueva generación de matadores llamados a tomar el relevo de las grandes figuras actuales, junto a los López Simón, Javier Jiménez, Ginés Marín que viene pisando fuerte. Pero creo que lo que Valencia realmente dejó como legado a esta temporada fue la multitudinaria manifestación que recorrió sus calles el día 13 de marzo en defensa del toro bravo y de la Fiesta. Sentimientos y emociones a raudales, preludio de lo que iba a ser el resto de la temporada, la de la reacción contundente a tanto ataque indiscriminado, a tantas barbaridades escuchadas y sufridas, la temporada en la que había que enseñar a todo el planeta la verdad del toreo, la pureza de este Arte y la grandeza de su afición. Sin duda Valencia prendió la mecha en la defensa de nuestras esencias y nuestra cultura y supuso un claro estimulante para mantener en todo lo alto la llama del toreo a lo largo y ancho de nuestra geografía.
Sevilla, con su Feria de Abril, también ha marcado un momento supremo en esta temporada. Una vez más los sentimientos y las emociones llenaron el albero sevillano. Si hay algo por lo que se recordará la Feria sevillana de este 2016 será por un toro de Victorino Martín, "Cobradiezmos", indultado por Manuel Escribano la tarde del jueves 14 de julio. En una temporada en la que había mucho que demostrar, después de la señal de fuerza de Valencia, Sevilla enseñó al mundo la verdad del toreo, el auténtico amor al toro bravo devolviendo a Cobradiezmos al campo extremeño, una imagen que echa por tierra esa de crueldad y sadismo con la que los antis nos quieren ensuciar. Desde luego que parecía un regalo del cielo la aparición de este toro de leyenda en un momento tan necesario como el actual. Pero pasar por Sevilla sin recordar el pedazo feria que se vivió en La Maestranza sería un pecado. López Simón reventó Sevilla y la puso patas arriba, Ponce dio otra lección magistral de toreo, Manzanares puso la elegancia al servicio del toreo en una faena inolvidable, José Garrido mostró la verdad y el arrojo frente a un toro jugándose la vida y Morante, ¡Ay mi Morante!, sencillamente detuvo el tiempo en su capote y su muleta, paró el reloj maestrante y nos elevó al cielo de este maravilloso Arte ante un toro de Nuñez del Cuvillo la tarde del 16 de julio. El Morante más Morante que se haya visto en mucho tiempo deslumbró en su Maestranza, el duende nos invadió y los sentimientos indescriptibles, el pellizco que genera su toreo, ajeno a todas las reglas y que surge de su inspiración, nos inundó de emociones aquel sábado de primavera.
Y llegó Madrid, llegó San Isidro, la plaza y la feria más importante del mundo, el escaparate a todo el planeta de nuestra Fiesta. Algo tenía que pasar para mantener el tono de la temporada, para que no decayera el ánimo de la afición y para que todo el mundo se enterara de lo que somos. Y vaya si lo hizo. Cuatro nombres se encargaron de cargarnos una vez más de emotividad: Roca Rey, David Mora, Enrique Ponce y José María Manzanares. El peruano Roca Rey abrió la caja de los sentimientos encogiéndonos el corazón la tarde del viernes 13 de mayo al cortar dos orejas a un toro de Nuñez del Cuvillo con un toreo épico, despreciando al miedo y al riesgo, pasándose al animal por terrenos imposibles. David Mora puso la nota de emotividad plena la tarde del 25 de mayo ante "Malagueño", un extraordinario toro de Alcurrucén, al que toreó como los ángeles, con una clase y una elegancia suprema, haciendo que los sentimientos afloraran en todos y cada uno de quienes llenábamos la plaza aquel precios día de mayo en el que todo el cariño y reconocimiento era poco para el madrileño que dos años ante a punto estuvo de perder la vida en ese mismo ruedo. Faena plena que fue premiada con dos orejas que a muchos nos hizo derramar alguna lágrima de alegría ante la lección de superación y pundonor de un hombre que superó el dolor y lesiones que parecían irrecuperables y cuya fuerza de voluntad y el amor a esta bella profesión le llevó a cumplir el sueño de salir a hombros por la Puerta Grande de Madrid. Esta inolvidable tarde de David Mora no era más que la continuación de lo que habíamos vivido y sentido unos días antes, el jueves 19 de mayo con el maestro Enrique Ponce, eterno Ponce, que dictó magisterio sobre la arena venteña frente a un toro de Puerto de San Lorenzo. Magistral, imperial, rotundo y artista Ponce, puso a toda la plaza de acuerdo, Madrid rendido a sus pies ante la demostración de torero de leyenda, de torero de época del maestro de Chiva en una faena cumbre, plena de técnica, clase, gusto y elegancia. Inolvidable, como fue la tarde del miércoles 1 de junio, Corrida Extraordinaria de Beneficencia, antología del toreo, antología de José María Manzanares ante "Dalia", de Victoriano del Río. La faena de Manzanares a este toro fue un compendio de todo lo que significa el toreo. Mando, poder y sometimiento de un animal bravo y complicado para, una vez hecho esto, componer una sinfonía perfecta de belleza, gusto, elegancia, temple, torería, el sueño de cualquier torero y el de cualquier aficionado que va a una plaza de toros. ¡Y una estocada recibiendo de antología que hizo rodar sin puntilla al de Victoriano del Río!. Una tarde más emociones y sentimientos llenaron los corazones de los aficionados madrileños que llenábamos los tendidos de Las Ventas. Nombres y tardes que quedarán en la memoria de los aficionados y que han hecho grande a la Fiesta en ese maravilloso mayo madrileño.
Pasado San Isidro llega una etapa de la temporada en la que se suceden las ferias camino del final de junio y los primeros días de julio donde destacan la Feria de Hogueras de Alicante y, como no, los Sanfermines pamplonicas. Por el camino apareció la localidad francesa de Istres con una feria en la que Talavante y Castella nos dejaron un toreo de grandísima altura, como a lo largo de toda sus temporada, demostrando que están en un momento de madurez extraordinaria, disfrutando del toreo, con el poso y el reposo de la experiencia y el conocimiento del toro y los terrenos. Y también en Istres pudimos ver algo antológico, la encerrona de Enrique Ponce con seis toros de diversas ganaderías y encastes, reflejo de lo que ha sido toda su vida en la que jamás ha regateado ningún hierro ni procedencia. Ocho orejas en otra tarde para soñar con lances de capa, derechazos, naturales, toreo desmayado, poncinas, trincherazos, doblones….magia pura. Como decía, el final de junio vino marcado por la Feria de Hogueras alicantina, triunfal feria en la que Roca Rey, López Simón, Ponce, Miguel Angel Perera, Garrido y Ginés Marín salieron a hombros, y en la que había una tarde marcada en rojo con el mano a mano entre José Tomás y José María Manzanares, la del 25 de junio frente a reses de Nuñez del Cuvillo. El maestro de Galapagar se anunciaba en una de sus contadas actuaciones en esta temporada en la que su presencia hubiera sido de agradecer y más que necesaria, pero cada uno toma el camino que mejor cree aunque a muchos no nos parezca el mejor ni el más digno, pero eso es solo una opinión y, como todas, discutible. Solo sé que una vez más fue José María Manzanares quien resultó triunfador aquella calurosa tarde de verano con su toreo elegante, lleno de clase y temple que nos volvió a llenar de emociones. Calor que se transformó en hielo el día 9 de julio. Mientras veía la corrida de Pamplona llegaban noticias de algo grave en Teruel. El equipo del entonces Canal Plus Toros demostró una profesionalidad y una categoría fuera de serie. Viendo de nuevo la retransmisión uno se da cuenta de que el maestro Molés, el maestro Caballero, David Casas y Germán Estela ya sabían lo ocurrido en Teruel. Nunca olvidaré el momento de la confirmación de la terrible noticia de la muerte de Víctro Barrio. No es un tópico, se me heló la sangre, lloré y no me lo podía creer, no podía ser verdad. Todo lo que sucedió después, la noble reacción de todo el planeta taurino y la asquerosidad de toda la basura antitaurina es de sobra conocida, volver sobre ello no tiene más sentido. El antes y el después ya estaba marcado para siempre, ya nada volvería a ser como antes, la unión y la fuerza de todos los taurinos era una realidad que tuvo que esperar a que sucediera algo tan trágico para plasmarse en hechos. Desde ese triste 9 de julio los brindis al cielo en memoria del torero segoviano se sucedieron tarde tras tarde. ¡Cómo sería el estado de conmoción en el que estábamos sumidos que hasta en la plaza de Pamplona se hizo el silencio!. Pero la vida seguía y los sanfermines nos dejaron ver a un Juli pletórico que dio una lección de poderío y mando dentro y fuera de la plaza, ante el toro y frente a los antitaurinos. Sus palabras a los micrófonos de Canal Plus Toros, su carta a los antiaturinos y sus publicaciones en la redes sociales en las que les llamaba a la cara lo que eran en realidad, miserables, canallas, carroñeros, le convirtieron en el líder de la reacción a tanto insulto y brutalidad. La figura de Julián se hizo aún más grande aquellos durísimos días y se convirtió en nuestro faro de guía.
Con dolor, con emociones encontradas, tremenda pena ante la tragedia, rabia y furia ante los criminales antis, la vida tenái que seguir y el toreo no podía parar, ahora no, había que sobreponerse y, como se dice en los toros, "tirar p'alante". Y si no que se lo digan a Curro Díaz que tan solo 24 horas después de recoger el cuerpo sin vida de Víctor Barrio de la arena turolense hacía el paseíllo en Pamplona, con la cara desencajada, haciendo un esfuerzo sobrehumano, en un día de luto en el que las peñas pamplonicas no cantaron ni bailaron, una imagen impresionante de esa plaza habitualmente bullanguera y bulliciosa. Las ferias del sur copan gran parte del verano, El Puerto, Almería, Huelva y Málaga marcan el camino hacia la gran cita del mes de agosto, las Corridas Generales de Bilbao, que sobre el papel habían despertado grandes expectativas pero que finalmente resultaron un tanto decepcionantes en mi opinión, salvo la tarde de Puerto de San Lorenzo que llevó una corrida extraordinaria en la que sobresalieron cuatro toros excelentes y en la que Juan José Padilla y Juan del Álamo cortado una oreja cada uno, junto con la tarde del miércoles 24 de agosto en la que ¡Enrique Ponce tenía que ser!, reeditó una vez más su idilio con la plaza de Vista Alegre y la afición bilbaína, un encantamiento que dura ya 25 años, con una faena marca de la casa ante un buen toro de Domingo Hernández al que cortó una oreja de ley.
Agoniza el verano y llega el otoño, en el que Albacete nos ha dejado una feria magníficamente concebida y confeccionada, carteles rematados, atractivos para el aficionado y el gran público, la Feria de la Vendimia de Nimes donde Sebastián Castella nos brindó una tarde de intensas emociones y gran toreo frente a seis ejemplares de Adolfo Martín. Variado con el capote, firme con la muleta, valiente y artista, mano de hierro para someter las embestidas y mano de seda en la muleta para crear belleza en cada lance. Importante tarde de Castella, cumbre en Nimes, en auténtica figura del toreo. Madrid y su feria de otoño nos dejó hace escasos 15 días la emoción y el sentimiento que Curro Díaz impregna a su toreo. Aroma de toreo en plena madurez, sereno, templado, desprendiendo sabor en cada muletazo, clase y regusto a toreo del bueno en la muleta del jienense la tarde del 1 de octubre con el mérito añadido de haberlo hecho ante unos toros de Puerto de San Lorenzo broncos, complicados y con mucho peligro, tanto que voltearon a Díaz sin llegar a herirle propinándole una paliza de órdago. Enorme dimensión del jienense.
El epílogo de la temporada lo ha puesto, coma cada año, Zaragoza y su Feria de El Pilar. Como he intentado contar, hemos vivido una temporada complicada y dura en la que Fiesta se jugaba mucho y que, a mi modo de ver, ha estado marcada por los sentimientos, las emociones y la emotividad en muchos aspectos, dentro y fuera de los ruedos. Una temporada así se merecía un final acorde que nos dejara un sabor de boca insuperable e inolvidable. Zaragoza y la Pilarica han obrado el milagro. Fue en dos tardes, la del martes 11 y el sábado 15 de octubre. La corrida del día 11 de octubre será recordada siempre por la que, según muchos ya la califican así, la faena cumbre de la carrera de Enrique Ponce. Otra triunfal tarde en esta temporada excelente del maestro valenciano que está disfrutando de su madurez torera como nunca. Lo que Ponce hizo a ese toro de Juan Pedro Domecq de nombre "Fabricante" pasará a los anales de la historia del toreo. Todo, absolutamente todo lo hizo el maestro a la perfección, de capa y de muleta, temple, ligazón y hondura en cada lance, gusto y belleza sumados a una técnica suprema, adornos y recursos, todo con criterio, faena de dos orejas y rabo malograda con la espada. Pero en esta temporada donde han mandado los sentimientos y las emociones lo de la espada dio igual. Las vueltas al ruedo que el maestro de Chiva dio nos llenaron de emoción, toda la plaza en pie, rompiéndose las manos a aplaudir, los pelos de punta cada vez que lo recuerdo. Ponce ya ha entrado en la leyenda de este Arte junto a los más grandes. Y no puedo olvidar lo que Cayetano Rivera nos brindó esa misma tarde del día 11, no solo con su toreo arrebatado lleno de entrega y emoción, sino con sus palabras y su gesto firme antes de que saltara a la arena su primer toro, donde dejó claro a los antis que él es capaz de morir por el toro, ¿lo serían ellos?, para dedicar su faena a Adrián, ese niño de 8 años enfermo de cáncer cuyo sueño es ser torero y al que los miserables antis han deseado la muerte sin que el repugnante defensor del menor diga ni haga nada. Esas palabras de Cayetano son el perfecto resumen de lo que a mi modo de ver ha sido y ha significado esta temporada, hartos ya de tanto insulto. La tarde del día 15 se presentaba como un magnífico cierre para la temporada, toros de Nuñez del Cuvillo para Juan José Padilla, Morante de la Puebla y Alejandro Talavante. Podríamos estar horas y horas hablando de esta maravillosa tarde, contando que Padilla hizo suyas las palabras de Cayetano y retó a los canallas a querer al toro como él lo quiere, llegando a morir por el toro, contando que recibió a su primer toro a porta gayola, fue volteado y casi corneado en el ojo que en esta misma plaza perdió años atrás, tuvo que ser atendido en la enfermería de una fuerte conmoción y salió a lidiar y matar al sexto, un héroe, un titán, en una faena rotunda, llena de entrega, valor y arte, rematada con una extraordinaria estocada, una faena digna de dos orejas en la que un indigno presidente se negó a dar la segunda demostrando que no tiene ni idea de qué va esto y que de sensibilidad tiene menos que nada. Dio igual, las dos antológicas y apoteósicas vueltas al ruedo envuelto en una bandera de España lo dicen todo. Una vez más la emoción y los sentimientos a flor de piel. También podríamos estar horas y horas hablando de la faena de Morante a sus segundo toro, magia pura, duende y pellizco en cada lance, verónicas eternas, acunando al toro en los vuelos, meciendo su embestida, con ese juego de manos único del sevillano, chicuelinas a manos bajas ceñidas plenas de gusto, medias belmontinas de antaño, derechazos y naturales con empaque, con el aroma que el maestro de la Puebla del Río impregna a cada lance que surge de su imaginación y su inspiración. Más emociones que sumar a esta tarde mágica, culminando su obra con un estoconazo de olé que le valió una oreja de gran valor. Y horas y horas también podría estar hablando de Alejandro Talavante y las dos orejas cortadas una a cada uno de sus toros en sendas faenas repletas de poderío, firmeza y mando, demostrando una vez más su extarordinario momento, sus maneras de torero hecho, en figura, variado en su repertorio, pero siempre con la verdad y la pureza por delante, gran dimensión del extremeño que remató con dos magníficas estocadas. De todo esto podríamos hablar horas y horas, pero lo que realmente importa de la tarde del sábado 15 de octubre en Zaragoza es la imagen final, la retirada de la plaza de los tres matadores juntos, nada de rivales, más que compañeros de profesión, como auténticos amigos, con sus respectivas cuadrillas todos entremezclados, entre el clamor de todos los asistentes que no abandonaron sus asientos hasta que los toreros desaparecieron por el patio de cuadrillas. La imagen que ilustra esta entrada así lo confirma.
Fue una tarde extraordinaria en lo taurino donde emoción, sentimiento y heroísmo fueron de la mano, como los toreros en su despedida, broche de oro para una temporada que ha sido precisamente eso, emoción, sentimiento y heroísmo. Posiblemente el final soñado.
Antonio Vallejo
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