sábado, 24 de agosto de 2019

Paco Ureña, cumbre en Bilbao


Paco Ureña firmó ayer su faena cumbre. En Bilbao, en las Corridas Generales, palabras mayores, descerrajando la puerta grande de Vista Alegre - precioso el detalle de Fortes al querer llevar al maestro a hombros  camino de la gloria - tras cortar cuatro orejas, dos a cada uno de su lote gracias a una buena faena rematada con una gran estocada y una obra maestra que le elevan al Olimpo de las grandes figuras del toreo. No voy a ser yo quien a estas alturas vaya a reprochar nada a las cuatro orejas, mantengo mi criterio de siempre, que si hay que pecar que sea de exceso, pero sinceramente creo que con el tercero un torero hubiera sido los más justo. Tengo la impresión que Matías González debió pasar mala noche tras la canallada que cometió con Luis David, quizás también arrastrara en su conciencia la injusticia con Manzanares, y su Pepito Grillo particular debió andar revoloteando por su cabeza recordándole todo lo malo que había hecho, porque no llego a entender si no que tras dos días de cabezonería y negación de la justicia se prestara a sacar el pañuelo de la segunda oreja con tanta celeridad como hizo en ese tercero, teniendo en cuanta además que la petición había decrecido considerablemente. Un toro al que recibió de salida con verónicas templadas y acompasadas, jugando bien los brazos, rematando con una buena media y al que planteó un inicio de faena rebosante de torería y gusto con ayudados por alto que hilvanó con un trincherazo y dos naturales de inmensa hondura. A partir de ahí una faena de alto nivel, con muletazos de una profundidad máxima, auténticos carteles de toros por sí solos, toreo reposado, relajado, muy acoplado, todo muy natural, sin ese punto de aparente crispación en el rostro y esa cierta exageración en lagunas posturas que quizás sean una de las poquitas cosas que pueda criticar de Ureña, que cuando abre tanto el compás y se encorva tanto el conjunto resulta un tanto forzado a mi modo de ver. Alterna series en redondo y al natural en las que intercala grandes muletazos con otros de menor calado que en momentos puntuales rompen algo el ritmo del trasteo que vuelve a tomar vuelo con cambios de mano muy despaciosos y pases de pecho sensacionales. Sin duda la serie más reunida y compacta llegó por el pitón derecho ya avanzada la faena, casi en las postrimerías, muy ceñida, erguida la figura, metiendo los riñones, la mano baja, enroscándose al toro, temple sublime, belleza máxima, y todo muy natural. Intenta matar en la suerte de recibir en dos o tres ocasiones pero el Jandilla no se arranca por lo que decide entrar al volapié y deja una gran estocada en todo lo alto siendo acunado por los pitones afortunadamente sin consecuencias. Insisto, una buena faena con torería y emoción aunque quizás le faltara algo para alcanzar la plenitud más una gran estocada que para mi podría haberse quedado en una oreja, pero en cuya ecuación también me vale el resultado de las dos orejas que abrían la puerta grande Vista Alegre a Paco Ureña. Lógicamente nadie sabía si el sexto iba a ser como los del lote de Urdiales, infumables, o iba a ser un gran toro, por lo que Matías González no quiso exponerse a otra bronca como la de ayer, aunque es cierto que un sector bastante numeroso le criticó la segunda oreja. Es lo que tiene hacerlo mal y luego quiere arreglarlo deprisa y corriendo, que a veces metes la pata dos veces. El caso es que al tirar la moneda del sexto salió cara y hoy solo nos acordamos del grandísimo triunfo de Ureña y su salida a hombros tras cortar cuatro orejas. Y lo que es más importante, esa es la imagen que ha salido en los medios de comunicación generalistas, lo mejor para difundir la Fiesta y que el mundo vea la realidad, la alegría frente a la barbarie de la que nos acusan. Al sexto lo saluda también a la verónica, con gusto, suave, pero el toro echa las manos por delante y lleva la cara alta, le cuesta humillar y esa condición desluce un tanto ese recibo capotero. Pierde las manos al salir del caballo y no da muestras de grandes cualidades de cara a la muleta. El brindis de Ureña a Urdiales es una muestra más de la pasta con la que estrechos estos hombres. Emotivo y caballeroso brindis, de respeto y admiración, pero también de cariño de maestro a maestro. ¡Que grande es el toreo y que grandes son los toreros!. Otro inicio de faena torerísimo, con suavidad y temple, por bajo para llevarse al toro a los medios. Portentosa la primera serie por el pitón derecho, temple y ligazón, la mano muy baja, la figura erguida, sereno, natural, suelto, redondos de inmensa profundidad para rematar con un cambio de mano y uno de pecho superlativos. A partir de ahí una sinfonía de toreo, una obra maestra, todo muy despacio, muletazos templadísimos por ambos pitones, ligando con la mano muy baja, la figura natural, muy ceñido, metiendo los riñones, encajado y acoplado, con un ritmo y una cadencia magistral, alargando el viaje hasta unos límites inimaginables, máxima emoción en los tendidos que responden con olés rotundos, secos, sentidos, nacidos desde lo más profundo del corazón. Faena maciza y compacta llena de sabor y aromas a grandísimo toreo que epiloga clavando las zapatillas a la gris arena bilbaína para instrumentar pases por ambos pitones con recorrido y profundidad que hila con ayudados por bajo sublimes de sabor y unos naturales finalesquebrando la cintura, roto, abandonado que son el elixir de la suprema felicidad para todos cuantos pudimos verlos y sentirlos, realmente celestiales. Mata de otro volapié digno de premio hundiendo el acero hasta la empuñadura que fulmina al toro en tres o cuatro segundos sin puntilla. Dos orejas sin ningún tipo de contestación y el éxtasis en Bilbao rendida al torero de Lorca que me atrevo a decir ha firmado la obra cumbre de su carrera.
El riojano Diego Urdiales, por su parte, tuvo muy mala suerte con su lote, nulos para el lucimiento tanto primero como cuarto. Pero esas pobres condiciones del lote no fueron obstáculo para ver y disfrutar una vez más de la calidad y la clase de Urdiales, que inunda la plaza de torería en cada paso, a la hora de colocarse, la manera de andar ante el toro, su figura, el temple y la suavidad con los que impregna sus pases, que depende aromas a toreo caro, añejo, basado en un concepto clásico y elegante, algo que pudimos sentir en un precioso quite por chicuelinas al tercero jaleado con olés secos por parte de los aficionados. Ninguno de sus toros tuvo un pase, dos animales sin entrega, sin recorrido, que soltaban la cara con mucho peligro, reponiendo, especialmente el primero, ante el que hizo lo único que había que hacer, enseñar las dificultades del animal, probarlo por ambos pitones, ponerse en un alarde de valor y compromiso y liquidarlo a la mayor brevedad posible. El cuarto fue también un toro duro y áspero, complicado, también peligroso, que hacía hilo, se revolvía, soltaba la cara y sabía lo que dejaba atrás. Enorme esfuerzo el de Urdiales, enorme su actitud, tragó los derrotes secos del toro, siempre trató de llevarlo toreado por ambos pitones, no se guardó nada y expuso una barbaridad. faena encomiable, de lidiador, sin renunciar a nada, jugándosela con infinita verdad. Tras sudar la gota gorda intentándolo por ambos pitones acabó doblándose a la antigua, recibiendo una gran ovación que premió su extraordinaria faena, porque todo lo que hizo fue perfecto y torero, lidiando, arriesgando y pudiendo al toro, lejos de la plasticidad y la belleza que nos tiene acostumbrados. Pero a cada matador hay que juzgarle por el toro que tiene delante y ayer Diego Urdiales estuvo magnífico, con una vergüenza torera encomiable, cuando lo fácil hubiera sido tirar por la calle de en medio. Él no lo hizo y la afición bilbaína supo reconocérselo con una fuerte ovación que recogió desde los medios. 
Cayetano mostró ayer toda la raza que lleva dentro, como siempre hace, además de la enorme calidad que atesora. Hace no mucho tiempo un buen amigo y buen aficionado se sorprendía y casi se hacía cruces al escucharme decir que Cayetano era un gran torero, una figura del toreo. Sí, lo digo y lo mantengo, y ayer volvió a demostrármelo. Primero por su claridad de ideas, en todo momento supo dar a sus toros la distancia, la velocidad y el ritmo que pedía. Segundo por su seguridad y la tranquilidad que mostró toda la tarde, muy templado y reposado. Y tercero, porque derramó gusto y clase por los cuatro costados. Sensacional a la verónica en sus dos toros, acompasadas, suaves, cadenciosas, máxima expresión de belleza, rematando con unas medias que eran auténticos carteles, extraordinario con un galleo por chicuelinas para poner en suerte al quinto ante el caballo y superlativo, demostrando la raza y la casta que lleva dentro en las dos réplicas a Ureña en su turno de quites. Quitó Ureña por gaoneras ceñidas en el segundo y respondió Cayetano por tafalleras de ensueño, quitó Ureña a la verónica en el quinto y replicó Cayetano por gaoneras repletas de belleza y emoción rematadas con una revolera y larga cordobesa sensacional. Y toreó de muleta con un temple, una suavidad, una seguridad, una tranquilidad y una naturalidad digna de un maestro, como es él. Al segundo solo pudo torearlo en las primeras tandas en redondo, acopladas, reunidas, temple y mano baja, ligadas con gusto y  clase. No tuvo más, por el pitón izquierdo resultó imposible, soltaba la cara, tornillazos descomunales cargados de peligro ante los que Cayetano no le perdió ni un paso y se puso en el sitio demostrando su enorme valor. Lo mató de un volapié magnífico y recibió una merecida ovación. El quinto llegó vacío a la muleta, pasaba sin emoción, sin entrega, pero no renunció a nada Cayetano, le puso la muleta por ambos pitones, llevó perfectamente la sosa embestida, con una despaciosidad y un temple exquisito, muy seguro, intentándolo hasta lo imposible en una muestra irreprochable de compromiso y responsabilidad, llegando a meterse entre los pitones con verdad absoluta en un arrimón sin trampa ni cartón.  Igual que al primero de su lote lo reventó de otro volapié magistral que le sirvió para recoger otra gran ovación de la mayoría del público tan solo rota por unos pocos a los que prefiero no aplicables el calificativo que estoy pensando y que aún no olvidan y siguen rabiosos desde que Cayetano puso banderillas con los colores de la bandera de España, nuestra nación y su nación, aunque les moleste. Otros que sobran.

Antonio Vallejo

viernes, 23 de agosto de 2019

Otro que sobra en los toros


Otro más a sumar a la por desgracia larga lista de personajes que son perfectamente prescindibles en los toros a los que parece no entrarles en la cabeza que los protagonistas de la Fiesta son el toro, los toreros y el público. Se llama Matías González y lleva una feria en la que se está cubriendo de gloria y que ayer por fin agotó la paciencia y el buen comportamiento que tiene desde siempre la afición bilbaína. Ya se lo hizo a Manzanares hace dos días, pero lo de ayer fue de vergüenza. Negar la segunda oreja a Luis David en el sexto es repugnante, cuando todos, absolutamente toda la plaza era un clamor y una mar de pañuelos blancos pidiendo el segundo trofeo a este tipo no le dio la gana de sacar su pañuelo, impuso su capricho, su falta de conocimiento y su mala afición y además contribuyó a dar otra puñalada más a la Fiesta, robando la gloria del toreo que es la salida a hombros en una plaza de máxima categoría como es Vista Alegre. Ese pañuelo verde que sostiene en la fotografía es el que habría que sacarle a este tipo, Matías González, para hacerle desaparecer de la plaza, como a tantos otros que sufrimos demasiadas tardes. En Madrid estamos acostumbrados a estas fechorías por la presión de un sector minoritario que tiene acogotado al palco, acobardado a la hora de otorgar orejas con justicia, en Sevilla también saben de esto, que se  lo pregunten a Ferrera si no, en Málaga ni te digo, hace diez días Morante tuvo que aguantar que se violara el reglamento y no se le diera la oreja pedida por amplia mayoría, Zaragoza es otro ejemplo, y así podríamos seguir sumando plazas de primera y segunda en las que el palco quiere acaparar un protagonismo que no tiene ni debe tener.
Luis David entró ayer en el cartel por vía de la sustitución de Pablo Aguado quien no ha llegado tiempo de recuperarse para presentarse en Bilbao. Una sustitución ganada con las dos orejas que el hidrocálido cortó el lunes a dos toros de Torrestrella y que ayer demostró que no fueron fruto de la causalidad. ¡Qué toreo ayer el de Luis David!. Magistral, basado en la ortodoxia, el clasicismo, el temple y el gusto. Sensacional ante los dos toros de Domingo Hernández que lidió, entregado en el toreo de capa, encajado y acoplado a la perfección con la muleta, por ambos pitones, muy relajado, presentándosela planchada, enganchando a los toros alante, conduciendo la embestida con tremenda suavidad, corriendo la mano muy baja, vaciando siempre por debajo del palillo, con mucha naturalidad, relajado y seguro. Las series en redondo tuvieron una profundidad suprema, los naturales, hondos, fueron una delicia, acariciando la cara de los de Domingo Hernández. Todo lo hizo con torería, dos faenas exquisitas, llenas de sabor, que enloquecieron a los aficionados. Para colmo dos estocadas de órdago en la suerte de recibir, hundiendo el acero hasta la yema, quizás la del tercero levemente desprendida, la del sexto arriba. Dos estocadas fulminantes merecedoras de premio por sí solas. Una oreja en el tercero, vale, es posible que se pueda justificar por el leve defecto en la colocación, pero la del sexto no tiene excusa. La faena era, como mínimo, de oreja. Y la estocada fue de oreja, sí o sí.Lo que hizo el tal Matías González al negar el segundo trofeo es un atentado contra la Fiesta, es más, me atrevo a decir que contra la verdad y la pureza del toreo. Ayer nos robó la imagen de un torero saliendo a hombros de una de las plazas más importantes del mundo, serias y con rigor, pero que con actuaciones de tipos como el de ayer pierden esa categoría, rigor y seriedad ganados a pulso durante tantos años. ¡Que pena!.
Luis David tuvo el privilegio de hacer el paseíllo junto a dos auténticos monstruos del toreo, Enrique Ponce y El Juli, dos figuras de época, maestros de leyenda, dominadores del toreo en dos siglos, XX y XXI, sumando entre ambos 51 años de alternativa, 30 el valenciano y 21 el madrileño, eternos, atemporales, ¡y lo que nos queda por disfrutar de su toreo!, inmortales, ambos siguen igual que cuando debutaron, con la misma frescura y las ganas, la disposición, la entrega, el compromiso y la profesionalidad del primer día, en todas las plazas, sin guardarse nada, un ejemplo para todos, dos figuras que han hecho, hacen harán historia, irrebatibles seguramente. Lo de ayer fue, una vez más, una lección magistral de toreo ante la notable corrida de Garcigrande-Domingo Hernández, seria, abierta de cara, sin exageraciones, quizás algo bastita de hechuras pero todos en tipo, también notable de presentación en cualquier caso y que tuvo en general clase y nobleza, alguno como el segundo más soso y deslucido pero con fondo de casta y bravura en general. Una buena corrida sin duda.
Enrique Ponce sacó a relucir toda si tauromaquia, desde el cadencioso recibo a la verónica al primero, temple y compás en el capote, hasta la muerte del cuarto. Con el primero toreó relajado, desmayado y llegando a abandonarse en la primera mitad de faena, lo que duró el toro, series en redondo con perfecto acoplamiento, elegancia y mucho gusto en cada pase, sabor a toreo preciosista en el saludo genuflexo, llevándolo largo, por bajo, suave, temple y maestría, simplemente delicioso, tandas sedosas por el pitón derecho, repletas de sabor, con ritmo, adornadas con molinetes y cambios de mano celestiales  Por el izquierdo tan solo pudo componer una serie de naturales con enorme hondura y prestancia, el toro comenzó a protestar y a venirse por dentro, fue a menos y viró en sus condiciones, menor recorrido, soltando la cara. Portentoso Ponce para variarle la altura y la distancia y reconducirlo en la muleta de manera prodigiosa. Lástima que tras la entera que dejó al primer encuentro tardara en doblar, dos descabellos esfumaron la posibilidad de oreja, pero escuchó una gran ovación en reconocimiento a su magnífica faena. Ante el cuarto, un toro que al contralor que el anterior fue de menos a más volví a soñar el toreo con el Ponce más arrebatado tras un inicio de faena basado en su técnica infinita que fue embarcando al toro para acabar toreando a placer, abandonado, encajado, toreo nacido del alma e interpretado con el corazón que desbordó las emociones y los sentimientos. Seis reunidas, erguida la figura, sueltos los brazos, desmayando el gesto, ciñéndose la embestida, la mano muy baja, natural y elegante, cada redondo un cartel, cada natural un sueño, hechizo en la muleta, la magia del toreo. De nuevo la espada diluyó la posibilidad de oreja, pero el arte y lo que me hizo sentir está por encima de los números, solo así entiendo y vivo el toreo y quiero seguir haciéndolo.
Casi lo mismo que sentí ayer con Ponce lo podría repetir y aplicar a Juli. Dos toros de muy distinta condición, el segundo soso y deslucido, decía poco o más bien nada, pero Juli tiró de él con portentosa técnica, haciéndolo todo, obligándole a pasar por donde no quería, poniéndole la muleta en la cara, mandando, llevándolo por bajo, robando muletazos y tandas de mucho mérito pero sin poder llegar a los tendidos por la falta de emoción del Garcigrande. Una faena para aficionado, para apreciar la gran capacidad lidiadora de este maestro del toreo, uno de los pocos de sacar algo de donde no hay nada y tapar muchos defectos de los toros. Ante el quinto surgió con majestuosidad el mando y el poder de Juli. Un toro que tendía a irse al que el madrileño sometió con una maestría difícilmente igualable. Le consintió en los primeros compases, le concedió todas las ventajas, le dejó creerse el rey, poco a poco, sujetándolo con una suavidad y una facilidad increíble, hasta  que llegó el momento de enseñarle quien era realmente el rey. Series maravillosas en redondo, con una largura tremenda, series rotundas, como le escuché una vez al maestro Antoñete, de arriba a abajo y de fuera a dentro. Poder de mano baja, sometimiento, toreo reunido y encajado, naturales que parecían imposibles por la falta de ritmo y entrega del toro pro el pitón izquierdo pero que en la muleta de Juli se hicieron realidad. Una faena que, una vez más, me dejó boquiabierto, una faena de técnica, conocimiento, mando y también gusto y arte, faena de mucha importancia a un toro noble pero que tenía sus cosas y que tuvo la gran suerte de hacer en las manos del maestro quien lo hizo mejor de lo que era. Se tiró a matar con todo y dejó un estoconazo en todo lo alto que pasaportó al de Domingo Hernández y sirvió para cobrar una oreja de ley.
Fue, de nuevo, una gran tarde de toros en la que la plaza respondió, más de tres cuartos en una tarde soleada y de agradable temperatura. Buenos toros, extraordinarios toreros, todo bien....hasta que el del palco quiso dar la nota y lo fastidió (con j). Otro que sobra.

Antonio Vallejo

jueves, 22 de agosto de 2019

Manzanares, elegancia y poder, Juli, mando supremo en Bilbao


Salió el sol en Bilbao para animar al público a acudir a Vista Alegre para ver una corrida de toros de lujo, un cartel de máxima categoría con Antonio Ferrera, Julián López "El Juli" y José María Manzanares frente a toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés. Los dos tercios de plaza son una señal de mejoría en la preocupante salud del coso bilbaíno, tan escasamente asistido los días precedentes. Este fue uno de los aspectos positivos de los muchos que tuvo la tarde de ayer, una gran tarde de toros, pero que contó con tres aspectos que no fueron tan positivos. Primero, Victoriano Del Río y Toros de Cortés, aunque pertenecen al mismo propietario y pastan ambos en la madrileña localidad de Guadalix de la Sierra, son dos hierros distintos y cada uno tiene su divisa, amarilla y negra los de Victoriano y pajiza y encarnada los de Cortés. No puede ser que el tercero y quinto toro, pertenecientes al hierro de Toros de Cortés saltaran ayer con la divisa de Victoriano del Río, no, no y no, error imperdonable para una plaza de primerísima categoría como es Bilbao. Segundo, es lamentable e inadmisible que durante prácticamente toda la corrida un señor se pasara recorriendo el callejón a sus anchas saludando a todos cuantos por allí merodeaban, charlando con unos y con otros. Entiendo que debía ser alguien muy conocido y muy querido por allí, porque de no ser así era un total desconocedor de las normas de comportamiento en el callejón, además de mal aficionado. No entiendo que los alguacilillos le llamaran la atención en toda la tarde, vergonzoso para una plaza que siempre ha llevado la seriedad y el rigor por bandera. Y tercero, no entiendo que la afición bilbaína no siguiera pidiendo con fuerza la segunda oreja para José Mari Manzanares tras matar al sexto con un volapié antológico tras una faena antológica por mucho que el usía hubiera sacado el pañuelo azul para premiar al toro con la vuelta al ruedo. Me da la impresión que la jugada del palco retrasando el primer pañuelo y sacando el azul de manera inmediata confundió a los tendidos que pensaron que había sacado también el de la segunda oreja. Un fallo y una falta de atención que para mi supone una injusticia para Manzanares, quien debió haber desorejado a Ruiseñor, bravo y encastado toro de Victoriano del Río.
Pero dicho esto, la tarde fue memorable, comenzando por los toros y siguiendo por la terna, superlativa, cada uno en su estilo. Corrida excelente de presentación, hechuras, seriedad y presencia, una corrida proporcionada, de extraordinario trapío, muy pareja y sin ningún tipo de exageraciones. Los seis eran toros de Bilbao, como suele decirse, que además tuvo nobleza y bravura, con un tercero de inmensa clase, segundo y quinto encastados y exigentes, manso pero a más para acabar entregado el quinto, noble pero falto de entrega el primero y con mucha guasa el cuarto, complicado. Nadie pudo aburrirse ayer, imposible.

Antonio Ferrera lidió el lote con menos posibilidades de la corrida. Al primero, un toro de preciosa lámina y excelentes hechuras que metía bien la cara pero que mostraba escaso recorrido, lo recibió por verónicas. Un par de ellas tuvieron un gusto sensacional, pero la falta de entrega del animal deslució el saludo capotero. En banderillas Montoliú dejó dos buenos pares, especialmente el tercero, y Fernando Sánchez puso a la plaza en pie con un magnífico par con su estilo habitual, andando con torería, cuadrando en la cara y dejando los palos reunidos para salir con una suficiencia insultante. Tuvo nobleza y un punto de clase este primero en la muleta pero le faltaba recorrido, se quedaba abajo y punteaba las telas. Muy firme y solvente Ferrera, faena seria, de torero cargado de veteranía, faena para aficionados, para ver como hay que estar ante un toro carente de entrega. Mata de entera al segundo intento y la afición bilbaína reconoce su buen hacer con una ovación que el balear saluda desde el callejón. El cuarto, estrecho de sienes, vuelto de pitones y muy astifino, tremendamente serio, muy en el tipo de la casa, salió con las manos por delante y con tendencia a llevar la cara alta. Poco lucido en el capote, lo mejor fue, sin duda, la media con la que remató el saludo, repleta de sabor. Extraordinario fue el tercio de varas a cargo de Antonio Prieto, dos puyazos delanteros perfectamente agarrados, midiendo el castigo a al perfección y con el toro empujando con los riñones en el peto y la cara abajo. Grandísima ovación para el varilarguero en su abandono del ruedo. De nuevo Fernando Sánchez nos hizo vibrar con otro extraordinario par dejándose llegar al toro para asomarse al balcón y dejar los garapullos con maestría absoluta, esta vez acompañado de Javier Valdeoro que colocó dos excelentes pares con mucha exposición. Ambos banderilleros saludaron desmonterados otra gran ovación. Muletazos de tanteo de Antonio Ferrera buscando los terrenos donde menos molestara el viento para componer una primera buena tanda en redondo con temple y mano baja, ligada con el gusto y la clase que el balear imprime a su toreo. Toro con movilidad y encastado, exigente, con transmisión, que pide mando y sometimiento, al que en las primeras tandas le tiene que perder un paso para poder ligar pero al que acaba sometiendo en una sensacional serie en redondo muy templada y ligada por bajo. Por el pitón izquierdo protesta y se queda más corto. Enorme firmeza de Ferrera aguantando los derrotes del toro, poniéndole la muleta en la cara para llevarlo tapadito y poder sacar algunos naturales de mérito. Vuelve al pitón derecho pero el de Victoriano del Río va a menos, se queda cada vez más corto y suelta la cara con peligro, derrotes secos, tornillazos ante los que la firmeza y capacidad lidiadora del balear consiguen dominar para rematar la faena con una serie de derechazos sin la ayuda que en esta etapa de dorada madurez nos deleita tantas tardes. Complicado a la hora de matar, echaba la cara arriba, le cortaba el paso a Ferrera y le tapaba la salida, incluso recibió dos varetazos en la mano y en el pecho pero colocó la espada con facilidad y el entendido público bilbaíno premió con palmas la firmeza y capacidad del maestro.

Juli no es tan solo una gran figura del toreo, es mucho más, es un torero de época, una auténtica leyenda viva, uno de los que ocuparán puestos de privilegio en la historia de la Tauromaquia. Ayer volvió a demostrar su inmensa capacidad lidiadora, su técnica descomunal, su conocimiento sin fin del toro y los terrenos además de una clase y un reposo fuera de serie. El segundo, serio, proporcionado y de magníficas hechuras, como toda la corrida, repito, saltó al ruedo distraído, sin fijeza, suelto, sin permitir lucir al madrileño su excelente toreo de capa. Tan solo la media de remate tuvo enjundia. Le cuida en el caballo, dos puyazos tan solo señalados, en los que el toro metió bien la cara y se empleó. Buen tercio de banderillas a cargo de Álvaro Montes y José Núñez "El Pilo", con oficio y habilidad en el que el de Toros de Cortés mostró buen tranco y fijeza, contrastando con su comportamiento de salida. En los primeros compases de faena mostró prontitud y movilidad, muletazos de tanteo por bajo que el toro toma con celo pararematar con un precioso pase de desdén. Técnica, temple y poderío en la muleta de Juli desde la primera tanda en redondo, la mano baja, llevándolo con suavidad, muy relajado el maestro, desmayando la figura, por momentos abandonado, mando y clase, sometimiento y gusto en la muleta de Juli que culmina con un cambio de mano sublime y dos naturales desmayados de escándalo que ponen en pie a los aficionados. Toro con mucha clase al que Juli supo medir perfectamente en la distancia y la altura para componer series magistrales por ambos pitones, echando la muleta alante, tirando del toro con suavidad, ligadas con la mano muy baja, todo con naturalidad, un privilegio para los sentidos, y la plaza rendida al maestro de Velilla. El toro acaba por rajarse ante el brutal poderío de Juli, se va hacia tablas y allí remata la faena con cuatro pases clavado al suelo cambiándose la muleta de mano para pasarse al animal por ambos pitones en un arrimón de verdad. Lástima del primer pinchazo y que el estoconazo que dejó a la segunda no hicieran doblar al toro precisando de dos descabellos que esfumaron una oreja que estoy seguro hubiera ido al esportón del maestro por su sensacional faena. El quinto, imponente, cornidelantero, astifino a más no poder, apunta querencia desde salida, se va suelto, sin fijeza, sale rebotado del primer encuentro con el caballo de José Antonio Barroso nada más sentir la puya, síntomas de manso, por lo que Barroso le tapa la salida en el segundo puyazo con excelente criterio, así hay que fijar en el caballo a los mansos. Curiosamente el toro empuja y mete los riñones en este segundo encuentro con el peto. Corta en banderillas y sigue mostrando querencia y poca fijeza, complicado tercio para José María Soler y José Núñez "El Pilo" que dejan los pares de sobaquillo, con habilidad pero sin lucimiento. La capacidad técnica y el conocimiento de Juli es tan majestuoso que se lleva al toro a los medios, directamente, al único sitio donde lo único que podía hacer era embestir o huir. Lo sabía Juli, y también sabía como había que llevar al toro, con poder y mando, obligándole por bajo, con la muleta muy puesta para taparle la salida y evitar su tendencia a huir. Impresionante tanda en redondo por bajo, con largura, tapándole la cara que remató con un cambio de mano y un pase de pecho superlativo que pone al público en pie. Al natural surgen series de intensa emoción, la muleta adelantada, metiendo al toro en los vuelos con una capacidad y un dominio brutal, pero donde sele a relucir la inmensidad lidiadora de Juli y su magistral técnica es en una serie de derechazos que remata con un cambio de mano y dos naturales de auténtico escándalo que precede a otra tanda imperial en redondo adornada con molinetes, un farol y el martinete que arrebata al público y pone la plaza patas arriba. Se tira a matar con todo, recto, por derecho, y deja una gran estocada algo trasera pero más que suficiente para pasaportar al enclasado toro. Oreja de mucho peso para el madrileño premio a una faena de poder y clase, intensa y bellísima a la vez.

Muy ofensivo el tercero, cornidelantero y abierto de cara. Echa las manos por delante en el capote de Manzanares y tiende a acostarse por el pitón derecho. Verónicas e que remata con una media impregnada de la elegancia innata del alicantino. Medido el castigo en el caballo, pega una voltereta completa al salir del segundo puyazo que es como una tercera entrada al caballo. Oficio de Jesús González "Suso" y Luis Blázquez en banderillas, correctos, seguros y fiables. Desde que tomó la muleta Manzanares puso las cosa claras, temple y mando eran la receta para aprovechar las condiciones del toro. Muleta adelantada, tirando del toro para alargar el viaje, la mano baja, elegante, con clase, muy despacio, administrando las pausas a la perfección para darle aire al de Cortés, muy inteligente Manzanares. Tandas en redondo profundas y bellísimas, metiendo los riñones, ciñéndose al toro, rematadas con pases de pecho descomunales pitón a rabo que acaban en la hombrera contraria. Los naturales surgen también  poderosos, con hondura, muy ceñidos, elegantes, vaciando la embestida por abajo para rematar con pases de pecho marca de la casa, algunos parece que van a acabar en circulares por la largura del pase. Final de faena apoteósico con un cambio de mano monumental y dos naturales divinos más uno de pecho eterno por su lentitud y largura que precede a una estocada de antología en la suerte de recibir que hace rodar al toro sin puntilla. Oreja pedida por unanimidad para una faena elegante y poderosa a la vez, cargada de torería a un muy buen toro de Toros de Cortés despedido con una gran ovación en el arrastre. Impactante de capa el sexto, cárdeno alunarado, bajo, hondo y muy serio, quizás con el único pero de ir algo cargado de kilos. Sensacionales verónicas del alicantino, templadas, acompasadas, cadenciosas, con elegancia, rematadas por una garbosa revolera que vuelve locos a los aficionados. Extraordinario tercio de varas a cargo de Pedro Morales "Chocolate", dos puyazos perfectamente agrados arriba, delanteros  y excelentemente calibrados en el castigo con le toro empujando con bravura, metiendo los riñones. Un tercio de varas que hacía tiempo que no veíamos, ¡cuanta belleza y emoción  guarda este tercio cuando se ejecuta bien!. Primero muletazos doblándose, sometiendo al toro por bajo, llevándolo en largo, con poder y mando. Embestida un tanto descompuesta y haciendo hilo en estos primeros compases al que Manzanares somete a base de temple y mano baja, pudiéndole, obligándole para acabar ligando una portentosa tanda en redondo repleta de gusto y clase. Toro bravo y encastado que pide y exige mucho por el izquierdo, nada fñacil, traga dos naturales pero al tercero corta y repone con peligro. Vuelve al pitón derecho para componer una tanda prodigiosa ligada con la muleta a ras de suelo, con recorrido, tapándole la cara, sin quitarle la muleta, encelándolo en los engaños para rematar con los magistrales de pecho que ejecuta como nadie. El toro acabó totalmente rendido y entregado a la poderosa muleta del alicantino, embistiendo con una nobleza y una clase descomunal, mágica conversión de su encastado carácter inicial. Manzanares culminó su obra maestra con un volapié monumental que reventó al de Victoriano. Para mi era de dos orejas, con independencia que el espadazo cayera un par de centímetros arriba o abajo, me da igual, porque ese debió ser el obstáculo que el señor presidente puso como excusa para no conceder una más que justa y merecida segunda oreja. Una pena que el público no insistiera más en la petición y se guardara tan rápido los pañuelos cuando asomó el azul que premiaba a bravo y encastrado toro con al vuelta al ruedo. 
Pero para el recuerdo queda la elegancia, la clase y el mando de Manzanares, el poder, la técnica, el saber y el reposo de Juli y la torería y el gusto de Ferrera en una gran tarde de toros.

Antonio Vallejo


miércoles, 21 de agosto de 2019

Bilbao, tenemos un problema


En el Apolo XIII se encendieron todas las luces de alarma y el astronauta Jack Swigert pronunció la famosa frase que desde la película de Tom Hanks se ha hecho, como se dice ahora, viral. Tras astronautas viajaban en aquella nave camino de la luna, tres matadores esperaban para algo mucho más grande, torear en Bilbao, camino del cielo. Igual que a los tripulantes del Apolo, a Enrique Ponce, Diego Urdiales y Ginés Marín se le estuvieron que activar todas las señales de alarma al comprobar la pobrísima entrada que ayer registró la plaza de Vista Alegre. Media plaza y justita, algo inaudito e impensable en la que yo considero una de la tres más grandes ferias de la temporada, junto a Madrid y Sevilla. Bilbao, tenemos un problema. Un problema muy serio y preocupante, rayando en lo dramático. ¿La culpa?. Pues parece ser por la política de altos precios que la empresa de la plaza bilbaína ha instaurado, porque si busco otra explicación el camino me parece aún más acongojante, un auténtico abismo hacia el fin. Si en la semana de fiestas en Bilbao y con el cartel de ayer no se llenó la plaza hay que hacérselo mirar. Enrique Ponce,  con lo que es Ponce en Bilbao, un verdadero dios, ídolo de la afición, un idilio ancestral e inmortal entre Enrique y Bilbao, Bilbao y Enrique, labrado a lo largo de casi 30 años y con la de ayer 69 corridas de toros en Vista Alegre. Toda una vida que diría Machín, una vida repleta de triunfos sonadísimos y grandísimas faenas para la historia. Diego Urdiales, el gran triunfador de la pasada temporada, torero con aromas añejos, gusto y clase, torería en cada gesto, en la manera de andar en la cara del toro, aromas de toreo con empaque. Ginés Marín, uno de los jóvenes toreros del escalafón que están llamados a liderar el toreo de los próximos años, quien catapultó su carrera con aquella apoteósica faena del San Isidro a un toro de Alcurrucén el día de su confirmación de alternativa en la que nos dejó grabado para siempre en la retina y la memoria el cambio de mano más largo y profundo que jamás he visto ni creo que vuelva a ver. Pues no ha sido suficiente la presencia de estas tres figuras del toreo para llenar la plaza casi ni a la mitad. No puede ser, hay que hacer algo ya, la situación se hace insostenible si no se acomete una rebaja de los precios de abonos y entradas sueltas y se atrae al público a la plaza.
Está claro que el bolsillo pudo más que lo que se perdieron quienes decidieron no pagar por ver toros, algo que a casi 1000 Km de distancia pie disfrutar a través de Canal Toros. Tres toros de Zalduendo que salvaron la tarde, primero, segundo y sexto, este último el mejor de la corrida, realmente el único que embistió y tuvo las hechuras propias de Bilbao, porque los otros dos tuvieron la inmensa suerte de caer en manos de Ponce y Urdiales que los hicieron mejores de lo que eran. Dos toreros que recibieron el cariño de una plaza que sabe mucho de toros y que demostró una vez más su sensibilidad nunca reñida con la exigencia y la seriedad. Ambas figuras recibieron una gran ovación antes de la salida del primer y segundo toro, Enrique por toda su trayectoria y Diego por el pasado agosto.
El primero de Ponce engañó en la caballo, derribando en dos puyazos, pero no por empuje ni celo sino por su propia inercia. No se entregó ni empleó en ningún momento, no humilló, pasaba siempre a media altura, pero Enrique le administró la medicina necesaria para que pareciera algo potable. Le dio la distancia y la altura que pedía tapándole muchos de sus defectos a base de técnica y temple. Un par de tandas en redondo fueron lo mejor de la faena, largura y profundidad en sus muletazos, poniéndole muleta en la cara, tapándosela, llevándolo muy toreado. Surgieron los muletas como por arte de magia hasta que el toro se rajó. Una excelente estocada y una petición claramente mayoritaria no debieron ser suficiente argumento para quien ocupaba el palco y le negó a Enrique una oreja que según el reglamento debía haber cobrado. Con el cuarto, un toro falto de celo y empuje, que no se entregó ni humilló, el maestro de Chiva tan solo pudo poner las ganas propias de un novillero buscándole las cosquillas por ambos pitones llegando a robar una par de tandas al natural con hondura, pero la descompuesta embestida del de Zalduendo imposibilitó cualquier opción de triunfo.
Diego Urdiales cortó una oreja de peso al segundo, feo de hechuras, justo de trapío y lavado de cara que fue muy protestado de salida. Más aún cuando perdió las manos en el caballo y a la salida de los puyazos y que se mantuvo en pie porque los capotes anduvieron a la altura de la cima del monte Pagasarri. Pero Urdiales vio clara las cualidades del animal y labró una faena llena de torería, de reposo, de gusto, toreo con empaque, con sabor a otras épocas, temple, suavidad y ajuste en cada muletazo, redondos y naturales lentos y largos, series ligadas embutidas de clasicismo, la mano baja, la figura desmayada, la tela barriendo la arena, un deleite para los sentidos. Adornos, molinetes, trincherazos, cambios de mano, pases de la firma, todo con suavidad y muy despacio, que volvieron locos a los tendidos y un finadle faena al desuso de los tiempos actuales, por abajo, trincherillas de ensueño que precedieron a un estoconazo volcándose que pasaportó al de Zalduendo sin puntilla. Oreja de ley para Urdiales que no pudo rematar ante el quinto, un toro sin ritmo ni empuje al que le costaba un mundo pasar. Tiró de él Urdiales pero tan solo algunos muletazos sueltos brillaron aislados en medio de un trasteo carentet de continuidad y emoción.
Ginés Marín corrió igual suerte que sus compañeros de terna, tan solo uno de sus toros sirvió. Fue el sexto, el mejor de la corrida, porque con le tercero no tuvo ninguna opción porque se paró prácticamente en la segunda tanda de derechazos. No tuvo más aunque el jerezano lo intentó en vano. Pero el sexto sí, el sexto fue un buen toro que fue a más y al que Ginés entendió a la perfección y toreó con clase y calidad. Le dio las pausa que requería, lo llevó muy templado, con ritmo, todo muy suave, bajándole la mano poco a poco, regalándonos series de redondos y naturales excelentes, con largura y profundidad, enroscándose al de Zalduendo, ligando con un gusto exquisito, perfecto de colocación, adornado las series con cambios de mano y trincherillas desbordantes de sabor. Iba camino de un triunfo gordo, la media plaza que se congregó en Vista Alegre rugía en olés a cada muletazo, pero la espada le jugó una mala pasada y fue despedido con una calurosa ovación que recibió en los medios.
Ya mismo saltarán al ruedo de la capital vizcaína por de Victoriano del Río - Toros de Cortés para Antonio Ferrera, El Juli y José Mari Manzanares. Si hoy tampoco se llena Vista Alegre....

Antonio Vallejo

martes, 20 de agosto de 2019

Luis David pone caro Bilbao


Así es, Luis David ha puesto precio a la exigencia de Bilbao, y lo ha hecho a base de entrega y valor ante una corrida de Torrestrella magnífica de presentación e imponente de presencia y seriedad - sobran las palabras ante la imagen que les muestro - que tuvo como condiciones positivas la prontitud y la movilidad pero que por contra pecó de falta de humillación y de fijeza en los vuelos, una corrida con emoción y mucho que torear, de las que, como suele decirse, piden le carnet de torero. Más o menos lo mismo que la del domingo, una corrida de Victorino Martín,dura, correosa, exigente, con sentido y muchas complicaciones en una tarde gris y lluviosa que motivó que los tendidos de Vista Alegre presentaron el triste aspecto que vi a través de la retransmisión de Canal Toros. Un aspecto que ayer, además de triste, caminó hacia lo preocupante. Durante muchos años he ido a Vista Alegre para disfrutar de las Corridas Generales, durante años he visto unos tendidos que, si no estaban llenos uno y otro día, presentaban una magnífico aspecto, con independencia del tiempo. Bilbao es una ciudad acostumbrada a la lluvia y allí es difícil que los hábitos cambien porque caigan unas gotas. Es más, he visto echar para delante corridas que en tras plazas se hubieran suspendido claramente, entre otras cosas porque la capacidad de drenaje del coso bilbaíno es impresionante. Por eso me ha extrañado tan pobrísima entrada. Espero que hoy, con la corrida de Zalduendo para Enrique Ponce, Diego Urdiales y Ginés Marín la plaza se llena o esté al borde del "no hay billetes". Lo veré en un par de horas y se lo contaré... pues no lo sé, porque el verano tiene sus cosas, y una de ellas, al menos en este remanso de paz y oasis de buen vivir que es Sotogrande, no hay ni horarios ni planes establecidos, todo surge y cambia en un minuto y tengo que buscar los huecos  para escribir en cualquier momento, véase esta hora de la siesta, tan española como los toros.
Ayer Luis David dio una lección de entrega y firmeza ante dos toros exigentes, más enclasado, con humillación y exigente el tercero y mucho más complicado y peligroso el sexto, soltando la cara y sin  entrega. A los dos les hizo todo bien, les plantó cara, les puso la muleta, los llevó en largo, siempre conduciendo la embestida por bajo, o al menos lo más bajo que se dejaron los torrestrellas, aguantó derrotes y la brusquedad de unas acometidas de un lote con mucha movilidad y boyantía que taparon sus defectos. Siempre en el sitio, toreó por ambos pitones sacando series de mucho mérito, ligadas con clase cuando se dejaron llevar por abajo, perdiendo un paso cuando cortaban el viaje y soltaban la cara, echando la moneda en cada pase, atacando al toro, tirando de ellos, queriéndolo todo, dándolo todo,sin dejarse nada atrás, como demostró al entrar a matar al tercero, volcándose, recto, saliendo del embroque con un puntazo en la mejilla tras pinchar, dejando un estoconazo brutal en todo lo alto las segundo intento, y jugándose el físico al matar al sexto para dejar una entera desprendida que no fue obstáculo para que se pidiera con fuerza una oreja, igual que se pidió al tercero aunque hubiera pinchado, que al palco concedió en ambos casos. también se pidió la segunda con le último de la corrida, pero creo que el presidente anduvo muy acerado al no concederla. Muy bien por la afición que ayer se dio cita en Vista Alegre, que valoró como creo que merecía la honradez, la verdad, la entrega y el valor del hidrocálido, sin importarle que pinchara o que la espada cayera unos centímetros. y así demostró su sensibilidad y capacidad para reconocer todo lo bueno cuanto hizo Luis David.
El valenciano Román se mostró ayer totalmente recuperado de la terrible cornada del pasado San Isidro y estuvo realmente seguro y firme ante un lote de mucha exigencia que se movió mucho, que pasaba pero sin entrega ni encelarse en los vuelos. Muy serio Román, poniéndoles la muleta, tirando de los toros, jugando con la altura y la distancia para tapar el defecto de la falta de humillación, tragando también mucha quina con los derrotes y los arreones de ambos torrestrella para acabar dibujando series de mucho mérito a base de temple y mando. Dio una vuelta al ruedo tras matar al cuarto que debió haber sido con una oreja en su mano porque petición hubo más que de sobra, pero que el palco negó no sé con que criterio, a lo mejor el señor presidente no se ha enterado que le reglamento dice que hay concederla cuando la mayoría de los asistentes la pidan con sus pañuelos. Sí, la mayoría de asistentes, no los asientos vacíos, esos no cuentan, señor presidente. Es la única manera que encuentro para explicar la negativa, que contabilizara los dos tercio de asientos vacío como que no pedían la oreja. En fin, que no hay remedio, que por mucho que hagamos al final llega un señor al palco encantado de conocerse y hace lo que le place con tal de dar la nota.
Álvaro Lorenzo se llevó el peor lote de la tarde, un segundo soso y deslucido al que condujo con exquisita suavidad, mostrando unas maneras y una técnica más propia de un matador de años de alternativa que de un joven que está aún en los albores de su carrera y que entendió a la perfección al descastado, descompuesto y falto de tiro quinto. Todo lo hizo bien el toledano, buscando la colocación, llevando muy templada la deslucida embestida de ambos toros, buscando la largura y el toreo por bajo, pero la escasa condición de ambos animales impidiera que las faenas despegaran y llegaran arriba. Pero repito, todo lo hizo con suma facilidad y una capacidad lidiadora extraordinaria. Más no se le pudo pedir.
Todo esto fue ayer lunes, pero el domingo tuve la ocasión de vivir a través de Canal Toros una tarde de muchas emociones con la despedida del El Cid de esa plaza bilbaína que tanto le ha querido a lo largo de su dilatada carrera. Un aurresku de honor recibió al de Salteras tras romperse el paseíllo viéndose obligado a saludar desde los medios la atronadora ovación que los escasos aficionados que acudieron a Vista Alegre le tributaron en el día de sus adiós. Emoción incontenida en la cara del sevillano que respondió a los aficionados de la mejor manera posible, toreando como los ángeles, especialmente con esa zurda prodigiosa sobre la que creció su leyenda. Fue en una imponente corrida de Victorino Martín, de una serieedad y una presencia muy difícil de igualar y con mucho carácter, mucho sentido traído de casa y todo el que desarrollaron, con el comportamiento y las complicaciones propias de los albaserradas, reponiendo, revolviéndose, buscando los tobillos, sin permitir el mínimo fallo ni el mínimo descuido, pero a los que cuando se les llevó templados y por bajo permitieron ese toreo intenso y profundo que llega hasta lo más profundo del sentimiento y desata sin freno todas las pasiones y emociones toreras. El segundo fue el típico toro de Victorino, con mucho carácter y mucho que torear, que humilló y transmitió en las verónicas de recibo pero que en la muleta exigió mucho mando, colocación y temple. Por el pitón izquierdo compuso series de mucha importancia al natural, llevándolo largo y la mano muy baja, poderoso, que arrebataron a los aficionados bilbaínos. y cuando por el pitón derecho tuvo que fajarse ante la reposición del victorino no le perdió la cara y le dejó claro que el que mandaba era El Cid, plantándole batalla con la muleta adelantada para perderle un pasito y seguir colocado frente a la siguiente acometida, más que embestida. El quinto fue especialmente duro y complicada, no concedía nada, buscaba los tobillos con muy mala leche y sabe lo que se dejaba detrás en todo momento. Tiró de veteranía y oficio Manuel Jesús, muleta retrasada, jugándose los muslos, pero haciéndole pasar aunque fuera a regañadientes. Importante tarde del sevillano que culminó con una oreja cortada al segundo tras una entera desprendida y una ovación con saludos al quinto en reconocimiento a su actitud de entrega y disposición además de toda la verdad que puso sobre la gris arena bilbaína. 
Emilio de Justo también cortó una oreja al tercero, un toro con todo el sentido de mundo y muchas complicaciones, vamos, un cabronazo, con perdón, que medía y probaba en cada pase. Firmeza y disposición fueron las armas del extremeño para someter al Victorino, preiemor consintiéndole, dándole las ventajas de la altura y las distancias y que así se confiara para acabar pudiéndole por abajo, metiéndole en los vuelos y cuajando sensacionales tandas de redondos y naturales profundas y llenas de emoción, llegando incluso a gustarse y a relajarse hacia el final de faena, pero ya se sabe como se las gastan los albaserradas, a la mínima te buscan y te encuentran. Así fue y volteó a Emilio de Justo que se repuso para pasaportarlo con un pinchazo y una entera fulminante que le valieron una oreja de ley y mucho peso tras resultar corneado en la oreja y una fuerte contusión en la espalda que le obligaron a pasar a la enfermería sin poder regresar para matar al sexto.
Curro Díaz tuvo que lidiar su lote y el sexto que no pudo matar Emilio de Justo. Y menudas joyas le cayeron en suerte. Su lote no tenía por donde agarrarlo, sin recorrido, reponiendo, soltando la cara, muy peligrosos. En ambos toros tiró de veteranía, supo como paladear las faenas, nada de florituras, mucho mando y sometimiento, doblándose por bajo y con muchos pies. Solo así se podían dominar las constantes acometidas de los victorinos, alimañas puras y duras, llegando incluso a sacar algunos muletazos por el pitón derecho templados y con cierta profundidad de inmenso mérito. Para mi tuvo una importante actuación ante sus dos toros, lejos del pellizco que genera su toreo pero que demostró que los artistas los tiene muy bien puestos y saben estar a las duras y a las maduras. También tuvo que matar al sexto, otro auténtico bicho, que no pasaba, reservón, soltando la cara, al que le robó los muletazos de uno en uno a base de firmeza y un par, echándole la muleta a la cara, aguantando los tornillazos con temple y obligándole a pasar por abajo. Irreprochable la actuación del jienense que mató de una soberbia estocada que fulminó al victorino y que fue premiada por una ovación del escaso tercio de plaza que el domingo se dio cita en Vista Alegre a la que Curro respondió desde el tercio.
Llevamos dos tardes de a pie, dos corridas en las que el toro que ha salido ha sido el de Bilbao, impecable de presentación, imponente de presencia y con una seriedad de diez, dos corridas en las que los seis matadores que han actuado han estado francamente bien pero dos corridas en las que ha habido un lunar muy negor, la pobrísima asistencia de aficionados. Espero y confío que la presencia de Enrique Ponce con toros de Zalduendo en escasos minutos de un vuelco radical a esa preocupante situación y los tendidos bilbaínos luzcan esplendorosos.
Lo veré en unos minutos por televisión y se lo contaré... cuando los quehaceres veraniegos me den un respiro. Un saludo y feliz verano, amigos.

Antonio Vallejo

domingo, 18 de agosto de 2019

Frenético agosto, ¡arranca Bilbao!, el toro-toro


Agosto es un mes frenético en lo taurino, un no parar en toda nuestra España. en este momento, por citar tan solo algunas plazas, Almería celebra su feria y cuenta con figuras de la talla de Antonio Ferrera, Diego Urdiales, Paco Ureña, Enrique Ponce o Roca Rey, Gijón ha visto desfilar a todas las figuras ayer mismo Morante de la Puebla y Juli triunfaron de amasar apoteósica. El duende sevillano bordó el toreo, pasión y sentimiento, gusto y clase, torería, sembró de romero los Picos de Europa e hizo estremecerse a la Santina en su gruta de Covadonga y el madrileño desplegó todo su poderío torrero, su mando supremo, cual Don Pelayo en la Reconquista. Pablo Aguado perdió con la espada un triunfo apoteósico tras una faena de toreo caro, reposado, gloria pura, temple infinita y clase descomunal y sufrió una tremenda voltereta al entrar a matar que de momento le hace ser baja hoy en Almería - su puesto lo ocupará Ureña - y es duda para mañana en Málaga. San Sebastián vio ayer en la muleta de Diego Urdiales posiblemente el mejor toreo al natural en mucho tiempo, una faena repleta de aromas añejos que Illumbe tardará mucho en olvidar, mientras Málaga continua con su feria en la que El Cid se despidió de La Malagueta con una gran faena a un toro de Lagunajanda y en la que ayer Cayetano arrebató a la afición boquerona descerrajando la puerta grande y saliendo a hombros entre el clamor de una afición que le adora. Y no me extraña, porque Cayetano arrebata por su raza y su entrega, también porque torea de maravilla y porque lleva el arte en su sangre, una sangre que en Málaga es algo especial, Ordoñez y Málaga, Málaga y Ordoñez, inseparables. No le acompañó a hombros José Mari Manzanares al no estar fino con la espada, y cuidado que eso es raro en el alicantino, un auténtico cañón a la hora de matar, porque cuajó una tarde esplendorosa de gusto y torería. 
En medio de este frenético agosto destaca, sin duda, una ciudad, Bilbao, y una plaza, Vista Alegre. Las Corridas Generales son, sin lugar a dudas, el punto álgido del agosto taurino, junto a Sevilla y Madrid para mi las tres grandes ferias del calendario. Bilbao es una plaza donde la seriedad es verdadera y que es torista pero real, no falso torismo. Bilbao es torista porque siempre ha cuidado al toro, allí se exige el toro-toro, muy serio pero sin estridencias, puede ser grande, pero siempre será proporcionado, será muy ofensivo, pero siempre dentro de un conjunto armónico, sin estridencias ni exageraciones. Bilbao siempre pone por delante al toro, exige buenas hechuras, exige presencia, exige trapío, pero no le preocupa que la tablilla marque más o menos kilos siempre que esté en tipo, ni tampoco se  fija en el hierro o la divisa, si un toro está bien hecho no le importa que tenga procedencia Domecq, Nuñez, Albaserrada, Atanasio, Lisardo, Saltillo o Santa Coloma, le da igual que sea Juan Pedro, Alcurrucén, Cuvillo, Jandilla, Garcigrande, Victorino, La Quinta o Miura, lo que le importa es que embista y permita el lucimiento y el triunfo del torero. Porque Bilbao es torista, pero sabe que si no hay un torero nada sirve. Y aprecia, valora y quiere a las figuras, igual que las figuras quieren a Bilbao, ninguna renuncia a ir a Vista Alegre. Eso es torismo, saber que lo primero y fundamental es el toro pero sin olvidar que solo un torero puede cera arte en esa bella lucha que es el toreo. Lo demás son cuentos chinos, falso torismo que aboga por animales exagerados, descomunales, a los que se les pasa por alto todo porque lucen "sus" hierros, falso torismo que confunde emoción con miedo, sobresaltos despreciando muchas veces al hombre que se juega la vida con alimañas ingobernables. 
Como muestra de lo que digo tan solo hace falta echar un vistazo a los carteles de estas Corridas Generales 2019:

Sábado 17 de agosto: Toros de Herederos de Sánchez y Sánchez para Pablo Hermoso de Mendoza, Lea Vicens y Guillermo Hermoso de Mendoza.

Domingo 18: Toros de Victorino Martín para Curro Díaz, El Cid y Emilio de Justo. 

Lunes 19: Toros de Torrrestrella para Román, Álvaro Lorenzo y Luis David Adame.

Martes 20: Toros de Zalduendo para Enrique Ponce, Diego Urdiales y Ginés Marín. 

Miércoles 21: Toros de Victoriano del Río para Antonio Ferrera, José María Manzanares y Andrés Roca Rey. 

Jueves 22: Toros de Garcigrande y Domingo Hernández para Enrique Ponce, El Juli y Pablo Aguado. 

Viernes 23: Toros de Jandilla para Diego Urdiales, Paco Ureña y Roca Rey.

Sábado 24: Toros de Fuente Ymbro para Finito de Córdoba, Juan Leal y José Garrido.

Domingo 25: Toros de Miura para López Chaves, Octavio Chacón y Manuel Escribano. 


Creo que no hace falta añadir nada, basta con leer y releer los nombres de las ganaderías y los toreros para entender lo que digo. De Bilbao se podrán decir muchas cosas, pero desde luego que lo que no pueden echarle en cara es que no sea torista, pero lo es sin imposturas. 
La gran cita de este frenético agosto taurino ya está aquí, Bilbao. En unas horas saltará el primero de los imponentes victorinos anunciados en la primera corrida de a pie - tras los rejones de ayer en la que Pablo y Guillermo Hermoso de Mendoza cortaron una oreja cada uno y Lea Vicens perdió los trofeos al fallar con el rejón de muerte - para la terna integrada por Curro Díaz, El Cid, en su despedida de Bilbao, y Emilio de Justo. Será una gran semana de toros, como suele ser tradicional en el Bocho, en Vista Alegre se verá al toro en su máxima expresión y allí veremos a las máximas figuras desplegando todo su arte para colmar de emoción y sentimiento el ánimo de los aficionados.

Antonio Vallejo

sábado, 17 de agosto de 2019

Allá cada cual con su vida, pero así no


Aunque a muchos les cueste creerlo en España hay muchos niños y jóvenes que sueñan con ser toreros, que sienten la afición y serían felices entregando su vida al toro. Todos ello seguro que buscan su referente en los maestros de hoy y de ayer, el espejo en el que se miran. No sé lo que les parecerá o sentirán con noticias como esta, pero a mi me ha sentado realmente mal.
Muy ejemplar, un planazo, en el bésibol,seguro que además debía ser un partidazo por aquellas tierras mexicanas, nada menso que Los Rieleros de Aguascalientes contra Los Bravos de León, ¡casi ná!. Sí señor, como debe ser, fomentando la afición, dándolo todo, comprometido y entregado...a sus caprichos. Otros, mientras tanto, pobres diablos, está toreando en Málaga, San Sebastián, Bilbao, Almería, Gijón, Ciudad Real, etc. Hombres como Enrique Ponce, Morante de la Puebla, José Mari Manzanares, El Cid, Román, David de Miranda, Ginés Marín, Digo Urdiales, Pablo Aguado, Paco Ureña, Sebastián Castella, Antonio Ferrera, Cayetano y una larga lista de TOREROS, com letras mayúsculas y de oro, TOREROS entregados y comprometidos con la afición, TOREROS que dan la cara cada tarde porque sienten el toreo, lo aman y lo respetan, que se juegan la vida en todas las plazas y ante todos tipo de aficiones, TOREROS, sencillamente, ajenos a shows y montajes de un solo día.
¡Qué pena que haya tantísimos toreros que tienen que dejarse el alma para poder torear una tarde porque aman de verdad esa profesión y que ni siquiera consiguen ese ansiado contrato que les ayude en su difícil carrera mientras otros se entregan al béisbol!.
Lo digo con toda franqueza, también con pena y dolor, esta noticia me parece una puñalada infame a la tauromaquia, y seguro que a todos esos toreros que precisamente en estos días, especialmente el 15 de agosto, el día del año que más toros se lidian, soñarían con vestirse de luces y torear en cualquier pueblo de España se les ha caído un referente, un espejo al que mirarse. A mi hace tiempo que se ma ha caído. Fue lo que fue pero ahora es lo que es.
Cierto cada uno hace lo que quiere con su vida y sus aficiones, por supuesto, y es muy respetable, pero más cierto es que algunos tenemos todo el derecho del mundo a opinar y decir que eso no es ser torero.

Antonio Vallejo

P.D: A continuación les dejo el enlace de la noticia que algunos me han pedido
https://www.aplausos.es/noticia/50360/noticias/jose-tomas-en-el-beisbol-en-tierras-mexicanas.html

jueves, 15 de agosto de 2019

Ponce y Morante, maestría, vergüenza torera y duende en La Malagueta


Después de la apoteosis poncista el pasado 10 de agosto en El Puerto de Santa María donde el maestro de chiva indultó al toro Fantasía, de Juan Pedro Domecq, no podía dejar pasar la oportunidad de abandonar por unas horas mi descanso vacacional en Sotogrande, coger el coche y recorrer los poco más de 100 Km que me separan de la capital de la costa del Sol. La ocasión lo merecía, por varios motivos. Por un  lado ver cómo había quedado la coqueta plaza malagueña tras la reforma que la ha mantenido cerrada prácticamente un año y que por lo que he comprobado ha afectado tan solo a los pasillos y corredizos de la plaza, más amplios y cómodos, con los accesos a los tendidos mejorados, pero  sin tocar nada de la estructura de la plaza, manteniendo la belleza y el encanto que tiene. Por otro lado el cartel, por sí solo suficiente reclamo, Enrique Ponce, Javier Conde y Morante de La Puebla con los toros de Juan Pedro Domecq. Me quedé sin ver a Ponce en Madrid por culpa de la grave lesión de rodilla que le ha mantenido apartado de los ruedos todos estos meses pero de la que se ha recuperado en tiempo récord gracias a su sacrificio, su pundonor y sus ganas por volver a vestirse de luces, al igual que me ocurrió con Morante, en este caso por otros motivos, porque dijo no al famoso bombo de Simón Casas, para mi con acierto y en una decisión que aplaudo y apoyo, aunque me fastidiara no poder disfrutar de su arte y torería en Las Ventas. 
Y ha merecido la pena, aunque está claro que iba soñando con un resultado final muy distinto al que ha sido, pero tanto Ponce como Morante me han llenado el alma taurina cada uno en una faceta distinta. Me hubiera encantado estar estas horas contándoles faenas de antología, puertas grandes y salidas a hombros, pero no ha sido así. La tarde  quedó en dos vueltas al ruedo, Ponce y Morante, y una ovación con saludos desde el tercio para Conde en lo que a números y estadísticas se refiere, pero eso es un balance muy frío, en las antípodas de lo que para mi es una tarde de toros. Para mi el toreo, todos ustedes lo saben,  es mucho más que eso, es emoción  sentimiento y belleza, y eso me la han dado Ponce y Morante. Lo que me va a quedar en el recuerdo la tarde de ayer en La Malagueta es la constatación de que tenemos la inmensa suerte, el inmenso privilegio, de poder disfrutar de Enrique Ponce, el torero más grande de la historia que de nuevo dio una lección de entrega, verdad, pundonor, profesionalidad y vergüenza torera ante el cuarto de la tarde, y de disfrutar con Morante, el duende, el dueño del pellizco, quien con una verónica, un trincherazo o uno de los naturales que le pegó al sexto es capaz de llevarte al paraíso del toreo. Ese sería, para mi, el resumen perfecto de lo que fue la corrida de ayer en La Malagueta.
Y si se ha quedado en eso fue debido a la floja corrida que Juan Pedro Domecq mandó ayer. Un encierro de escaso juego, justo de fuerzas, con clase, nobleza y colaboración en varios ejemplares - veáse primero, segundo, quinto y sexto - pero a la que le faltó, a mi modo de ver, empuje y casta. Tampoco me maravilló por su presentación, muy desigual,  algunos un poco justitos de presencia para una plaza de primera como es La Malagueta, agradables de cara en general, destacando para mi gusto el precioso jabonero que hizo primero, bajo, proporcionado, serio, el de mejores hechuras sin duda, y posiblemente el quinto, más alto y con más caja, vuelto de pitones, muy serio. Eso sí, a nadie se le ocurrió sacar pañuelos ni sábanas verdes si la tablilla marcaba tal o cual peso, nadie montó la tercera guerra mundial si un toro estaba algo escurrido por detrás - que los hubo - o si tenía 3 centímetros más o menos de pitón. No, esperamos a ver su comportamiento, su embestida y su juego, y ahí es cuando se juzgó al toro. De verdad, da gusto vivir los toros sin crispación, sin tanta exigencia ni intransigencia, sabiendo que un toro de "solo" 514 Kg y astifino puede herir o matar a un hombre y que sin ese toro embiste, tiene clase, emoción y te llega a los más profundo de los sentimientos a nadie le va a importar como estaba hecho de cuartos traseros. Y por eso no se pierde ni un átomo de seriedad, es más, creo que lo que se hace es respetar al toro y, sobre todo, a quien se juega la vida delante de su cara, sin "miaus" absurdos ni gritos e insultos a destiempo. Ayer Málaga vivía el primer día de su feria, el ambiente era festivo, como no podía ser de otra manera, los aficionados íbamos a disfrutar del toreo, pero sin ánimos preconcebidos ni fobias injustificables, juzgando con rigor lo que pasó en el ruedo, ovacionando lo que se hizo bien, criticando y censurando lo que se hizo mal a su debido tiempo y sabiendo premiar en su medida la labor de cada matador, sin dejarse llevar por triunfalismos desmedidos ni pedir orejas porque sí, con rigor, al menos a mi entender. 
Como comentaba antes, Enrique Ponce dio una nueva lección de lo que significa ser torero, una lección de profesionalidad y amor profundo al toro y al toreo. Es algo increíble verle fino como cuando debutó, en perfecta forma física, admirable si además consideramos que viene de una lesión de rodilla que le ha tenido apartado meses. Cualquiera, más aún cuando vas a cumplir 30 años de alternativa, su hubiera planteado que podía ser el momento de decir adiós, además a lo grande. Enrique no. Ama y respeta tanto a esta profesión que, a base de esfuerzo y sacrificio ha vuelto para seguir mostrándonos lo que es ser el más grande de la historia. Y por lo que vi ayer quedan muchos años para seguir soñando con su Arte y su entrega. Yo creía que la eternidad y la inmortalidad eran conceptos abstractos, que no tenían forma ni figura. Me equivocaba. La eternidad y la inmortalidad se llaman Enrique Ponce, deidad del toreo. Ayer nos lo demostró con el primero, el preciso jabonero que les comentaba, bellísima lámina, bajo, armónico, cornidelantero y muy astifino, con 499 kg, ¡para qué más si tenía unas hechuras magníficas!. Un toro con fondo de clase y nobleza pero que desde muy pronto se le vio lo justo de fuerzas que iba. Ponce lo cuidó en el capote y en el caballo - lo picó de maravilla José Palomares, dos puyazos delanteros y de perfecta medida en el castigo - y en la muleta lo mimó y condujo con la suavidad que solo él sabe administrar, poco a poco, cuidando la altura, muy templado, sin obligarle en demasía para poder dibujar un par de tandas en redondo con relajo y mucho gusto, llevándolo muy toreado, la cara tapadita, consintiéndole, sacando cuanto el juampedro llevaba dentro. Todo cuanto se le podía hacer al toro lo hizo Ponce a base de técnica y maestría, saludando desde el tercio la ovación de unos tendidos que entendieron a la perfección el saber y el conocimiento de un grandísimo maestro. Por cierto, ese primer toro lo brindó al público, e hizo lo mismo con el cuarto, demostración de las ganas con las que ha vuelto. Lo que hizo ante ese cuarto fue para ponerse en pie y no dejar de aplaudirle jamás, VERGÜENZA TORERA, así, con mayúsculas. Como si fuera un novillero que inicia su carrera y tiene que ganarse los contratos, así estuvo Ponce. Se queda corto el juampedro, se revolvía, soltaba la cara, un toro con mucho peligro, toro complicado y exigente ante el que Enrique bregó y lidió a la perfección para luego torear como solo se podía hacer, retrasando la muleta, enganchándolo en la cadera para así alargar el viaje y sacar los redondos y naturales que sacó. Se la jugó de verdad, el toro le buscaba los tobillos, Enrique no se amilanó y le plantó cara, acortando las distancias, metiéndose en los terrenos del toro, ejemplo de valentía y compromiso, ejemplo de ganas y entrega. Repito, como si tras casi 30 años de alternativa tuviera que demostrar algo. falló con la espada, no hubo oreja, pero dio igual, la vuelta al ruedo fue apoteósica, la plaza en pie, un clamor, rendida al eterno e inmortal número uno. Un detalle que dice mucho, la faena fue acompañada por la  música, la banda  le dedicó el pasodoble "Manolete", que no lo hace con cualquiera, dice mucho de quien estaba en el ruedo. ¡Olé!.
Javier Conde toreaba en casa, no en sentido figurado, en sentido real, no solo por ser malagueño, sino porque su casa está a escasos metros de la plaza. Y se notaba en le ambiente, los aficionados locales tenían ganas de verle desplegar ese toreo agitanado que lleva dentro. No digo que su lote fuera bueno, pero sí creo que en conjunto fue posiblemente el de más opciones, especialmente el que hizo segundo, que creo que tenía un pitón derecho con bastantes opciones. Sinceramente creo que a ese toro se le pegó mucho en el caballo y que entre ese castigo y que Conde lo "rompió" con un muletazo obligándole mucho por bajo que hizo que el juampedro rodara por los suelos las opciones de lucimiento que pudiera llevar se esfumaron por completo. Y Javier Conde fue, pues eso, Javier Conde, lo que tantas veces se ha visto y lo que a nadie puede extrañar a estas alturas, con muchas precauciones y bastante desconfianza, sobre todo a la hora de entra a matar. Escuchó pitos. Con el quinto, otro que también tenía un muy buen pitón derecho, se estiró de capa, tres verónicas por ese pitón tuvieron mucho sabor, lentas, acompasadas, con sumo gusto, arrancando los olés de sus paisanos. La faena de muleta tuvo sus detalles, derechazos templados, alguno muy lento ejecutado con gusto, componiendo la figura, pero a media altura, sin bajar la mano. Junto a eso otros muletazos desajustados que llevar a un trasteo intermitente, falto de ritmo ni continuidad, destellos de arte aislados que no llegaron a tomar vuelo. Mató de casi media en el rinconcito de Ordoñez, tremendamente efectivo, y se le escuchó perfectamente que le dijo a su cuadrilla: "¡Dejadlo!, está reventao!. Así fue, el juampedro rodó como una pelota. Recogió desde el tercio una cariñosa ovación en premio a los detalles sueltos de gusto, aunque faltara profundidad en su toreo, dicho sea.
Morante de la Puebla no se anduvo con tonterías con el manso tercero. Un toro infumable, huidizo, que buscaba siempre las tablas, que reuhía capotes, caballo, muleta, todo lo que significara batalla. Soltando la cara, a la defensiva, no tenía un pase, y el de la Puebla hizo lo único que había que hacer, abreviar y matar lo más rápido posible evitando muletazos o mantazos sin sentido que solo llevan al tedio y a prolongar artificialmente una faena que no llevaba a nada. No comparto para nada los pitos que algunos dedicaron a Morante. Pero el duende siempre está ahí, el pellizco puede surgir en cualquier instante si José Antonio Morante está en el ruedo. Dos verónicas que paralizaron las agujas del reloj de la catedral fueron el aperitivo de una faena repleta de sabor y torería, gusto y Arte, sobre todo al natural, temple y hondura, toreo puro, añejo, de otros tiempos, el cartucho de pescado, molinetes y trincherazos que agitaron los sentimientos y colmaron la emoción del alma, olés profundos, roncos, desde el corazón de La Malagueta hasta la calle Larios, acallando la música de una feria que daba sus primeros pasos, olés que seguro algún niño escuchó y que hizo que le dijera a su padre, yo quiero ser torero. Petición de oreja claramente mayoritaria que el palco desestimó pasándose el reglamento por el forro, como hizo previamente en el quinto al cambiar el tercio con un solo puyazo, cuando en plazas de primera es obligatorio entra al menos dos veces al caballo. La vuelta al ruedo de Morante fue, igual que la de Ponce, apoteósica, lluvia de romero en la noche malagueña que con la brisa de levante cubrió de aromas toreros a toda la ciudad.
Ponce y Morante, Morante y Ponce, la maestría, el pundonor, la entrega, la clase, el gusto, el duende, el pellizco, en resumen, EL TOREO.

Antonio Vallejo

P.D: Como bien me ha apuntado a través de Twiter mi buen amigo y gran aficionado Luis Felipe Utrera- Molina, se ma ha pasado un hecho de enorme relevancia que se produjo en la corrida. Justo en le. momento en que le paseíllo finalizaba la banda de música comenzó a interpretar el Himno de España, con toda la plaza en pie, en respetuoso silencio que tan solo se rompió con una atronadora ovación cuando el último acorde de nuestro himno dejó de sonar. Yo creo que debiera hacerse obligatorio la interpretación de nuestro Himno en cada paseíllo de cada plaza. Los toros son parte fundamental de nuestra tradición y nuestra cultura, son parte vital de nuestra esencia como pueblo, y nada mejor que los símbolos que nos unen y representan a todos presentes en cada festejo taurino, la bandera  y el himno, como señas de identidad. Gracias Ipe por recordarme este importante detalle que me dejé en el tintero y que dio aún más brillo a la reapertura de La Malagueta.