sábado, 15 de mayo de 2021

San Isidro, toros y torería


 Madrid, mayo, sinónimo de toros, San Isidro, huérfanos hace un año, recuperado éste, aunque sea de otra manera, distinta, rara, lejos de Las Ventas, en Vistalegre, pero San Isidro, eso es lo que cuenta. ¿O acaso alguien va a poner pegas o quejarse por eso después de lo que tal día como hoy hace un año estábamos pasando?. Si el 14 de mayo de 2020 - recordemos que por aquel entonces tan solo teníamos la posibilidad de salir a pasear o hacer deporte de 6 a 10 de la mañana y de 8 a 11 de la noche - me hubieran pedido firmar que el 14 de mayo de 2021 iba a estar sentado en un tendido dispuesto a ver torear a Enrique Ponce, Morante de la Puebla y Pablo Aguado en la segunda de San Isidro lo hubiera hecho con los ojos cerrados. Parecía imposible que lo que esta tarde he vivido pudiera llegar, pero ha llegado. Tenemos San Isidro, tenemos toros y hemos tenido y tendremos torería, un lujo, tres maravillosos regalos con los que no contábamos, tres regalos para disfrutar, tres regalos para degustar el presente y soñar el futuro.
La Feria San Isidro 2021 nos la ha regalado Vistalegre. Gracias, mil gracias por ser valientes y dar este paso tan importante que otros, por los motivos que cada uno sabrá, no se han atrevido a dar. Una plaza oficialmente de segunda que ha demostrado categoría y valor de primera al ser capaz de confeccionar, cumpliendo las normas y restricciones sanitarias de la pandemia, un San Isidro con once carteles rematadísimos y de máximo atractivo para los aficionados. Y me pregunto, ¿no era posible hacer esto en Las Ventas?. Yo creo que sí, aunque hace falta voluntad y, tristemente, creo que en su caso no la ha habido. Pero lo que importa es que la feria más importante del mundo, la que siempre da y quita, San Isidro, vuelve a ser una realidad, aunque sea fuera de Las Ventas, aunque nos resulte extraño. De nuevo gracias, Vistalegre, y espero que la afición sepa corresponder como se merece tal regalo, no solo acudiendo y llenado cada tarde el aforo permitido, sino sabiendo estar y comportarse en concordancia  al lugar. Lo digo porque por mucho que sea San Isidro no hay que olvidar que estamos en una plaza de segunda, lo que para nada es despectivo, y eso conlleva conocer algunos aspectos del reglamento y no ir con exigencias que están fuera de lugar. ¿Por qué digo esto?. Muy fácil, por cosas como alguna que he visto hoy. Sirva de ejemplo el tercio de varas. En plazas de segunda un puyazo es lo reglamentario, por supuesto que el toro puede entrar al caballo dos, tres o las veces que consideren necesario, pero no es obligatorio como en plazas de primera. Creo que a algunos que hoy han ido con tics de cierto sector venteño habría que explicárselo, que aunque todas estén en Madrid cada plaza es distinta. Espero que con el paso de los días todos seamos conscientes de donde estamos, eso es para mi ser buen aficionado.
Los toros nos los ha regalado esta tarde Juan Pedro Domecq. Han sido seis toros magníficos de presentación, todos cinqueños, con hechuras y seriedad de plaza de máxima categoría, especialmente primero, quinto y sexto, fuertemente ovacionados de salida por su presencia. Y, como decía del tercio de varas, que nadie pierda el sentido, exija el toro de Las Ventas y monte la mundial si sale un toro con hechuras y trapío correspondientes a la categoría de la plaza. Que no, que hay que saber donde estamos y eso no desmerece nada la feria. En cuanto al comportamiento creo que ha habido dos partes claramente diferenciadas en la corrida. Los tres primeros han sido buenos toros, han tenido movilidad, clase, calidad y nobleza, aunque hay que anotarles  el pero de cierta falta de fuerza y duración. Una pena porque con un poco más de empuje el segundo y tercero hubieran sido unos toros de lío gordo. Por otro lado han estado los tres últimos, soso y deslucido el cuarto, además de muy justo de fuelle, el flojo quinto al que además se le castigó mucho en el peto, un sobrero de Daniel Ruiz sin fondo y al que por si faltaba lago también se le administró un castigo excesivo en varas, y el sexto, falto de ritmo y humillación que no facilitó para nada el lucimiento. A todos nos habría gustado que los seis hubieran embestido y durado, sin duda, pero poder ver de nuevo al toro bravo en la plaza es un regalo que no pensábamos que íbamos a tener tal día como hoy.
Y la torería nos la han regalado Morante de la Puebla y Pablo Aguado, llevándonos al cielo de los sentimientos y la pasión en cada lance, en cada pase, en el andar, en todo, torería. No quiero con esto hacer de menos a Enrique Ponce pero hay que reconocer que hoy, aún estando bien con el primero, no ha llegado a las cotas de expresión y emoción alcanzadas por los dos sevillanos.  Me quedo con las verónicas templadas ganando pasos en el saludo capotero del valenciano a ese primero y con las chicuelinas con gusto a la salida del primer puyazo. Toro con movilidad, clase y nobleza ese primero, que metía bien la cara y le permitió a Enrique componer un inicio de faena muy en su estilo, por bajo, temple y elegancia, con suavidad y dos buenas  tandas por el pitón derecho acoplado, relajado, la mano baja, ligados en el sitio, rematadas con sendos de pecho que despiertan la ovación de los aficionados. Y ahí prácticamente se acabó el juanpedro, a menos, perdiendo fuerza y empuje a cada pase, cada vez más corto. Tan solo una meritoria serie de naturales con cierta hondura sobresalen en la cuesta abajo de la faena. Una casi entera trasera poco eficaz y varios descabellos dejan todo en silencio. El cuarto sale suelto, con poca fijeza, sin permitir el lucimiento en el capote para llegar a la muleta con poco recorrido y embestida descompuesta, cabeceando, feo y deslucido. Faena que salvando los primeros compases con la rodilla flexionada conduciendo la embestida por bajo y una tanda al natural mediado el trasteo ha tenido muy poca historia. Afanoso pero sin eco ni recompensa Ponce, intentándolo pero en vano, incluso quizás prolongando demasiado la faena, algo que en otro tiempo se le valoraba por pundonor pero que me da la impresión que ahora ya no se le pasa y se le censura a la mínima. Me duele decirlo pero tengo la impresión que está entrando en esa fase que todas las figuras han pasado en la que valorar una retirada a tiempo puede ser la decisión más acertada para no llegar al pérdida del respeto por parte del público.
Morante y Pablo Aguado, Pablo Aguado y Morante, la torería, los aromas de azahar sevillano impregnando sus capotes y muletas, verónicas a compás del de La Puebla con el mentón al pecho, lentas, medias de remate de cartel, olés desenfrenados, torería, Aguado con la figura compuesta, jugando las muñecas con armonía, también a compás, verónicas de seda, más olés desenfrenados, el remate primero con una larga cordobesa, luego por bajo, rodilla en tierra, torería, la plaza en pie. ¡Qué manera de torear de capote! una auténtica locura, el toreo, la felicidad, el sueño cumplido, ¡la vida!. Torería al andar, al citar, al salir de la cara del toro, tandas rotundas en redondo de Morante al segundo, acoplado, encajado, embraguetado, la mano baja, ligadas con suavidad, temple y sabor a toreo de otros tiempos, como su montera de hoy, como las hombreras de su vestido, torería también, y apoteosis en los ayudados a dos manos por bajo del epílogo, el delirio, y una estocada fulminante  volcándose, el éxtasis, y una oreja de ley, en Madrid, en San Isidro, sí. Torería de Aguado en un antológico comienzo de faena, vibrante, rodilla en tierra, alargando el viaje, mucho, templado, recogiendo la salida para ligar con un gusto exquisito, olés y palmas rotas a aplaudir. Torería en su figura, cada paso desprende aromas, la colocación, toreo en redondo que es un ballet, la mano baja, enganchando la embestida alante, largo, ligado, armonía, ritmo, emoción, cada pase es una oda a la belleza, naturalidad, torería. Ese ha sido el regalo. Respecto al sexto y último tan solo reseñar el garboso y enclasado saludo por verónicas de Pablo Aguado, acompasadas, acompañando con la cadera, preciosas, ya que a la muleta el juanpedro ha llegado sin una gota de gasolina, imposible para el lucimiento y para hablar del quinto y quinto bis, un sobrero de Daniel Ruiz, no hace falta decir más que le correspondían a Morante y que, si no valen, no valen y José Antonio no se anda con rodeos y toma la directa. Al parecer había algunos que, o bien no sabían que toreaba Morante o bien no saben quién es Morante. El que paga una entrada para verle torear sabe que puede hacerte sentir lo más grande de esta arte y acto seguido cortar por lo sano si no ve opción alguna, como ha ocurrido en ese quinto. Pero que no se enfaden, no engaña  a nadie y a quien no le guste eso que no vaya a verle, nadie le obliga, es fácil. Los genios son así, así hay que entenderlos y, sinceramente, agradezco que cuando no hay posibilidad de sacar nada lucido no me aburran con pases y pases sin sentido, minutos absurdos de postureo que no llevan a nada. Cuando voy a ver a Morante sé que eso puede pasar pero iré a verle una y otra vez porque también sé que puede darme lo más grande, la expresión máxima de este Arte, la torería, la que hoy nos ha regalado junto a Pablo Aguado. Y eso vale mucho

Antonio Vallejo

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