lunes, 24 de mayo de 2021

La verdad de Román y el "como cargarse a un buen toro por la gracia de algunos" cierran San Isidro

Se acabó San Isidro 2021, un San Isidro distinto, raro, extraño, el de la pandemia, el de las mascarillas, el de las restricciones, el del aforo limitado, el de Vistalegre, el primero y espero que último que se celebre fuera de Las Ventas. Digo esto no porque haya estado mal organizado o haya salido mal, al revés, en mi opinión hay que felicitar a la empresa de la Plaza, Casa Matilla, por haber organizado en estos tiempos tan complicados, con todo en contra y limitaciones por todas partes, en un tiempo récord, una ciclo tan atractivo e interesante para el aficionado consiguiendo reunir en once días a todas las figuras. Tiene mucho mérito y creo que es de justicia agradecer el regalo que nos han hecho a todos los aficionados, algo que parecía imposible, que este año volviéramos a sentarnos en un tendido de Madrid para ver toros. Lo digo porque no volver a celebrar otro San Isidro fuera de Las Ventas significará que esta pesadilla ha acabado. Ojalá sea la próxima temporada y ojalá la plaza de Vistalegre pueda organizar un ciclo o una temporada complementaria a la de la Monumental, ha demostrado capacidad de sobra para hacer este muy buen San Isidro.
Un San Isidro que será recordado por todo lo bueno que hemos visto, todos los días, ni uno ha sido aburrido, cada tarde se han destacado muchas cosas, toros, faenas, puyazos, banderillas, estocadas, todos los días han sido buenos, los once, sin excepción, algo que siempre recordaremos y que debe hacernos reflexionar sobre el metraje mejor para futuras temporadas. A lo mejor las 34 tardes de los últimos celebrados es un empacho innecesario, un indigestión contraproducente. 
Si hay algo que ha marcado este San Isidro han sido los toros. Bueno, siempre debe ser así ya que el toro es el centro, el actor principal sin el que la Fiesta no existiría. Pero es que este San Isidro será recordado por algo que día tras día he repetido, la edad de los toros, el San Isidro de los cinqueños. La tarde de hoy no ha sido una excepción, los seis de Adolfo Martín para Juan del Álamo, Román y José Garrido eran cinqueños, un par de ellos largos, cerca de los seis años. Una corrida, como ha sido la nota durante toda la feria, magnífica de presentación, en tipo, los seis eran Alabaserradas los miraras por donde los miraras, buenas hechuras, toros con mucha plaza, de una seriedad imponente, astifinos, ofensivos, abriendo la cara y apuntando al cielo, unos veletos, otros vueltos de pitón, los cinco primeros fuertemente ovacionados de salida, solo el sexto no ha tenido ese honor, quizás porque era más largo y tenía menos volumen de caja, pero con mucha seriedad y trapío. Basta con ver las fotos de los seis lidiados que traigo a portada, asustan. Del comportamiento, ¿qué les voy a decir?, lo esperado cuando vas a ver los Adolfos. El otro día hablaba, refiriéndome a Morante, que cuando vas a verle torear ya sabes que en un toro pone la plaza patas abajo con un toreo glorioso y en el siguiente se lleva la mayor bronca del mundo porque no engaña a nadie y si no vale no anda con rodeos ni tonterías. Lo mismo digo de los toros de Adolfo Martín, cuando vas a ver una corrida suya ya sabes el comportamiento que van a tener con muchas probabilidades de acertar el pleno. La de esta tarde no ha sido una excepción y ha salido como esperaba. Toros con sentido, si encima son cinqueños ya ni les cuento, no es desarrollen sentido, es que saben más que latín, toros duros, complicados, que se revuelven en un palmo y reponen, que saben lo que dejan detrás, toros con peligro, sordo o evidente, toros cuya emoción reside en que te tienen con el corazón en un puño, toros de uy tras uy, sobresalto tras sobresalto. Cierto que cuando humillan y tienen recorrido son para volverse locos, como aquel Madroñito al que El Cid indultó en Santander el año 2016 en la Feria de Santiago. Pero aquel fue en 2016, y ya ha pasado mucho. Esta tarde no ha sido una excepción y el comportamiento de los seis ha seguido al pie de la letra el guión que he descrito, poco recorrido y mucho peligro, y quien hoy haya ido a Vistalegre no ha podido sorprenderse de ello. 
Y para vencer todas las complicaciones que presentan estos toros hay que tener mucha firmeza y mucho valor, como lo ha tenido la terna de esta tarde. Todos han sido peligrosos y los tres matadores han estado, a mi entender, muy por encima de los Adolfos, pero si ha habido un lote que ha sido especialmente duro ha sido el de Román. El que hacía segundo no es que fuera peligroso, es que, como decía el grupo La Frontera en su canción Judas el Miserable, era un auténtico cabrón. Una alimaña desde que saltó a la arena, metiendo la cara al inicio del lance pero sin acabar de pasar, quedándose debajo para revolverse y soltar la cara con violencia. Y así ha llegado a la muleta, tardo, mirando y midiendo, embistiendo hacia dentro, muy corto de recorrido, rebañando en busca de lo que dejaba atrás con derrotes bruscos. Muy firme, decidido y valiente el valenciano presentándole la muleta, tratando de llevarlo templado, perdiendo pasos no ya para intentar quedarse colocado sino pasa salvar los muslos. Mismo patrón por ambos pitones, quizás más acusado si cabe por el izquierdo llegando a levantarle por la pala en uno de los naturales que trataba de instrumentar. Mucha verdad de Román poniéndose cruzado, dándole el pecho, arrancándole los muletazos de uno en uno, mucha exposición porque a la mínima podía engancharle en uno de los tornillazos al revolverse y mucha decisión porque en ningún momento le perdió la cara para acabar pudiéndole con la mano baja e imponerse en le final de faena, que ha sido de uy en uy, de ay en ay. Repito, se la ha jugado de verda y con verdad, a cara de perro, sin esconder nada, máxima entrega y compromiso. Lástima del mal manejo de la espada porque hubiera cortado una merecida oreja. El quinto por lo menos le ha permitido a Román pegarle unas verónicas flexionando la rodilla para someterle por abajo que han tenido ritmo y más recorrido, bonito saludo. A la muleta ha llegado con la cara alta, corto  recorrido, pasa y una vez y se para, también mira y mide. Quizás no haya tenido la brusquedad y el peligro tan evidente del segundo, pero el comportamiento ha sido similar y el riesgo más sordo pero presente en cada muletazo. La respuesta del valenciano la misma, firmeza y valor, muy asentado para sacar derechazos y naturales de mucho mérito de uno en uno, teniéndose que cruzar y colocar en cada uno, perdiendo pasos. Sensacional Román, otra vez con mucha verdad, trazando muletazos  con empaque, pero falta el ritmo, la continuidad, la ligazón. Aquí la emoción está en la exposición y decisión de Román, muy sincero, muy superior, tragando lo indecible. Personalmente me gusta más la emoción del toreo templado, profundo, de mano baja y trazo largo, pero respeto este toreo de valentía y arrojo, de lucha titánica y el peligro y la sangre rondando por el ruedo constantemente. Son, simplemente, diferentes y hay que ver todo tipo de toros y toreo para apreciar la grandeza de nuestra Fiesta. De nuevo la espada emborrona su heroica actuación, pero las dos ovaciones atronadoras que se ha llevado compensan el esfuerzo enorme que ha hecho para dominar a esos toros.
Importante faena de Juan del Álamo al primero, en la que ha sacado a relucir su arsenal de técnica y conocimiento. De inicio se lo lleva a los medios andándole por bajo, tratando de someterle, el toro se desplaza bien pero le cuesta salir  de la muleta al final del muletazo. Series por el pitón derecho con muy buen sentido de la distancia, perfecta colocación, adelantando la muleta, perdiendo pasos para poder ligar las series, con la mano baja y mucho temple, pero el toro se queda a mitad de viaje y repone. Cada vez se acentúa más el corto recorrido del Adolfo, revolviéndose y reponiendo en cada muletazo, especialmente por el pitón izquierdo, muy corto y peligroso, viniéndose por dentro y soltando la cara. Firmeza, buen hacer y valor de Juan del Álamo que ha firmado una faena de importancia que le ha valido una vuelta al ruedo de peso. Con el cuarto he visto algo que, sinceramente, me ha parecido vergonzoso. Un toro que ha salido con movilidad, recorrido y humillando en un magnífico saludo a la verónica del salmantino, temple y ritmo, ganando pasos para rematar con una media buenísima. Pelea con celo en el caballo, la cara abajo, empujando con los riñones, sensacional puyazo de Angel Rivas. Lo prueba del Álamo al salir del peto a la verónica, acompasadas, otra media con gusto, y pide el cambio de tercio, lo que autoriza el presidente y suenan los clarines y timbales anunciándolo. Y de repente un sector se pone a protestar la decisión del matador y pide que vuelva a entra al caballo. Sí, hoy estaban los "toristas", entre los que curiosamente se encontraban los mismos a los  que otros días todo les parecía mal con la figuras. El caso es que Juan del Álamo se ha visto coaccionado porque la bronca iba a más y ha accedido al capricho de los señoritos, con el tercio ya cambiado. ¿Qué ha ocurrido?. Pues que ha habido que darle un montón de capotazos para volver a colocarlo en el caballo, porque además lo querían en largo, casi en la boca de riego, y el Adolfo, claro, que no iba, anda que no sabía ya lo que había, y otro capotazo, y más tiempo, hasta que por fin se ha arrancado y se le ha dado un puyazo simbólico, sólo señalado, pero los señoritos se han quedado contentos, se han salido con la suya, y han impuesto su "sabio" criterio. ¡Cuantas tardes hemos tenido que soportar sus caprichos, sus fobias y filias en Las Ventas!. La única sabiduría que nos han mostrado es la de como cargarse a un buen toro por la gracia que han hecho con su bronca ya que el toro ha cambiado radicalmente y en la muleta no ha tenido ni un pase, no ya corto recorrido, es que no ha pasado, sentido más que desarrollado, soltando la cara a diestro y siniestro, derrotes con sumo peligro. Con su inmensa "sabiduría" se han cargado al toro y de paso le han jodido a Juan del Álamo que me imagino que si había pedido el cambio de tercio era porque veía que estaba picado y tenía condiciones demostradas para cuajar una buena faena. Además estábamos en una plaza de segunda, un puyazo es reglamentario, debieran saberlo estos que son tan formados. Eso es lo único que nos han enseñado los "sabios toristas", cargarse un toro. Y me queda una duda, no sé si es reglamentario que una vez cambiado el tercio el toro vuelva al caballo, lo desconozco. Si es así me parece algo muy grave lo que ha ocurrido en este quinto y el presidente tenía que haber desautorizado la marcha atrás. Otra cosa se llama cobardía, además de ilegalidad o falta. Señores, que quien sabe de esto son los toreros, que está ahí abajo jugándose la vida, que los que estamos arriba cómodamente sentados en el tendido no tenemos ni idea, hay que hacerles caso a ellos y no a los "sabios" ignorantes, como se ha demostrado esta tarde.
Al que le doy mucho mérito a lo que ha hecho hoy en Vistalegre es a José Garrido, un torero que engancha los toros alante y los lleva toreados en largo y con mucho mando, que hoy ha tenido que luchar a contraestilo. Ha demostrado enorme valor y también, como sus compañeros de terna, mucha firmeza. Dos toros con el comportamiento ya comentado de sus hermanos, no voy a ser repetitivo, que no permitían nada y ante los que el extremeño no se ha arrugado. En todo momento ha intentado llevarlos en largo, pero ambos se quedaban a medio pase y reponían. Faena una vez más de muletazos sueltos perdiendo pasos. Repito, le doy mucho valor a la actitud y compromiso de Garrido que, como sus compañeros, ha estado muy por encima de su lote.
Y así digo adiós a este San Isidro atípico pero intenso en le que he vivido y sentido muchas emociones, la más grande de todas volver a sentarme en un tendido y ver toros en vivo, ¡que maravilla!, ¡vuelve la vida!.

Antonio Vallejo


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