Plaza llena, otra más de "no hay billetes", ambiente de las grandes ocasiones, todo al amparo de los toros de Victorino Martín , reclamo más que suficiente por sí mismos en esta plaza, en la que tantas tardes de emoción y triunfos han dado a los aficionados. Este año aún más si cabe. Sobrevuela la memoria del aficionado el nombre de "Cobradiezmos", el toro que hizo historia aquel miércoles de Feria de Abril sevillana al ser indultado. Estoy seguro que hace unos días, allá en su campo cacereño de Las Tiesas, vio embarcar a en el camión a sus seis hermanos rumbo a Madrid. A buen seguro que les dijo: "Tomad el capote con alegría, empujad en el caballo, apretad mucho, meted la cara abajo, humillad sin miedo, seguid la muleta con codicia, no os canséis de repetir y llenaos el morro de la arena venteña como yo hice con el albero sevillano. De esa manera nos veremos de nuevo por aquí en unos días". Pero Cobradiezmos solo hay uno y sus hermanos, o no le entendieron o no supieron seguir sus consejos. Seis toros de Victorino Martín, para mi modo de entender correctos de presentación, con hechuras en correspondencia a lo que se espera de este encaste Albaserrada, todos en tipo. Los seis cárdenos, peso y volumen típico, no son toros grandes de caja, que nadie espere bisontes en este encaste, una media de 520 Kg, pero con unos pitones marca de la casa, tendiendo a veletos, engatillados, astifinos es poco, puntas afiladísimas, auténticas lanzas capaces de atravesar la frágil anatomía del hombre. Y comportamiento también acorde a lo que se espera de los Albaserrada. Con genio, con peligro, revolviéndose, echando la cara arriba, midiendo y buscando, pero deslucidos en general, escasos de raza, alguno manso claro, una alimaña el primero, inlidiable, con corto recorrido en la muleta en general, exceptuando el tercero, un toro encastado y muy exigente y el quinto, enrazado y con movilidad. Ha sido precisamente durante la lidia de estos dos toros en los que hemos visto los mejores pasajes de la tarde. Tarde, por cierto, en la que al finalizar el paseíllo se ha guardado un minuto de silencio por la muerte en Guadalajara (México) del genial torero azteca Rodolfo Rodríguez "El Pana". El último romántico del toreo como muchos le califican, un personaje peculiar, excéntrico, que a largo de su vida y su carrera ha atravesado todo tipo de caminos, los del cielo, el triunfo y la gloria hasta los del infierno del alcohol, la cárcel y las penurias económicas. Un tipo idolatrado en México, una leyenda que finalmente falleció en la tarde del jueves, a las cinco de la tarde hora mexicana. Precisamente esa tenía que ser la hora, la de las cinco de la tarde, tan cargada de simbología torera, la de Lorca, no podía haber sido otra, torero hasta en la muerte. Descanse en paz El Pana.
Bien ha toreado Manuel Jesús El Cid al tercero. Ya desde el saludo de capa parecía que El Cid iba a reeditar alguna de sus buenas faenas en esta misma plaza ante animales de este mismo hierro. Verónicas templadas, con gusto, ganando pasos, llevándolo hacia las afueras, buena la media y revolera de remate. Ovación para el de Salteras. Buen comportamiento del victoriano en el caballo, arrancándose en largo, agarra dos magníficos puyazos Juan Bernal, delantero el primero, algo más retrasado pero también bueno el segundo, bien en el castigo, bien administrado, sin barrenar ni quedarse corto señalando sin más. Lógica y merecida ovación para el picador, que se ha prolongado durante su recorrido por el callejón camino de patio de cuadrillas, con los tendidos puestos en pie a su paso. Salvo que mañana domingo, en la miurada, alguno de los varilargueros lo supere, creo que el premio al mejor puyazo tiene dueño. Desde mi localidad no lo apreciaba con claridad pero creo que brindó el toro a Victorino Martín padre, sentado ayer en el bajo del 9. Bonito detalle del sevillano. Magnífico el toreo de El Cid por ambos pitones, templado y bajando la mano, muletazos reunidos y con largura, en una serie coreada con olés. Olés que se reprodujeron en dos series por el pitón izquierdo, bellísimas, naturales largos, hondos, con mucho empaque, el toro metiendo la cara en le vuelo de la muleta, el torero corriendo la mano baja. La pena es que el animal duró lo que duró, esas tres tandas, y a partir de ahí se vino abajo y la faena fue difuminándose. ¡Ay si Garrochista hubiera hecho caso de los consejos de Cobradiezmos!, porque clase y casta tenía, pero se cansó pronto. Una estocada baja desluce el final, pese a lo cual recoge desde el tercio una generosa ovación.
El otro toro en el que vimos cosas interesantes fue el quinto, "Alevín", un toro con movilidad, encastado y con cierta bravura. Serio animal, abierto de pitones, veleto, muy en tipo Albaserrada. Humilla en el capote de Miguel Abellán que lo lleva hacia los medios lidiándolo por bajo, andándole hacia atrás, para ligar una verónicas con mucho gusto, aplaudidas. Se emplea más en la segunda vara, empuja, mete los riñones, buen pelea de bravo. Como también buena es la actuación de Miguel Martín en banderillas, dos soberbios pares, reuniendo y clavando a la perfección. En la muleta es donde Miguel Abellán nos ha dejado el sabor de su toreo reposado, el que le da la madurez de sus 18 años de alternativa, etapa de auténtica dulzura la que atraviesa el madrileño desde hace varias temporadas, disfrutando de los toros y haciéndonos disfrutar con ello. Extraordinario toreo en redondo de Abellán, templadísimo, ligando los muletazos, largos, poniéndole la muleta en la cara al victorino, sin quitársela, en tres tandas con profundidad, de mucho valor y belleza. Por el izquierdo también raya la perfección en naturales hondos, templados y largos, si bien la continuidad de la faena no es la misma por ese lado. El toro no repite igual, los naturales surgen sueltos pero son de una extraordinaria belleza. De todas formas, el madrileño ha estado magnífico, toreando para él y para todos, los olés repetidos así lo demostraban. Tan solo la mala fortuna a la hora de matar ha restado a Abellán haber paseado una oreja por el anillo de Las Ventas en reconocimiento a su toreo toda la tarde. Porque en el segundo, un animal con mucho peligro, una alimaña de las que este encaste nos tiene acostumbrado a echar, estuvo Miguel como un jabato. Toro con peligro sordo, que muchos no han visto, que medía y cortaba, se fijaba en el torero y poco en el trapo, malas intenciones en su instinto asesino. Muy firme y valiente Abellán, tragando y aguantando parones y miradas del victorino, hasta lograr meterlo en la muleta a base de técnica y mando. Se la ha jugado de verdad en este toro sin que se le haya reconocido como se merecía por la exposición y la verdad que ha mostrado. Y es que hoy había muchos de los que no son precisamente habituales en los tendidos, al menos en el mío.
Precisamente esos no habituales, dejándose llevar por el vociferio organizado por el sector "sabio", han tenido una actitud más que censurable al finalizar el primer toro. Primer toro que, desde salida, ha demostrado ser manso, una alimaña, no un toro bravo. Desde la primera verónica de José Ignacio Uceda Leal se colaba, buscando al torero, por ambos pitones, sin humillar. En el caballo cabecea de fea manera, sin meter la cara, defendiéndose, mansea. Pánico en banderillas, corta y va a por los peones, que bastante hacen con colocar los palos y salir ilesos. A ver, no llega a ser lo del Saltillo del pasado martes pero por ahí se anda. Con estos antecedentes el comportamiento en la muleta no varia un ápice. Absolutamente intoreable. El de Usera le pega unos machetazos por bajo y toma inmediatamente la espada para matar. La bronca es monumental. Y para mi ha estado excelente. Vale, podía haberle pegado tres machetazos más, ¿para qué?. Podía incluso haber estado cinco minutos dando trapazos por bajo, ¿para qué?, ¿para acabar herido o dejarse matar?, ¿es sangre lo que quieren, un circo romano?. ¡Ah, para justificarse!.¿Justificarse, de qué?. Un torero como Uceda Leal no tiene que justificar ya nada en Madrid. Muchas veces le hemos visto torear y sabemos de su arte. Ante una alimaña como la de ayer no necesita justificarse, ante una alimaña como la de ayer lo mejor es pasaportarla rápido y dejarse de falsas e inútiles exposiciones. Y me temo que si hubiera estado varios minutos dando machetazos, los mismos que le han abroncado por matar rápido lo hubieran hecho por "prolongar" la faena. El sector "sabio" encendió la mecha que rápidamente prendió en gran parte del público, curiosamente gente que no es la habitual de cada día, vamos, que los que más protestaban a mi alrededor y más barbaridades decían eran los que hoy asomaban por primera vez en esta feria. Muy curioso, debe ser que tampoco han visto mucho a Uceda. Pero aunque yo opine que Uceda ha hecho lo correcto y la bronca monumental ha sido injustificada a mi modo de ver (y por cierto, el de la grandísima mayoría de la crítica y la prensa que he leído), es respetable, tanto derecho tiene un aficionado para silbar y gritar como para aplaudir. Lo que no tolero, así lo comentamos en ese momento mi amiga Carmen y yo, es que se aplaudiera por parte de algunos, afortunadamente minoría, al toro en el arrastre. Cuando eso ocurrió me rebelé con los de mi alrededor, aquellos a los que no había visto ni un día por el tendido, y les dije que no se puede aplaudir a ese toro. Su respuesta fue suficiente para que ellos solos se calificaran: "Es para joder al torero", y lo cito textualmente, con sus palabras. Les replico que eso no es ser aficionado y que hay que respetar a quien se juega la vida. Oye, mano de santo, a partir de ahí más suaves que la seda, no hay nada como decirle a la cara las cosas al que se esconde en la masa vociferante, mansea y recula en tablas. Pues bien, si alguien va a los toros con ese ánimo, mejor que se quede en casa y calme sus frustraciones de otra manera. Eso no puede calificarse nunca como aficionado, es público que lo mismo vino ayer a Las Ventas que hoy tira una botella a la cancha del Palacio de los Deportes si el árbitro pita una personal que no le gusta en el partido del Madrid de esta noche. Impresentable reacción la de aplaudir al toro en el arrastre. La bronca, por supuesto, es respetable, aunque no la comparta, quizás por ser Uceda uno de los toreros por los que tengo mucha preferencia y debilidad, por su gusto, su porte y si torería, pero lo otro no es respetable. Aún hay más, es que la cosa no ha acabado ahí. Durante la lidia del tercero se disponía José Ignacio ha hacer el turno de quite que reglamentariamente le corresponde. Pitada impresionante y de nuevo injustificada, negándole el derecho que tiene a ello. Y esa pitada ha nacido en el siete, arrastrando a muchos "sincriterio". Penosa actitud, falta total de conocimiento de lo que es el reglamento, la lidia y el toreo, por muy "sabios" que se consideren. Mal, muy mal nos va a ir así si queremos sacar adelante la Fiesta y defendernos de los ataques de la izquierda podemita chekista y totalitaria desfrazada de antitaurinismo animalista.
Y de esta manera, a las nueve en punto de la aún tarde, salíamos de Las Ventas en la que ha sido la corrida más rápida de este San Isidro 2016, lo cual no está nada mal, porque a algunos nos dio tiempo de ir a tomar una cervecita en compañía de unos buenos aficionados y mejores amigos, sin prisas ni agobios, antes de ir a cenar y disfrutar de una preciosa noche primaveral madrileña con otros grandes amigos que, con buen criterio, habían reservado mesa para las diez y media, "por si se alargaban los toros". Se lo pregunté y me han asegurado que ellos no montaron la bronca para que Uceda prolongara el trasteo y saliéramos más tarde de la plaza. Je,je,je.
Antonio Vallejo
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