jueves, 2 de junio de 2016
Extraordinaria de Beneficencia: Antología de Manzanares, enorme López Simón. ¡Viva el toreo!
Antología del toreo en el capote, la muleta y la espada de José María Manzanares. Desde la primera verónica hasta el estoconazo recibiendo, una sublime obra de arte, la excelencia del toreo, la faena perfecta ante un bravo y sensacional toro de Victoriano del Río, procedencia Juan Pedro Domecq, corrido en quinto lugar, un toro de vuelta al ruedo que incomprensiblemente no le ha sido concedida. ¿Este toro no les gusta a los toristas? ¿no es este el toro que los aficionados de verdad queremos?. Pero hoy no hay sitio para la polémica ni para sacar los colores a los cuatro de cada día que ya han demostrado que, salvo vociferar y decir barbaridades, no tienen ni idea de esto. Lo de hoy ha sido muy grande. Bastante ración han tenido hoy para callarse, se han ido con la cabeza gacha y las orejas plegadas ante la antología del toreo que ha recitado uno de sus "odiados", el maestro José María Manzanares. Dos orejas que para mi debieron ir acompañada del rabo. Y me explico. La faena ha sido, por sí sola, de dos orejas. Previamente ha toreado de capa con una verónicas sublimes, lentísimas, cadenciosas, de una belleza descomunal, con compás, acompañadas con el cuerpo, ganándole terreno, y una media de remate de cartel, extraordinaria, con una clase descomunal. El quite por chicuelinas lo ha tenido todo, ceñidísimas, a manos bajas, bajísimas, enorme plasticidad, y otra media de época. Y con la muleta ha compuesto una sinfonía del toreo descomunal. Por un pitón y por el otro, los redondos se sucedían templados, ligados, la mano siempre baja, la figura compuesta, sin postreros ni exageraciones, todo natural y elegante, como es el maestro. Redondos profundos coreados con rotundos olés, pase de pecho eternos, de pitón a rabo, auténtico canto a la belleza. y por el pitón izquierdo, ¡Ay por el pitón izquierdo!. Naturales de ensueño, temple en estado puro, ligazón, siempre cargando la suerte, ligados uno a otro sin solución de continuidad. El vuelo de la muleta era una vaporosa seda que hipnotizaba la brava y sensacional embestida de "Dalia", así se llamaba el extraordinario toro de Victoriano del Río. Cambios de mano, más redondos, más naturales, un atracón de toreo infinito, en cada pase se detenía el tiempo, trincherazos de suprema belleza, cambios de mano inmensos. La emoción máxima en los tendidos, los olés retumbaban a cada muletazo, las manos rotas a aplaudir. Es imposible explicar lo que he sentido, es imposible transmitir la emoción que aún siento recordando ahora lo que José María Manzanares ha dejado plasmado en sangre de toro y oro sobre la arena de Las Ventas. Su padre, viéndole torear desde allá arriba, se habrá sentido orgulloso de él, ¡olé, maestro!. Repito, hasta aquí todo perfecto, sublime, antológico, de principio a fin, de pitón a rabo, como los pases de pecho de ensueño con los que ha rematado sus series por ambos pitones. Silencio máximo cuando, en la primera raya del 1, en la suerte contraria ¡ha colocado un estoconazo recibiendo, hasta la bola, en todo lo alto, que hace rodar al de Victoriano sin puntilla!. Creo que es la estocada de la feria, seguro. A partir de ahí un mar de pañuelos, cae la primera, cae la segunda y se pide el rabo, yo lo he hecho, sin dudarlo, para mía lo merecía. Y lo explico con una sencilla ecuación:
Toreo de capote y muleta de dos orejas + estocada por sí solo de oreja = Dos orejas y rabo.
Y el reglamento dice que el rabo se concede cuando el torero está perfecto en los tres tercios, ¿queda alguna duda?. Para mi ninguna.
Dos orejas de antología, dos orejas históricas, dos orejas que pasarán años y seguirán vivas en nuestra memoria. ¡Ole, ole y ole, que grande es el toreo!. La obra maestra compuesta por Manzanares ha hecho que salgamos radiantes de la plaza de toros, dando pases al aire, contando a todo el mundo lo que habíamos visto, con orgullo de la grandeza de nuestra Fiesta. ¡Gracias, maestro!.
Pero no solo ha sido Manzanares el único en abrir la Puerta Grande. Alberto López Simón, al que ya muchos querían enterrar, ha demostrado una vez más su categoría, su valor y su enorme torería. Ha sido en el tercero de la tarde, "Campirito", al que ha toreado a la verónica con enorme gusto y calidad rematada con una media bellísima. El toro va suelto pero se mueve, no se emplea en el caballo pero sigue demostrando movilidad en banderillas, cortando y poniendo en complicaciones a Vicente Osuna y Jesús Arruga. En los estatuarios iniciales el toro va con movilidad, repite pero se va suelto. Se va el madrileño López Simón a fijarlo en los medios ¡y vaya como lo fija!. Con la mano diestra compone unas series en redondo sensacionales, templadas, conduciendo larga la embestida de toro, con la mano baja, ligadas, además de la emoción que el toro transmitía, un toro exigente, que tenía un punto d peligro nada despreciable. Olés sentidos en los tendidos, faena de mando y poder de López Simón, firme y valiente. Hasta cuatro series de enorme clase ha compuesto por es pitón derecho, aguantando también los parones del de Victoriano, sin rectificar un milímetro, traga y al final le hace pasar embebido en la muleta. ¡Cómo está toreando el de Barajas! Mete los riñones, se enrosca al toro, todo relajado, toreo vertical, la mano baja, tremenda emoción y transmisión. Por el pitón izquierdo el toro tiende también a irse, pero López Simón le pone la muleta en la cara, le tapa la salida, lo recoge en el vuelo de las telas y saca unos naturales de auténtico lujo. Olés rotundos… y los cuatro de cada día protestando no sé qué. Pero como ya he dicho antes, al final las orejas gachas y la cabeza baja al ver el ridículo que cada día hacen. El final de faena rezuma gusto por los cuatro costados, tanda de derechazos en el tercio, en corto, ligadísimos los muletazos, muy bajos, templados, en un palmo de terreno, sin mover casi las zapatillas, rematado con un pase de pecho sensacional, de pitón a rabo, larguísimo, de máxima belleza. Extraordinario López Simón ante este exigente toro, con movilidad y emoción, no exento de riesgo. Culmina con una estocada entera arriba que hace doblar al animal. Dos orejas para mi justas y de ley, premio al valor y la torería del madrileño. ¿Que la espada ha quedado un palmo trasera? ¿Y qué?, ha matado recto y por derecho a la primera, volcándose encima del toro, tanto que le ha volteado por el vientre con la pala del pitón, menos mal, porque si le empitona le revienta. ¿Se puede pedir más?. Yo, al menos, no. Repito, dos orejas merecidísimas, aunque los amantes de la escuadra y el cartabón dictaminen que unos centímetros más adelante está el sitio perfecto. Imagínense quienes han protestado la segunda oreja. En efecto, los del siete. En fin, que donde no hay no se puede sacar.
Y aún ha podido cortar otra oreja al sexto, un toro incómodo, con la cara arriba, al que, teniendo ya las dos orejas de su primero ha ido a recibir a porta gayola, como si tuviera que ganarse aún el triunfo, al que a base de tesón y técnica ha sometido en la muleta, un toro con movilidad y transmisión pero que no ha acabado de entregarse. Muy firme de nuevo López Simón, pleno de entrega y compromiso, que bien pudo haber valido otra oreja, pero no hubo petición, a esas horas lo único que la gente quería era ver a los dos toreros saliendo a hombros por la Puerta Grande de Madrid.
Y no debemos olvidar que ha habido otro gran torero hoy sobre la arena de las Ventas, un torero que, aunque no haya tocado pelo, ha estado muy por encima de sus dos toros, demostrando que es una figura del toreo, que ha aplicado enormes dosis de técnica y de mando para llevar a sus dos oponentes, toros complicados, a los que les ha dado distancia, los ha llevado templados en la muleta, realmente bien y pulcro en sus dos faenas, con mucha clase y calidad, pero la embestida sosa de los animales ha restado emoción al trasteo. Y cuando los toros se le han apagado no ha dudado en acortar las distancias y meterse entre los pitones con verdad, sin dejarse impresionar por las constantes faltas de respeto y la protestas injustificadas de los que le tienen enfilado. Muy entregado el francés, sin suerte con la espada, ha escuchado una fuerte ovación al finalizar el cuarto sin querer salir a recibirla más allá del callejón. Y ha hecho bien, lo he entendido al escuchar con posterioridad a la corrida su declaraciones a los micrófonos de Canal Plus Toros, desencantado con el maltrato y la falta de reconocimiento que en sus cuatro tardes ha tenido que soportar de parte de los cuatro infames de todos los días. Pero su labor, su entrega, su profesionalidad y su enorme dignidad la hemos apreciado y valorado muchos.
Si ayer salimos de Las Ventas con un enfado monumental por la infame moruchada que tuvimos que soportar, hoy lo hacemos inflados de emoción, llenos de toreo del bueno, orgullosos de haber visto a tres grandes toreros, dos de los cuales han abierto la Puerta Grande y uno, José María Manzanares, ha compuesto una antología de la tauromaquia.
¡Qué bello es el toreo! ¡Qué grande es nuestra Fiesta!
Antonio Vallejo
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