domingo, 26 de junio de 2016

Paco Ureña: La grandeza de los valores del toreo


Era sábado 25 de junio, toros de Adolfo Martín para cerrar la exitosa tanto a nivel artístico como de público Feria de Hogueras de San Juan en Alicante, el cartel con dos nombres de los que no faltan en ninguna de la ferias que a largo de nuestra geografía nacional se desarrollan, dos  toreros con muchas tardes a sus espaldas, con sonados triunfos en plazas como Madrid o Sevilla, Manuel Escribano y Paco Ureña, y un torero de la tierra, Francisco José Palazón, que se vestía de luces por primera vez en esta temporada 2016 y que buscaba en la de ayer la tarde que lanzara su carrera. Corría el segundo de la tarde. Palazón lo recibe bien a la verónica, con gusto. No se emplea el de Adolfo en el caballo, pasa sin más por el tercio de banderillas. Toma la muleta el alicantino. No torea mal, incluso algunos muletazos por la derecha son largos y profundos, lo lleva bien, pero se le ven los defectos lógicos de quien no torea habitualmente, entre ellos no adelantar la muleta y llevarla a la cadera. Pero bueno, la faena tiene momentos de cierta emoción y calidad. Buen balance general para el alicantino, dando la cara y tratando de hacer las cosas bien. Llega la hora de matar, la suerte suprema, la que da y quita. Mal, mata mal Palazón, estocada tendida ineficaz. El toro no dobla, suena un aviso, los nervios afloran en el alicantino, a partir de ahí todo es una cascada de infortunios. No humilla el de Adolfo, descabella una y otra vez sin conseguir nada, pasan los segundos, pasan los  minutos y suena el fatídico tercer aviso. Toro al corral, los sueños de Palazón en su primera tarde vestido de luces se van al limbo, se le viene el  mundo encima, su cara es un poema, totalmente hundido el alicantino, lógico. A nadie, el primero a mi y seguro que a todos los aficionados, nos apena al máximo ver que a un torero le suenan los tres avisos, es algo de una dureza extrema. Pero la vida sigue y la corrida tiene que continuar. Salta a la arena el tercero de la tarde, cuya lidia y muerte corresponde al murciano Paco Ureña. El de Lorca está en un momento extraordinario, torea como los ángeles, entiende a los toros como pocos, como hizo ayer  con este de Adolfo Martín. Bien con el capote, magnífico con la  muleta, llevando al albaserrada metido en las telas, embebido en los vuelos, muletazos sueltos de muchos quilates aunque intermitentes por las condiciones del toro. Acabó metido entre los pitones con mucha exposición, valor y riesgo para matar de estocada entera que liquida al de Adolfo. Oreja para Ureña, merecida, sin duda.
Pero todo esto no tiene valor en sí, nada más que el valor de un trofeo. Lo grande, lo importante en este tercero de la tarde ha venido antes del inicio de la faena de muleta. El murciano toma  las telas, la espada simulada y su montera. Se dirige, como es preceptivo, a cumplimentar al palco. Lo que nadie esperaba es el camino que iba a tomar el lorqueño. Se encamina al burladero de cuadrillas y llama a Francisco José Palazón. Un toreo hundido tras escuchar tres avisos en el segundo de la tarde recibe el brindis de un hombre íntegro, un TORERO con mayúsculas, alguien lleno de humanidad y que lo hace con naturalidad, sin estridencias, sin gestos forzados. Emotivo abrazo, emocionantes palabras de Ureña hacia Palazón, palabras de ánimo, de consuelo, de compañero, de buena persona, en definitiva, de lo que es el toreo, de lo que son sus valores, de lo que estos hombres que cada tarde se juegan la vida delante de un toro aprenden desde muy jóvenes en las escuelas taurinas. El gesto de Ureña resume y representa lo que es este Arte y lo que son los toreros, valores supremos por encima de la rivalidad y la competencia. Ayer por la tarde el murciano Paco Ureña hizo grande  a la Fiesta, más allá de cortar orejas, demostrando al mundo cómo son estos hombres. ¡Bravo Ureña, TORERO!
Sería de tremenda injusticia pasar por la tarde de ayer en Alicante sin dedicar un apartado especial a Manuel Escribano. El caso del sevillano de Gerena es uno de los  muchos que hacen mítico este Arte que es la Tauromaquia. Llevaba años Escribano sin torear, la oportunidad llamó a su puerta en forma de sustitución hace dos años en la Feria de Abril de Sevilla para suplir la ausencia de Julián López "El Juli", herido unos días antes. La corrida nada más y nada menos que la de Miura, imaginénse la responsabilidad. Triunfo de Escribano con los miuras, a partir de ahí su carrera sale lanzada como un cohete, se convierte en fijo en todas las ferias. Triunfa en Alicante el pasado junio de 2015 ante otra corrida de Miura y alcanza la gloria suprema el miércoles de farolillos de la feria sevillana de este año al indultar al ya mítico "Cobradiezmos" de Victorino Martín. Ayer cortó dos orejas, una a cada uno de su lote, consiguiendo abrir de nuevo otra Puerta Grande. Pero no pudo salir a hombros, más bien hizo realidad esa tópica frase del toreo que dice algo así como que "o salgo por la puerta grande o por la de la enfermería". Y así ha sido. Es impresionante cómo entiende y cómo sabe sacar el sevillano todo lo que tienen dentro sus toros, así lo demostró ayer en Alicante, ¡cómo llevó a sus dos adolfos!, de los mejores de la tarde junto al tercero, dicho sea de paso. Animales nobles y con clase, que metían la cara y que le permitieron cuajar buenos muletazos. Mató de estocada entera algo trasera al primero, lo que le valió una oreja, y se volcó al entrar a matar al segundo de su lote, resultando gravemente cogido en el triángulo de Scarpa, región fatídica y que alarma nada más escucharla. Una vez más se dan la mano la gloria y el dolor en este noble Arte que es la Tauromaquia en la figura de Manuel Escribano. Estremecedora la imagen del diestro llevado en volandas hacia la enfermería mientras se desangraba. Una vez más las expertas manos de los doctores, entre los que gracias a Dios y al Angel de la Guarda de los toreros se encontraba un cirujano vascular, han obrado el milagro de salvar la vida a un torero. Eso y que ha ocurrido en una plaza como Alicante, dotada de medios más que suficientes para afrontar estas situaciones. No quiero pensar cuál hubiera sido la consecuencia de haber sucedido en otras plazas de las que pueblan nuestra querida España. Lo importante es que el sevillano Escribano está estable a estas horas del domingo, 24 horas después, a salvo, consciente ¡y preguntando ya a los médicos cuando podrá volver a torear!. 
Así son estos superhombres, que no saben lo que es rendirse, que vencen al dolor y a la adversidad a base de sacrificio y pundonor, como ya lo está haciendo Escribano, que saben estar siempre al lado de su compañero, que ante todo rebosan humanidad y sensibilidad,  que no conocen el egoísmo, como ayer demostró Paco Ureña, y que aunque el mundo se les venga encima al ver como el toro en el que había depositado todas su esperanzas y todos sus sueños se le va vivo a los corrales, sale a matar al segundo de su lote como si no hubiera pasado nada. Esa es la verdad de la Fiesta, la que la ha hecho grande, la que hará que nunca muera y que sobreviva a los ataques indiscriminados de la izquierda podemita totalitaria, revanchista y antiespañola. ¡Esa es la grandeza de los valores del toreo!

Antonio Vallejo

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