domingo, 24 de febrero de 2019

Emilio de Justo presenta credenciales en Vistalegre


Vino para quedarse. Lo de la pasada temporada no fue casualidad para Emilio de Justo. Atrás quedaron esos once años por plazas francesas buscando y ganándose un sitio que se le negaba en España. Corridas duras, sin perder la fe ni la esperanza, con paciencia y tesón, sin desaliento ante los fracasos y los malos momentos, y también cosechando éxitos que hacían sonar su nombre entre la afición, sabedor que algún día le llegaría su  momento. Y le llegó la pasada temporada, irrumpió con fuerza, demostró su valor y su clase, nos emocionó con su compromiso, con su firmeza, co su toreo puro y profundo y rubricó su conquista en el otoño madrileño al cortar dos orejas a su lote de Puerto de San Lorenzo. Puerta Grande en Madrid, Puerta Grande en Las Ventas, despidiendo a hombros una temporada rotunda. Así acabó 2018 y así ha empezado para el extremeño 2019, puerta grande en Madrid, puerta grande en Vistalegre, saludando a hombros una temporada que ya ha puesto muy cara con su triunfo de ayer en Carabanchel cortando dos orejas a un sensacional toro de Parladé.
Un corrida la de ayer que significaba la apertura de la temporada en la capital, una corrida sumamente atractiva y con mucho interés, un desafío ganadero con toros de Puerto de San Lorenzo, Victorino Martín y Parladé para Jesús Manuel "El Cid" y Emilio de Justo. Corrida, a modo de ver, excelente de presentación,con dos toros que sobresalieron por encima de los demás, el tercero de Victorino y el sexto de Parladé, dos toros de excelentes hechuras, ambos en tipo por lo que a encaste se refiere y de extraordinario juego ambos. Corrida en la que se dieron cita muchos rostros del mundo del toro y de otros ámbitos, entre los que hubo uno que se llevó prácticamente todas las miradas y todas las ovaciones, la admiración  y los gritos de ánimo, Santiago Abascal, líder de VOX, que acudió a uno de los palcos del callejón acompañado del maestro Morante de la Puebla. Me imagino que este año veremos a muchos maricomplejines de lo políticamente correcto que, tratando de arañar votos, empezarán a hacerse ver por las plazas de toros a rebufo de lo que hace VOX en defensa de la Tauromaquia. Pero claro, la copia nunca podrá igualar al original. Por cierto, El Cid brindó a Abascal el tercer toro, de Victorino Martín, el que ilustra esta entrada, bellísimo, impresionante trapío, y que a la postre fue premiado como mejor toro y por tanto ganador del desafío ganadero. Detalle revelador de lo que piensa y siente el mundo del toro.
Como decía al inicio, Emilio de Justo ha llegado y está para quedarse, tal como demostró ayer en Vistalegre. Fue una tarde redonda para el extremeño, un tarde que comenzaba como tenía que ser, con una atronadora ovación para El Cid ante la que será la temporada de su despedida de los ruedos y para Emilio de Justo en reconocimiento a su triunfal temporada 2018 en la que cautivó a la afición madrileña. De principio a fin demostró de Justo el torero que es, valiente, firme, puro, elegante y artista, todo en uno. Preciosas las verónicas genuflexas con las que recibió al segundo, recordando al gran Antonio Ordoñez, sublime el galleo por chicuelinas para llevar al toro al caballo y vibrante y lleno de emoción el quite por gaoneras, ceñidísimas, cortando la respiración. Embestía bien el de Puerto de San Lorenzo pero le faltaron las fuerzas en el último tercio, se paró pronto, medía y soltaba la cara a la defensiva. No se arrugó Emilio de Justo, firme, poderoso, echándole la muleta abajo, muy seguro, tirando del toro para robar algunos derechazos de mucho mérito, alargando el viaje, sin quitarle la franela, y la afición lo vio, y la afición lo reconoció, y la afición se emocionó con su valor, tanto que si no llega a fallar con la espada podría haber cortado una oreja. El cuarto era un cinqueño de Victorino muy abierto de cara, un tío, que desde salida demostró sus complicaciones, corto de recorrido y reponedor. Lo lidió con seguridad, el capote abajo, tratando de someterlo. El albarrada no concedía ni una y exigía el máximo, fiel a su sangre. Se la jugó de Justo a cara de perro ante este toro reservón y peligroso, que a mitad de viaje se revolvía como hacen estos toros, buscaba los tobillos o lo que fuera, pero no se arrugó el extremeño, firme y muy valeroso, tragando una enormidad, impasible, arriesgando tanto que se salvó de milagro tras un volteretón brutal, pero antes había sacado unos naturales hondos que parecían imposibles, poniendo en pie a los tendidos. De nuevo manejó mal los aceros pero se llevó una gran ovación en reconocimiento a su valor. Y saltó el sexto, de Parladé, un torazo, el más hondo de la corrida, bajo, cuajado, excelentes hechuras, bellísima estampa. Humilló en el capote, verónicas templadas y armoniosas, con suavidad y clase, repitiendo, con fijeza. Todas esa cualidades las mantuvo el Parladé en la muleta, clase, ritmo, nobleza, repetición y duración. Y Emilio de justo toreó como los ángeles, elegante y relajado, tandas en redondo profundas, con largura, la mano baja, el compás abierto, con naturalidad, acariciando con la tela la embestida del toro, que humillaba y se entregaba en cada muletazo. Los de pecho que remataron las tandas, antológicos, vertical, de pitón a rabo, rematando por el hombro contrario. Y los naturales, ¡qué manera de torear!, a pies juntos, citando de frente, dandole el pecho, con verdad, con hondura, la muleta barriendo la arena, y el Parladé humillaba con ritmo y clase. Faena de muchos quilates, toreo de empaque que puso a toda la plaza en pie, unanimidad ante un torero que debe estar en las grandes ferias, haya o no bombo. Esta vez la espada no le jugó una mala pasada. Un volapié extraordinario pasaportó al excelente toro de Parladé y las dos orejas incontestables fueron a manos de un Emilio de Justo feliz que abandonó Vistalegre a hombros de unos aficionados rendidos al valor y  la torería de un hombre que ha presentado sus credenciales con claridad.
Jesús Manuel "El Cid" afronta la que será su última temporada de luces. Un torero con una mano izquierda portentosa, con ella ha forjado gran parte de su leyenda, un torero al que he visto torear muchas veces en tardes en las que me ha emocionado, otras en las que me ha decepcionado, desconfiado y fuera de sitio, muchas en las que ha perdido los trofeos por el mal manejo de la espada, su gran punto negro, un gran torero, sin duda, pero que para mi siempre ah estado un pelón sobrevalorado y al que se le han pasado y "perdonado" cosas que a otros no se les concede. Aún le queda despedirse de Las Ventas, supongo que el bombo de Simón Casas lo permitirá, pero ayer dijo adiós a Vistalegre en una tarde en la que de nuevo, una vez más, la Tizona le privó de salir a hombros. Abanto de salida y sin fijeza el primero de Puerto de San Lorenzo. Lo paró muy bien El Cid con su capote, verónicas templadas, meciendo la embestida de un toro que mostró querencia desde el inicio, pero el saludo capotero rezumó temple, clase y elegancia levantando la segunda ovación de la tarde, la primera ya se la había llevado el sevillano al romperse el paseíllo. Bien estuvo El Cid con la muleta, a base de paciencia embarcó al de Puerto de San Lorenzo en los vuelos. Mostraba querencia y tendía a rematar hacia los adentros. Lo aprovechó El Cid en esos terrenos y surgieron un par de tandas en redondo de mucha calidad, por bajo, templadas, que junto a un par de naturales sueltos marca de la casa, con mucha hondura, fueron lo mejor de una faena a ese toro que, si bien humillaba, tendía a irse al final del muletazo, lo que restó ritmo y continuidad al trasteo. El tercero, de Victorino Martín, fue un grandísimo toro, bravo y enrazado, con todas las cualidades de su sangre, al que todo había que hacérselo bien y por bajo, porque de otra manera te tomaba la medida y ganaba la partida. Extraordinario Cid con el capote, sometiendo al toro, pudiéndole, demostrando quien llevaba el timón de mando, lección de conocimiento de lo que es este encaste. Brindó a Santiago Abascal y seguro que tanto este como Morante vivieron con pasión y emoción la gran faena que compuso el de Salteras. El de Victorino rompió a embestir con fijeza y humillación la muleta baja y poderosa que le puso El Cid, tandas en redondo largas, siempre por bajo, el hocico del toro oliendo la arena, perfectamente acoplado El Cid, toreo sublime, templado, profundo, elegante, y Vistalegre estalló en olés por la transmisión y emoción de la faena. Por el pitón izquierdo le costó más, algunos naturales fueron portentosos pero al conjunto le faltó cierta continuidad por un par de inoportunos desarmes, pero en todo momento estuvo Cid poderoso y dominador, entendiendo a la perfección las excelentes condiciones  del Victorino y pleno de entrega. Una estocada desprendida acabó con la vida de este toro que fue fuertemente ovacionado en el arrastre y al que, incomprensiblemente, el presidente negó la oreja tras una petición mucho más que mayoritaria. Lo de siempre, varios miles se emocionan y sueñan el toreo y un personaje con ganas de notoriedad echa todo por tierra, ¡que pena!. Pocas opciones le dio al de Salteras el quinto de Parladé , que salió con que tranco y metió bien la cara en el saludo capotero, torero y elegante en las verónicas El Cid, pero el toro se vino abajo en el último tercio, tan solo en la primera tanda en redondo hubo emoción por la movilidad del Parladé, pero ahí se le acabó la gasolina. Agarrado al suelo, tardo y reservón, defendiéndose, con la cara alta, sin entregarse, más no se guardó nada el sevillano, lo intentó, le puso la muleta, trató de llevarlo, pero el toro no colaboró, pasaba sin clase ni entrega alguna, faena que no pudo tomar vuelo en ningún momento. Pese a todo creo que El Cid anduvo solvente y muy por encima del parado animal. Y luego lo que tantas veces se ha dicho de él, que cuando torea bien mata mal y viceversa. Ayer tocó una sensacional estocada que hizo rodar al quinto de Parladé. ¡Ay si hubiese matado así al primero o tercero!.
Una muy buena tarde de toros, la primera de la temporada en la capital, en un precioso día primaveral madrileño, en una plaza confortable y agradable, a la cual se llega con comodidad en metro, o en moto como hice yo, incluso en coche, con un espléndido parking bajo ella, con un cartel de lujo y un resultado final realmente bueno, que tan solo tuvo un punto negro, un lunar muy preocupante. ¿Por qué tan solo hubo media entrada siendo generosos? No lo sé y no me lo explico. Lo que sí sé es que si por mucho que se haga para programar festejos de interés el público no responde, mala pinta tiene la cosa.

Antonio Vallejo

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