martes, 9 de julio de 2019

No hubo 4ª de San Fermín, sensatez bajo el diluvio


Este era el aspecto de la Monumental pamplonesa a la hora fijada para dar comienzo la cuarta del abono sanferminero, las seis y media de la tarde. Una imagen que vale por mil palabras, más propia de una piscina o un parque acuático que de una plaza de toros. No había parado de llover sobre la capital navarra durante todo el día, no se había colocado la lona para proteger el ruedo del intenso diluvio y las previsiones no eran precisamente optimistas. El público parapetado en sus localidades bajo la protección de los paraguas, enfundados en ponchos de mil colores, las luces encendidas por la oscuridad de la tarde, en definitiva, condiciones impropias para lidiar una corrida de toros. Pese a todos estos condicionantes la terna actuante en esta cuarta de San Fermín, Manuel Escribano, Rubén Pinar y Juan del Álamo decidieron dar una moratoria de 30 minutos esperando que dejara de diluviar y pudiera echarse la corrida de Cebada Gago. No solo no paró de llover, sino que lo hacía cada vez con más intensidad por lo que José María Marco, Presidente de la Comisión Taurina de la Casa de Misericordia, propietaria y responsable de la plaza, decidió dar por suspendido el festejo tras hablarlo con los matadores. Entiendo las ganas de los tres espadas por matar esa corrida en Pamplona, es lógico, es una de las tardes que tenían señaladas en el calendario como las más importantes, pero ante todo debe prevalecer la razón y la coherencia, en definitiva, la sensatez y hubiera sido una auténtica irresponsabilidad cualquier otra decisión. Primero, por la seguridad y las mínimas garantías para los toreros y sus cuadrillas, exponiéndose de manera absurda a una percance grave. Segundo, por respeto al público y a lo que debe ser una corrida de toros, algo artístico, bello y emocionante y ene las condiciones era imposible, sería degradar, mutilar diría yo, la esencia del toreo. Y tercero, quizás lo más importante, por respeto al toro bravo, una animal altivo y desafiante que mantiene toda su dignidad en el campo y en la plaza cuando pelea y vende cara su vida pero que en ese lamentable estado del ruedo quedaría ridiculizado, resbalando, cayendo al suelo, empapada su imponente estampa, perdiendo toda esa dignidad y respeto que se merece. No podía ser de otra manera y gracias a Dios se ha impuesto la sensatez de la lógica.
Así que nos quedaremos con las ganas de saber si los de Cebada Gago hubieran hecho honor a su leyenda o no. Si atendemos a la carrera de esta mañana de lunes no se puede decir que hayan sembrado el pánico como suele ser habitual con este hierro. Seis toros de una ofensividad brutal, con unas defensas descomunales, astifinos a más no poder, muy abiertos de cara, amplia cuna, que sin embargo han corrido reunidos tras los cabestros que han conducido el encierro desde los corrales de Santo Domingo hasta la plaza de toros. El comentario general ha sido que el encierro era limpio, no hicieron ni un gesto feo, los percances y heridos han sido más por culpa de los propios mozos al buscar su sitio para correr en la cara de los toros que por otra cosa, pero que ha sido un encierro decepcionante porque realmente han ido siempre delante de los cabestros, no de los cebadas. Salvo en el último tramo, tras recorrer Estafeta y llegar a la curva de Telefónica que la manada se ha abierto y separado algo más. Ahí sí se han podido ver algunas carreras buenas a cargo de mozos expertos. Pero una cosa es ver a los toros corriendo por la calle junto a los cabestros y otra muy distinta verle en la plaza, frente a frente al matador, ahí es donde toda su raza y bravura sale a la luz.
Así no hay mal que por bien no venga y esta suspensión me ha permitido comentar cosas que otros días se quedan en el tintero. Y como estamos en Pamplona y en San Fermín he tenido margen para poder  hablar del encierro de esta mañana, y también de los demás días, de lo que son y significan para la Fiesta. Digo esto porque esta mañana, tras la retransmisión en directo que cada día hace TVE a las ocho de la mañana, han entrevistado a un joven corredor de 24 años, Alberto Munero, quien, por lo que han dicho los comentaristas es hijo de un conocidísimo y reconocido corredor de encierros. Ha sido una conversación deliciosa, ha hablado y razonado con una sencillez tremenda cargando todas sus palabras de razón y argumento. Le preguntaban por el relevo generacional, como era su caso y si él creía que se estaba produciendo o si, por el contrario, la afición esta decreciendo. Lo ha dicho muy claro, que para nada era así, que él solo era uno de los muchos jóvenes pamploneses que viven el encierro y la afición a los toros, ambas cosas íntimamente ligadas y para él imposibles de separar, y que va a más. Da gusto escuchar a un joven hablar así, diciendo además que es parte de nuestra tradición española, algo que hoy en día cuesta escuchar en público porque es políticamente incorrecto. Y ha ido más allá. Ha dicho que le parece muy bien que venga mucha gente de fuera a los encierros, por supuesto, pero que correr delante de un toro es algo muy serio y que no todo el mundo debiera poder hacer, que debiera exigirse unos mínimos para poder entrar en el recorrido por respeto tanto a los mozos que saben de esto como al propio toro que luciría mucho más su estampa y su bravura. Comentaba algo muy lógico, si entra gente a cientos o miles, gente que no tiene ni idea de lo que es un toro y un encierro, lo único que hacen es entorpecer y poner en peligro a quienes conocen los entresijos del recorrido, los tramos y como hay que conducir a los toros, sin tocarlos, una manía que detestan quienes de verdad saben lo que es correr en Pamplona. Y ha ido un poco más allá, afirmando que le parece fatal que no se obligue a correr de blanco, por respeto a la tradición y que no entiende que la gente vaya con camisetas de equipos de fútbol, o de todos los colores menos blanco (en eso los madridistas tenemos ventaja). En resumen, que Alberto Munero, joven pero veterano en sus ideas, ha hecho una defensa de nuestras tradiciones con una espontaneidad maravillosa, algo que por desgracia nos extraña tanto en esta sociedad medio enferma que padecemos, basta con haber estado en Madrid este pasado fin de semana. Ojalá cunda el ejemplo y sus reflexiones lleven a los responsables de la organización a tomar medidas para regular el acceso al recorrido. Para empezar, el blanco obligatorio, como en Winbledon. 

Antonio Vallejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario