miércoles, 13 de octubre de 2021
Gloria torera de Marín, Morante eterno, ¡ay mi Morante!, valor sin límite y pundonor de López Simón, ¡viva el toreo!
lunes, 11 de octubre de 2021
Valor, compromiso, mando e importancia en Las Ventas
Apuramos los últimos sorbos de una Feria de Otoño que encara su recta final con una corrida de Santiago Domecq remendada con dos toros de la Ventana del Puerto que no respondió a lo que se esperaba de este hierro. Pero decepción no es sinónimo de tedio, no fue una tarde plomiza, para nada, tampoco fue triunfal, ni de lejos. Fue, en mi opinión, una tarde de muchos matices, en la que vimos muchas cosas buenas, y muy buenas, tanto por parte de la terna acartelada para matarla, Julián López "El Juli", Miguel Ángel Perera y Daniel Luque, como por parte de sus cuadrillas que nos brindaron una brega y unos tercios de banderillas extraordinarios, de una emoción, una verdad, una pureza y una torería superlativa. Pero por desgracia fue una tarde en la que tuvimos que asistir a un comportamiento lamentable por parte de ese sector de la plaza que, una vez más, no paró de molestar a destiempo y de una manera avergonzante a los que se la estaban jugando delante de unos toros que, si bien no tuvieron la presencia de otras veces - recordemos la de hace dos temporadas, imponente - nunca olvidemos lo que son, toros bravos que en un segundo, y ayer pudo ocurrir perfectamente, pueden herir e incluso matar al torero. Me parece intolerable lo que ocurrió en el quinto de la tarde, una vez más, cuando las verónicas de saludo de Perera a este toro fueron coreadas por ese minúsculo grupo con "miaus". Lo digo una vez más y claramente, lo de este sector minoritario de espectadores, me niego a llamarles aficionados, es penoso, con la actitud predeterminada con la que viene a la plaza siempre que se anuncian los nombres que todos sabemos. El otro día le tocó a Manzanares, ayer Juli era la diana principal de sus iras y Perera otro de los objetivos a abatir, sus fobias son claras, y no pararon de dar la nota toda la tarde enrareciendo el ambiente de manera insoportable. Miren, voy a comentarles tan solo un detalle que me parece muy significativo. Ayer fui acompañado por un buen amigo y aficionado, extremeño de nacimiento y malagueño de adopción, que estos días está en Madrid con su familia disfrutando de nuestra maravillosa ciudad. Lo pasó muy bien en los toros, disfrutó y sacó jugo de los muchos detalles y algo más que detalles que sucedieron en la tarde, pero al terminar la corrida me dijo que le había llamado mucho la atención el constante ambiente de crispación constante generada por "tan pocos". Sabía y había oído hablar de ellos pero no se imaginaba que en vivo fuera algo tan exagerado y desagradable. ¿Es esta la sensación que se llevan aficionados que vienen a Las Ventas desde otros puntos de España?. Mucho me temo que sí, y a este paso se van a cargar esta plaza. De verdad, no daba crédito al bochornoso espectáculo y le decepcionó ver a esta plaza sumida en lo chabacano.
Pero dejemos a un lado lo malo y vayamos a lo que realmente nos gusta a los aficionados, el toreo, lo que pasó en el ruedo y lo que nos emocionó y por instantes nos hizo vibrar. Y en este aspecto creo que hoy voy a empezar por la actuación de los toreros de plata, que se lo merecen por su extraordinaria actuación en la tarde de ayer. Lo de la cuadrilla de Perera fue apoteósico, en sus dos toros, portentosa la lidia y brega de Javier Ambel al segundo como Curro Javier al quinto y unos tercios de banderillas antológicos acompañados de Vicente Herrera, dejándose llegar a la cara, cuadrando y clavando de poder a poder, con pureza y verdad, saliendo del embroque andando con una torería suprema. En ambos toros tuvieron que responder montera en mano a unos tendidos puestos en pie que vibramos con su actuación. Como sensacional fue el tercer par que Álvaro Montes colocó al cuarto, en la misma cara dándole todas las ventajas al toro, o el segundo par de Zayas en el tercero de la tarde y el también extraordinario el tercio protagonizado por Juan Contreras y Alberto Zayas al que cerraba plaza, más emoción imposible, tres pares con los pitones en la mismísima barriga, arriesgadísimos, dejando los palitroques a la perfección para abandonar la cara del toro con torería y también tener que desmonterarse ante el clamor de todos. Y aunque es cierto que a alguno de los ejemplares lidiados no se les picó bien sí que hubo un tercio de varas extraordinario que fue el del sexto con J.M García "El Patilla" que dejó dos puyazos delanteros y arriba llenos de belleza y emoción, abandonado el ruedo en medio de otra gran ovación. Solo por estos tercios que disfrutamos ayer vale la pena pagar una entrada y sentir esa emoción, sin "miaus" ni otras tonterías.
Pero hubo más, a pesar de los intentos de los reventadores profesionales. Muy mala suerte tuvo Juli con su lote, deslucido y descompuesto el primero, sin fuerzas, sin emplearse, mínimo recorrido, la cara alta, vamos, que mantenerlo en pie fue un éxito. Tampoco es que mejorara mucho el cuarto, aunque al menos le permitió lancear a la verónica con gusto en el saludo de capa. Protestón en la muleta, soltando la cara, sin ritmo ni continuidad, un pase lo tomaba bien y hacía por meter la cara, al siguiente se quedaba a medio viaje y cortaba, poca clase, por lo que fue un auténtico milagro fruto de la técnica, el mando y la capacidad lidiadora de Juli una tanda que compuso por el pitón derecho de un trazo y una profundidad superior, posiblemente de los mejores si no los mejores derechazos de la tarde y que pasaron tristemente medio desapercibidos entre las constantes protestas contra cualquier cosa que haga el madrileño por parte de los de siempre. Fue despedido con palmas de reconocimiento que ya imaginan a quienes no les parecieron bien, ¡olé el respeto!.
Mejor fue el lote de Miguel Ángel Perera, con más calidad y clase aunque les fallaron las fuerzas y se apagaron pronto. Buenas fueron las verónicas al segundo, templadas y acompasadas, rematadas con una media llena de sabor, inédito con el capote ante el quinto, un toro que no se empleó en los primero tercios, y por encima de sus dos oponentes en la muleta. Posiblemente el segundo, de la Ventana del Puerto, fue el toro con más clase del encierro. Vibrante arranque faena en el centro del anillo, citando en largo, las zapatillas clavadas, dos cambiados por la espalda escalofriantes, estatuarios, uno de pecho y un cambio de mano soberbio. Magnífico prólogo para un toro con movilidad, repetición y que humillaba en las primeras series por el pitón derecho, poderosas, por bajo, ligadas en el sitio, mucho temple, ni un toque a las telas. Lo que no sé es lo que no les convenció a los que no pararon de recriminarle, pero así fue. Tampoco lo entendía mi buen amigo que estaba encantado viendo a su paisano extremeño, no daba crédito y se preguntaba por qué no se podía mantener el respeto y el silencio y esperar al momento de expresar aprobación o reprobación una vez pasaportado el toro. Eso para mi es una aficionado, sí señor. Por el izquierdo no tuvo ese comportamiento, le cuesta arrancarse, corta el viaje, se para y busca, aguanta parones y derrotes Perera, quietud y valor para acabar de imponerse con el mando que le caracteriza y robar algún natural con enjundia. Y ahí se acabó el toro, no dio para más, recurriendo el extremeño a las cercanías, vertical, estático, firme, entre los pitones, terrenos que maneja como si estuviera mirando un escaparate, sacando pases de mucho mérito. Una entera desprendida y una para mi merecida ovación con saludos cerraron su primer capítulo. El quinto fue uy protestado de salida y, como pueden imaginar, todo fue a la contra. Deslucido en el capote y sin emplearse en el caballo despertó en un lucido quite de Luque por ajustadas chicuelinas y una bonita larga cordobesa previo al extraordinario tercio de banderillas que les relataba a cargo de Ambel y Herrera y que duró un suspiro en la muleta, tan solo los estatuarios de inicio hilvanados con otro cambiado por la espalda y uno de desdén lleno de aromas en los que la inercia de su movilidad pusieron emoción al asunto y un par de series compactas en redondo, ligadas en el sitio y con trazo muy bajo, mandón el extremeño. No hubo más, por el izquierdo se venía, por dentro, peligroso, sin ritmo, por el derecho dejó de pasar y recurrió al toreo vertical entre los pitones marca de la casa, comprometido y valiente. Estoconazo arriba volcándose que fulminó al de Santiago Domecq en segundos para recoger otra ovación que, como no podía ser de otra manera fue protestada con los aspavientos de siempre por los de siempre.
Importante tarde la de Daniel Luque, valiente y comprometido, firme y decidido toda la tarde, fajándose con dos toros que no permitían el mínimo despiste, con mucho peligro y mucho que lidiar, toros a los que les costaba salir de los vuelos, que se quedaban debajo revolviéndose y soltando la cara con muy malas intenciones y a los que el sevillano no les perdió la cara ni un instante. Todos sabemos lo buen capotero que es el sevillano y también hemos visto la gran evolución que ha tenido con la muleta en las últimas temporadas, y todo eso lo confirmó y reafirmó ayer en Las Ventas. Buenas las verónicas de recibo al tercero - toro con clara querencia desde que saltó - temple y gusto, ganando pasos a un toro con brío y genio que apretaba y que llegó a la muleta con la cara alta y poco recorrido, viniéndose por dentro, reponiendo con peligro, buscando herir, sin clase alguna. Tragó lo intragable el de Gerena, firme y valiente, poniéndole la muleta, sin quitársela de la cara, muy tapado, tirando del astado para componer series en redondo de mucho mando y valor cargadas de emoción por el peligro claro. Por el izquierdo era aún más acusado el riesgo, se la jugó con mucha verdad, cada pase era un nudo en la garganta, enorme Luque sacando pases que parecían imposibles de la única manera posible a mi modo de ver, la muleta en la cadera para poder así alargar el escaso recorrido del de Domecq, siempre pendiente de la reposición y los hachazos que soltaba. Toda esa firmeza y verdad la rubricó con una estocada monumental tirándose recto en un volapié majestuoso. Oreja de ley y mucho valor. Ante el sexto dibujó un ramillete de verónicas de lujo, jugando los brazos con una gracia y una suavidad gloria pura, acompañando el viaje con la cintura, lances llenos de plasticidad, belleza y armonía, media de cartel, desvanecida, que llenó el aire de aromas de azahar maestrante, como el recorte a una mano con el que dejó colocado al toro en le primer puyazo, exquisito. De nuevo se la jugó a cara de perro en la muleta ante un toro que no embestía, nulo recorrido, con la cara alta, defendiéndose, brusco y bronco, una alimaña. Otra vez firme y valiente a más no poder el sevillano, todo lo puso y lo hizo él, se metió entre los pitones sin imposturas, poniéndole la muleta en la cara y bajando la mano para someter los arreones constantes, lucha sin tregua de la que salió victorioso. Inmenso el esfuerzo y el compromiso, yendo a más, robando muletazos imposibles, para cerrar el combate con unas manoletinas en las que se jugó la vida sin trampa ni cartón. Lástima que la espada no ayudara porque iba para otra oreja por la gran dimensión que demostró durante toda su actuación. Y reconozco que me hubiera encantado verle salir a hombros, no le hubiera puesto el mínimo pero, los de siempre seguro que sí.
No salió como esperaba esta tarde de domingo de otoño pero me reafirmó que cuando sobre la arena los toreros de oro y plata muestran el valor, el compromiso, el mando y la importancia que ayer hicieron gala Juli, Perera y Luque puedo salir contento por lo que vi, aunque en el corazón me quede el dolor de ese juicio acertado de un buen aficionado que disfrutó mucho de cuanto sucedió en el ruedo pero al que lo que por desgracia más le llamó la atención fue el ambiente tan enrarecido y crispado en el que unos pocos quieren envolver a esta querida plaza y que no se lo merece. Creo que merece la pena reflexionar sobre este problema cada día más insoportable. Gracias, amigo Agustín.
Antonio Vallejo
domingo, 10 de octubre de 2021
Ureña al natural y un señorial Manzanares, el sentido de la emoción
viernes, 8 de octubre de 2021
Ferrera en Ferrera, los Adolfos en Adolfos, el show final y mi ojo
domingo, 3 de octubre de 2021
Emilio de Justo, dueño y señor de Madrid
sábado, 2 de octubre de 2021
No se les puede hacer ésto
lunes, 27 de septiembre de 2021
Feria de Otoño, lo importante es volver
miércoles, 18 de agosto de 2021
La imbecilidad humana no tiene límites...pero sí nombre
domingo, 8 de agosto de 2021
Si Morante no hubiera existido tendríamos que habérnoslo inventado
Único, irrepetible, tocado por la varita mágica del toreo, un genio, duende y embrujo, así es Morante, figura inigualable, por encima de las leyes del tiempo, maestro de época, de todas las épocas, a las que cada tarde nos transporta en su capote y su muleta con suertes rescatadas de siglos pasados, torero para la historia y la eternidad. Podríamos decir nombres míticos de cualquier época , podríamos incluso intentar compararle con maestros más o menos lejanos en el tiempo, pero el intento sería vano, jamás encontraríamos otro igual.
Sí, todo eso es Morante, imprevisible, sin guiones escritos ni tauromaquias teledirigidas por normas y leyes, sin las rigideces de ese falso purismo preocupado por medir hasta el milímetro con escuadra y cartabón una supuesta perfección, en las antípodas de lo cartesiano, poesía pura, no un manual predeterminado, en el que todo surge desde la imaginación y el sentimiento para transformarlo en emoción y pasión, en arte, en definitiva, el TOREO. Pero sería muy injusto y superficial si me quedara ahí y obviara que Morante es mucho más que todo eso. Morante encierra un conocimiento del toro y los terrenos magistral, solo así es posible llegar a torear como él lo hace. Morante demuestra un compromiso y un valor fuera de toda duda, a pesar de lo que digan por ahí, tanto dentro como fuera de la plaza. Solo así es posible una encerrona como la de ayer en El Puerto de Santa María ante seis toros de Prieto de la Cal, algo que ningún otro estaría dispuesto a hacer, porque Morante los tiene muy bien puestos, en la plaza frente al toro y en la vida frente a quienes tan solo desean la destrucción de España y el toreo.
La de ayer en El Puerto significó mucho más que una tarde de toros, precisamente en esa plaza de la que Joselito dijo en su día que quien no había visto toros en El Puerto no sabe lo que es una tarde de toros. La de ayer no se puede medir y valorar con la matemática, porque sería un cero absoluto si nos atenemos al resultado numérico de trofeos, vueltas al ruedo, ovaciones o toros aplaudidos en el arrastre. No lo fue, al revés, creo que fue una tarde en la que el maestro de La Pueble del Río dio un paso al frente y un golpe en la mesa ante la anestesia de la vulgaridad. Lo hizo él solo, sin miedo, aún sabiendo que la probabilidad de que sobre el albero de El Puerto sucediera lo que sucedió. ¡Dios mío lo que se hubiera oido hoy si los seis toros hubieran sido de otro hierro! Pero no, eran de Prieto de la Cal y salieron como salieron, mejor dicho, como era más que previsible que salieran. Seis animales sin casta ni raza, sin un átomo de poder, imposibles no digo para cualquier lidia, imposibles para el mínimo atisbo de imaginación de algo, ni tan siquiera amago de alucinación. Uno tras otro fueron saltando, vacíos, sin fondo, tampoco sin hechuras que al menos hicieran alegrar la vista, quizás en el tercer hubo un amago de soñar la gloria en las verónicas de Morante, intentó estirarse pero fue un visto y no visto, posiblemente el quinto bis, un sobrero de Parladé bien hecho con más clase y calidad que quizás recibió en el caballo más castigo del que requería, invitó a despertar del letargo en el quite y en las primeras tandas de muleta con profundidad y sabor, pero no llegó a romper. Toros a la defensiva en los que la emoción era imposible de sentir, ni siquiera presentir, que en su falta de todo llevaban un peligro indigno, que se lo digan a Juan José Trujillo o a Lili que las pasaron canutas, incluso el mismo Morante, que finalmente tuvo que torear con los pies, a la antigua, por bajo, doblándose para someter a un toro ingobernable y con mucho riesgo, pero además haciéndolo como él lo hace, un ballet lleno de armonía y aromas lejano al rock and roll acrobático o el break dance callejero en lo que tantas veces se convierte el macheteo vulgar. ¿Es o no tener valor enfrentarse en solitario a una tarde como esta de ayer?
Para mi mucho, y con esa decisión creo que Morante, además, ha tirado por tierra muchos falsos mantras puristas sobre la variedad de encastes y hierros. Como aficionado que soy me encanta ver todo tipo de toros y toreros, a todos los respeto, valoro y defiendo, creo firmemente que en nuestra Fiesta deben encajar todos y que la grandeza de este arte es que a cada aficionado le llega más un toreo que otro. Pero dicho esto también hay que decir y repetir que tengo mi gusto y que la emoción me llega por el toreo profundo de mano baja y trazo largo, el toreo acoplado y reunido con el toro humillando y repitiendo. Y ese toreo lo he sentido con encaste Domecq, Nuñez o Albaserrada, por supuesto, pero por mala suerte o desgracia han sido tantas las tardes en las que me he tragado corridas "duras", "toristas", "encastes minoritarios", en las que la "emoción" solo estaba en el riesgo y el miedo máximo ante animales prácticamente inlidiables, con la respiración cortada y el corazón en un puño, el "uy" o el "¡ay!" en lugar del olé que a mi sale del corazón cuando la emoción me llena por la belleza de un muletazo hondo, que al final elijo unos carteles antes que otros.
El cartel de ayer tenía un nombre, Morante de la Puebla, que encarna ese toreo que a mi me llena, aún sabiendo que los toros podían mandar al limbo todas mis ilusiones y sueños, esos con los que siempre voy a la plaza y que el duende y el embrujo de Morante son capaces de colmar con una verónica, una media, un trincherazo o un natural. Sin ese sentimiento no existiría el toreo y si Morante no hubiera existido tendríamos que habérnoslo inventado.
Antonio Vallejo