domingo, 9 de julio de 2017

Pamplona, sin lugar al aburrimiento


Tras el aperitivo de la novillada del miércoles y la de rejones del jueves, San Fermín está en plena ebullición. Día y noche, sin parar un segundo, ritmo frenético, juerga y desenfreno a veces desmedido, pero estas fiestas son así y así hay que entenderlas, sin olvidar que el centro de todo, el motivo se su existencia es solo uno, el toro. La verdad es que un auténtico lujo disfrutar de esta Feria del Toro con la comodidad y la calidad con la que es posible hacerlo desde casa gracias a las extraordinarias emisiones matinales de TVE que se vuelca con la retransmisión de los encierros y que, por boca de todos sus presentadores y reporteros, hace cada mañana una defensa y una difusión de los toros y de la Fiesta que llega a todo el planeta gracias también al canal internacional. Me ha encantado ver que en el programa previo al encierro en directo hacen un amplio resumen del festejo de la tarde anterior y, se lo he oido varias veces, dejan muy claro que el encierro no tiene sentido alguno sin la corrida de la tarde y que el toro de lidia se habría extinguido hace mucho tiempo sin la Fiesta. Me encanta oír esta afirmaciones en estos tiempos, aunque en realidad debiera ser motivo de entristecimiento y pena que nos sorprenda que alguien en público defienda algo tan elemental y tan nuestro, pero es así. De igual manera que es un lujo disfrutar de la retransmisión que Canal Toros hace da cada corrida, que nos hace sentir como si estuviéramos en la misma plaza, donde está claro que el aburrimiento no tiene lugar. Si lo que sucede en el ruedo no emociona ya se encargarán los tendidos de sol, las peñas y sus charangas de entretener al personal con su repertorio clásico en el que "El Rey" y "La chica ye-ye" son los temas estrella, además de los bailes, el no parar, el barullo generalizado y el ruido infernal y continuo que solo se toma un ligero respiro durante la merienda entre el tercero y cuarto toro. Ambiente ensordecedor que sinceramente creo que está financiado por la casa Bayer para que al salir todo el mundo compre cajas y cajas de aspirinas para combatir el dolor de cabeza que te producen.  Merienda que, por cierto,  no es tal, es un banquete diario, una auténtica bacanal,  comida a raudales, bocadillos, empanadas, tortillas, cazuelas de guisos tan apetitosos como callos, magro con tomate, rabo de toro y cerdo a la naranja, algo que sé porque Chapu Apaolaza se ha encargado de apuntar durante la retransmisión lo que distintas peñas llevaban en sus viandas. Lo que sí supe en su día es que algunos llevan albóndigas, como también supe que en algunos tendidos hay una curiosa tradición que es volcar lo que sobra sobre el resto de espectadores, entre los que hace muchos años estaba yo, en mis años de universitario, que como es lógico tenía que conformarme con una entrada de sol y que me encontré con mi espalda y mi precioso y reluciente polo blanco que llevaba como manda la tradición enfangado en salsa de albóndigas, trocitos de carne, zanahorias y algún guisante que se colaba por el hueco del cuello y sentía caliente y viscos por mi espalda , además del vino con el que te duchan constantemente. Pueden imaginarse la sensación asquerosa que sentí y el suplicio que fue aguantar los últimos toros, un infierno que no olvidaré jamás. Así que se está mucho mejor en casa viendo cómodo y limpio la retransmisión de Canal Toros
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Y si en los tendidos no hay lugar para el aburrimiento tampoco lo ha habido en las dos primeras corridas de toros con los de Cebada Gago y José Escolar como protagonistas. Dos ganaderías con fama de peligrosas en el encierro y en la lidia, algo que en ambos casos se ha cumplido. Si para algo sirven lo sneciervos, además de la emoji´n y el espectáculo que suponen, es para apuntar posibles comportamientos de los toros en la plaza. Si no que se lo digan al sexto de Cebada Gago que se hizo dueño y señor de la calle generando auténtico terror y peligro y que por la tarde salió altivo y desafiante, dominador también del ruedo, y al cuarto de José Escolar, el que quedó descolgado nada más salir de los corrales e hizo todo el recorrido en solitario con nobleza y sin un solo gesto feo, siendo por la tarde uno de los mejores toros de la corrida.

Corrida áspera, dura, con muchas complicaciones la de Cebada Gago, ganadería de gran tradición en Pamplona, de imponente presencia e impresionante arboladura, muy ofensiva por delante, seria y astifina, tremenda en algunos casos, como el cuarto, con un pitón izquierdo que daba pánico, una auténtica percha afilada como una daga, con variedad de capas y dispar de hechuras que en general ha prestado pocas opciones para el lucimiento por su comportamiento bronco, sin clase y falta de algo fundamental, humillación, toda la corrida con la cara arriba y embistiendo a media altura, o más. Para esta primera de las corridas de toros y en el día del Santo Patrón se anunciaba la terna compuesta por el francés Juan Bautista, veterano matador que está atravesando un momento de esplendorosa madurez, el sevillano Javier Jiménez, todo corazón que ya demostró el pasado año y en esta misma plaza que tiene un par bien puesto al salir a matar en contra del criterio médico a su segundo toro con una fractura de apófisis de una vértebra cervical, y el valenciano Román, triunfador en Valencia y que está dejando una magnífica impresión allá por donde torea.
El francés Juan Bautista ha cuajado una actuación portentosa en cuanto a lo que a técnica y conocimiento se refiere ante dos toros que no humillaban lo más mínimo, siempre con la cara alta, soltando derrotes a diestro y siniestro, a los que les ha dado las dosis de suavidad y altura que precisaban, a los que ha tapado los defectos y de los que ha conseguido sacar algo lucido gracias precisamente a ese mando y esa enorme técnica que atesora, más en este momento de su carrera en el que se le ve andar delante de los toros con una firmeza, un seguridad, una solvencia, un oficio y una profesionalidad de muchos quilates. Precioso de pelaje y de lámina su primero, un bellísimo melocotón de capa con 610 Kg en la tablilla que los aguantaba perfectamente por su caja, armónico y proporcionado, muy serio y bien armado pero sin exageración alguna. Sin fijeza de salida en el capote del de Arles que dibuja verónicas sueltas con clase y una media de remate con auténtico sabor y gusto, tanto como el de las chicuelinas al paso para llevar al de Cebada Gago al caballo, en el que no se emplea en demasía. Desde que ha saltado al ruedo ha mostrado querencia, algo bastante habitual en Pamplona ya que los toros recuerdan perfectamente por dónde entraron a la plaza durante  el encierro de esa misma mañana y buscan escape por ahí, pero este melocotón ha manseado claramente en los dos encuentros con el caballo y ha resultado complicado en banderillas, tercio en el que ha esperado y cortado a Raúl Adrada e Ismael González poniéndoles en apuros y complicaciones que han resuelto ambos con oficio. Como he dicho, firme, seguro y con una técnica enorme ante un toro que es cierto que iba y venía pero lo hacía sin humillar y sin clase alguna, de escaso recorrido, carente de emoción y de difícil lucimiento, dejando patente su facilidad para entender la altura, distancia y ritmo que necesitaba el de Cebada Gago y así haber conseguido sacar algunos muletazos por ambos pitones de enorme mérito por la escasa colaboración del animal. Mata de casi entera algo perpendicular y un descabello. Colaboración que tampoco ha encontrado en el cuarto, un ejemplar de arboladura descomunal, veleto, con un pitón izquierdo que cortaba la respiración solo con verlo, una percha auténtica, astifino a extremos máximos, una daga, ¡que digo!, una verdadera lanza por su longitud. Deslucido en el capote, también con la cara alta, muy arriba siempre, no toma los vuelos, arremete contra lo que se mueve sin clase ni calidad. En el caballo se deja pegar aunque empuja algo más en al segundo puyazo, pero en ningún momento mete la cara abajo. Igual que su hermano resulta complicado en banderillas, también mide, espera y corta a Rafael González y Raúl Adrada. En la muleta no varía un ápice su comportamiento. Embiste rebrincado, difícil de dominar, pero Juan Bautista lo va sometiendo con un derroche de técnica tras un inicio por bajo cargado de torería. Magnífico trasteo del galo, tapándole defectos al toro y haciéndole mejor de lo que era, sabiendo perderle ese pasito necesario para ligar los escasos pases a los que se prestaba, aguantando su escaso recorrido y la constante reposición que el de Cebada mostraba a medio muletazo. Lo pasaporta con un estoconazo fulminante en todo el hoyo de las agujas y recibe una calurosa, cariñosa y más que merecida ovación como premio y reconocimiento a su oficio, su profesionalidad y su dignidad en esa tarde del viernes.
Javier Jiménez regresaba a Pamplona tras su épica actuación del pasado año en la que dejó un recuerdo magnífico en la afición al matar a su segundo toro en unas condiciones físicas precarias, poniendo incluso en riesgo su salud, debido a una fractura cervical sufrida ante su primero. El de Espartinas es todo corazón, un tío que no se echa atrás salga lo que salga por la puerta de chiqueros y que engancha a los aficionados con su entrega, sus ganas y su ilusión desbordante. Preciso de hechuras el segundo, muy serio y astifino, al que recibe con verónicas a pies juntos que alterna con otras a compás abierto de gran gusto rematadas con una revolera vistosa y lucida. Toro justo de fuerzas que pasa sin historia por los primeros tercios, que por lo menos tiene la cualidad de humillar algo, pero lo hace solo en la primera parte del muletazo, porque en cuanto toma los vuelos de la tela echa la cara arriba fruto de sus escasas energías, el mismo motivo por el que su recorrido es tan escaso. Lo pone todo el sevillano, firme, dispuesto, con ganas infinitas, pero donde no hay no se puede sacar y la faena discurre sin emoción. Lo intenta por ambos pitones, le pone la muleta y trata de tirar del de Cebada, pero si le obliga se derrumba y si le lleva a media altura resulta deslucido, tremenda encrucijada que salva Jiménez con toneladas de entrega, como las manoletinas finales, ceñidísimas, exponiéndose  una barbaridad, dándolo todo. Una entera algo contrario en la suerte de recibir y varios golpes con el estoque de cruceta no empañan su decidida actuación en este toro. Tampoco se lo pone fácil el sobrero de Herederos de Salvador García de Cebada que saltó al ser devuelto el quinto tras partirse el pitón derecho en un derrote contar el burladero. Sobrero terciado y desproporcionado de pitones, feo de hechuras a mi gusto. Buenas verónicas de saludo, con clase y ritmo que creo que son lo más destacable de la actuación del sevillano, porque ni en el caballo, ni en el tercio de banderillas ni en la muleta ha lucido el toro ni ha permitido lucirse a Javier Jiménez. Igual que toda la corrida ha sido un toro áspero, bronco, que no ha humillado, soltando cabezazos, defendiéndose, sin recorrido en la muleta, ante el que el de Espartinas ha estado tremendamente voluntarioso, dispuesto a robarle un muletazo a cualquier precio, pero ha sido imposible ante este toro que, además, tenía mucho peligro por su pitón izquierdo por el que medía y buscaba con mala intenciones. Se lo quita de en medio con habilidad, que es lo mejor que podía hacer Javier Jiménez, un torero que una tarde más ha desparramado sobre el ruedo ganas, ilusión, entrega, disposición y mucho valor. Hay un dato que me parece muy revelador de cara la futuro de este torero. Resulta que en lo que va de temporada ha toreado seis tardes, y todas ellas en plazas de primera, Valencia, Sevilla, Madrid y Pamplona. Y no me extraña, porque, al menos es mi opinión, es alguien a seguir muy de cerca y que, como le salga un toro que embista, le va a formar un lío por su desbordante alegría y sus buenas cualidades como torero. Se irá viendo.
El valenciano Román es otro de los nombres que ha sonado mucho y que también ha estado presente en las grandes ferias que hasta la fecha se llevan celebradas, especialmente tras su triunfo en Fallas. Otro de los jóvenes que irradia ilusión al verle con su eterna sonrisa delante de la cara de los toro y que no se le borra aunque, como en la tarde del viernes, fuera  cogido y volteado por el tercero, un ejemplar tremendamente ofensivo, cornidelantero, de tremenda arboladura, también muy astifino. Variado y lucido con el capote, primero de rodillas con una larga cambiada y posteriormente incorporado intercalando verónicas y gaoneras vistosas. Toro complicado en el tercio de banderillas pero que apuntaba algunas cualidades buenas, en este caso la movilidad, la fijeza y la repetición. No es que haya sido un dechado de virtudes, pero al menos ha conseguido que el valenciano conecte con los tendidos en una faena firme, valiente y con emoción  ante un toro que llevaba la cara a media altura y se defendía cabaceando, de embestida un tanto descompuesta y bronco en cuanto a comportamiento. No le ha importado nada de eso al valenciano que ha dado una lección de poderío y rotundidad, exponiéndose mucho, muy valiente, haciéndolo todo él, plantándole la muleta en la cara y tirando del toro con todo el temple que se podía para sacar algunos redondos y naturales de calidad, especialmente si los medimos y valoramos en función de las cualidades del animal. Las manoletinas finales ajustadísimas dan muestra de la disposición con la que Román ha ido a Pamplona, dispuesto a jugarse la vida por triunfar, como así fue al entrar a matar, volcándose, despreciando al riesgo y resultando volteado aparatosamente sin consecuencias aparentemente serias. Corta una oreja, mejor dicho, arranca una oreja que premia el valor y la entrega de un joven que quiere ser figura del toreo y que pienso que cualidades no le faltan. Cualidades que de nuevo ha mostrado ante el sexto, un toro alto, hecho cuesta arriba, altivo y desafiante, dominador del ruedo con su mirada que ha apretado en el capote a Román y que en el caballo ha sido pronto y alegre empujando con codicia. Como ya he dicho, siempre con la cara arriba, desafiante, con mirada incluso chulesca, diciendo "aquí estoy yo y soy el que manda", que no humillaba y que reponía en cada muletazo, sobre todo por el pitón derecho, muy complicado. Por el pitón izquierdo tenía más recorrido y tomaba mejor los vuelos y ha sido al natural donde han surgido los mejores y más emocionantes muletazos. Series de naturales templadas, con largura y ligazón, hondos, de mucho mérito y calidad que han despertado al fin los olés en los tendidos. Clase en el toreo de Román y también mucho valor aguantando los parones y las coladas por el pitón derecho de este complicado y exigente toro. De nuevo la firmeza, rotunda y calidad del valenciano hacían oler a oreja que permitiría abrir la puerta grande, pero una entera desprendida insuficiente y varios golpes de verduguillo han difuminado esa posibilidad. Pero las sensaciones que ha dejado Román tras su paso por San Fermín quedan ahí y son motivo de sobra para seguirle también muy de cerca.



Para el sábado venía programada una corrida de José Escolar que, en mi opinión, no ha defraudado y ha cumplido con lo que se espera de este hierro y de este encaste Albaserrada. Corrida muy seria, entipada, astifina y con trapío, echando por tierra la idea de equiparar trapío y presencia con kilos y carne. Basta decir que cuatro de los seis escolares han estado entre los 485 y los 505 Kg y eran unos tíos, no hace falta más. Además, en cuanto a comportamiento, se han mostrado acorde a la sangre Saltillo que llevan. Corrida dura, complicada, con raza y encastada en la que ha sobresalido un gran quinto toro, un tercero y cuarto buenos, con clase y calidad, un primero complicado y con peligro sordo y un sexto que era una auténtica alimaña, algo a lo que Escolar nos tiene acostumbrados y que es marca de la casa. Para estoquearlos estaban acartelados el toledano Eugenio de Mora que  ha demostrado firmeza, experiencia y profesionalidad, el sevillano Pepe Moral templado y muy poderoso al natural, y el madrileño Gonzalo Caballero, muy entregado ante el exigente tercero, el único que ha podido matar al resultar cogido al ejecutar la suerte suprema y tener que ser intervenido en la misma enfermería de la plaza de una cornada de 12 cm en el glúteo con afectación del nervio ciático y un puntazo en el abdomen sin lesiones internas, gracias a Dios. 
Serio, abierto de cara y ancho de sienes el primero. Ya en el capote de Eugenio de Mora anuncia sus complicaciones colándose por el pitón izquierdo en las verónicas de saludo. Se defiende y cabecea en el peto del picador que le pega fuerte en el primer puyazo. Vivo en banderillas, aprieta y pone en apuros a José Ignacio Rodríguez "El Puchi" y Víctor Cañas. No humilla, echa la cara arriba en cada muletazo y no se entrega, se defiende y corta el viaje, con conocimiento de lo que deja atrás, un toro con mucho sentido desarrollado, complicado, un comportamiento muy habitual en este encaste. Muy firme, solvente y  profesional ha estado Eugenio de Mora con este primero aplicando la experiencia de sus 20 años de alternativa,  poniéndole la muleta en la cara, tirando del de Escolar, tratando de bajarle la mano para someterlo pero sin llegar a transmitir por la fea embestida del animal. A eso hay que unirle que el toledano ha tenido que estar permanentemente en guardia al final de cada muletazo para no ser prendido, con todos los sentidos alerta, porque el peligro era patente y las complicaciones muchas para el escaso lucimiento que permitía el toro. Lo ha matado de entera al segundo encuentro y escucha silencio. Claro, que si comparamos a este primero con el sexto que por antigüedad ha tenido que lidiar debido a la cogida de Caballero, era un hermanita de la caridad. Un toro de 505 Kg, cornipaso, muy abierto de cara y que de salida ya muestra querencia. Poco lucido en el capote, pelea en el caballo con cierta codicia pero en ningún momento mete la cara abajo y resulta peligroso y complicado en banderillas, esperando y apretando a Fernando Téllez y Víctor Cañas. Con esas premisas se presenta en la muleta y, como se suponía, gazapón, embiste con genio, pegando hachazos, corta el viaje y busca presa, vamos, una auténtica alimaña ante el que Eugenio de Mora ha estado enorme, valiente y con una firmeza, una seguridad y generosidad muy elogiable. Toro para hacer lo que a mi juicio ha hecho a la perfección el toledano tras intentarlo todo, tras ponerle la muleta y tratar de dominar y conducir su imposible embestida, toro para machetearlo por bajo y quitárselo de en medio sin contemplaciones, lo que ha hecho con un sensacional espadazo enterrando el acero hasta la bola con habilidad. La ovación con la que le ha despedido la afición pamplonica hace justicia al enorme esfuerzo y el valor demostrado ante este sexto, y también premia la muy buena labor del toledano ante el cuarto que personalmente creo que merecía más, una oreja que casi seguro habría de no haber sido por el intenso aguacero, un auténtico diluvio que ha dejado despoblados los tendidos de sol durante la lidia del cuarto y quinto toro y que ha hecho que la petición fuera escasa. Un toro veleto, muy descarado de pitones, enseñando las puntas, con un trapío imponente ¡y con "solo" 480 Kg!, queda todo dicho para los amantes del elefantoro. De salida no apunta lo que luego ha demostrado, distraído y sin gran fijeza en los primeros tercios para romper en la muleta. El inicio de faena doblándose por bajo, sometiendo al toro, derrocha clase. El de Escolar humilla y repite con nobleza y aparente codicia y fijeza a los toques de Eugenio de Mora con la diestra, firme, bajándole la mano, poderoso, sometiéndolo para llegar a sacar buenas series por ambos pitones, templadas y con largura, naturales hondos y redondos con recorrido y profundidad. Bueno el toreo de Mora, con clase, calidad y gusto ante este buen toro, que no fácil, que tenía mucho que torear sin olvidar los matices y las características propias de este encaste y de la sangre que llevan. Como apuntaba al inicio de esta entrada, curioso detalle de este cuarto de José Escolar. Ha sido el toro que se ha dado la vuelta y ha quedado descolgado de la manada nada más salir de los corrales de Santo Domingo, haciendo todo el recorrido solo, demostrando nobleza, sin un mal gesto en todo el trayecto, en una carrera limpia, un comportamiento que ha corroborado en la plaza. Con un estoconazo en todo lo alto pasaporta a este buen toro, enrazado, encastado y con buenas dosis de calidad tras una faena que no ha tenido el eco merecido por la aparición de la inoportuna tormenta. Sin duda merecía más premio.
El sevillano Pepe Moral hacía su segundo paseíllo de la temporada tras su rotunda actuación en la corrida de Miura de la Feria de Abril en la que cortó dos orejas y de nuevo se ha mostrado poderoso y dominador al natural, cuajando una excepcional faena ante el quinto, un torazo de 580 Kg que tenía un pitón izquierdo excepcional, al que ha cortado una oreja de ley. Apunta buenas cosas de salida el de Escolar, remata en burladeros y toma con clase el capote de Pepe Moral. Toro muy vivo, pendiente de todo, del caballo, de los capotes, del público... que tiene sentido y que pone en apuros a Juan Sierra en banderillas, esperando, buscándole los muslos, quien a pesar de eso coloca dos pares con mucho riesgo y mérito aguantando el trago. Con suavidad y por bajo lo lleva Moral a los medios. El toro mete bien la cara, se desplaza y repite, aunque hay que estar muy firme ante él porque mira, mide y sabe perfectamente lo que hay detrás de la muleta, no permite la mínima duda, producto de su genética. Pero tiene un pitón izquierdo fuera de serie por el que Pepe Moral ha bordado el toreo con sensacionales naturales de magnífico trazo, templados, largos, suaves, hondos, rematados con extraordinarios pases de pecho, toreo con la mano izquierda de muchos quilates, con un mando que no es frecuente ver. Por el pitón derecho no va tan largo ni se entrega igual, acorta el final de la embestida y suelta la cara. Pese a ello Moral se muestra decidido y seguro, bajándole la mano para someter al toro, pero las series no alcanzan el nivel de los naturales. La entera arriba tras un metisaca vale una oreja de ley pedida con fuerza por los aficionados y la ovación con la que es despedido el toro en el arrastre es también justo premio a este buen toro de José Escolar. Viendo a Pepe Moral en Sevilla y Pamplona se hace difícil entender por qué no goza de muchos más contratos, misterios incomprensibles. Ya en el segundo había dejado patente su categoría y su buen manejo de los engaños. Otro toro abierto de cara que remata bien en burladero, que humilla y se desplaza con ritmo y clase en el capote del sevillano, quien torea con gusto a la verónica. También mete la cara abajo en el caballo, empujando y empleándose con celo. Pero su falta de fuerzas le hace acabar ahí. Ya en banderillas se desplaza menos, espera y corta, algo que se hace más acusado en la muleta. Es cierto que humilla y que embiste con clase, pero lo hace de manera sosa y deslucida, sin ritmo ni emoción, acortando el recorrido más y más en cada lance, parándose con cierto peligro. Templada y pulcra labor de Pepe Moral sobre todo al natural, firme, tirando del toro pero sin llegar a conectar con los tendidos por la sosería del toro. Muy por encima el sevillano a pesar de atascarse con los aceros.
El madrileño Gonzalo Caballero ha resultado cogido al entrar a matar al tercero, un toro de 485 Kg muy entipado, un auténtico Albaserrada, inconfundible por hechuras y pelaje, estrecho de sienes, muy serio, otro que enseñaba las puntas y con trapío, sin necesidad de kilos. Un toro encastado y exigente que no ha lucido en los primeros tercios pero que sin embargo requería de mucho oficio y experiencia en este tipo de encastres porque tenía mucho que torear. Gazapeo molesto al inicio de la faena de muleta, difícil de acoplarse y al que había que llevar bien para que no desarrollara sentido, en definitiva, un toro para poder y someter que corta y repone por ambos pitones pero que mostraba más recorrido por el izquierdo. Enormemente dispuesto Caballero, lleno de ganas y entrega, perdiéndole un paso para poder ligar la series y bajando la mano para dominar la embestida y la tendencia del Escolar a echar la cara arriba, aunque sin la experiencia que pedía el animal, algo lógico por su edad. Pero repito, no se le puede reprochar nada porque ha puesto todo lo que tiene, si bien el toro necesitaba algo más para someterlo y sacar lo que creo que llevaba dentro. Se ha volcado Caballero al entrar a matar y ha resultado prendido primero por el abdomen y luego por el glúteo en unos segundos dramáticos que hacían temer una cornada grave. Impresionantes las imágenes e impresionante ver cómo Miguel Abellán, que estaba viendo la corrida en un burladero del callejón, ha saltado al ruedo para hacer el quite al toro a cuerpo limpio cuando tenía a su merced a Gonzalo Caballero. Un gesto que denota cómo es este torero al que particularmente admiro y respeto como profesional y que como persona ha demostrado su valía al no dudar en exponerse para salvar a un compañero que además es gran amigo suyo. En volandas ha llevado Abellán a Caballero camino de la enfermería, con su camiseta manchada de la sangre de su amigo en una actuación que le honra. Por fortuna la cornada más grave que se temía no se ha producido y ha podido salir a matar a este tercero, eso sí, malherido y corneado en el glúteo, enterrando la espada hasta la bola. Cariñosa y respetuosa ovación al madrileño que se ha retirado por su propio pie camino de la enfermería entre gritos de "torero, torero", detalle de sensibilidad por parte de los aficionados.

Como decía al inicio de esta entrada, en Pamplona y en estos días no hay lugar para el aburrimiento. En los toros o en la calle, durante el encierro o en la plaza, en el ruedo o en los tendidos, en los bares,  de día y de noche, la diversión está asegurada para quien se acerque por allí. Eso sí, si va a los tendidos de solo que lleve una maleta repleta de ropa limpia, de camisas, polos o camisetas, es solo un consejo. Luego que nadie se queje de verse rociado en vino o con restos de los sabrosos guisos que se llevan como "merienda" decorando su vestimenta, jejeje.

Antonio Vallejo

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