martes, 4 de julio de 2017
Llega San Fermín, la Feria del Toro
Suena a repetitivo, pero no por ello cansado ni aburrido. Se repite cada año, como una liturgia, como la propia Tauromaquia, que no deja de ser más que eso, una liturgia. Llegado el verano, llegado el mes de julio, una vez dejado atrás el frío arranque invernal de la temporada en el febrero de Valdemorillo, una vez que las Fallas valencianas marcan el primer punto fuerte de la temporada y sirven para calibrar el nivel de los toreros, una vez que el abril sevillano inunda de arte, color y sabor el alma de los aficionados y que el mayo madrileño isidril deja claro quien está y quien no, la cita es obligada con Pamplona, sus sanfermines, la Feria del Toro. Cita de primera, cita grande que se espera con autentica devoción por toda la afición mundial porque en ella se recoge la base, la esencia, el pilar fundamental de la Fiesta, el eje sobre el que gira todo, el toro en toda su plenitud. Pamplona representa el auténtico torismo, el de verdad, no el torismo de postureo, mejor dicho, de impostura , ese que se aplica solo y exclusivamente a unos encastes y unos hierros determinados despreciando otros. El torismo no tiene nombre ni apellido, el torismo es el amor al toro bravo con independencia de su procedencia, y en Pamplona eso se entiende a la perfección. Allí se valora al toro bien hecho, serio, con trapío, sea de Domecq, Nuñez, Albaserrada, Atanasio, Santa Coloma, Saltillo, Miura o lo que sea, y se protesta al toro que no está bien hecho, tenga la divisa que tenga, aunque esté maquillado con kilos y kilos de carne , algo que tampoco les obsesiona. Siempre lo he dicho y lo mantengo, toristas somos todos los aficionados, porque sin el toro no existe la Fiesta, sin el toro bravo, sin el toro armónico, sin el toro entipado, sin el toro con trapío, sin el toro que embista, sin el toro con clase. Pensar que el torismo se reduce a ciertos reductos ganaderos me parece un esnobismo, un capricho o moda que se trata de imponer por no sé que razón por parte de un sector que a mi modo de ver confunde bravura con genio, emoción con peligro y arte con riesgo, en definitiva, una auténtica pamplina, el timo de la estampita. Insisto, toristas somos todos, pero a la gran mayoría nos gusta ver a los toreros creando arte a base de dominar a un animal fiero como es el toro bravo, y a eso resulta que lo califican como toreristas, en sentido despectivo. No, torismo y torerismo no son términos opuestos, al contrario, son complementarios y uno no se entiende sin el otro, no hay toro sin torero ni torero sin toro y no se es mejor aficionado o más "puro" si solo enalteces y ensalzas las virtudes que pueda tener el toro y desprecias, minusvaloras o directamente te pones en contra del torero, es decir, esa postura tan injusta, ingrata e indigna que vemos tantas tardes en Las Ventas por parte de quienes e catalogan pomposamente como toristas. La grandeza de la tauromaquia reside precisamente en la capacidad de un hombre para someter a una fiera con un trozo de tela en sus manos, sacar lances y pases de gran belleza y de esa manera generar emociones y sentimientos inigualables en quienes lo ven. Al menos así entiendo yo el toreo, sin mirar procedencias ni encastes, disfrutando con el toro bueno sea del hierro que sea.
Y Pamplona creo que representa esa esencia del respeto y el cuidado al toro, bien hecho y bravo, sin discriminaciones, por algo se llama la Feria del Toro. Solo hay que ver los carteles de estos sanfermines 2017 para darse cuenta de ello:
- Miércoles 5 de julio: Novillos de El Parralejo (Domecq Díez) para Javier Marín, Jesús
Enrique Colombo y Toñete
- Jueves 6 de julio: Corrida de rejones de El Capea (Murube) para Pablo Hermoso de
Mendoza, Leonardo Hernández y Roberto Armendáriz
- Viernes 7 de julio: Toros de Cebada Gago (procedencia Jandilla y Torrestrella, Domecq
Díez) para Juan Bautista, Javier Jiménez y Román
- Sábado 8 de julio: Toros de José Escolar (Albaserrada-Saltillo) para Eugenio de Mora,
Pepe Moral y Gonzalo Caballero
- Domingo 9 de julio: Toros de Puerto de San Lorenzo (Atanasio-Lisardo) para Curro Díaz,
Paco Ureña y José Garrido
- Lunes 10 de julio: Toros de Fuente Ymbro (procedencia Jandilla, Domecq Díez) para
Juan José Padilla, El Fandi y Manuel Escribano
- Martes 11 de julio: Toros de Jandilla (Domecq Díez) para Miguel Ángel Perera, Cayetano
y Roca Rey
- Miércoles 12 de julio: Toros de Victoriano del Río (Domecq Díez) para Sebastián
Castella, López Simón y Ginés Marín
- Jueves 13 de julio: Toros de Nuñez del Cuvillo (Osborne, Nuñez y Domecq Solís) para
Antonio Ferrera, Alejandro Talavante y Roca Rey
- Viernes 14 de julio: Toros de Miura (Miura) para Rafaelillo, Javier Castaño y Rubén Pinar
Es decir, 10 festejos de los cuales cinco son Domecq y, si sumamos la "comercial" de Nuñez del Cuvillo que en su gran mayoría lleva sangre Domecq, nos salen seis corridas de esta procedencia y encima nombres como Talavante, Perera, Roca Rey, Curro Díaz, Castella o López Simón ¡en una feria eminentemente torista!. ¿O es que ya Pamplona no es torista por no programar solo y exclusivamente corridas de las ganaderías catalogadas como "duras"?. En fin, que se desmonta por sí solo el mal llamado torismo y se demuestra que si el toro tiene hechuras y trapío da igual su nombre, que si además embiste y lo hace con clase a todo el mundo le va gustar y emocionar. El circo romano y la sangre gratuita no va conmigo ni con mi manera de disfrutar de los toros, algo que a partir del viernes haré desde las ocho de la mañana con el encierro, una tradición que conservo desde muy pequeño, y por la tarde viendo las corridas de toros. Lógicamente todo a través de la televisión, por la mañana en TVE y por las tardes con la extraordinarias retransmisiones de Canal Toros, porque mi trabajo y mi familia no me permiten ir a Pamplona para verlo en vivo. Algo que, por otra parte y para ser sincero, tampoco haría. Solo he ido una vez en mi vida a los sanfermines y juré no volver. Fue en mis años de universitario, esos en los que andas bastante tieso de dinero y en los que no te da más que para una entrada de sol. En todas las plazas hay diferencia entre los tendidos de sol y de sombra, pero lo de la plaza pamplonesa rompe todos los moldes, con los cánticos (la chica ye-ye se lleva la palma cada año), los bailes, el jaleo, la comida y la bebida que se desparrama literalmente por los tendidos y que hace que salgas de los toros hecho un auténtico asco. Admiro a los toreros que van a Pamplona, no sé como es posible que se abstraigan del infernal ruido, que sean capaces de concentrarse y además logren torear, me parece increíble. Yo fui una vez y no más, prefiero verlo en la tele, aunque lo respeto e incluso lo defiendo, y creo que es una plaza y una forma de ver el toreo necesaria, imprescindible diría yo, para la Fiesta, que debe mantenerse fiel a su estilo y su tradición, algo que debe perdurar por siempre y que solo hace bien a esta bendita afición, auténtica pasión, que son los toros.
Antonio Vallejo
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