La noticia me ha llegado como un mazazo, como siempre ocurre en estos casos, cuando el drama y la desgracia toman el mando de la escena, inesperada, esta vez en forma de llamada telefónica de un gran amigo, Santiago Llamas, mientras subía en el ascensor de mi casa tras regresar de ver la Corrida de la Cultura. Pensaba que, conociéndole y sabiendo que aún estaba en la plaza de toros y como no nos habíamos visto era para despedirse tras este intenso mes de toros que hoy se cerraba con un broche de oro, algo lógico porque difícilmente olvida un detalle. Jamás olvidaré su tono de voz al preguntarme si estaba enterado la terrible noticia. Lógicamente no sabía nada, volvía de los toros con mi hija e íbamos comentando la raza de Cayetano, un faenón de dimensiones enormes y la torería de Marín y los destellos de Morante con el capote parando el tiempo en las verónicas, que para mí valían una tarde. Todo era alegría y felicidad al sentir cómo había disfrutado una hija mía y comprobar que la afición calaba en ella, enorme satisfacción por mi parte. Cuando me lo ha dicho no he sabido cómo reaccionar, me he venido abajo y una ola de inmensa tristeza y de profundo dolor me ha recorrido de arriba a abajo: Un toro había matado a Iván Fandiño en Francia. No me lo podía creer, no, imposible, no podía ser verdad, otra vez no, casi un año después de la tragedia de Víctor Barrio y casi de idéntica manera.
En cuanto he podido he puesto Canal Toros en la televisión y me han bastado unos segundos, escuchar la voz entrecortada de Germán Estela, ver las lágrimas de Fernández Román, el abatimiento de un hombre como Luis Francisco Esplá y la incapacidad para articular palabras de Rubén Amón, para confirmar que la noticia era cierta, me resistía a creerlo, y romper a llorar sin consuelo.
Como comprenderán todos ustedes hoy ya nada vale, las notas tomadas en mi cuadernito para tratar de componer el comentario de la Corrida de la Cultura celebrada hoy no sirven de nada, no las quiero, hoy no, son papel mojado por las lágrimas de la tragedia. Hoy no, hoy soy incapaz de ponerme a hablar de hechuras, de lances, de varas, de banderillas, de redondos, de naturales, de estocadas, ¿de qué vale eso cuando la muerte se adueña de la Fiesta?. Sería una miseria por mi parte, hoy solo puedo llorar la muerte de un torero. De un torero al que he visto desde el día que confirmó alternativa en Madrid allá por mayo de 2009 hasta hace unos días, al que he visto triunfar y abrir la Puerta Grande de las Ventas, al que he visto cómo y cuanto se le ha querido en Madrid, plaza que le protegió y encumbró, la misma plaza que un buen día y por uno de esos caprichos absurdos que tiene y que le llevan decidir quién vale y quién no fue cruel y decidió que ya no era "su" torero y le hizo pasar un calvario que duró varias temporadas, la misma plaza que hace tan solo un mes, los días 18 y 29 de mayo, le vio entregado, dispuesto, digno y valiente, demostrando carácter, personalidad y mucha vergüenza torera, callando muchas bocas, la misma plaza que tuvo que reconocer su error y su injusticia para con el de Orduña.
Ese torero ha muerto hoy en el hospital de Mont de Marsan tras ser corneado por un toro de Baltasar Iván en la plaza de Aire Sur l'Adour. Una vez más hay que repetirlo, la Fiesta es así, la verdad del toreo es esta, aquí nada es simulado, aquí se muere de verdad, no existe crueldad ni maltrato animal, es una lucha a vida o muerte entre el hombre y el toro, el toro y el hombre, de igual a igual, la fiereza contra la inteligencia y el valor. Eso lo saben bien estos héroes que son los toreros, hombres que cada tarde crean arte peleando contra un animal al que respetan y aman por encima de todo. Sí, así es. Esta afición que tenemos se basa en el amor y el respeto al toro bravo, sabiendo que precisamente es el toro el que te puede dar todo y quitártelo todo, hasta la vida. Cada tarde, cuando estos hombres se visten de luces, saben que van a a mirar a la muerte cara a cara, sin ventajas, y lo hacen, repito, para crear arte y belleza. Solo eso merece un respeto por sí solo, un respeto que desgraciadamente no se guarda ni se va a guardar por los desalmados que ya sabemos y que solo merecen el desprecio del no aprecio, pero un respeto que tristemente muchas veces no se les tiene por parte de quienes van a la plaza de toros. ¡Qué fácil es decir "miau" cómodamente sentado en un tendido cuando un toro no tiene un peso y unos pitones descomunales!, ¡qué fácil ha sido para muchos machacar a Iván Fandiño durante varias temporadas solo porque había llegado arriba y eso ya no les gustaba a algunos!, ¡qué fácil es burlarse y despreciar a un hombre que se juega la vida ante un toro, como tantas veces ocurre, incluso con mofa!. Al enemigo de fuera lo conocemos y sabemos de su bajeza, pero el enemigo de dentro puede ser más dañino y peligroso precisamente por esa falta de respeto hacia los toreros y que tantas tardes hay que soportar. Hoy, sin ir más lejos, hemos tenido un claro ejemplo de ello. Corría el cuarto de la tarde, un toro imposible al que Morante ha recetado unas verónicas de auténtico ensueño, deteniendo el tiempo, metiendo la barbilla en el pecho como él hace, acompasadas, eternas, pero que en la muleta no tenía ni recorrido, ni clase, ni nada. En los altos del 5 se ha montado una discusión porque al parecer alguien ha llamado sinvergüenza a Morante y otro le ha contestado. La cosa ha ido subiendo de tono y ha acabado en pelea que se ha propagado como un reguero de pólvora por otras localidades de ese tendido, siendo necesaria la intervención policial. ¿Qué se creen que ha hecho la gran mayoría de la plaza?. Sí, exacto, ponerse a mirar hacia el 5 y empezar a tomárselo a cachondeo, unos a aplaudir, otros a gritar, otros riéndose y haciendo bromas ¡mientras en el ruedo un hombre, Morante de la Puebla, estaba intentando perfilarse para entra a matar!. Vergonzoso comportamiento de la plaza de Madrid, y no de los que se han peleado, allá ellos y los litros de alcohol que llevaran dentro, sino del resto de la plaza, más interesada en una pelea barriobajera que en lo que estaba sucediendo en el ruedo, montando un escándalo precisamente en el momento más delicado de la lidia, la suerte suprema, el momento de entrar a matar y que exige el máximo silencio. ¿Eso es afición?, ¿para qué demonios van a la plaza?. Repito, de vergüenza como se ha comportado la plaza, faltando gravemente al respeto a un hombre que, les podía gustar más o menos lo que hacía, se estaba jugando la vida ante un toro y que podía haber corrido la misma desgracia que el torero vizcaíno. No sé si esos espectadores o calienta-asientos estarán enterados de la terrible noticia del fallecimiento de Iván Fandiño, supongo que no porque han demostrado lo poco que les importa y respetan a la Fiesta, pero si lo saben me imagino que se les caerá la cara de vergüenza de haberse comportado de esa manera.
Lo que estaba llamado a ser una tarde histórica, reclamando la dimensión cultural de la Fiesta, se ha visto tristemente teñida de luto por la muerte de un torero, Iván Fandiño. Sabemos lo que nos espera de los de fuera, insultos, barbaridades, amenazas y agresiones. Por favor, que desde dentro no se le pierda el respeto al toro ni a los toreros. Iván Fandiño ha entregado su vida a este noble arte que es la tauromaquia y eso es algo que jamás debemos olvidar. Que su sangre y su vida, como la de todos los maestros, sirva para hacer que se respete como se merecen estos superhombres que se juegan la vida para que seamos felices viéndoles torear y creando belleza, así de sencillo pero así de serio. Esta es la dureza del toreo, que es a la vez su verdad, esa que muchos ignoran y que otros olvidan fácilmente.
Descanse en paz Iván Fandiño, descanse en paz ¡TORERO!.
Antonio Vallejo
P.D: ¿Ahora comprenden por qué JAMÁS critico a un torero? Porque ponen su vida al servicio del Arte y la Cultura y me merecen la máxima admiración y un total respeto.
P.D: ¿Ahora comprenden por qué JAMÁS critico a un torero? Porque ponen su vida al servicio del Arte y la Cultura y me merecen la máxima admiración y un total respeto.
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