jueves, 1 de junio de 2017

21ª de San Isidro: Cuando sale el toro


Interesante, importante, buena, francamente buena corrida la que Victoriano del Río -procedencia Juan Pedro Domecq- ha enviado a Madrid para esta tarde, una de las que mayor expectación levantó cuando se anunciaron los carteles, de hecho creo que fue la primera en agotar el papel cuando salieron a la venta las localidades sueltas. No era para menos, toros de categoría, con renombre y con amplio historial de triunfos en Las Ventas, terna de enorme atractivo con Miguel Ángel Perera, Alberto López Simón y Andrés Roca Rey, éxito de taquilla seguro que se ha visto refrendado por un éxito artístico motivado por lo más importante de la Fiesta, por su personaje principal, el eje sobre el que todo debe girar, el toro. Corrida que en mi opinión ha resultado muy completa en presentación, toros con volumen pero que lo soportaban perfectamente, serios, astifinos, con cara,  de buenas hechuras en conjunto, aunque con variedad. Pero no se ha quedado en fachada, porque tres toros han sido realmente buenos, los corridos en segundo, cuarto y quinto turno, un tercero manso pero que finalmente ha sacado el fondo que llevaba, un primero noblote pero muy soso y deslucido, manejable, que se dejaba pero que no transmitía, y tan solo el sexto sin opciones para el torero. Corrida con bravura, movilidad, repetición, clase y nobleza en general, que ha encontrado en el extremeño Perera y el peruano Roca Rey dos toreros que han sabido entender a sus toros y sacar el máximo de sus cualidades. Sin embargo tengo que mostrar la preocupación que de nuevo me ha generado el madrileño López Simón, un ídolo hace dos días y ahora medido y juzgado con una dureza exagerada por los mismos que le llevaron al cielo y que no han cesado de protestarle y hacerle la vida imposible, al que sinceramente se le han ido dos toros con las orejas puestas, al que no he visto como nos tenía acostumbrados desde hace un par de años, encimando a sus toros, ahogándolos  un poco a mi modo de ver, no sé si ansioso o sin ideas claras. Me cuentan que está en un bache profesional y personal del que le está costando recuperarse, quizás el ambiente hostil que está recibiendo en sus apariciones de este San Isidro también le influya y no se vea capaz de voltear la situación, quizás la responsabilidad de haberse convertido en la cabeza del toreo madrileño en tan poco tiempo le haya podido. No sé, pero no es el mismo, lo que antes le salía ahora no funciona, lo que antes se le aplaudía ahora se le reprocha, la espada que antes entraba como cuchillo en la mantequilla ahora pincha y pincha en hueso, al menos en Madrid  La imagen que vimos el pasado agosto en Bilbao, sentado en el estribo, con la cara entre las manos, anímicamente hundido, viéndose incapaz de seguir, a lo mejor no fue un trauma instantáneo y pasajero, sino que aún se mantiene y le lastra en sus apariciones sobre el ruedo venteño. Todo ha ido muy rápido en la carrera del de Barajas, del cero al infinito en dos tardes y dos Puertas Grandes, sin parar de torear, una feria y otra, y otra, y otra...A veces pararse, reflexionar y ver las cosas desde cierta distancia son la mejor medicina para resolver conflictos. ¡Cuántos toreros hemos visto volver como un cañón tras un tiempo de descanso!.

El primero, Jocundo, 590 Kg, muy serio, veleto, engatillado, largo, bajo de agujas pero zancudo, con volumen, sale suelto, solo permite a Miguel Ángel Perera dos verónicas templadas y una media de remate suave y a manos bajas con gusto. No se emplea en el caballo, se duerme bajo el peto y se le mide mucho el castigo. Espera en banderillas, exponen Javier Ambel y Guillermo Barbero en sus pares dejando los palos con su maestría habitual. Inicia la faena de muleta por bajo, con gusto y torería, andándole al de Victoriano para sacarlo a los medios. El toro es noble pero no llega a romper, soso y deslucido. Faena irregular, con altibajos, con mejor condición por el pitón izquierdo por el que han salido algunos naturales templados, hondos, con la mano baja y recorrido, pero no ha habido continuidad. Por el derecho hay que llevarlo a media altura, no le puede obligar, deslucido. Finalmente se raja y no hay más. Mata de una entera desprendida que pasaporta al toro. Silencio a su actuación.
El cuarto, Cantapájaros, 640 Kg, casi nada, muy serio, con cara, hondo, de magníficas hechuras también sale suelto en el capote y se le mide mucho el castigo en el caballo. Quite variado y vistoso de Perera por tafalleras, caleserina y revolera. En banderillas ha colocado dos sensacionales pares uno de los grandes toreros de plata, Curro Javier, sin quedarse atrás Guillermo Barbero que también nos ha dejado un buen par por reunión y colocación. Si ambos banderilleros han rayado a gran altura aún más si cabe lo ha hecho Javier Ambel en la brega, sensacional, colocando perfectamente al toro en suerte, culminando su extraordinaria actuación llevando al toro a punta de capote con una clase y maestría inmensa. El inicio de faena es muy de casa Perera, clavado en el centro del ruedo, cambiados por la espalda de escalofrío a los que el de Victoriano responde con buen tranco. Por el pitón derecho saca series en redondo templada, ceñidas, ligadas, con la muleta abajo y corriendo la mano. El toro es pronto, repite, noble, con clase, humilla. Encajado el extremeño por ese pitón, entre olés van surgiendo los derechazos templados, largos, ligados, por bajo, con emoción y transmisión. Por el pitón izquierdo la faena resulta menos limpia, el toro no va igual, tiene menos recorrido y no luce igual, pero Miguel Angel nos ha dejado para el recuerdo un cambio de mano extraordinario, lentísimo, de enorme belleza y un pase de pecho larguísimo, que no acababa, enorme, repleto de sabor. El toro va a menos y el de Puebla de Prior se mete en esos terrenos en los que tan cómodo se siente con su toreo vertical a milímetros de los pitones, pasándose al animal por ambos lados como si nada, sin mover los pies, circulares y pases por bajo, todo en un palmo de terreno. El espadazo monumental con el que fulmina al victoriano vale una oreja de mucho peso. Realmente bien he visto hoy a Perera, firme, mandón, poderoso, con clase, actuación seria y rotunda del extremeño.

El segundo,Cangrejero, 556 Kg, bajo de agujas, proporcionado, bien hecho y rematado, suelto de salida, no da muchas opciones a Alberto López Simón en el capote, tan solo un par de verónicas templadas. Se le mima en el caballo, castigo muy medido, pero aún con eso blandea y pierde las manos al alejarse del peto. Entre  protesta airadas por inválido ejecutan un tercio de banderillas con mucho oficio y limpieza Vicente Osuna y Jesús Arruga. Sin probaras, de lleno entra en la faena el madrileño, por el pitón derecho, templando los muletazos, ligando las series, con la mano baja, los olés se dejan oír. El victoriano humilla y repite, con clase, va largo y en las dos primeras tandas le coge bien la distancia y lo lleva en largo. Aquí es donde he visto un giro un tanto sorprendente a la faena. El toro iba largo y con buen tranco, pero López Simón acorta la distancia y tira menos del toro al final del muletazo. Desde ese momento decrece el nivel de la faena y la emoción inicial se va esfumando. Por el pitón izquierdo se hace más evidente, gazapea, acorta el viaje, puntea las telas y desluce los naturales, no hay ligazón. Tampoco por el pitón derecho va ya igual, aunque mantiene algo del recorrido inicial, pero empieza a defenderse y la faena va a menos. El final del trasteo no gusta, en las cercanías, metido entre los pitones, sin moverse, pasándose al victoriano por ambos lados, ceñido, circulares y manoletinas lo que hace un año se consideraba muestra de valentía hoy no se le permite y desde el 7 le llega de todo menos bonito. Demasiado encima y demasiado pronto, ahogando a un muy buen toro en mi opinión, un tanto acelerado, así he visto al de Barajas en este segundo, un toro de orejas al que en mi opinión solo ha sacado partido en la primera fase de la faena. Ovación con saludos es el premio que recibe de gran parte de los aficionados.
El quinto, Cojito, ¡649 Kg!, un precioso castaño chorreado,  un torazo para mi gusto, largo, cuajado, serio y muy fino. Echa las manos por delante, suelto, no permite lucimiento en el capote. Ve el caballo que monta Tito Sandoval y se arranca como un cohete, impacta brutalmente contra el peto, agarra arriba Tito y derriba al caballo. Entra por segunda vez al caballo con igual galope y brío, coloca Sandoval un sensacional, antológico puyazo, delantero, arriba, algo que aún mejora cuando por tercera vez se va Cojito contra el peto, lo aguanta magistralmente Tito Sandoval sin picarle, ¡enorme!. La plaza entera se pone en pie para despedir a este extraordinario picador, ovación impresionante a la que se ve obligado a responder desde el callejón con el castoreño en la mano. Posiblemente estos puyazos sean premio al final de San Isidro, no me extrañaría, yo por si acaso me los apunto. No sé si calentados por el tercio de varas tan vibrante, emocionante, bello e importante que hemos visto, ¡qué bonito es un tercio como éste!, nos han brindado Domingo Siro y Jesús Arruga otro sensacional tercio de banderillas, con verdad, cuadrando en la cara, reuniendo perfectamente, con un toro que iba pronto, con clase y buen son  a los cites de los banderilleros.  El ambiente estaba, a esas alturas, en estado de pre-ebullición esperando la faena de muleta. El toro es de lío, con movilidad, pronto, repetidor y que humilla. Inicia la faena de rodillas, serie vibrante por el pitón derecho, muletazos largos y bajos. Se incorpora y torea en redondo dándole la distancia que este gran toro pide por su buen tranco, fijeza y codicia. Primeras series templadas, ligadas y por bajo, corriendo bien la mano, llevándolo en largo. Pero de nuevo le vuelve a costar demasiado pronto encontrar el sitio y la distancia para templar las  buenas embestidas del victoriano, se acelera, se atropella y empieza a venirse abajo lo que prometía ser una buena faena. Por el pitón izquierdo no va igual se defiende, puntea las telas y desluce el espectáculo. Vuelve al pitón derecho pero ya el toro se raja, acorta el recorrido y la emoción se ausenta, aunque aún saca algún redondo templado de calidad, pero sin la ligazón inicial. Por lo menos no alarga innecesariamente el trasteo, toma la espada y mata de varios pinchazos y descabellos. Si había alguna opción de oreja por la primera parte de la faena se han esfumado con la espada, una lástima, porque ha tenido dos toros de triunfo a los que sinceramente creo que no ha sacado todo lo que llevaban dentro.

Andrés Roca Rey ha bailado con las más feas del encierro, tanto por hechuras como en juego. El sexto, Entrador, 598 Kg, no ha permitido ninguna opción al peruano. No luce en los primeros tercios, suelto, sin emplearse en el caballo, banderillas con oficio pero poco lucidas, sin humillar, características que ha mantenido en la muleta. Muy firme y dispuesto el limeño, lo lleva templado pero tiene que hacerlo a media altura, sin obligarle porque pierde las manos, tiene poco recorrido y gazapea, se defiende, embiste de manera descompuesta, sin clase alguna. Lo intenta un voluntarioso Roca Rey poniéndole la muleta,  tratando de templar y conducir la embestida pero el victoriano se desentiende y se defiende pegando arreones. Por encima Roca Rey ante este deslucido sexto al que liquida de buena estocada.
El tercio, Beato, serio, abrochadito de pitones, astifino, se le protesta de salida por falta de presencia. Quizá haya tenido menos cara en relación a su volumen, puede ser. Suelto de salida, mostrando querencia de manera cristalina, siempre buscando la salida por las tablas, amagando con saltar, a su aire de aun lado a otro de la plaza, se encuentra al caballo que guarda puerta y allí le coloca Miguel Molina lo que se supone son dos puyazos, que son casi simbólicos. Este tercio de varas ha sido un auténtico desastre, desordenado, rayando en el caos, indigno para la mejor plaza del mundo, una auténtica capea, pero de las de despedida de solteros.. El toro es un manso de solemnidad, pero estos mansos tiene su lidia y algunos han permitido triunfos rotundos a muchas figuras, sin ir más lejos al maestro Enrique Ponce, como acertadamente me recuerda mi buen amigo Raúl (un lujo tenerle cada día tan cerca aprendiendo mucho de él, y no solo de toros) que bordó el toreo en terrenos del seis a un manso que parecía que se iba a ir arrastrado por las mulillas sin un solo pase, pero cayó en manos de Ponce, un genio del toreo y todo cambió. A este Beato solo había una lidia que darle, poniéndole la muleta en la cara, sin quitársela para taparle la salida, en terrenos favorables para el toro, habitualmente cerrado en tablas, dentro de la primera raya y así ha sido como Roca Rey ha sacado el fondo que llevaba el victoriano. Tras un inicio de faena citando en largo en la que el toro pasaba y se iba hacia tablas sin fijeza ha buscado el limeño los terrenos de chiqueros y allí ha realizado un trasteo vibrante, lleno de emoción y clase. Se suceden las series templadas por ambos pitones,  la muleta siempre en la cara sin quitársela para taparle la salida, ligando los pases por bajo, extraordinario. Redondos profundos, naturales hondos, con clase y gusto, todo en los mismos terrenos. Muy firme Roca Rey, sensacional, seguro, arriesgando como en un cambio por la espalda improvisado del que aún no me explico cómo ha podido pasar. Gran faena del peruano que lo ha visto claro y que ha puesto a toda la plaza de acuerdo por su conocimiento y decisión, bueno, a casi toda, a cuatro no. El final en redondo, templado, ligando por bajo, con gusto y clase, los circulares y un arrimón de verdad elevan aún más los ánimos y el nivel sonoro de los olés y las ovaciones que han acompañado toda la faena, culminando con un estoconazo que hace rodar al victoriano sin puntilla. Oreja de ley pedida por un mar de pañuelos y protestada por esos cuatro de siempre que no tienen remedio, nada les parece bien. ¿Serán así en su casa?, ¡qué horror!.

Hoy Miguel Angel Perera y Roca Rey han brillado a gran altura pero han sido los de Victoriano Del Río los que se han adueñado del papel estelar por sus muy buenas condiciones, y es que si tenemos algo claro quienes amamos y disfrutamos con nuestra Fiesta es que cuando sale el toro...

Antonio Vallejo

2 comentarios:

  1. Gran tarde de toros, una pena que el quinto no le tocase al limeño.
    Ayer disfruté en la plaza, impecable relato!

    ResponderEliminar
  2. Muchas gracias. Yo creo que fue una tarde para disfrutar, ese quinto en otras manos habría sido de lío gordo, pero López Simón no está, y me duele verle así. Pero remontará, seguro

    ResponderEliminar