sábado, 17 de junio de 2017

Corrida Extraordinaria de Beneficencia: Juli, mando y poderío



Daba igual el calor sofocante que esta tarde hacía en Madrid, 40º a la hora de la corrida, daba igual, a nadie le ha importado, la cita era obligada en Las Ventas, corrida de Beneficencia, acontecimiento taurino y social para ver y dejarse ver, para muchos la corrida más importante del año. Rebuscando en sus orígenes me he encontrado que este festejo data de hace más de 200 años, allá por 1749, cuando el Rey Fernando VI consiguió convencer al Papa Benedicto XIV para que autorizara un "espectáculo profano" como era una corrida de toros, con la excusa de que lo recaudado en el festejo fuera destinado a fines benéficos, concretamente al Hospital de Beneficencia, que atendía a los más desfavorecidos y sin ningún tipo de recursos. Con esa finalidad benéfica se construyó la primera plaza de toros de Madrid, junto a la Puerta de Alcalá, promovida y sufragada por la Corona y regida por la Junta de Beneficencia. Desde aquel entonces la Corona ha estado íntimamente ligada a este tradicional festejo de Beneficencia y año tras año lo ha presidido, tal y como ha sido en la tarde de hoy, dándole un esplendor y una transcendencia que han hecho de la tarde de Beneficencia una cita obligada para todas las figuras de la historia del toreo. En el Patio de Caballos de Las Ventas hay un azulejo en el que se recogen los nombres de todos los grandes toreros que han matado esta corrida desinteresadamente. La nómina es deslumbrante, no en vano la ilusión de cualquier figura de cualquier época siempre ha sido verse anunciado al menos una vez en su vida en este tradicional y transcendental festejo. 
Hoy no ha sido una excepción y no se ha fallado a la tradición, reuniendo a tres grandes figuras del toreo actual, Julián López "El Juli", Jose Mª Manzanares y Alejandro Talavante con toros de Victoriano del Río. Tampoco ha faltado ni ha fallado a la tradición S.M el Rey FelipeVI, quien ha presidido desde el Palco Real en un gesto que los aficionados agradecemos enormemente en estos tiempos que vivimos y padecemos en los que todo aquello que suene a España, a español o a tradición corre grave peligro, tiempos en los que se quiere asesinar una tradición cultural y popular ancestral como son las corridas de toros por motivaciones únicamente políticas, tiempos en los que la Unidad de España, de su Reino, Majestad, está también seriamente amenaza por las mismas motivaciones políticas. Por eso considero tan importante su presencia esta tarde en Las Ventas, porque supone un respaldo a España y sus tradiciones, a España y su cultura, a España y sus señas de identidad, y por el mismo motivo le pediría que su presencia en los toros fuera más frecuente, no sólo un día al año, porque aunque parezca una banalidad y un tema nimio, detrás de la persecución a la Fiesta y los intentos por suprimirla está un encendido odio a España y una manera más de destruir nuestra Patria. 
Así que solo por el significado de la tarde y la presencia del Rey presidiendo la corrida ha merecido la pena soportar el agobiante y sofocante calor de esta tarde madrileña que en lo puramente taurino no ha resultado como nos hubiera gustado. Una vez más hay que hablar de decepción, de desilusión ante el pobre juego que han dado los toros de Victoriano del Río-Toros de Cortés, bien presentados, en mi opinión en tipo y en peso a lo que es este hierro, de buenas hechuras, armónicos y proporcionados en general, serios y astifinos, nobles, con cierta clase pero faltos de raza y empuje, blandos, justos de fuerzas y que en la muleta han ido a menos imposibilitando el lucimiento de los toreros quienes, a mi modo de ver, han estado por encima de la corrida. De salvar a uno sería el cuarto, un toro con clase y nobleza, repetidor y que ha sido el que más fondo ha tenido, o al menos así me lo ha parecido, y quizás la clase, la humillación y la calidad en la embestida que parecía demostrar el segundo, pero que ha tenido que ser devuelto a corrales por inválido.
Ha sido precisamente en este cuarto en el que hemos visto lo mejor de la tarde en el capote de Julián López "El Juli". Portentosa demostración de mando y poderío del madrileño una vez más toreando con una autoridad insultante, con un temple descomunal, pisando terrenos comprometidos, además haciendo todo como si nada, con naturalidad, tal es la técnica y la calidad del maestro de Velilla. Almirante se llamaba el toro, precioso, veleto tirando a cornipaso, muy serio y astifino, todo un tío como suele decirse. Aunque obedece al cite se va suelto en el capote. Lo lleva Juli por verónicas templadas hacia los medios. Empuja y mete los riñones en el caballo, lo prueba Juli a la salida del peto en un lucido quite por chiquilinas a manos bajas rematado por una cordobina y una media que desprende torería, dejando patentes sus excepcionales dotes para el toreo de capa. El inicio de faena doblándose por bajo sigue inspirando torería, despacio, templado, con mucho gusto,  sobre todo en un pase relajado, desmayado, abandonándose, que arranca los olés, bellísimo prólogo. A partir de ahí liga una serie por el pitón derecho sin mover un milímetro los pies de su posición en una lección de mando y poderío. Somete al toro, lo lleva como quiere, por donde quiere y cuando quiere, otra serie rotunda por ese pitón derecho culminada con un cambio de mano extraordinario, largo y lento, eterno. Por el pitón izquierdo continua con la misma firmeza, seguridad y autoridad, pasándose al toro rozando la taleguilla, naturales templados, sobre todo uno con la figura desmayada que ha sido de perder el sentido. Perfectamente colocado, de uno en uno van surgiendo naturales hondos a cámara lenta, preciosos, en una clase magistral de poder. A medida que se apaga el de Victoriano se mete en terrenos del toro, entre los pitones, en un arrimón de verdad que, incomprensiblemente para mi, hay un sector que no entiende o no quiere entender. Aún no acierto a comprender los pitidos y las protestas porque se ha jugado los muslos sin trampa ni cartón, de verdad, haciendo pasar a este toro parado por donde parecía imposible, asumiendo un enorme riesgo que algunos no han debido ver, quizás porque es tal la suficiencia y la autoridad de Juli que tapa muchas cosas que en otras manos parecerían incluso forzadas. Repito, nueva lección magistral de Juli sobre lo que es mandar y poder a un toro, sumando un gusto, una clase y un valor artístico superlativo. El estoconazo con el que hace rodar sin puntilla al animal vale una oreja de peso, una oreja de figura del toreo. 
No oculto, nunca lo he hecho ni pienso dejar de hacerlo, las ganas y la enorme ilusión que despierta en mi Jose Mª Manzanares cada tarde que le veo torear, una de mis debilidades, uno de mis torero predilectos, una figura que hace un año y en esta misma Corrida de Beneficencia dejó una faena a otro toro de Victoriano del Río, Dalia, que ya ha quedado entre las más grandes de la historia de Las Ventas. Manzanares es un torero que desprende elegancia, porte y clase, cuya solo presencia, su manera de andar y de moverse llenan la plaza. Un torero que lleva el Arte en sus genes, un torero por cuyas venas corre sangre con la más pura torería que pueda existir, un hombre que hace grande su apellido y que sabe honrar a quien le trajo al mundo y le puso en el mundo del toro. Lo ha demostrado una vez más con el capote en dos ramilletes de verónicas templadísimas, despaciosas, acompasadas, acompañando la embestida con la cadera, moviendo las manos con suavidad, con una dulzura que invitaba al toro a tomar los vuelos y hacernos soñar con el mejor toreo que uno pueda imaginar,  con el compás abierto en el segundo y a pies juntos en el quinto, para rematar con dos medias verónicas de auténtico cartel. Y hoy también nos ha traído a su padre hasta la arena venteña en unas chicuelinas al paso por bajo tras un vistoso farol a una mano que han sabido a Manzanares por los cuatro costados y que han sido jaleadas con sonoros olés por el público. Pocas, mínimas opciones las que ha tenido en la muleta, tanto con el sobrero de Domingo Hernández que ha hecho segundo bis como en el cuarto de Victoriano del Río. Templados y limpios muletazos, haciéndolo todo bien, con técnica superlativa pero sin emoción y sin llegar a conectar con los tendidos por las escasas condiciones de los toros. Lo mejor, sin duda, el inicio cargado de buen gusto y sabor, pleno de torería, al segundo, por bajo, trincherazos preciosos, despaciosos, andándole al toro hacia los medios. Pero no ha habido más, a pesar de los intentos en vano del alicantino que los ha probado por ambos pitones, pero la falta de recorrido y de empuje de ambos toros ha deslucido el resultado final. Faena a media altura, sin poder obligarles lo mínimo porque se venían abajo y que han durado poquísimo al rajarse pronto. Dos magníficas estocadas marca de la casa han sido suficientes para deshacerse de ellos. Para mi, y sin ocultar mi predilección por Manzanares, ha estado muy por encima de los dos toros, por lo que tampoco entiendo bien el motivo por el que algunos le han pitado al abandonar el ruedo. La única explicación que encuentro es que, al igual que a mi me llena el toreo del alicantino, a otros no les guste, lo cual, sinceramente, aún lo entiendo menos, pero gente rara hay en todas partes. 
Del tercero en liza en esta Beneficencia poco se puede comentar. Ni una opción ha tenido Alejandro Talavante  ante un tercero manso y con genio que en la primera tanda al natural parecía más por su movilidad y repetición pero que ha durado precisamente eso, una tanda, porque desde ese momento se ha dedicado a echar la cara arriba en una sucesión de arreones y tornillazos que han hecho imposible cualquier atisbo de toreo. Aún menos opciones ante el sexto, un toro sin recorrido, que no humilla, aplomado, un auténtico marmolillo al que no se le podía dar ni un pase. En ambos casos ha optado por lo más lógico y lo mejor para ahorrarnos minutos tediosos y sin sentido en medio del horno que era hoy la plaza de Las Ventas. Sinceramente se lo he agradecido. Siempre lo he dicho y lo mantengo, si no hay opciones o el torero no las ve, que abrevie y nos evite el aburrimiento, ya habrá tiempo para recriminarle si se lo merece o para el silencio, como ha sido en el caso de hoy.
Antes de acabar no quiero hacerlo sin dedicar unas líneas a dos hombres que hoy han brillado sobremanera en su labor. El primero el picador Pedro Morales "Chocolate", quien ha picado de manera sensacional al sobrero de Domingo Henández agarrando dos puyazos arriba y sin rectificar, parando y aguantando extraordinariamente el empuje del toro y midiendo a la perfección el castigo. Con justicia ha recibido una gran ovación durante su recorrido por el callejón para abandonar el ruedo tras su turno. El otro nombre propio es el de Juan José Trujillo, extraordinario torero de plata durante muchos años a las órdenes de Manzanares y actualmente integrado en la cuadrilla de Alejandro Talavante, que hoy ha ejecutado un magnífico tercio de banderillas al sexto, con dos pares reunidos y clavados en la cara, con pureza y verdad, además de bregar con maestría al tercero. No hay que olvidar jamás la importancia de los toreros de plata, aunque los varilargueros conserven el oro en sus chaquetillas en recuerdo del origen del toreo, que fue a caballo.
Así ha transcurrido esta tórrida tarde extraordinaria de Beneficencia en la que hemos pasado un calor horrible y hemos sudado la gota gorda pero que ha merecido la pena por ver una vez más la lección de mando de Juli, por disfrutar con el eterno toreo de capa de Manzanares y por la importantísima presencia de S.M Felipe VI en el Palco Real en un gesto que significa un respaldo y un apoyo a la Fiesta, a la cultura, a nuestras tradiciones, en definitiva, a España. 

Antonio Vallejo

No hay comentarios:

Publicar un comentario