lunes, 12 de junio de 2017

32ª de San Isidro: Tarde para olvidar


De bien nacidos es ser agradecidos, así que lo primero es dar las gracias a Carlos, no solo por sus atenciones y su agradable y magnífico trato a lo largo de estos 31 días de toros, extensible a todos y cada uno de los miembros del servicio de plaza del tendido alto del 1, sino también por haberme puesto en bandeja el título de la entrada de hoy y quitarme así un problema en qué pensar. Me has puesto al toro en suerte y lo he aprovechado, te lo agradezco. Sé que te has ido mosqueado con "tus" miuras, tu ganadería predilecta, la que llevabas esperando desde el día 11 de mayo, porque para nada ha respondido a lo que se esperaba de tan legendario y mítico hierro. Decepcionante, un auténtico fiasco la corrida de Miura. La foto que he tomado con el ruedo llenándose de almohadillas durante el arrastre del último de la tarde refleja el sentir general tras la corrida de hoy y mucho me temo que también por el balance final de este San Isidro que se anunciaba como el de la nueva era, el de la revolución y se ha quedado en el camino. No tengo ni idea de los toros que habrá en Zahariche, la mítica finca sevillana de Lora del Río, pero se me hace difícil pensar que los que se han lidiado esta calurosísima tarde en Madrid fueran lo mejor que se podía traer. No entro de momento en el juego que han dado, bochornoso, como la tarde, sino en su presencia. Todos sabemos que Miura es algo especial, que es un encaste único, mantenido puro desde hace 175 años, historia viva de la Fiesta, el único nombre propio admitido por la R.A.E como adjetivo para calificar todo aquello, persona, situación o cosa, que resulta difícil, complicada, peligrosa, dura de roer, que genera quebraderos de cabeza y que exige todos los sentidos y la pericia para resolverlo. Esas características de dureza, aspereza, complicaciones y peligro que se atribuyen a Miura empiezan por su presencia, su lámina, toros altos, de gran caja, largos, tremendamente ofensivos, que asustan solo con verlos y hay que tener muchos bemoles para plantarse delante de ellos. Pues hoy ni eso. Los tres primeros y el quinto, a mi juicio, no han tenido la presencia que Madrid exige, escurridos, con poca cara. Salvo por presencia al cuarto, muy grandote aunque de hechuras no me ha gustado y al sexto, quizás el de mejores hechuras y trapío y que según mi modo de ver ha sido el más en tipo de toda la corrida. Mucha veces hemos oido esa frase que dice que las hechuras no son garantía de que el toro embista, pero es cierto que los que embisten tienen siempre buenas hechuras. Así ha sido esta tarde, ni buenas hechuras, ni presencia, ni embestidas, ni nada. ¡Con decir que dos miuras han sido devueltos por blandos y flojos!. Corrida blanda, que ha perdido las manos repetidamente, sin fuerza, todos han salido echando las manitas por delante, sin raza, baja de casta, muy deslucida, que ni siquiera ha valido en el caballo y con nulas opciones para el lucimiento. Bueno, imagínense lo que habrá sido la corrida que el mejor toro ha sido un sobrero del Ventorrillo, con eso queda todo dicho.
Sí, no me he equivocado, que ha salido un sobrero de El Ventorrillo, y también otro de Buenavista, ambos de procedencia Juan Pedro Domecq Solís, y para más coña le han tocado ambos a Eduardo Dávila Miura, que tiene narices la cosa. Resulta que el sobrino del ganadero anunció que volvía a vestirse de luces para estoquear la miurada de San Isidro y así celebrar el 175 aniversario del mítico hierro, y se ha quedado con las ganas. Ha visto como se devolvían sus dos toros por blandos e inválidos y en su lugar ha lidiado dos de Domecq. Y digo yo, ¿no sería más lógico que cuando se anuncia una corrida de una ganadería como esta o de un encaste concreto los sobreros fueran del mismo hierro o misma procedencia?. Quizás habría que exigir a las empresas y a los ganaderos el compromiso de firmar la corrida y los sobreros de la misma línea para mantener la integridad y la pureza del festejo anunciado, al menos a mi me lo parece. Así evitaríamos tragos como el de esta tarde en la que el elogiable gesto de Dávila Miura se ha quedado en agua de borrajas. Una auténtica pena para el propio matador, para la propia ganadería y para la Fiesta, porque lo que hemos visto hoy en Las Ventas creo que ha hecho un flaco favor a estos tres estamentos de la tauromaquia que han salido seriamente dañados. Y lo siento de veras, porque Miura merece un respeto absoluto por lo que ha sido en la historia del toreo y por lo que representa hoy en día, y porque los tres toreros que venían con todas su ilusiones depositadas en esta corrida no se merecía esto.
Quizás el que peor parado ha salido de todo este despropósito vivido en las Ventas ha sido el albaceteño Rubén Pinar, quien ha tenido que sortear dos toros que, sinceramente, bien podrían haber sido devueltos a corrales por falta de fuerzas y blandos. Han perdido las manos y se mostraban inútiles para la lidia, pero devolver cuatro de seis hubiera sido escandaloso y no sé por qué pero me da la impresión que el presidente los ha mantenido en el ruedo por ese motivo, a pesar de las protestas continuas y más que justificadas de gran parte del público. Nada ha podido hacer Pinar ante dos miuras parados, sin fuerza alguna, sin raza, que no embestían ni tenían un muletazo. Me imagino lo que habrá pasado por su cabeza al matar al sexto, la rabia contenida de ver como volaba la oportunidad de reconducir una temporada necesitada de contratos. No se merecía esto, ni él ni nadie. 
Tampoco Rafaelillo, curtido en mil batallas ante todo lo que haya en el campo y se considere "duro", un especialista en estas lides. Si repasamos sus 14 años de alternativa encontraremos que ha matado Miura, Albaserrada, Saltillo, Santa Coloma y, a lo mejor algo de Atanasio y Nuñez como ganaderías "artistas". En pocas palabras, ha matado todo lo que nadie o pocos querían. Bastante ha hecho hoy con el manejable y noblote primero al que ha toreado asentado, seguro, templado y con suavidad, lo único que podía hacer ante un animal que iba más que justo de fuerzas y al que ha tenido que llevar siempre a media altura, sin obligarle lo más mínimo para que no se derrumbara con estrépito. Técnico y limpio, pero si llegar a conectar con los tendidos ni generar emoción por la sosura del toro. Ante el cuarto ha mostrado todo la experiencia  adquirida frente a toros como este de Miura. Muy valiente, firme, sin dudar un segundo, algo mortal ante estos bichos, tirando del toro, plantándole batalla, tragando una barbaridad, aguantando parones, derrotes y tornillazos de este toro corto de recorrido y que reponía nada más entrar en la muleta. Enorme esfuerzo y capacidad lidiadora que ha demostrado el murciano ante este complicado y peligroso Miura que ha llegado a prenderle en la fase final de la faena causándole un puntazo en la cara interna de la parte alta del muslo y otro en la axila, según reza el parte médico. En el haber de Rafaelillo también hay que sumar las dos estocadas con las que se ha deshecho de sus enemigos, rápidas, efectivas, por lo que ha escuchado una cariñosa y merecida ovación a la muerte del cuarto respondida con saludos desde el tercio.
Como ya he dicho Eduardo Dávila Miura se anunciaba en esta tarde para matar los toros de su familia, bonito y emotivo gesto. Tras romperse el paseíllo ha escuchado una gran ovación en reconocimiento a tal decisión, pero ni se imaginaba que finalmente acabaría matando un sobrero de Buenavista que no tenía recorrido ni fuerzas, al que ha llevado suave y a media altura sin poder obligarle, templado y con firmeza pero sin emoción alguna, y otro de El Ventorrillo, que a la postre ha sido el mejor de la corrida. Por lo menos le hemos visto un inicio de faena con gusto y torería doblándose por bajo para sacar al toro hacia los medios. Los mejores pasajes han venido en tandas asentadas por el pitón derecho, el mejor del de Ventorrillo, con redondos templados, ligados, por bajo, corriendo bien la mano para alargar el viaje de este toro que repetía con prontitud y fijeza, con clase, un buen toro de Domecq. Por el pitón izquierdo se desplazaba peor y no tomaba la muleta  con la misma claridad, pero he visto realmente bien a Dávila Miura templando los naturales, sacando un par de ellos con hondura, con clase. Yo creo que el sevillano ha entendido francamente bien a este sobrero y lo ha toreado pausado y con gusto. Además lo ha matado de una casi entera arriba que ha fulminado al animal. Por eso no entiendo ni comparto las protestas cuando ha salido al tercio a saludar la calurosa ovación que ha recibido por parte de la gran mayoría de los tendidos. ¿Acaso está prohibido recoger una ovación desde el tercio?. Menos mal que la mayoría no se ha dejado intimidar por el capricho de unos pocos a los que el calor reinante ha debido crear confusión mental.
Y así, con esta decepcionate y desilusionante tarde se ha cerrado el San Isidro 2017. Momento habrá para hacer balances y conocer los diferentes premios que los variados jurados otorgarán desde esta misma noche. De momento me quedo con lo mejor  de hoy que ha sido, una vez más, compartir la corrida con tantos como hemos disfrutado algunos días con el arte y aguantado los más con lo decepcionante. Gracias a todo el personal de plaza, amable y cordial, que nos han hecho cada día las cosas mucho más fáciles y agradables, también a Santiago, gran persona, que aunque este año no estaba en mi tendido se ha pasado varios días vernos, a los amigos de siempre, Raúl a la cabeza, Marqueta, los Iñigos y Jaime, algún día acompañado de su mujer Natalia, Benito y sus prismáticos dando la localización exacta de las estocadas, y  otros a los que he tenido el gusto de conocer esta temporada, como José Luis y su mujer, una auténtica señora, a Vicente Yangüez "El Chano", una delicia escuchar sus comentarios y puntualizaciones, un auténtico maestro, y todos aquellos con los que he compartido una o varias tardes, Jacobo, Javier, Iñigo, Luis Felipe, Daniel, los dos Tomás, mi cuñado Yago... y si me olvido de alguien que me perdone. Mención aparte para mi primo Javier, que en una tarde en la que los toros no han ayudado a hacerla digerible nos ha obsequiado con una estupenda merienda a base sandwichitos e ibéricos que estaban gloriosos. Enhorabuena a David y Carmen, que por lo que me han contado son los propietarios de un ultramarinos de los de siempre, de esos que se repartían por las calles y las esquinas de Madrid y que hoy sucumben ante las grandes cadenas de supermercados que fagocitan el pequeño negocio tradicional, que aún resisten heroicamente en la calle Andrés Mellado y sirven unos ibéricos de primera calidad, primorosamente cortados y que estaban buenísimos. Entre tu vianda, Javier,  y las cervezas bien frías que Antonio nos ha proporcionado se ha llevado mucho mejor el bochorno de los Miuras y el calor asfixiante que hoy ha hecho en Madrid.
Y, finalmente, muchas gracias de corazón a todos cuantos habéis seguido lo que cada día se me ha ido ocurriendo para intentar contar y transmitir las emociones que me genera esta maravillosa afición que son los toros. Espero haberos aburrido poco y haberos hecho disfrutar algo en este mes contando las cosas, como dicen los Siempre Así, a mi manera.

Antonio Vallejo

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