Aunque parezcan términos que no tienen nada que ver a mi me parece que van de la mano en lo que para mi ha sido la tarde de hoy en Las Ventas.
Empiezo por lo más lamentable, el pobrísimo aspecto de los tendidos, los palcos, las gradas y las andanadas. Poco más de media entrada, tendidos 5 y 6 prácticamente vacíos, el 1 y el 2 ocupados en un tercio siendo generosos, las andanadas de sol prácticamente vacías, las gradas poco más, y los algunos palcos totalmente vacíos. Algo pasa cuando en pleno San Isidro ocurre esto. O ha fallado la confección y programación de esta corrida, que a mí me parecía interesante tanto por la presentación de los santacolomas de Rehuelga en San Isidro como por los matadores, uno de ellos que ha dejado importantes faenas en Madrid, como Aguilar, otro avalado por su experiencia en estos encestes, Robleño, y un tercero que deslumbró en Sevilla hace 2 años, Pérez Mota, o está fallando el diseño de este San Isidro llamado a ser cuasi revolucionario pero que mantiene la misma línea de siempre y que da la impresión de estar empezando a hacerse largo y tedioso para los aficionados.
Lamentable también me ha parecido el comportamiento y la actitud de cierto sector del público que me parece muy bien que se autodenomine pomposamente "torista", pero que ha caído en el exceso a mi modo de entender. Es cierto que la corrida de Rehuelga ha tenido tres toros de buena nota, pero que han tendido sus puntos negros. Por ejemplo el tercero, alegre y con movilidad pero que no llegó a entregarse, y el quinto, que se comportó con nobleza pero no humilló, que se colaba y soltaba derrotes en los primeros compases de la faena llegando a casi prender de la rodilla a Aguilar, y que si han lucido ha sido en gran parte por el buen hacer de los matadores. También es cierto que han entrado al caballo, mucha cantidad, en largo, sí, ¿pero en cuantos de los innumerables puyazos han empujado con los riñones y se han empleado con la cara abajo?. Al menos yo he visto bastantes cabeceando, empujando con un solo pitón y haciendo sonar el estribo. Sinceramente creo que se ha caido en un exceso de euforia, más en cantidad que en calidad, tomando partido descaradamente a favor de los toros, lo que me parece muy bien, pero criticando y midiendo injustamente a los matadores que, al menos para mi, han rayado a gran altura y han hecho mejores algunas cualidades de los toros. No es necesario ponerse en contra del torero para demostrar lo torista que se es, eso me parece excesivo y lamentable.
Y lamentable, de plaza de pueblo - esa expresión que los ecuánimes y sabios "toristas" utilizan cuando se conceden orejas que ellos consideran que no deben darse, la mayoría de las veces por el nombre del torero que la corta y el hierro del toro al que se le corta - la vuelta al ruedo al quinto de la tarde. Una auténtica paletada del presidente, un exceso ridículo que no sé si iba encaminado a dorar la píldora a ese sector que tantas barbaridades le ha soltado otras tardes y así demostrar no sé qué. Los mismos que dicen que las "orejitas" que se reparten algunas tardes restan categoría a la plaza hoy se han debido sentir satisfechos viendo como se saca un pañuelo azul de plaza de segunda o tercera en plena verbena de agosto. Para nada se merecía una vuelta al ruedo ese toro, más aún si lo comparamos con otros que se han lidiado este año, por ejemplo Libertino de Garcigrande lidiado por Enrique Ponce, Barberillo de Alcurrucén lidiado por Ginés Marín, Hebrea de Jandilla lidiado por Sebastián Castella, Imperial y Decano también de Jandilla lidiados por López Simón, eso por no hablar de varios de Nuñez del Cuvillo y Victoriano del Río para no hacer interminable la lista de los que se merecían una vuelta al ruedo mucho más que el de hoy. Se ha pasado el señor presidente sacando el pañuelo azul por su cuenta y riesgo. Con eso sí que ha restado criterio y categoría a la plaza de Madrid. Lamentable.
Es una pena que una tarde que ha tenido cosas buenas, algunas muy buenas, se empañe de tal manera por tres aspectos excesivos y lamentables. Una pena que una corrida seria, bien presentada aunque muy dispar de hechuras, con algunos toros armónicos, muy en tipo santacoloma por peso y pitones, junto a otros atacados de kilos, fuera de tipo mastodónticos, elefantoros, una corrida que en el caballo ha sido muy entretenida y en la que les hemos visto arrancar en largo y galopar en cuatro de los cinco del hierro titular pero con matices en cuanto a su manera de emplearse en el peto, una corrida que en la muleta ha tenido emoción y calidad en tres toros (tampoco es que los seis hayan embestido) pero también con algunos matices, una corrida en la que Robleño ha tenido un marmolillo sin opción alguna y otro deslucido y descastado ante el que estuvo firme y entregado, enormemente voluntarioso y serio pero sin nada que sacar, una corrida en la que Alberto Aguilar y Pérez Mota han toreado templados, corriendo la mano, ligando los muletazos, sabiendo perder los pasos necesarios que pedía el toro para quedarse colocados de nuevo, siempre por bajo aunque sus toros no humillaran en exceso salvo el sexto, se hayan encontrado con un ambiente a la contra en la que nada se les valoraba y cualquier chorrada se les protestaba y recriminaba por parte de los hoy pletóricos "toristas". Es una pena, de verdad. Mucho mérito lo que han hecho los tres matadores esta tarde, sobreponiéndose a las dificultades que presentaban los de Rehuelga, que las tenían, y peligro también, que lo tenían, que no eran ursulinas, tragando arreones, que no todo han sido embestidas nobles, poniendo siempre la muleta adelantada, sacando series en redondo de enorme calidad y clase, templadísimas, como la que ha dado Aguilar al final de faena al quinto muy templada, corriendo la mano muy baja rematando con ayudados por bajo torerísimos, así como una serie final de Pérez Mota al sexto lenta, eterna, sin quitarle la muleta de la cara al toro, repleta de gusto y sabor, con un toreo al natural de gran hondura por parte tanto del madrileño como del gaditano que se han vaciado por ese pitón izquierdo en el quinto y sexto. Mucho mérito y escaso reconocimiento a mi modo de ver por parte de un público que parecía que lo único que quería ver era como corría el toro hacia le caballo. Si por el "torismo" fuera hubiéramos estado toda la tarde viendo entra los toros a los caballo, no tres, sino trescientas veces. El tercio de varas es fundamental, es bellísimo cuando se ejecuta con pureza, pero, como todas las cosas, tiene su medida.
Repito, que nadie se equivoque al leer esto, la corrida de Rehuelga ha sido entretenida y ha tenido cosas buenas, pero en su justa medida, tres toros. Y repito, para mi Robleño, Aguilar y Pérez Mota han estado más que dignos, con clase, entendiendo y sabiendo cómo llevar a estos toros, fajándose cuando había que hacerlo, estirándose cuando los han sometido y sigo pensando que infravalorados y maltratados en algunas fases por parte de un sector del público que ha arrastrado, abducido en su agujero negro, a otra parte que se ha dejado llevar por esos excesos "toristas", con la amarga guinda del más lamentable de los excesos, la vuelta al ruedo al quinto.
Antonio Vallejo
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