miércoles, 31 de mayo de 2017

20ª de San Isidro: Algo falla


Algo falla. Está claro que tras lo visto en la tarde de hoy algo falla. Escasa entrada para la que en mi opinión era la novillada estrella de San Isidro. Atrás quedan aquellos años en los que las novilladas atraían incluso más público que muchas corridas de toros. Hoy algo más de media plaza, dos tercios si somos generosos, mucho cemento en el cinco, el seis, el uno y el dos, palcos semivacíos o vacíos, gradas y andanadas con un pobre aspecto. Las novilladas son la cantera del toreo, en ellas deben formarse y forjarse los futuros matadores, los que lleven sobre sus espaldas, mejor dicho, en sus capotes y muletas, el toreo de las próximas décadas. En un mundo de por sí difícil, muy complicado para salir adelante, si además no se le presta el apoyo necesario y la afición les da la espalda será una heroicidad que surjan figuras. Por supuesto que alguno llegará a lo más alto por sus dones y condiciones y se convertirá en referente del toreo, pero la fiesta necesita más que una sola figura, necesita que esta generación de jóvenes con ilusión de triunfar encuentre la ayuda para mantener ese sueño de ser torero, y eso empieza por comprobar el respaldo de los aficionados, no por ver la plaza de Madrid a poco más de medio gas en pleno San Isidro   Algo falla.
Algo falla cuando, aunque pueda parecer una tontería, vemos un paseíllo como el de esta tarde nada más y nada menos que en Las Ventas. La imagen lo dice todo por sí misma. Tantas y tantas veces hablamos de detalles de un lance, un puyazo, un remate, una faena, un adorno, tantos y tantos detalles que somos capaces de apreciar durante la lidia y que dejamos pasar en todo cuanto la rodea. Pocas veces damos valor a un detalle como este paseíllo desordenado en el que cada novillero iba a su ritmo, llegando a la barrera sin preocuparse de si sus compañeros lo hacían, cada cual saludando al palco a su manera y cuando le ha parecido. Detalles al fin y al cabo, pero que dicen mucho, porque en el toreo hay rituales que son sagrados y el paseíllo es uno de ellos, tiene un orden y un ritual que hay que cumplir con el máximo rigor, dándole el valor simbólico que tiene, no como si uno saliera de casa al cine con unos amigos. Es algo muy serio. Algo falla si no hay nadie que asesore a estos jóvenes sobre la importancia de ser torero, de andar como torero y de comportarse como torero respetando normas centenarias, a lo mejor normas no escritas, que son parte de la tradición de la Fiesta y que suponen en el fondo respeto hacia lo que significa ser torero desde que se pisa la arena hasta que se abandona a pie, a hombros o camino de la enfermería. Insisto, la tauromaquia tiene mucho de rito y simbología y hay que cuidar esos detalles que hacen mágica a nuestra Fiesta de principio a fin. Y hay que aprenderlo desde niño como becerrista, cuando se es joven novillero y no hay que olvidarlo ni descuidarlo cuando se alcanza la gloria como matador. No es tontería ni un detalle absurdo, de verdad, hay que cuidar más estas cosas.
Algo falla también cuando vemos salir por la puerta de chiqueros unos novillos como los de hoy de Montealto, nobles pero deslucidos, con movilidad pero sin clase y descastados en líneas generales, además de desiguales de presentación y hechuras, algunos auténticos toros y que han supuesto un muro difícilmente franqueable para la terna de esta tarde. Ya sé que es muy fácil cargar las tintas con los novillos y los toros, que la mayoría de las veces son los "culpables" de la falta de emoción y transmisión, que ocurre tanto en las corridas de toros como en las novilladas, pero que en el caso de estas últimas es más sangrante porque puede echar por tierra y cortar alas a quienes están empezando. Hoy nos quejamos de su falta de casta, otras veces hemos visto novillos que eran auténticos toros y que han desbordado por completo a los novilleros, otras auténticas alimañas inlidiables, que hacen muy difícil o imposible el lucimiento, destrozando los ánimos de cualquiera. Pero ya sabemos el tipo de res que pide Madrid, no solo en cuatreños o cinqueños, también se extiende a los utreros. Y digo lo de siempre, ningún ganadero lleva lo que no cree y está convencido que vaya a dar juego, pero algo falla tarde tras tarde en este apartado ganadero que se ve obligado a cumplir ciertas "condiciones" para lidiar en Las Ventas. 
Y también algo falla en los novilleros, por supuesto, porque están aprendiendo y tienen que tener carencias. Algo falla cuando en el contexto de una novillada desclasada y descastada salen dos que embisten, repiten y humillan y no se aprovechan sus condiciones aunque duraran menos de lo que hubiéramos deseado y su empuje se viniera abajo relativamente pronto por falta de fuerzas o quizás porque nadie les haya apuntado desde el callejón que había que darles otra lidia, aprovechar más su movilidad, darles más distancia y no ahogarles en terrenos cortos casi desde los primeros compases. Alguien debe también dominar las ganas  y la disposición de estos jóvenes y advertirles que alargar un trasteo de manera excesiva, sin fundamento y sin emoción, pases y más pases sin sentido,   se puede volver en su contra en una plaza como Madrid, con razón o sin ella, pero que es así y  nadie la va a cambiar, al menos de momento.  Deben saberlo para no poner al público en su contra, y si no lo saben o no se dan cuenta alguien tiene que decírselo. Eso me ha parecido que le ha ocurrido hoy a la terna, tremendamente voluntariosa y dispuesta, pero que han desaprovechado tres novillos que, sin ser las maravillas de las maravillas, han tenido más de lo que les han sacado. Concretamente el segundo, cuarto y quinto que han tenido movilidad y en el caso del segundo una humillación excelente, ante los que ninguno de los tres ha llegado a acoplarse, en faenas faltas de continuidad en la que han alternado muletazos sueltos y algunas series de buena factura, temple, ligazón, hondura y profundidad por ambos pitones con otras fases sin sitio, deslucidas y sin transmisión, además de un excesivo metraje, confundiendo en ocasiones cantidad con calidad. Que nadie vea en este comentario un reproche a Valadez, Carretero y Younes, ni mucho menos, que han hecho cosas muy buenas, por ejemplo con el capote, compitiendo en quites, que han sido variados y vistosos por verónicas, chicuelinas, cordobesas, tafalleras, gaoneras, lopecinas,  desbordantes de entrega, en novilleros, como suele decirse, pero cuando se llega a las Ventas las ganas y el arrojo no lo son todo y aquí se exige algo más, sobre todo en San Isidro. Repito, no han estado mal, incluso me atrevería decir que no solo en actitud sino también en cuanto a técnica han estado pulcros y solventes, pero con una falta de chispa o de conocimiento para dar ese paso adelante que lleva a la emoción y la transmisión. Madera tienen, tiempo por delante mucho, espero que también tengan a su lado quien les asesore adecuadamente en todos los aspectos, no solo preocupado en el contrato que firmen en tal o cual plaza, y que les lleve de la mejor manera posible en esta largo y duro camino que conduce a ser torero.
Algo falla, por tanto, para que una tarde en la que había depositadas muchas esperanzas por parte de todos, ganadero, novilleros y afición haya terminado tan deslucida en líneas generales. Parte de la culpa la tiene el juego de los novillos, parte de la culpa la tienen algunos defectos aún por pulir propios de la edad de los novilleros y su aún escasa experiencia, pero otra parte no despreciable de la culpa también la tiene la afición, no solo porque vaya o no a la plaza, sino porque algunos de los que van están más preocupados en su purismo y la "integridad" de "su" toreo exigiendo a estos jóvenes lo mismo que a las figuras, con gritos y reprobaciones fuera de lugar que lo único que pueden conseguir es minar la moral de los chicos. No olvidemos que cuentan con escasos 19 años, hoy Younes cumplía 20, y creo que hay que medirles teniendo en cuenta tal condición, lo que no quiere decir que se les tapen o escondan los defectos y no se les diga los que deben mejorar, porque tan dañina como la crítica destructiva que algunos aplican desde sus localidades es la adulación y la falta de autocrítica cuando no se hacen las cosas bien. De los errores es de lo que más se aprende. 
Lo que no ha fallado en esta tarde ha sido la magnífica, agradabilísima compañía de mi amigo Daniel Berzosa, con el que la conversación siempre resulta amena y enriquecedora, no solo de toros, a su lado se tocan muchos más palos. Un auténtico placer del que aún queda pendiente una segunda edición el día 7. Ese día estaré al quite y llevaré el aderezo que una tónica precisa para refrescar la tarde, no como hoy que las obligaciones profesionales me han hecho olvidar tan importante detalle. ¿Veís como algo siempre falla?.

Antonio Vallejo

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