A la tercera fue la vencida suele decirse, y eso podríamos aplicarlo al apartado meteorológico en la tarde de hoy sábado. Tercera de abono y por fin el tiempo acompaña, tarde más apacible, sin la incómoda amenaza de la lluvia, el azul del cielo ya dominante y el sol calentando al menos la primera parte de la corrida, porque en cuanto desapareció y se encendieron las luces de Las Ventas se notaba el viento frío. Parece mentira que a algunos nos haya pillado desprovistos del suficiente abrigo, parecemos novatos, ¡hay que ver!, con tantos años y tardes a nuestras espaldas y nos venimos arriba en cuanto aparecen los primeros rayos de sol. Es que no aprendemos.
Tarde de casi lleno, más de 20.000 espectadores en los tendidos, gradas y andanadas de Las Ventas, nada comparado con la "multitud" de antitaurinos que esta mañana se han manifestado en Madrid, ¡unos 300!. Con tanta subvención extranjera, con el apoyo de grupos de más que dudosa reputación y financiación son capaces de reunir en Madrid a esa masa venida de toda España. Sinceramente es para estar tranquilos, la Fiesta no morirá jamás, al menos a manos de las Carmenas de turno. Somos muchos más y somos mucho mejores, ellos solo son mentira y odio, no saben lo que es un toro bravo, no le importa nada, camuflan ideas políticas exterminadoras bajo el concepto de animalismo y solo les mueve su totalitarismo criminal y su vandalismo.
Con ese magnífico aspecto de los tendidos daba inicio el paseíllo de uno de los carteles con sumo atractivo de esta isidrada. La terna compuesta por Diego Urdiales, David Mora y José Garrido invitaba al optimismo. Dos toreros con más que ganada reputación en Madrid, el riojano que en la goyesca del 2 de mayo estuvo a punto de tocar pelo, el madrileño tras su Puerta Grande del pasado año al cortar dos orejas a Malagueño, un gran toro de Alcurrucén, y un tercero de la nueva hornada que apunta alto, el extremeño al que vimos manejar el capote a las mil maravillas en Resurrección, para estoquear un encierro de El Pilar, de procedencia Juan Pedro Domecq, bien presentados, serios, bien armados por delante, muy ofensivos segundo y tercero, astifinos, desiguales de hechuras, preciosa lámina la del colorado ojo de perdiz que hizo tercero, y que en general han resultado deslucidos, faltos de raza y casta, escasos de fuerza y con un punto de mansedumbre, con tendencia a irse al final del muletazo y buscar las tablas, escandalosamente en el caso del segundo que hasta por tres veces intentó saltar al callejón, que no han humillado y que han prestado escasas opciones al lucimiento. Se salvan con matices el primero y quinto por cierta nobleza y manejabilidad, metiendo mejor la cara, pero muy lejos de ser buenos.
Con el primero orquestó Diego Urdiales un quite por verónicas muy templadas con mucho gusto que despiertan olés en el público. Toro noble y manejable pero justo de fuerzas y con tendencia a irse buscando las tablas al que el riojano plantea una faena de temple por el pitón derecho por donde construyó un par de series de redondos ligados, con la mano baja de calidad, pero poco más tuvo el de El Pilar que por el pitón izquierdo no dio opciones. Faena de más a menos y con altibajos que no fue bien rematada con la espada y la cosa quedó en silencio. si del cuarto decimos que fue deslucido nos quedamos muy cortos. Un animal sin raza ni casta, de principio a fin, nada, absolutamente nada en el capote, varas, banderillas y, por supuesto, la muleta. Toro plomizo, anclado al suelo, nula movilidad, al que lo mejor que pudo hacer el riojano fue matarlo con prontitud y ahorrarnos unos minutos tediosos.
José Garrido lidió con un lote que tampoco permitió lucimiento alguno. El tercero era una animal precioso, tremendo por delante, con unos pitones terminando en puntas hacia arriba que daban miedo. Se dobla el extremeño en el saludo capotero para sujetarlo y someterlo, bien hecho por Garrido puesto que el toro mostraba poca fijeza, tendencia a huir y no humillaba. Bien, aseado, Antonio Chacón en banderillas ante un animal complicado para colocar los pares. En la muleta se defendió el de El Pilar, cabecea con genio, se queda corto, se revuelve y engancha las telas desluciendo los intentos de Garrido por sacar algo limpio. Faena sin emoción ni transmisión en la que se le ha reprochado su colocación, al hilo del pitón, fuera de cacho, y que ha finiquitado con una estocada entera traserita y desprendida que ha reventado al de El Pilar. El sexto fue un toro largo y ensillado que se movía, sí, pero con cierta descoordinación y sin mucha clase. Lo mejor, sin duda, han sido los delantales en el mismo centro del anillo que el extremeño ha recetado para rematar con una media de rodillas arrebatado que levanta la ovación de los aficionados y que es seguido por un quite de Urdiales a la verónica templadísimo, lentísimas, rematado con una media de mucho sabor. En la muleta tan solo hubo una serie con la derecha de la que surgieron redondos templados y ligados, pero nada más. A partir de ahí el de El Pilar se quedó corto y se revolvía. Al igual que en su primer toro se le reprobó la colocación, al hilo de nuevo. Ganas y disposición no se le pueden negar a Garrido, pero no tuvo material y también creo que quizás le faltó poner algo de picante ante lo deslucido de su lote.
He dejado para el final a David Mora por varios motivos. El primero, y es de sobra conocido, es que es uno de los toreros por los que proceso admiración. Admiración por su clase, su gusto, su elegancia toreando, su pundonor y su profesionalidad, demostrada durante los larguísimos meses transcurridos entre la terrible cogida que sufrió en esta misma plaza el 20 de mayo de 2014 y qua a punto estuvo de costarle la vida y su reaparición ene este mismo coso el 24 de mayo de 2016 para cortar dos orejas a Malagueño y abrir la Puerta Grande. El segundo es lo que esta tarde le ha sucedido con el quinto, devuelto al corral tras escuchar tres avisos y recibir una tremenda bronca por parte de un público que, perdonen, ha sido tremendamente injusto y desmemoriado. Es cierto que fue un buen toro, con clase y que metía la cara con calidad, al que Mora inicia la faena por el pitón derecho llevándolo toreado, en largo, la muleta en la cara, bajando la mano y ligando los muletazos con clase. Por el pitón izquierdo protesta, se queda más corto y los naturales resultan deslucidos. Vuelve al derecho pero no consigue acoplarse y la faena va a menos. La media estocada resulta insuficiente y a partir de ahí comienza un despropósito con el descabello. El toro estaba bastante entero, no descolgaba, escondía la muerte y no encontraba Mora el modo de acertar con la cruceta. Suena el primer aviso, suena el segundo y suena el tercero sin que el madrileño acabe con la vida de Huracán. Bronca monumental y desproporcionada. De acuerdo, no lo ha matado, a lo mejor tenía que haber sacado la espada desde el primer descabello, no sé lo que hubiera pasado, jamás lo sabremos, conjeturar es fácil y gratuito, pero creo que la memoria está para algo y esta plaza podía haber mostrado un mínimo de sensibilidad y respeto hacia alguien que se lo merece y se lo ha ganado, alguien que no se ha escondido jamás y que ha dejado claro su afán de superación tras dos años de dura rehabilitación y su compromiso con esta plaza y esta afición ante la que casi pierde la vida. No digo que haya que aplaudirle, ni mucho menos, se le puede pitar por escuchar los tres avisos, por supuesto y me parece lógico, pero de ahí a la bronca descomunal que se le ha montado me parece que hay un abismo. Es tan solo mi opinión. Por cierto, que en todo momento he hablado de escuchar los tres avisos, no de que el toro haya vuelto a los corrales con vida, porque tras sonar el tercer aviso y por los movimientos que se han visto en el palco y el callejón creo que el presidente ha ordenado la puntillero de Las Ventas que apuntille al animal en la tronera del burladero de cuadrillas, por lo que Huracán ha abandonado el ruedo arrastrado por el tiro de mulillas. En el tendido hemos estado comentando y debatiendo esta situación y no teníamos muchas dudas sobre si era reglamentario o no, pero en el reglamente taurino actual en el Título VI "Del desarrollo de la lidia", Capítulo IV "Del último tercio de la lidia" en su artículo 81se dice lo siguiente: "Transcurridos diez minutos desde que se hubiera ordenado el inicio del último tercio, si la res no ha muerto, se dará por toque de clarín, de orden del Presidente, el primer aviso; tres minutos después, el segundo aviso, y dos minutos más tarde, el tercero y último, en cuyo momento el espada y demás lidiadores se retirarán a la barrera para que la res sea devuelta a los corrales o apuntillada. Si no fuese posible lograr la devolución de la res a los corrales, o el que sea apuntillada, el Presidente podrá ordenar al matador que siga en turno al que hubiera actuado, que mate la res, bien con el estoque o directamente mediante el descabello, según las condiciones en que se encuentre aquélla". Creo que con esto queda claro que se ha obrado de acuerdo al reglamento.
Y el tercer y último motivo por el que he dejado para el final el comentario sobre David Mora es porque en la tarde de hoy ha sobresalido un nombre por encima de todos, Angel Otero, segundo de la cuadrilla del madrileño. No es ni mucho menos la primera vez que hablo de este sensacional torero de plata, ni será la última. Integra esa extraordinaria pléyade de toreros de plata de los que disfrutamos hoy en día junto a David Adalid, Fernando Sánchez, Javier Ambel, Juan José Trujillo, Antonio Chacón, Víctor Hugo Saura "Pirri", José Manuel Montoliú, Alacalerño, Algabeño, Domingo Siro, Joselito Rus y tantos nombres que me dejo en el tintero y por los que pido disculpas. Lo que ha hecho en la tarde de hoy al segundo en el tercio de banderillas ha sido de esos momentos mágicos que la fiesta nos da y que valen por sí solos toda una tarde. Han sido dos pares sensacionales, con torería, andando hacia la cara del toro para reunir y clavar perfectamente asomándose al balcón, sin ventajas, de poder a poder, ejecutando la suerte. a la perfección. Magníficos el primero, pero de premio al mejor par de la feria el segundo. Porque además lo ha colocado en unos terrenos comprometidos, entre el 6 y el 7, dándole todas las ventajas al toro que se ha arrancado con violencia cerrándole y apretando hacia las rayas del tercio, él solo, Otero frente a Carapuerco II, sin nadie que le pudiera hacer el quite, cuadrando entre los pitones, dejándose ver, dejando los palos reunidos en lo más alto, con enorme riesgo y valor, para salir del encuentro con una torería superlativa. Hay que hacer mucha memoria y cuesta mucho pensar para recordar a Las Ventas puesta en pie rompiéndose las manos a aplaudir de la manera como lo hizo ayer con Angel Otero, un auténtico maestro que con su magnífica actuación llena todo cuanto se pueda decir sobre esta tercera de San Isidro y que merece ser destacado por encima de todo lo demás. La emoción y el sentimiento que transmitió a los tendidos será uno de esos episodios históricos que perdurarán en el tiempo, como aquella tarde del San Isidro de 2013 en la que la que David Adalid, Fernando Sánchez, Marco Galán y el picador Tito Sandoval, a las órdenes de Javier Castaño aquella temporada, dieron una vuelta al ruedo histórica tras el tercio de banderillas previa al inicio de la faena de muleta.
Un torero con mayúsculas, de plata, pero que hoy ha relucido como el oro más puro que puede existir, y que se merece todos los honores y su nombre escrito en mayúsculas: ANGEL OTERO.
Antonio Vallejo
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